Aprender es cambiar. Y cambiar es aprender. Podéis aprender bien o mal. Pero no podéis aprender sin cambiar o cambiar sin aprender.
– Bart Kosko
Invertimos tiempo, esfuerzo y recursos planificando y desarrollando nuestros programas educativos. Por lo tanto, es importante conocer qué funciona y qué necesita mejorar. La evaluación nos ayuda a encontrar respuestas a estas cuestiones. Ésta puede realizarse de diversas formas, con diferentes finalidades y por medio de variados métodos, pero siempre será un proceso que se caracteriza por recoger información, interpretarla, emitir un juicio de valor y tomar decisiones que permitan regular y mejorar el programa o alguno de sus componentes.
En efecto, existen numerosas perspectivas y enfoques para realizar la evaluación, en función de las respuestas que demos a cuestiones como: qué pretendemos y por qué, qué efecto tiene, quién hace la evaluación, para quién se hace, cuáles son los temas clave que vamos a abordar, etc. Con frecuencia se utilizan metodologías de evaluación sofisticadas que tienden a mitificarla, confunden a quienes participan en el programa y conducen a la escasa utilización de los resultados (Aubel, 2000). Se impone, en coherencia con los cambios necesarios para impulsar una educación transformadora, la necesidad de adoptar una perspectiva participativa y orientada a la acción.
En definitiva, la evaluación está basada en la reflexión sobre lo que hacemos, de donde se deriva el aprendizaje y la mejora. Es un proceso educativo, aumenta el protagonismo de la comunidad y la refuerza. Este proceso de reflexión sobre la práctica nos permite comprender con mayor profundidad lo que estamos realizando y sus resultados y, en base a ello, tomar decisiones que favorezcan la mejora. Se basa en la creencia de que las personas tienen derecho a participar en las instituciones y decisiones que afectan a sus vidas, y que la evaluación constituye un vehículo para la participación, la mejora y el aprendizaje.
La intervención de quienes participan en el programa –y otros grupos interesados en él− contribuirá a aumentar la relevancia de la evaluación y la calidad de los resultados. Sabemos, además, que las personas involucradas en la evaluación no solo pueden contribuir en el proceso sino también aprender unas de otras. La actividad de compartir y aprender, que se fortalece a través de la dinámica de grupo generada, contribuye al aprendizaje de la organización (Aubel, 2000).
La evaluación como parte del proceso educativo
Hemos de superar la tendencia a pensar en procesos que empiezan con la planificación y acaban con la evaluación. Ésta es un proceso continuo e integrado en el desarrollo del programa −no un momento puntual más o menos relevante y trascendente−. Aporta un mecanismo de realimentación que favorece el aprendizaje basado en la experiencia, fomenta la mejora continua, enriquece la toma de decisiones, promueve la reflexión sobre los procesos y los resultados −de tal modo que podemos considerar mejor las futuras acciones−, ayuda a comprender el valor de los programas y nos aporta evidencias sobre si estamos consiguiendo lo que queríamos (Department of Environment and Conservation NSW, 2000).
Por lo tanto, es importante pensar en la evaluación desde el comienzo, no dejándola para el final. Esto supone que la planificación de la evaluación y la del propio proceso educativo se realizan al mismo tiempo. De esta forma, identificamos las oportunidades de evaluación a lo largo del proceso y sabemos qué información necesitamos, cuándo recogerla, cómo organizarla, etc.
Hacer de la evaluación una parte integral del programa significa que la evaluación es parte de todo lo que hacemos. Diseñamos el programa teniendo en cuenta la evaluación, recogemos información de forma continuada y usamos la información para mejorar continuamente el programa.
Hemos de integrar la evaluación en la vida cotidiana de las organizaciones porque desarrolla una importante función de valoración de la calidad de los procesos y los resultados de los programas educativos. Evaluar significa dialogar para comprender y transformar. La evaluación, entendida como instrumento y práctica de mejora, enlaza con los procesos de investigación en la medida que sus resultados fundamentan planes y proyectos de acción transformadora. La valoración de los planes y de los procesos deberá evidenciar los puntos fuertes y aquellos aspectos que deben ser mejorados, a partir de la detección de nuevas incertidumbres o nuevos síntomas por parte de la propia comunidad. Así pues, la evaluación nos permite conocer de una forma más clara la realidad de nuestra práctica, y es uno de los factores que más pueden influir en su evolución (Martínez Huerta, 2012).
Evaluación y aprendizaje
La evaluación de programas supone algo más que recoger, analizar y ofrecer datos, permite a quienes participan en ellos reunir y usar información, aprender continuamente y mejorar esos programas (Kellogg Foundation, 2001). Optar por un enfoque participativo anima el uso de la evaluación como herramienta de aprendizaje y permite articular las perspectivas de diferentes colectivos. Asimismo, aporta información que realimenta el programa de acción, lo que permite a las personas participantes adaptar los objetivos y los métodos durante el proceso en función de la realidad emergente.
Así, independientemente del tamaño de nuestra organización y de los recursos con los que contemos, siempre podemos usar la evaluación como herramienta de aprendizaje. Más que acumular información sobre el programa, lo que queremos es aprender a través de él, y el grado de aprendizaje dependerá, en gran medida, de las opciones que vayamos tomando a lo largo del proceso evaluativo (ver tabla 1). Es conveniente dedicar tiempo y esfuerzo, especialmente al principio del proceso, a construir un compromiso y una visión compartida de la evaluación como proceso de aprendizaje.
