Objetivo
El presente artículo tiene la motivación de ahondar en el proceso de la «aceptación» como una actitud válida para enfrentar las diferentes vicisitudes que se nos presentan, tanto desde un punto de vista interior como en las diferentes expresiones de la vida cotidiana.
La «aceptación» permite sutilmente des-identificarnos de rígidas estructuras de pensamiento que nos mantienen atados a comportamientos repetitivos y, a cierta inconsciencia respecto a nuestra verdadera naturaleza; esto es, la cualidad espiritual que nos interconecta minuto a minuto con la existencia.
La «aceptación» tiene una íntima relación con la investigación de «creencias personales» y con la expansión del corazón o la capacidad de sentir la experiencia.
Actitudes y hábitos como la alegría, buen humor, curiosidad, dedicación, empatía y flexibilidad nos acercan a la sabiduría colectiva del «dar es recibir» punto culmine en la experiencia de la «aceptación de lo que es».
Introducción
Es probable que en este momento estés atravesando por una situación complicada a nivel económico, emocional, energético o sicológico. Preguntas como ¿Por qué me está ocurriendo esto? ¿Qué estoy haciendo mal en mi vida? o las conocidas exclamaciones ¡Hasta cuando! ¡Otra vez más! ¡No sirvo para nada! son silentes compañeros de la neblina existencial.
Navegando en un mar de confusiones y dudas, somos presa del pensamiento autocrítico, aquel que desmedra sutilmente nuestra imagen y valoración personal.
Además, producto del entrenamiento cultural que hemos recibido, realizamos enormes esfuerzos para cambiar a como dé lugar eso que estamos experimentando, evidenciando ansiedades, angustias y tensiones; todo, con el fin que terminar con el cuestionamiento que dicha situación nos genera.
Así también, podemos caer en el habitual mecanismo de evasión/represión mediante el alcohol, distracciones de todo tipo y drogas con tal de evitar u olvidar lo que está apareciendo.
Contrariamente, cuando la vida nos sonríe, nada de esto ocurre. En último caso, contamos con el dinero suficiente para modificar aquello de manera automática. No obstante, en muchas circunstancias esto no es posible.
El fin de un trabajo, el término de una relación de pareja, la muerte de un familiar, una antigua «rencilla» (que nos mantiene atado a un cierto nivel de culpa) o el insistente miedo que sorpresivamente nos intenta acariciar con su misteriosa ternura.
En la mayoría de los casos nos han enseñado (o hemos escuchado) que debemos conformarnos sólo con lo que tenemos, vibración que nos acerca a un estado de resignación que ha sustentado, por años y años, una cierta tensión «entre lo que hay versus lo que deseo para mi».
Resignación es, más bien, un alimento a nuestra falta de merecimiento, a un sentimiento íntimo de carencia, puerta de entrada a la frustración, queja y sufrimiento.
¿Es posible comenzar a escapar de ello y sumar más integridad a nuestro estado sicológico-emocional? ¿Es posible responder a nosotros mismos en vez de reaccionar impulsivamente como en muchos casos? ¿Existe la posibilidad de acercarnos suavemente a eso llamado «manejo emocional»?
Debemos considerar que la problemática no es la situación que está ocurriendo, sino lo que creemos o «pensamos» al respecto a ella. En esencia, lo que para nosotros es complejo, puede pasar desapercibido para otra persona. Con ello, comprobamos este punto de vista.
Tratamiento específico
Lo que creemos está basado en lo que hemos oído, visto o lo que la sociedad ha intentado convencernos como la única verdad. «Debes adquirir esto» «Debes alcanzar esto» «Tienes que ser prontamente “madre” o “padre” para disfrutar de tus niños» «Tienes que ser mejor que el otro» y así, un sinnúmero de sentencias que hemos «creído» pero, sin embargo, no hemos cuestionado respecto a la forma en que queremos vivir.
Lo que verdaderamente conecta con tus intereses, intenciones y motivaciones. Tu ser auténtico. Tu ser original. Tu ser alegre y espontáneo, tal cual es. En cierto nivel, es como vivir un sueño inconsciente producto de la cantidad de información que hemos adquirido durante la vida; «creencias» o «supuestos».
Una de estas ideas no cuestionadas en nuestra experiencia es «creer que las cosas deben ser de otra manera» o, en la práctica, la baja tolerancia a la frustración y el juicio habitual contra situaciones y personas. En esta condición de tensión, es difícil que la inmensa sabiduría universal pueda abrirse paso a través de tu ser ¿Por qué? El estado de oposición o resistencia, fricciona la corriente de la vida generando una serie de disturbios energéticos y fisiológicos en el organismo.
