La desconcentración de la renta motivada por la adopción de políticas neoliberales en los años 90s demostró ser sólo un mito para los brasileños. Al contrario de lo que inicialmente anunciaron los fundamentalistas neoliberales, Brasil siguió siendo el campeón mundial en desigualdades entre ricos y pobres, al mismo tiempo en que la renta del trabajo disminuyó comparada con el tamaño de las ganancias de los capitalistas.
No es una novedad el hecho de que el reparto extremadamente desigual de la renta nacional constituye una llaga lacerante en la evolución estructural del capitalismo brasileño. Pero, a pesar de ser una referencia internacional de regresión distributiva, el país parecía vivir una situación más confortable en términos de bienestar, con el éxito del Plan Real en cuanto a la estabilización de la moneda.
Adicionalmente a los aparentes resultados positivos promovidos por la estabilidad en el costo de vida para las familias más pobres, se generalizó una hipótesis sobre la reducción del grado de dispersión de los rendimientos de la Población Económicamente Activa ocupada, lo que significaría una mejora en el perfil distributivo. Pero eso, terminó sin sustento a lo largo de los años 90s.
Aunque sean escasos los indicadores de conjunto sobre la situación nacional de reparto de la renta, se vuelve necesario el acompañamiento de datos específicos y la continuidad de las investigaciones sobre la situación de la desigualdad de los rendimientos, principalmente a partir de retomar el nivel de actividad en 1993. Tanto desde el punto de vista de la distribución personal, como funcional de la renta, no se percibe mejoría significativa durante la década de 1990.
Por un lado, la estabilización de los precios a partir del segundo semestre de 1994, terminó repercutiendo favorablemente en el nivel de renta personal, trayendo efectos positivos sobre el perfil de los rendimientos de los trabajadores ocupados. En ese sentido, la evolución reciente de la desigualdad entre diferentes escalas de rendimientos permite identificar movimientos generales en el formato distributivo, especialmente a partir de retomar las actividades económicas (1993) y de la implantación del programa de estabilización monetaria (1994). A pesar de eso, la desigualdad en el ingreso no fue alterada en forma significativa. La causa de la permanente elevada concentración de la riqueza nacional, se debe al comportamiento general de la economía brasileña, influenciada decididamente por el nuevo modelo económico.
Con base en los datos sobre la distribución de la riqueza realizados por la Fundación IBGE y por Dieese en convenio con la Fundación Seade, se llevó a cabo el análisis de la información que nos permite ver la evolución del grado de desigualdad de rendimiento a lo largo de los años 90s. Al sumar al análisis de los datos la literatura especializada, fue posible obtener la exposición siguiente. En la primera parte, se intentó recuperar en forma sintética los principales términos del debate sobre la distribución de la renta en Brasil. Enseguida, se buscó identificar el movimiento de la desigualdad de los rendimientos a partir de la implantación del nuevo modelo económico. En la última parte son analizados los principales efectos de estabilización de la moneda sobre la dispersión de los rendimientos de la PEA ocupada.
Desigualdades en los rendimientos en Brasil: breve recuperación de los términos del debate
La distribución regresiva de la renta nacional no constituye un hecho nuevo en Brasil. Es relativamente amplia la literatura especializada que trata el tema, especialmente a partir de los años 60s, cuando el censo demográfico incorporó la variable renta.
Los primeros análisis sobre los datos de la distribución de la renta contribuirían para reafirmar una realidad de incorporación parcial de la sociedad brasileña.1 No obstante las profundas y rápidas transformaciones en el capitalismo brasileño, que permitieron traspasar una fase agrario-exportadora para ingresar rápidamente en un ambiente urbano-industrial, permanecieron los trazos generales de gran concentración de la renta para pocos grupos sociales.
Dos contribuciones fueron importantes para la interpretación general del proceso de concentración de la renta en el país. La primera está asociada al entendimiento sobre la naturaleza y la forma de constitución del patrón de acumulación de capital en Brasil, que provocó una gran desigualdad en los ingresos. 2 La segunda contribución se refiere a la identificación del verdadero charme* del capitalismo brasileño, motivado por la reproducción de un significativo movimiento social en medio de un profundo crecimiento de la ya elevada desigualdad social, de renta y riqueza.3 Ver Gráfica 20 en anexo 5.
