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Este trabajo ha explorado los puntos de la convergencia y divergencia del Movimiento por un Intercambio con Justicia y del mercado del Comercio Justo en países del “norte” y el proyecto campesino mexicano, a través del marco de los movimientos sociales transnacionales.
Las iniciativas del norte aparecen como asumiendo un enlace natural de tipo narrativo con el carácter de base de la lucha de los productores de países “del sur” por condiciones equitativas para la comercialización. Otros trabajos han analizado la imparcialidad y la viabilidad del mercado comercial justo (Medina, 1997; Mace, 1998, pero los resultados son complejos y difíciles de reducir a una sola respuesta.
Se ha criticado el modelo alternativo del mercado de café debido a que su inserción en las reglas del mercado dominante ha reproducido las relaciones económicas inequitativas por apoyarse muchas veces en el modelo de cultivos comerciales (cash crops) considerando al productor como un mero proveedor de materias primas y alimentos básicos a países desarrollados. Ha sido también criticado por reproducir las relaciones de poder norte-sur en los procedimientos de certificación (González y Linck, s/f); y por el limitado tamaño del nicho de mercado, disponible solo a un pequeño número de productores de países del tercer mundo.
Por el otro lado se ha visto que el acceso al mercado del comercio justo provee de resultados muy deseables para los cafetaleros mexicanos (Mace, 1998), siendo considerado este sistema por algunos académicos como la opción más confiable para los cafeticultores, aún más que la producción orgánica (Bartra, Cobo, Meza y Paz, s/f). El mercado justo provee a los pequeños productores de café de mayor certeza y autonomía de intereses especulativos y corporativos, como demandaba la antigua divisa política campesina.
No obstante, el enfoque de este análisis se orienta tanto sobre el grado de imparcialidad de la contribución de las OIA’s como en relación al mercado convencional. Dada la aparición de un movimiento europeo (el TJM) centrado en la crítica a la estructura macroeconómica del comercio internacional, el objetivo del trabajo es examinar el grado de relación existente entre este movimiento y el mercado del Comercio Justo. Se ha puesto atención no solamente en el actual involucramiento de activistas “del sur”, de campesinos de base e indígenas en el despliegue de sus estrategias y de su activismo político.
En particular se ha examinado el grado en el que el mercado de Comercio Justo y el Movimiento por un Intercambio con Justicia encajan en el proyecto campesino mexicano. Los productores han resistido política, social, y personalmente la tradición autoritaria y corporativa del sistema político mexicano durante la mayor parte del siglo XX. El carácter dinámico del Comercio Justo y del TJM es considerado un sólido punto en común en términos históricos con el marco político y epistemológico de la lucha campesina.
El trabajo se ha concentrado en tres preguntas principales. Primero, ¿es viable considerar a las actividades de las OIA’s como “Movimiento por un Comercio Justo”?, puesto que tanto las nuevas como las pasadas formas de acción colectiva proponen otras formas de hacer al comercio mas equitativo, tales como los movimientos campesinos mexicanos y el europeo TJM. En segundo lugar, ¿hasta que punto los movimientos del “norte” han establecido vínculos con los actores por quienes dicen abogar?; y finalmente, ¿hasta que punto los valores asumidos por las actores pueden ser vistos como una estrategia unitaria o un campo de lucha que permea las redes locales y globales, como medio, como fin, o como campo de encuentro entre dos racionalidades en oposición?.
La actual literatura analítica considera al Mercado del Comercio Justo en términos de un Movimiento por un Comercio Justo, cuyos miembros tales como las Organizaciones de Intercambio Alternativo (cooperativas locales, tostadores, importadores, organizaciones certificadoras, y el conjunto de ellas en redes, federaciones etc.), los consumidores y en un menor grado los productores se encuentran jugando un papel activo. El primer punto a considerar es el uso del término “movimiento” sin abordar con mayor profundidad si el Mercado del Comercio Justo ajusta en la conceptualización de los Movimientos Sociales. No es la intención de este trabajo profundizar en torno a los elementos que conforman el MCJ, o contrastarlos con las definiciones disponibles del marco teórico de los Movimientos Sociales; en vez de ello se sugiere que existen mayor cantidad de actores que aquellos considerados en la primera versión del MCJ.
