¿Qué es lo que más te gusta de cuando trabajas en equipo? ¿Tú eres coautor o coautora de cuántos hijos?
La labor de la maternidad y paternidad son arduas y es mejor hacer equipo con el papá o la mamá de tus hijos/as que hacerlo sólo/a. Por lo tanto es un reto comunicarte y tomar acuerdos con tu compañero, habrá cosas que los complementen, otras que tengan que actuar de la misma manera y sobre todo que sus hijos sientan que ustedes son capaces de darles contención, amor y apoyo.
Te comparto la siguiente lectura de Rubem, Alves[1]:
Crónicas sobre el amor
Tenis por frescobol
Después de mucho meditar sobre el asunto concluí que los matrimonios son de dos tipos: hay matrimonios del tipo del tenis y hay matrimonios del tipo de frescobol.
Aquellos del tipo del tenis son una fuente de rabia y resentimientos, y terminan siempre mal. Los matrimonios del tipo del frescobol son una fuente de alegrías y tienen la chance de tener vida larga.
Me explico. Para comenzar, una afirmación de Nietzsche, con la cual concuerdo enteramente. Él decía: "Al pensar sobre la posibilidad de casarse cada uno debería hacerse la siguiente pregunta: ¿Usted cree que sería capaz de conversar con placer con esta persona hasta su vejez? Todo y más en el casamiento es transitorio, pero las relaciones que desafían el tiempo son aquellas construidas sobre el arte de conversar".
Xerazada sabía esto. Sabía que los matrimonios basados en los placeres de la cama son siempre decapitados por la mañana, terminan en la muerte, como en el filme: "El Imperio de los sentidos". Por eso cuando el sexo ya estaba muerto en la cama, y el amor no podría decirse más a través de él, ella lo resucitaba por la magia de su palabra: comenzaba una larga conversación, conversación sin fin, que debería durar, mil y una noches.
El sultán se callaba y escuchaba sus palabras como si fueran música. La música de los sonidos o de las palabras, la sexualidad está por debajo de la forma de la eternidad: es el amor que resucita siempre, después de morir. Hay los cariños que se hacen con el cuerpo, y hay los cariños que se hacen con las palabras.
Es contrariamente a lo que piensan los amantes inexpertos, hacer cariños con las palabras no es estar repitiendo todo el tiempo: "Yo te amo, yo te amo…", Barthes advertía: "Pasada la primera confesión del "yo te amo", no habrá nada más que decir". Es en la conversación donde nuestro verdadero cuerpo se muestra, no en su desnudez anatómica, sino en su desnudez poética. Recuerdo la sabiduría de Adelia Prado: "La erótica es el alma".
El tenis es un juego feroz. Su objetivo es derrotar al adversario. Y su derrota se revela en su error: el otro fue capaz de devolver la pelota. Se juega al tenis para hacer errar al otro. El buen jugador es aquel que tiene la exacta noción del punto débil de su adversario y es justamente ahí, donde dirigía su jugada, su coartada -palabra muy sugestiva, que indica su objetivo sádico que es el de cortar, interrumpir, derrotar-.
El placer del tenis se encuentra, por tanto, justamente en el momento en que el juego no puede más continuar porque el adversario fue colocado fuera del juego. Termina siempre con la alegría de uno y la tristeza del otro.
El frescobol se parece mucho al tenis: dos jugadores, dos raquetas, una boraquetas y una bola. Sólo que para que el juego sea bueno, es preciso que ninguno de los dos pierda. Si la pelota viene medio mal, el jugador sabe que no era su propósito de aquel, por lo que hace todo su esfuerzo por devolverla gustosa y en el lugar certero para que el otro pueda tomarla. No existe adversario porque no hay alguien a ser derrotado. Aquí, o los dos ganan o nadie gana. Y nadie se pone feliz cuando el otro erró, pues lo que se desea es que nadie yerre. El Error de uno en el frescobol es como una eyaculación precoz: un accidente lamentable que no debió haber sucedido, pues el gusto mismo es aquel de ir y venir, ir y venir, ir y venir… El que erró pide disculpas, y el que provocó el error se siente culpable. Pero no tiene importancia: se comienza de nuevo este delicioso juego en que nadie va marcando punto ….