En los inicios de los años 70s, la divulgación de informes sobre el estado de la distribución de la renta impulsó un interesante y polémico debate acerca de los mecanismos de concentración de la renta y de los grupos beneficiados y perjudicados por el proyecto de desarrollo socioeconómico del régimen militar. De un lado, se encuentran aquellos que identificaban la política macroeconómica del gobierno autoritario como responsable del crecimiento de la concentración de la renta. Por otro lado, estaban los autores que, sin negar las restricciones del movimiento general de reparto de la renta, presentaban otras razones, como la falta de escolaridad y formación profesional del conjunto de los trabajadores.4
En la década de 1980, la concentración de la renta y de la riqueza nacional aumentó de nuevo, siendo por ello objeto de varios estudios. La crisis en el patrón de financiamiento de la economía brasileña y la adopción de constantes programas de ajustes macroeconómicos se mostraron como los responsables de la conformación de un proceso hiperinflacionario y de un ambiente de profunda oscilación del producto, que terminaron generando, por consecuencia, el estancamiento de la renta y la concentración de los ingresos en clases privilegiadas de la población brasileña. 5
Durante los años de 1990, los estudios sobre la distribución de la renta deparaban sucesos nuevos. La recesión económica en los años 1990-1992, el regreso de indicadores positivos en el comportamiento del producto a partir de 1993 – sin repercusión positiva sobre el nivel general de empleo regular y reglamentado -, el éxito del plan de estabilización monetaria, el ajuste en el sector privado y la privatización terminaron repercutiendo, de alguna manera, sobre el perfil de la distribución de la renta nacional.6 Aunque puedan permanecer varios puntos de divergencia en los estudios recientes sobre la situación del reparto de la renta nacional, parece haber todavía, una gran sintonía en los análisis sobre la permanencia de elevada regresividad distributiva en Brasil, principalmente comparada con la experiencia internacional.
Nuevo modelo económico y la peristencia de la acumulación de la renta
La distribución de la renta nacional puede ser estudiada a través de diferentes métodos de estimación. Además de la distribución personal y funcional (participación relativa de la renta apropiada por clases de rendimiento o por componentes constitutivos de la formación de la renta), existe también el criterio de desigualdad de los rendimientos, que pretende medir el grado de dispersión de la renta entre distintas clases de remuneración de la Población Económicamente Activa ocupada.
Utilizando diferentes criterios metodológicos, se analizó la evolución de la desigualdad de ingreso en Brasil, especialmente a partir de 1990, con la implantación de un nuevo modelo económico. Primero se aborda la distribución personal de la renta y enseguida
se trata la distribución f
uncional.
Primeramente se debe recordar que uno de los principales argumentos utilizados para justificar la implantación del nuevo modelo económico a partir de 1990 fue la posibilidad de revertir el vergonzoso proceso de concentración de la renta, riqueza y poder que acompaña al país desde largo tiempo. La revisión del papel del Estado, con la privatización del sector productivo estatal, la reforma administrativa y de previsión social, así como la apertura comercial, el desregulamiento financiero y la flexibilización del mercado de trabajo servirían de base, según el discurso oficial, para una nueva fase de reducción de la distribución personal de la renta.
Se sabía que la fase anterior de crecimiento económico había contribuido al impulso aún mayor de la desigualdad de la renta nacional. Entre 1960 y 1980, por ejemplo, Brasil creció a una tasa promedio de 6.9% al año, registrando una variación anual de 3.9% el rendimiento medio de los 40% más pobres, ante un 5.8% de expansión media anual del rendimiento de los 10% más ricos.