En primer lugar, los campesinos de países del sur, han luchado por décadas en esfuerzos organizados por confrontar la pobreza, la represión, la exclusión, y en muchos casos la violencia y la humillación de los grupos dominantes en contextos nacionales, con la finalidad de alcanzar la autonomía del proceso de producción en el que ellos son los actores principales. El acceso a mercados en condiciones de equidad es una de las demandas mas apremiantes por un control auténtico de su reproducción social, cultural y política. Sus demandas por canales justos de comercialización los han forzado a crear sus propias estructuras de organización, en desafío al control corporativo y al aparato anti-democrático del partido-gobierno en el México pos-revolucionario. Se ha resistido la penetración del capitalismo en el campo, lo cual fue primero adaptado a formas locales y nacionales de control corporativo, y mas tarde a la ola neoliberal motivada por el Banco Mundial y el FMI, minando de esta forma las políticas sociales existentes y la estructura de tenencia común sobre la tierra en el corazón del campesinado mexicano. Por esta razón la organización política de los productores agrícolas y su inserción en el esquema del MCJ debe ser incluida en cualquier noción de Movimiento por un Comercio Justo. Esta es incluida en la definición propuesta por el TJM, la cual fue establecida por las ONG’s que combinaron sus esfuerzos para cabildear contra la forma en que las reglas del comercio internacional han sido configuradas, como parte de una movimiento mas amplio contra las políticas neoliberales globalizadas y contra la creciente influencia de los grandes capitales en la política internacional.
El involucramiento desde las bases de las iniciativas civiles transnacionales entre los tres actores tratados aquí (Campesinos, MCJ, y el TJM) configuran una nueva conceptualización de MCJ. Parece haber mayor relación entre las iniciativas del norte entre sí (que cuentan en común con la presencia de OIA’s entre su membresía), que en su relación con el sur. La relación entre campesinos y OIA’s, establecida por el MCJ, se limita al numero de productores insertos en el nicho del Comercio Justo. En un grado menor parece haber conexiones entre el TJM y los actores del “sur”, limitado a las ligas particulares que los miembros que las OSC’s tienen con los países del tercer mundo de acuerdo a sus propias agendas. Un dialogo, debate o retroalimentación entre el MCJ y los movimientos de base del sur es un asunto clave que requiere de mayor atención. Estos grados de interrelación parecen limitados a intercambios directos entre activistas locales, o la participación de los representantes de movimientos sociales en el tercer mundo en encuentros y manifestaciones, tales como el Soweto Crisis Committee en Sudáfrica (Trevor Ngwane), y el Rally organizado por el WDM donde se hizo el lanzamiento oficial del TJM; la Red del Tercer Mundo en Penang Malaysia (Martín Khor), y la Africa Gender and Trade Network (Mohau Pheko), en la convención anual del 2002 del WDM; la Research Foundation for Science, Technology and Ecology en la India (Vandana Shiva), en el Rally de la WDM y el cabildeo masivo del Parlamento en junio 19 del 2002 (Lines, comunicación personal, agosto del 2002).
Un creciente numero de movimientos de base e iniciativas ciudadanas al interior de los países en desarrollo están abordando el amplio espectro de la política económica como un factor critico en la problemática local. Es aquí donde la convergencia con los movimientos del “norte” debe buscarse, con la finalidad de construir canales de diálogo entre “norte” y “sur” que no reproduzcan las mismas inequidades internacionales que existen en las estructuras de los movimientos sociales. Estos tipos de lazos basados en cooperación, pudieran continuar el proceso iniciado por el MCJ, el cual en muchos casos aparece haber ayudado a los productores pobres a alcanzar lo que en sus pasadas luchas, al igual que los esfuerzos gubernamentales, no lograron: recompensar la producción campesina. ¿Acaso alguna vez imaginaron los campesinos que encontrarían precios justos provenientes de Europa para sus productos, en un ambiente globalizador y neoliberal, en lugar de hacerlo a través de políticas nacionalistas y proteccionistas?. Esta ironía pudiera ser causa de reflexión alrededor del papel que juega la movilización solidaria transnacional.