La pelota: son nuestras fantasías, irrealidades, sueños por debajo de la palabra. Y conversar es el empujar pegando el sueño para allá y el sueño para acá.
Pero hay parejas que juegan con los sueños como si jugasen tenis. Están siempre a la espera del momento certero para dar su coartada. Camus anotaba en su diario pequeños fragmentos para los libros que pretendía escribir. Uno de esos, que se encuentra en los Primeros Cuadernos, es sobre este juego del tenis: "la escena: el marido, la mujer, la galería. El primero es muy valioso, y gusta de lucirse y distinguirse. La segunda guarda silencio, pero con pequeñas frases secas, destruye todos los propósitos del querido esposo. De este modo marca constantemente su superioridad. El otro, se domina pero sufre una humillación y es así que nace el odio. El ejemplo: con una sonrisa: "No se haga más estúpido de lo que es, mi amigo". La galería retuerce y sonríe poco a la voluntad. El avergonzado se aproxima a ella, le besa la mano suspirando: "tienes razón mi querida". La situación está resuelta, y el odio va aumentando".
El tenis es así: recibe el sueño del otro para destruirlo, lo revienta como si fuera bola de jabón… Lo que busca es tener razón y lo que se gana es el distanciamiento. Aquí, quien gana siempre pierde.
Allá en el frescobol es diferente: el sueño del otro es un juguete que debe ser preservado, pues se sabe que, si es sueño, es cosa delicada, del corazón. El buen escuchante es aquel que, al hablar, abre espacios para que las pompas de jabón del otro vuelen libres. Pelota va, pelota viene -crece el amor… nadie gana para que los dos ganen-, y se desea entonces que el otro viva siempre eternamente, para que el juego nunca tenga fin…
¿Cómo te sientes con la lectura? ¿Te animarías a aprender a jugar al frescobol? Puedes tomar una pelota suave y simular el juego de frescobol con tus hijos, platícales las reglas y al final del juego compartan qué experimentaron al jugar de esta manera y cómo puede relacionarse con su forma de convivir.
Para hacer equipo se necesita creer que tu participación es indispensable, independientemente de cómo participen los demás, necesitas estar convencido/a de lo que quieres hacer y te toca hacer. Cuando las parejas no se ponen de acuerdo, pueden optar en tener una actitud de víctima y decir que sí quieren hacer equipo pero que el papá o la mamá no, finalmente se cae en justificar lo que se podría dar y no se hace por culpar la irresponsabilidad de la pareja. Por lo menos se podría asumir el 50% de responsabilidad y sentir que eres capaz de llegar a acuerdos básicos con el papá/mamá de tus hijos. Una cosa es que quizá no puedan entenderse como pareja y otra la responsabilidad que tienen en la educación de sus hijos.
De igual manera si tienes la postura de que ayudas a la mamá o al papá, ya no eres miembro del equipo sino colaborador. Por ejemplo, lavar trastes en casa si los hijos son muy pequeños, es responsabilidad de mamá y papá hacerlo y quizá acuerden turnos. No sería correcto que el papá le dijera a la mamá que le ayudó a los trastes porque entonces es asumir que es la responsabilidad de ella cuando son responsabilidades compartidas el hogar, la laboral y la educativa con los hijos/as. Al ser una responsabilidad compartida se convierten en dualidad y sus individualidades se potencian generando un gran espíritu en la familia, más completo, más integrado.
Es un reto que se construye día a día y que en ocasiones hay que renovarlo. Si tu hijo fuera la pelota de la lectura, ¿jugarías al tenis o al frescobol?
Piensa qué cosas son esenciales de acordar con el papá/mamá de tus hijos, ¿cómo empezarías a formar un equipo? Primero saber que éste es el miembro principal de tu equipo y que fue elegido por ti (aun en el caso en que estuvieran separados). Tu reto es lograr la cooperación porque tienen un compromiso común y su principal fin son sus hijos. Es como si tuvieras un negocio exitoso con un socio y de repente te molestaras con él, ¿dejarías tu negocio exitoso sólo por un enojo o preferirías arreglar las diferencias con tu socio para seguir disfrutando de los frutos del trabajo de ambos?
