Desde finales del siglo XIX, principios del XX, la filosofía modernista inundó todas las artes españolas en un deseo de liberarse del yugo de la crisis de fin de siglo. Pensadores y artistas se abrieron a las influencias europeas e hispanoamericanas sublimando el arte y la capacidad estética de este sin demasiada proyección internacional. Excepto en una de sus manifestaciones, la arquitectura, especialmente en la ciudad de Barcelona.
Desde 1966 el RIBA (Royal Institute of British Architects), otorga anualmente uno de los galardones más representativos del mundillo arquitectónico. Con delimitaciones nacional, europea e internacional, se premia la contribución sustancial al medio local de la arquitectura. Barcelona grabó su nombre entre los históricos premiados en 1999, siendo además la primera ciudad como conjunto felicitada por la institución bretona.
Gracias a la presencia de Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch, entre otros, la ciudad atrae a sus visitantes por su sobrenombre de capital del modernismo. A esta corriente hay que sumar las agujas góticas, las murallas romanas y los edificios medievales para entender la personalidad de la llamada ciudad condal por haber sido sede del Condado de Cataluña.
El ritmo natural del más de millón y medio de habitantes se desarrolla entre paseos por el parque Güell, soleados atardeceres sobre el puerto y el tráfico a través de las cuadrículas del ensanche ideado por Ildefonso Cerdá.
Un lugar decorado del intelecto arquitectónico, especialmente del siglo pasado, que hoy es la mayor atracción para los que reciben con los brazos abiertos lo futuro. Y no hay categorías. Tanto el glamoroso como el mochilero con pocos recursos tienen espacio donde asentar sus noches de fiesta y de sueño. Durante el día, Barcelona se presenta ante todos de la misma manera. Con una estética esplendorosa.
Un par de días en la capital catalana serán suficientes para llevarnos a casa una impresión de la localidad. Hay que ser prácticos y desechar entrar en la mayoría de los edificios por una cuestión de tiempo, y por pura economía. Los de popular interés como la casa Batlló, la Sagrada Familia o la Pedrera no bajan de los 10€ y hay que considerar que Barcelona tiene varios parques, barrios y playas de alto nivel cultural y gratuitos de los que podremos sacar partido. Si a pesar de ello se tiene un especial interés en la visita de interiores sería conveniente hacerse con la Barcelona Card de dos días (adquisición 26€) en la que la entrada a los transportes está incluida, hay gratuidad en algunos museos y descuentos en más de 80 atracciones.
Con 48 horas a nuestra disposición podríamos destinar un día al disfrute de la arquitectura modernista y otro al centro histórico, el puerto y Montjuic.
La exposición universal de 1888 puso de manifiesto la importancia que la burguesía catalana daba a los edificios como muestra de su estatus. Todo aquél que deseara estar a la moda tenía que poseer una casa modernista al estilo de las ciudades europeas y Barcelona, a pesar de tener exponentes notables en este estilo, ha sido y es un referente de una estética urbana global. Abarcar en una sola jornada obras como el arco del triunfo de Josep Vilaseca o el Parque de la Ciutadella, en el que se encuentra el zoológico de la ciudad, es difícil si no queremos irnos sin haber visto lo más famoso de Antoni Gaudí. Una cena en el barrio donde más se extendió esta versión del Art Nouveau del continente, el Eixample, nos ampliará la impresión modernista de nuestro recorrido durante el día.
Las rutas organizadas en torno a esta temática están a la orden del día. Dos o tres horas en bicicleta, motocicleta, en bus o a pie no bajan de los 20€ y si andamos cortos de presupuesto quizás sea mejor utilizar la red de metro (nocturno en fin de semana), autobuses (diurnos y nocturnos), tranvías e incluso funiculares (para alcanzar las altitudes circundantes) para movernos por los 10 distritos en los que se divide la ciudad (un trayecto: 1,35€; diez, T10: 7,70€).
Partiremos desde el paseo de Gracia para contemplar la primera de las maravillas del maestro nacido en Reus en 1852, las farolas. Más adelante la casa Batlló – abierta al público desde 2002- será la representante de Gaudí en la manzana de la discordia, punto de encuentro y de divergencias entre arquitectos como los citados anteriormente Cadafalch y Montaner. Al otro lado del paseo se encuentra la casa Milá, conocida popularmente como La Pedrera, construida entre 1906 y 1910 con líneas rectas formando planos curvos. Sería aconsejable dejar para la tarde la visita del parque Güell y experimentar la caída del sol sobre la ciudad.
Si nos vemos obligados a tener que elegir la entrada al interior de un monumento no nos equivocaremos si nos decidimos por la Sagrada Familia (de 9 a 18 h.). Cuando termine su construcción será una de los edificios más emblemáticos del siglo XXI por su originalidad y complejidad, pero sobre todo por ser el gran proyecto inacabado de Antoni Gaudí, legado de talento tras su muerte.
El segundo día, y tras haber economizado gastos en un hostal en Barcelona, pues la mayoría son céntricos y oscilan entre 10 y 20 euros, podemos permitirnos alquilar una bicicleta para conocer el centro histórico. La ciudad dispone de varios renting de estos vehículos (sobre 10€ por 3 horas) de gran éxito por la planicie del terreno y por los kilómetros de carril bici con los que cuenta.
Iniciaremos la marcha en la Rambla para conocer el teatro del Liceo y el mercado de La Boquería. Desviándonos un poco llegaremos a la Plaza Real y alcanzando el final del paseo principal veremos la estatua de Colón señalando hacia el mar. Desde aquí y a lo largo de la costa recorreremos los puertos deportivos, el puerto comercial medieval, el kilómetro y medio de playas, y encontraremos el lugar idóneo para distraernos, el centro comercial Maremagnum.
Siempre es poco para respirar el mar Mediterráneo de Barcelona, pero tenemos poco tiempo y la tarde hay que dedicarla a las calles estrechas del barrio gótico. Conoceremos la catedral de Santa Eulalia y el máximo exponente del gótico catalán, Santa María del Mar.
Por último y para terminar la tarde y nuestra visita a la ciudad alcanzaremos Montjuic. Desde lo alto fijaremos en nuestra memoria las vistas de Barcelona en lo que fuera el cementerio judío durante la Edad Media.
En poco tiempo es difícil asimilar la carga cultural de esta ciudad porque está escondida en sus bares de jazz y en las numerosas salas de cine independiente y en VSO, pero sólo hace falta un poquito de atención. Los músicos que tocan en las calles del barrio gótico y los artistas de la Rambla son parte del atractivo que hace que personalidades como Woody Allen o Jaime Gil de Biedma hayan elegido respirar el aire de esta ciudad.
Gracias por las fotografías a: Paula Funnel y Flamboyant Focus
Datos para citar este artículo:
Pilar Peñafiel García. (2009). Barcelona, 48 horas por la capital del modernismo. Revista Vinculando, 7(2). https://vinculando.org/vacaciones_viajes/barcelona_48_horas_por_la_capital_del_modernismo.html
flamboyant focus dice
Hola, han utilizado una foto mia para este articulo y ni siquiera se menciona de quien es ni existe un link a la pagina de Flickr.com donde la he publicado. les pido urgente reparo de esto o de lo contrario la quiten.
Vinculando.org dice
Saludos,
Hemos revisado el artículo y encontramos que los créditos de las fotografías usadas se encuentran al final del mismo, incluyendo el link hacia tu foto en Flickr. Por favor revísalo con detenimiento y lo encontrarás.
Felicidades por esas fotos tan bonitas de Barcelona :)