Paradójicamente, quien se resiste es la mente, mediante la creencia «que las cosas no pueden ser de esta manera», es decir, es sólo una idea o un pensamiento quien se opone, realmente nunca ha sido tu «Yo» real el que está en contra. Es sólo un pequeño rescoldo de tu ser quien es renuente a lo que la vida te presenta.
En efecto, si ese pensamiento fuera investigado e integrado, reaccionarías con mayor paz y tranquilidad, producto del entendimiento que «no tenemos el control de cada acción» y «que hay una Voluntad superior operando en cada momento de la existencia»; aquel «Don» que nos regala el respirar.
Cuando estés frente a una situación que te genere una importante impotencia. Siéntate por unos minutos y se consciente de tu respiración. Sólo constata como es la respiración; acelerada, corta, semi-interrumpida, etc.
No intentes modificarla, tan sólo observa cómo es en ese momento. Con los ojos cerrados en un estado de contemplación interior, aprecia todo el círculo de pensamientos que se registran ¿Te parecen conocidos? ¿Aparecen cada vez que te sientes amenazado por la vida? Observa las tensiones del cuerpo, no haciendo nada específico con ellas, tan sólo percatándote de su intensidad y textura.
Al observarlas, sutilmente comienzas a descomprimir todo el mecanismo de estrés del cuerpo. Haz la prueba. Diviértete apreciando las tensiones del cuerpo, escuchándote a ti mismo, aprendiendo desde tu experiencia lo que es la «empatía». Observa como estas tensiones generaban sutilmente todo un mecanismo de reacciones psicosomáticas que nos mantenían enredado tratando de entender con la mente.
Es similar a observar el clima un día específico. Si hace mucho calor, puedes sentarte a esperar como la temperatura ambiente comienza a disminuir sin la necesidad de esfuerzo personal, sin una carga de tensión. Es lo mismo.
Cuando tu organismo está agitado, nervioso, temeroso, puedes sentarte a observar el funcionamiento de tu cuerpo y revelar que, efectivamente, no eres el cuerpo ni la mente, siquiera las sensaciones, sino el observador «testigo» de todos los mecanismos perceptivos/sensoriales que ocurren.
Este «despertar» a tu propia consciencia no es automático de un día para otro, no obstante, está repleto de reconocimientos respecto a tu verdadera naturaleza y esencia espiritual. Obsérvate, contempla como todo sucede espontáneamente, tal como el movimiento de la sangre por las venas o la transición de las diferentes moléculas atómicas.
Diluyendo paulatinamente este cúmulo de tensiones, la mente racional puede predisponerse a actuar con mayor intuición y creatividad, saliendo con mayor entereza de su «zona de confort», lugar donde el pensamiento lineal cree tener el control de todo y reclama fogosamente cuando las cosas no resultan tal como tenía planificada.
Adicionalmente, investiga cómo se crearon estas creencias y cómo éstas se reflejan el día de hoy en tu experiencia cotidiana. Hazte preguntas respecto a lo que crees, cuestiónalas, mira si ellas te conducen a un estado de plenitud o de separación respecto a la vida. Ten un espacio de reflexión respecto a lo que está ocurriendo en tu mente.
¡Ay dulce mente! Gran educadora, maestra de la humanidad.
Qué enorme de cantidad de vestidos poseemos, que elegancia tienes para manifestar todo lo que deambula en tu laberinto multidimensional, que artesana profesión de elaborar minuciosamente cada causa y efecto.
Tu talento es sinceramente innato y verdadero. ¿Sabes? Te agradecí todo tu apoyo para memorizar, grabar y repetir todo lo que tuve que defender para no perder mi autoestima.
En un momento entre picazón y caspa, quise liberarme de ti.
Estaba abatido, cansado y defraudado, sencillamente no paraba.
Tuve que dejar el trajín cotidiano inspirado en un apacible yogui y una misteriosa sacerdotisa.
Busqué con entereza por tus blindados caminos. Te confieso que fui porfiado y luché para derrumbar las barreras de tu reino con diversos métodos y técnicas.
Quien me recogió amorosamente cuando todo estaba perdido, recordó en mi consciencia: “Tu auto-crítica mental es la señal. No luches, opta por expandir”.
Desde ahí, comenzamos a reencontramos y espero que sigamos así.
¡Somos uno! No tenía que eliminarte ni refrescarte, sencillamente te reconocí como un hijo que necesita atención y cariño.
Dulce ego, sin ti soy como un padre sin su hijo…
Dulce ego, sin ti soy como un volantín sin su hilo…
En la práctica…
Puedes percatarte que los pensamientos vienen y van libremente sin ninguna indicación respecto al comportamiento y estilo del próximo evento. Estos son similares al viento; por momentos más agitados, por momentos más tranquilos. Puedes evidenciar que no puedes pronosticar nada cierto respecto al ciclo de pensamientos, no obstante, lo habías definido como tuyo.