En el siguiente periodo, entre 1980 y 1999, la tasa de expansión anual fue de apenas 2.1%, mientras que el rendimiento medio de los 40% más pobres varió 0.6% al año contra 0.3% de expansión media anual para el rendimiento de los 10% más ricos. Más allá de la situación de mediocre crecimiento de la producción, la mayor parte de las dos últimas décadas fue afligida por uno de los más largos procesos hiperinflacionarios del capitalismo del siglo XX, con inequívoco efecto sobre la renta de los brasileños.
Entre 1980 y 1994, el rendimiento de los 40% más pobres cayó 7.9%, mientras a los 10% más ricos fue reducido en 8.6%. Al contrario de lo que se podría imaginar, los datos oficiales indicaban una inflexión superior en la renta de los más ricos en relación a los más pobres.
A pesar de alcanzar la estabilidad monetaria, a través del Plan Real en 1994, no se identificó una alteración sustancial en el ingreso personal de la renta conforme a lo anunciado insistentemente por las autoridades gubernamentales. Entre 1994 y 1998, por ejemplo, se puede estimar que el rendimiento de los 40% más pobres creció 17.4%, ligeramente por encima del rendimiento de los 10% más ricos (15.4%).
Con eso, el grado de desigualdad de 1998 – último dato producido por la Fundación IBGE – fue aún superior al de 1992 en 10.2%, pero inferior en 25.9% al de 1989. El actual grado de desigualdad se encuentra próximo al verificado en la primer mitad de la década de 1980, siendo 50% mayor que el registrado en 1960.
Pero la información respecto al grado de desigualdad de la renta se encuentra subestimada debido a la presencia de un nuevo factor de diferenciación de los rendimientos personales. Se trata, en realidad, del movimiento de desestructuración del mercado de trabajo, responsable de altas tasas de desempleo abierto, del trabajo no asalariado (caída en la relación entre asalariados y total de ocupados) y de la generación, en gran medida, de puestos de trabajo precarios.
Debe considerarse que la metodología tradicional para medir la distribución personal de la renta toma en cuenta solamente a las personas mayores de diez años y con ingreso, quedando fuera los ocupados sin ingreso y los desempleados. Como en los años 90s, lo que más creció fue el desempleo, junto a las ocupaciones sin rendimiento – que crecieron en promedio de 2.9% anual, contra 13.6% del desempleo – casi 4 millones de personas no están tomadas en cuenta en el cálculo de la distribución de la renta. El motivo exacto de eso es la ausencia de renta.
En caso de incluirlas, la desigualdad entre el rendimiento medio de los 10% más ricos y los 40% más pobres, sería aún más elevada, estimándose el aumento de 13.4% en la diferenciación del rendimiento de los 10% más ricos contra los 40% más pobres. En esa nueva situación, el grado de desigualdad de los años 90s permanece entre los más altos de la historia reciente del país, por lo menos desde que fue realizado el primer censo oficial de rendimiento en 1960.
Sin la directa intervención sobre las causas estructurales de la concentración de la renta y de la riqueza, difícilmente Brasil dejará de ser el campeón mundial de desigualdades. Para eso, retomar el crecimiento económico sustentado en la generación de empleo se presenta como condición necesaria, pero no suficiente.
Urge también la implantación de reformas civiles en el capitalismo brasileño, a través de una efectiva reformulación fiscal y de la implantación de una estructura tributaria progresiva y del avance rumbo al estado de bienestar social, a través del aumento en el gasto de infraestructura, salud, educación, transporte y recreación. La inmovilidad frente a esas cuestiones condena fuertemente a Brasil, que ingresa al tercer milenio teniendo que convivir con una nueva y peor desigualdad de la renta. Ver Gráfica 21 anexo 5.
Analizando la distribución funcional de la renta también se denota la señal del retroceso, especialmente en el caso del rendimiento del trabajo. En 1999, por ejemplo, el Producto Interno Bruto (PIB) registró un aumento positivo de 0.6% al tiempo que la renta del trabajo fue reducida en 7.1% según el IBGE. En síntesis, las rentas de las clases propietarias, derivadas de los intereses, lucros y posesión de inmuebles, fueron las que aumentaron, implicando la disminución relativa de la participación del rendimiento del trabajo en la renta nacional.