TABLA 1. EVALUACIÓN Y APRENDIZAJE [1]
Cuestiones clave | Grado de aprendizaje | |||
Bajo | Moderado | Significativo | Alto | |
¿Cuál es el propósito de la evaluación? | Rendición de cuentas | Rendición de cuentas a la entidad financiadora y a líderes de la organización | Planificación del programa | Planificación del programa y de la organización |
¿Para quién son los hallazgos? | Entidad financiadora | Entidad financiadora y líderes de la organización | Entidad financiadora, líderes y personal de la organización | Entidad financiadora, líderes y personal de la organización y partes interesadas |
¿Quién dirige o coordina la evaluación? | Agente evaluador externo | Agente evaluador externo (contratado por quien financia) con ayuda del personal de la organización | Agente evaluador externo (contratado por la organización) en colaboración con el personal de la organización | Coordinador/a interno/a (puede tener asesoría externa) |
¿Quién define las preguntas y el diseño de la evaluación?
| Entidad financiadora y agente evaluador externo | Entidad financiadora, agente evaluador externo y líderes de la organización | Entidad financiadora, agente evaluador externo y líderes y personal de la organización | Entidad financiadora, agente evaluador externo, líderes y personal de la organización, participantes y otros grupos interesados |
¿Qué tipo de información se usa para responder las preguntas de evaluación? | Datos objetivos obtenidos por métodos científicos | Datos objetivos obtenidos mediante diversos métodos | Información objetiva y subjetiva | Información objetiva y subjetiva en cuya obtención han participado las partes interesadas |
¿Qué tipo de informe o comunicación se realiza?
| Hallazgos muy detallados, pero sin recomendaciones | Cierto detalle en los hallazgos, realizando algunas recomendaciones | Adecuado a la audiencia y realizando recomendaciones | Se adecua a la audiencia, realiza recomendaciones e incorpora un proceso reflexivo |
¿Quién desarrolla la realimentación en base a los hallazgos? | Agencia financiadora | Agencia financiadora y líderes de la organización | Agencia financiadora, líderes y personal de la organización | Entidad financiadora, líderes y personal de la organización, participantes y otros grupos interesados |
¿Con qué frecuencia se evalúa? | Al finalizar la financiación del programa | Al final de cada ciclo del programa | Periódicamente a lo largo de la vida del programa | Evaluación continua en todos los programas de la organización |
A medida que vamos desarrollando la evaluación, aprendemos individual y colectivamente. Potencialmente, la evaluación produce conocimiento de cuatro tipos (Department of Environment and Conservation NSW, 2000):
Hallazgos y evidencias sobre el proceso y los resultados del programa.
Conclusiones, es decir, información −de diferentes características− organizada para identificar lo que hemos aprendido. Son el nexo entre los hallazgos y las recomendaciones.
Valoraciones sobre lo realizado
Recomendaciones −basadas en lo que hemos aprendido a través de la evaluación− sobre lo que deberíamos hacer en el futuro. Deben ser concretas, significativas y orientadas a la acción, señalando el marco temporal y quiénes son responsables de llevarlas a cabo.
Las lecciones extraídas deberán basarse tanto en los aspectos problemáticos del programa identificados en la evaluación como en los aspectos positivos y efectivos, ya que en ambos casos podemos encontrar elementos para el aprendizaje y la mejora.
La inclusión en la formulación de lecciones aprendidas de quienes participan de una u otra forma en el programa puede ser muy efectiva, ya que tienen en cuenta no solamente los hallazgos de la evaluación sino también sus prioridades sociopolíticas, el contexto del programa, la disponibilidad de recursos, etc. La participación genera el sentido de pertenencia, de tal forma que cuando alguien interviene en la formulación de lecciones no solo comprende los resultados de la evaluación y cómo utilizarlos sino que también desarrolla un compromiso para poner en práctica las recomendaciones (Aubel, 2000).
Referencias bibliiográficas
- AUBEL, J. (2000): Manual de Evaluación Participativa del Programa. Involucrando a los participantes del programa en el proceso de evaluación, Calverton, Maryland, Catholic Relief Services – Child Survival Techical Support.
(http://pdf.usaid.gov/pdf_docs/PNACH758.pdf) - DEPARTMENT OF ENVIRONMENT AND CONSERVATION NSW. (2000): Does Your Project Make a Difference? A Guide to Evaluating Environmental Education Projects and Programs. Sydney, Department of Environment and Conservation, NSW.
- KELLOGG, W.K. FOUNDATION. (2001): Logic Model Development Guide.
- MARTÍNEZ HUERTA, J. (2012). Guía de evaluación. Programas de educación para la sostenibilidad, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia.
(http://www.bizkaia21.net/Biblioteca_Virtual/detalle_documento.asp?idDoc=886&idPagina=120&volver=1&idioma=ca&orden=4&tipoOrden=0) - YORK, P. (2003): Learning As We Go. Making Evaluation Work For Everyone. The Conservation Company.
[1] Adaptada de York (2003)
Datos para citar este artículo:
José Félix Martínez Huerta. (2013). Aprender mientras caminamos. Evaluación de programas educativos. Revista Vinculando, 11(2). https://vinculando.org/educacion/aprender-mientras-caminamos-evaluacion-de-programas-educativos-3.html
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