En tercer y último lugar el papel de los valores ha sido subrayado como, primero, un campo de lucha, por que además de la batalla por los recursos físicos, y las estrategias políticas, existe una lucha conceptual por la prevalecencia de cierta visión del mundo, un desafío epistemológico que pugna por la dominación de un paradigma sobre otro a través del manejo y el uso de valores. Tales principios pueden servir tanto como estrategia para llegar a la conciencia de la opinión pública y de los tomadores de decisiones, o como el fin que motiva la movilización. En el caso de los Movimientos Transnacionales de Solidaridad tales como el TJM, se ha realizado una tentativa de reemplazar la penetración del capitalismo y los valores neoliberales tales como la competición, el esfuerzo individual, el éxito personal, la acumulación, el consumo por si mismo, la ley del mercado, la preeminencia de las mayorías, por mencionar algunos, con la adopción de términos opuestos tales como la solidaridad, la cooperación, la identidad, la substitución, la complementariedad, la reciprocidad, la afinidad, la restitución, el consumo conciente, la consideración por las minorías, la equidad, la autosuficiencia, y algunos otros. En este sentido parecería que los valores son parte de los movimientos sociales como un medio y como un fin. Como una estrategia para convencer, y como una meta en sí misma.
En el caso del Comercio Justo se puede distinguir un tipo de retroalimentación en el uso de ciertos valores compartidos por las políticas de las OIA’s y los productores campesinos. Por ejemplo, la idea de la producción orgánica emergió en respuesta a los efectos perjudiciales de los agroquímicos sobre la fertilidad de largo plazo de los suelos, y el conocimiento de ella esta basado en un conjunto de habilidades técnicas poseídas por agrónomos y otros técnicos profesionales. Sin embargo, ello no contradice el conocimiento ecológico tradicional de los grupos indígenas para quienes la revolución verde no representó ninguna alternativa viable a los ancestrales sistemas agrícolas que aún persisten. Lo mismo aplica al resto de los criterios establecidos y requeridos por las agencias de certificación del Comercio Justo, tales como la organización democrática (que es comúnmente llevada a cabo por muchos grupos indígenas de México, especialmente en Oaxaca a través de sus sistemas de organización política de usos y costumbres, a pesar del esquema de relaciones patrón-cliente impuesto por el gobierno post-revolucionario durante la mayor parte del siglo 20).
Sin embargo lo
s criterios del Comercio Justo que concuerdan con los principios y demandas de los productores indígenas, tales como la democracia participativa, el uso sostenible de los recursos naturales, mejores condiciones de producción, acceso a los mercados y asistencia técnica, etc, están muchas veces enmarcados por demandas políticas mas amplias de autonomía, auto-determinación, reforma agraria, soberanía alimentaria entre otros, que no han sido abordados por el modelo del MCJ. Aquí yace la importancia de superar los esfuerzos por un Comercio Justo de países del “norte”. Sin embargo, un enfoque de tal envergadura podría adoptarse también en contra de las prácticas oligárquicas al interior de los grupos indígenas y de sus propios movimientos políticos.
De la misma manera, la presencia de las Iglesias (en toda su variedad de denominaciones) es altamente visible en la formación y adopción de valores morales al interior de los movimientos transnacionales y de base. Las Iglesias han sido consideradas como uno de los primeros movimientos transnacionales que han existido, y su experiencia en moverse a través de canales políticos y en acercarse al corazón de las comunidades locales, pobres, excluidas y/o indígenas no debe ser soslayado. Su trabajo ha sido relevante para el lanzamiento de UCIRI en Oaxaca México (ej. el trabajo de los misioneros), el TJM (Christian Aid, CAFOD, la Iglesia Reformada Unida, el Fondo Metodista de Alivio y Desarrollo, por mencionar algunos), y el Mercado de Intercambio Alternativo (el antes Comité Central Menonita, Comercial Oxfam, Max Havelaar por mencionar algunos). Así, su contribución en la adición de valores al contexto de los movimientos sociales, se añade a los valores tradicionales de las comunidades indígenas, los valores humanistas de las organizaciones occidentales y su membresía, y la oposición a la dominación de valores capitalistas occidentales. En este sentido un movimiento social valido difícilmente puede ser imaginado sin un involucramiento con las bases, y sin blandir valores que sostengan epistemológicamente sus demandas. De esta forma, un modelo basado en un código de ética realmente interiorizado será mas viable que reemplace a un modelo basado en egoísmos corporativos.
Datos para citar este artículo:
Horacio Almanza-Alcalde. (2005). Comercio Justo en los Movimientos Sociales Transnacionales: consideraciones finales. Revista Vinculando, 3(1). https://vinculando.org/comerciojusto/mst_comercio_justo/consideraciones_finales_mst.html
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