A lo largo de los años 90s, la situación se agravó aún más. Mientras que en 1989 el rendimiento medio real del trabajador equivalía a 560 reales, en el año de 1999 era de 525 reales. En la renta del trabajador hubo una disminución de 6.2% en términos reales ante el aumento del PIB nacional del 19.4% para el mismo periodo.
Como se puede observar, la teoría del pastel sigue siendo extremadamente actual. Sólo que en los años 90s terminó siendo practicada por aquellos autores que en los años 70s eran críticos de la política económica militar. En la década de 1990, la renta no fue bien repartida, sin embargo el pastel había crecido, aunque muy poco, sin deuda.
En las últimas cinco décadas, la distribución funcional del ingreso empeoró mucho, siendo posible identificar la presencia de cuatro fases distintas. La primera ocurrió durante la pos-guerra, durante la experiencia democrática, cuando el crecimiento del país se dio acompañado de la manutención relativa del rendimiento del trabajo en el total de la renta nacional. Entre 1949 y 1959, la parcela del trabajo se mantuvo estabilizada en torno al 55% de la renta nacional.
Una segunda fase en la distribución funcional de la renta se dio durante el régimen militar, cuando el rendimiento del trabajo perdió 10% de su participación relativa en la renta nacional. En esa fase, la combinación del autoritarismo con el rápido y sustentado crecimiento económico resultó en la mayor participación relativa de la renta de las clases propietarias en Brasil.
En una tercera fase, distinguida por el proceso hiperinflacionario de los años 80s, el rendimiento del trabajo perdió, una vez más, participación en la renta nacional. La caída de 8% en la participación del trabajo en la renta nacional fue estimulada no solo por el alza constante del costo de la vida, sino también por el estancamiento económico, a pesar del movimiento de democratización en el país. Ver Gráfica 22 en anexo 5.
Finalmente, se puede identificar una cuarta fase en la distribución funcional de la renta, que se manifiesta a partir de estabilizar la moneda (Plan Real). A pesar de la interpretación común de que la desaparición del impuesto inflacionario contribuyó a la desconcentración de la renta, esto no ha sido probado en el país.
En resumen, el actual proceso de concentración en la distribución funcional de la renta es el peor de las últimas cinco décadas. Sin la alteración de los elementos estructurales que determinan la distribuci
ón de la renta en Brasil, tales como el perfil y la sustentación del crecimiento económico y el cambio sustancial en las estructuras ocupacional, social, financiera y tributaria, los pobres continuarán quedando más pobres, y los ricos, aún más ricos.
El plan real y la inalteración de la desigualdad de renta
Finalmente, cabe analizar la reciente experiencia de la estabilización monetaria y desequilibrio de la renta. Se observa que en relación con la dispersión de los rendimientos antes y después de la introducción del Plan Real, se registraron significativos efectos en la región metropolitana de Sao Paulo, sin alterar el sentido de la concentración de renta.