La forma en cómo hacen equipo mamá y papá, es la forma en como se van a relacionar sus hijos cuando tengan pareja. Además de que tus hijos tienen derecho a disfrutar de su mamá y de su papá, la presencia de cada uno les permite constituirse desde su aspecto masculino y femenino, es el ying y el yang, papá y mamá son complementos indispensables para el crecimiento sano de los hijos e hijas.
Hacer equipo es hablar de una relación en equidad. Hace dos décadas se peleaba porque la mujer ingresara al mercado laboral y hoy en día los esfuerzos de conciencia son porque papá ingrese a la dinámica doméstica, y ambos: papá y mamá tengan tiempo para estar en casa en la construcción del amor de sus hijos. Es triste cuando los papás están muy involucrados en sus proyectos profesionales, laborales y económicos. Son importantes siempre y cuando no demeriten tiempo de calidad y en cantidad con sus hijos.
Tenemos el reto como sociedad de organizarnos para que los hombres participen más en el cuidado de los hijos y las labores domésticas, para que los centros de trabajo estén cerca de los hogares y para que las jornadas sean en función del crecimiento de la sociedad, lo que implica que los trabajadores y las trabajadoras tengan tiempo de reconstitución de sus personas desde el espacio familiar y otros más. El trabajo es un sustento para la familia, pero no debe quitarle amor y la atención que sus miembros requieren.
Hay mujeres y hombres que no se sienten coartados porque dedican su tiempo a la crianza de sus hijos, no pierden desarrollo profesional ni prestigio, al contrario ganan trascendencia y aportan a la humanidad posibilidades concretas para mejorar al mundo desde el amor y cuidado que dan a sus hijos. Es un papel insustituible, lo que mamá da y lo que papá da, ninguna escuela, estancia infantil, abuelo o tía pueden cubrir. Cada quien da su aportación específica pero la labor materna y paterna es insustituible.
Recomienda este libro a las personas jóvenes que aún no se han casado, ya que el paternaje y maternaje son una vocación y al decidir vivirla debe ser en plenitud, sin añorar viajar, trabajar o relacionarse. Si se siente que los hijos truncan tu profesión es que quizá se ha elegido mal. Las opciones de vida son para disfrutarlas, ser educadores y amantes de nuestros hijos requiere de vocación, tiempo y dedicación, disfrutando cada momento que es único e irrepetible. Hay padres que cuando ya deciden disminuir su dinámica laboral, al querer estar más tiempo en casa, lo que ocurre es que los hijos se van porque han crecido y empiezan a tener otras actividades. Por eso es tan importante vivir el aquí y ahora, la sonrisa a diario en la convivencia cotidiana.
El equipo toma entonces el sentido de clan, de tribu, de núcleo familiar que nos alimenta espiritualmente. Las pequeñas acciones cotidianas con tus hijos, suman a la transformación de nuestra sociedad cuando tienes presencia y una filosofía de vida, a favor del compartir, a favor de la naturaleza, a favor de la equidad, finalmente a favor de la justicia. Es nuestra manera de trascender y decir que nuestro granito de arena en realidad puede dar grandes frutos simplemente por el hecho de querer amar a nuestros hijos en plenitud desde lo que necesitan para crecer y saber amar también a su mundo.
[1] Traducido por Maricela Chávez. MCCLP.
"Vive feliz disfrutando a tus hijos" – Todos los derechos reservados por Liliana Vázquez Roa. Se autoriza la reproducción parcial de este material con fines educativos y de formación gratuita, citando a todos los autores y a Revista Vinculando.
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Datos para citar este artículo:
Liliana Vázquez Roa. (2011). Hacer equipo: papá y mamá. Revista Vinculando, 9(1). https://vinculando.org/padres_e_hijos_familia/hacer_equipo_papa_y_mama.html
camas dice
Me gustan las paginas como esta, siempre es agradable ver lugares como este, es fantastico.