Se considera el comportamiento de la desigualdad medida por la relación entre el rendimiento mínimo de los 10% más ricos y el rendimiento máximo de los 10% más pobres, se puede observar entre el periodo de enero de 1993 y mayo de 1997 la existencia de cuatro movimientos distintos:
- De enero de 1993 a marzo de 1994 hubo grandes oscilaciones en el indicador de desigualdad de los rendimientos, con variación negativa de 3.8% en la diferencia entre las dos clases de rendimientos relacionados, que pasó de 13.0 veces a 12.5 veces;
- En el periodo de marzo a noviembre de 1994, la desigualdad de rendimiento aumentó rápidamente, pasando de 12.5 veces a 16.2 veces, lo que reflejó una variación positiva de 29.6%, aún con la caída en la desigualdad de los rendimientos entre agosto y octubre de 1994 (-5.0%);
- En los meses de noviembre de 1994 y marzo de 1996, la desigualdad de los rendimientos disminuyó, pasando de 16.2 veces a 10.7 veces, lo que significó una variación negativa de 34%. Conviene destacar que ese periodo fue marcado por ligeras oscilaciones en el nivel de desigualdad de los rendimientos, con dos movimientos de interrupción de caída parcial en la desigualdad, el primero entre marzo y mayo de 1995 (1.7%) y el segundo de septiembre a noviembre de 1995 (12.8%);
- A partir de marzo de 1996, se observó la presencia de señales apuntando tanto al agotamiento de esa tendencia de caída como al aumento de las desigualdades entre el rendimiento de los 10% más ricos y el máximo rendimiento de los 10% más pobres. En mayo de 1997, el indicador de desigualdad de los rendimientos era de 13.2 veces contra 10.7 veces en marzo de 1996, lo que significa una variación positiva de 23.9%. Es necesario decir que en ese periodo hubo un momento de disminución contenida del grado de desigualdad, con variación negativa de 15.3% en los meses de septiembre a diciembre de 1996 y dos momentos de aumento en la desigualdad, el primero en el periodo de marzo a septiembre de 1996 (24.5%) y el segundo de diciembre de 1996 a mayo de 1997 (17.4%). Finalmente, cabe destacar que el grado de desigualdad de los rendimientos de mayo de 1997 (13.2 veces) es mayor que el de enero de 1993 (13 veces) y del de marzo de 1994 (12.5 veces), representando un perfil distributivo peor del que antecedió la implantación del Plan Real.
Entre enero de 1993 y mayo de 1997 fueron registrados los siguientes hechos que tuvieron repercusión directa en el grado de desigualdad observado entre el rendimiento mínimo de los 10% más ricos y rendimiento máximo de los 10% más pobres en la Región Metropolitana de Sao Paulo.
- Durante el periodo de implantación del Plan Real (URV* y cambio del patrón monetario) fue acompañado de un movimiento de mayor grado de desigualdad de los rendimientos;
- En el periodo después a la implantación del Plan Real, sobre todo en 1995, hubo una caída en el grado de desigualdad de rendimientos mínima regresando al nivel que antecede la implantación del Plan Real, o sea, antes de la aceleración en las diferencias de rendimientos promovida durante la fase de indexación de precios y salarios ( a través de la URV) y del cambio del patrón monetario. Esa aceleración fue especialmente grave para los trabajadores con menor rendimiento, ya que aquellos con rendimiento intermedio pasaron por una situación aparentemente más grave en el año de 1993, durante el inicio de la recuperación del nivel de actividad económica. Para esa franja de población (50% más pobres), la reducción en el grado de desigualdad de los rendimientos después de la implantación del Plan Real no permitió el retorno a una situación de desigualdad observada en el año 1993. De esa manera, la caída en la dispersión de los rendimientos ocurrida en el periodo posterior a la implantación del Plan Real no implicó, necesariamente, mejora de la situación de desigualdad de los rendimientos de los trabajadores ocupados;
- A principios de 1996 se vio el agotamiento de los efectos positivos de la estabilización monetaria sobre la reducción de la desigualdad de los rendimientos, pareciendo confirmar, por otro lado, un aumento en la dispersión de los rendimientos y contribuir aún más al peor perfil distributivo de la renta de los ocupados.
En resumen, se puede ver que para la región metropolitana de Sao Paulo, conforme datos de Investigación de Empleo y Desempleo de la Fundación Seade y Dieese, hubo un aumento de la desigualdad de los rendimientos a partir de 1996. El análisis de la situación del gran Sao Paulo posibilita identificar con precisión el movimiento mensual de los últimos cuatro años de la desigualdad de los rendimientos, al mismo tiempo que no se contrapone en gran medida a la situación de desigualdades en otras regiones metropolitanas seleccionadas.
No parece haber dudas respecto a la disminución en el grado de dispersión de los rendimientos de la población ocupada ocurrida después de la implantación del Plan Real.7 Esa reducción, que ocurrió sobre todo en 1995 permitió, en la mejor de las hipótesis, un regreso a la situación de desigualdad verificada en el periodo anterior a la implantación de la Unidad Real de Valor y cambio del patrón monetario, esto es, la fase previa al Plan Real.
En aquella oportunidad, la introducción de la URV no promovió, como preveía la coordinación del programa antiinflacionario, una sincronización en la variación de los precios. La URV terminó sin funcionar como un límite de reajustes para todos los precios, salvo, principalmente, el salario.8 Los aumentos de precios, en general, posibilitaron para muchas empresas el acumulamiento de algunos ahorros, que les permitieron sobrevivir en el periodo de estabilidad, con algunos ajustes en los salarios y cambios en los precios relativos.
El agotamiento de los efectos positivos de la estabilización monetaria sobre las rentas más bajas y el reciente movimiento de aumento de las desigualdades pueden indicar un nuevo retroceso en el perfil distributivo del país, aún en un escenario de baja tasa de inflación, una vez que los elementos estructurales de repartición de la renta (empleo, impuestos y políticas sociales) parecen no estar siendo utilizados de manera adecuada para mejorar el perfil distributivo de los trabajadores ocupados. Así, un posible crecimiento en la desigualdad de los rendimientos puede estar asociado actualmente no a las altas tasas de inflación, sino a la debilidad de las intervenciones del Estado sobre los rendimientos y la ocupación de la PEA con bajos rendimientos. Posiblemente, la conducción de la política macroeconómica provoca un ambiente desfavorable a la situación de los trabajadores, sobre todo, con el aumento en la desigualdad de los rendimientos.
La situación del mercado de trabajo y la ausencia de una intervención pública favorable a las familias de bajo ingreso terminaron contribuyendo a la corrosión de las ganancias en el perfil distributivo obtenido en la fase pos-implantación del Plan Real. Lo mismo se puede decir de la parcela de los trabajadores ocupados por cuenta propia, que durante los dos años iniciales del Plan Real obtuvieran ganancias de rendimiento como consecuencia de la ausencia de competencia e
xterna y de la elevación de la renta nacional. Posteriormente, el empeoramiento del mercado de trabajo y la desaceleración en la variación de los precios del sector terciario y de la renta nacional contribuyeron a revertir la tendencia de disminución de la dispersión de los rendimientos de los ocupados.
Frente a eso, se puede concluir que la permanencia de un cuadro de estabilidad monetaria no aseguró, por sí sólo, la reversión de la histórica situación nacional de regresividad distributiva. En el momento actual, por el contrario, hay señales de que las desigualdades de rendimiento estarían aumentando, especialmente en el caso de algunas regiones metropolitanas analizadas por Investigación del Empleo y Desempleo de la Fundación Seade y Dieese.
* Charme.-movimiento musical brasileño nacido en los años 60s, en los barrios de negros marginados, caracterizado por un conjunto de voces sensuales, lamentos amorosos e himnos llenos de emoción. (N de T).
1 Sobre el tema ver, por ejemplo, Cepal, 1967; Tavares y Serra, 1970.
2 Para ese enfoque ver Souza y Tavares, 1981
3 Sobre el movimiento social en el periodo de la industrialización ver: Quadros, 1991; Pastore, 1983.
4 Parte importante del debate sobre la distribución de la renta en los años 70s se puede encontrar especialmente en: Tolipan y Tinelli, 1975; Bonelli, 1982; Langoni, 1973.
5 Literatura sobre la distribución de la renta en los años 80s puede encontrarse especialmente en: Camargo y Giambiagi, 1991; Hoffman y Kageyama, 1986; Bonelli y Sedlacek, 1989; Barros y Mendonça, 1992; Pochmnn, 1991.
6 Parte de la literatura actual sobre la distribución de la renta se puede encontrar en: Dieese, 1993; Considera y Neri, 1996; Barros y Neri, 1996.
* URV: Unidad Real de Valor (Nota de T)
7 Sobre esto ver especialmente: Rocha, 1996; Barros y Neri, 1996.
8 Ver el análisis de la URV en : Sicsú, 1996.
Datos para citar este artículo:
Marcio Pochmann. (2005). La década de los mitos. Cambios en la distribución de la renta. Revista Vinculando, 3(1). https://vinculando.org/brasil/trabalho/pochman5.html
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