Este primer reconocimiento puede invitarte a un cierto estado de calma y libertad, producto de un sutil proceso de des-identificación. Si continuas observando con diligencia, te darás cuenta de la íntima relación entre cuerpo y mente, esto es, la «mente» es la cara interna del cuerpo y, éste último, el lado externo de la mente. «Lo que está en el cuerpo también está en la mente».
En la práctica, cuando estás agitado, iracundo, nervioso, preocupado, tenso, etc.…el cuerpo también lo está. Cuando la mente está tranquila, el cuerpo se siente liviano y reposado.
Similares conclusiones puedes encontrar si investigas la naturaleza de las emociones, las cuales, se relaciones con las tensiones del cuerpo y, por lo tanto, con la calidez del pensamiento.
Es positivo invocar un espíritu de curiosidad y sorpresa respecto a lo que pueda ocurrir en tu investigación. En efecto, disponer de una actitud de «descubrir» nos predispone positivamente ante los hallazgos que podamos encontrar al explorar nuestro vacío interior.
Así también, responsabilizarse personalmente por un estado de ánimo positivo resulta crucial para manifestar alegría, buen humor, compasión, dedicación, entusiasmo, fe, ganas, humildad, etc., hábitos que paulatinamente nos aproximan a nuestra expresión más sincera y transparente.
El pensamiento no es un objeto que puedas tomar y desechar, tal como un pote de yogurt. Si bien es invisible, éste posee la cualidad de movimiento, sonido y sustancia; por tanto, podemos dar credibilidad a su existencia. Por ello, siendo consciente de la realidad del pensamiento, podemos «darnos cuenta» de la elección que estamos haciendo en cada momento de nuestras vidas «amar o temer» «dar o recibir» ¡Es nuestra decisión! ¡Da nadie más!
Con el fin de acercarnos a un estado de aceptación, a un lugar donde apreciamos el rol que tenemos al momento de decidir, es crucial «saltar al vacío del corazón», aquel lugar donde el pensamiento es amorosamente relegado a un segundo lugar en pos de «sentir», el de contactar íntimamente con los sentimientos y ofrendar nuestras intenciones y motivaciones al mayor bienestar del mundo.
Sentir es la puerta de entrada a tu Sabiduría Intuitiva, a ese «comprender sin conocer», a la esencia de la enseñanza del Cristianismo, Sufismo y Zen.
Sentir es la senda más rápida para encontrarnos en el camino de la «aceptación»….
Un inocente joven caminaba rumbo a conocer su «mente»
Su intención era sólo una…
¡Quiero que la «mente» me explique por qué me ocurrió esto!
Fue un camino arduo, similar a una tormenta es la inmensidad del océano
Con grandes oleajes y vientos que azotaban con rudeza la embarcación
Una vez terminado el temporal, apareció el sol….
Y el valiente joven se encontró de frente con la «mente»
¡Por fin te encuentro! exclamó el joven
¡Hola! Siempre he estado aquí, respondió la «mente»
Por algún motivo que desconozco nunca me muevo de aquí, agregó entre risas…
¿Cuéntame en que te puedo ayudar?, inquirió vacilante…
¡Quiero una explicación! ¡Y tú sabes a qué!, respondió el mozuelo con intensidad
Lo siento mí querido amigo, respondió la «mente», ¡Yo no sé nada!, agregó con serenidad…
¿Cómo?, respondió el joven al borde de la desesperación…
Mira, respondió la «mente» «Todo lo que supuestamente sé que, sinceramente, ni siquiera lo sé (jajajajaja) es todo lo que has creído o memorizado desde afuera. Por mí mismo, no sé nada, lo siento ¡No sabría que decirte!… Mejor pregúntele a quien me dio vida. Tú puedes acceder ello. Yo no. Yo soy solo un programa. Ese es el lado triste de la historia.
¡Suerte mi joven explorador!, finalizó una resignada «mente»
¡Disculpa!, interrumpió el joven antes que la mente fuera a dormir «siesta»
¿Cómo puedo conocer a eso que te creó?, consultó entre dudas…
¿Te refieres al espíritu?, contestó una insinuante «mente»….
Luego de un tenso silencio, respondió…
¡Siente! intentando acercarse a un sentimiento de amor…
El joven miró fijamente la sinceridad de la «mente» y le agradeció con una reverencia, entendiendo que era momento de volver a casa….
Una vez caminando rumbo a su hogar sintió un silbido
Le pareció conocido y rápidamente miró hacia atrás
A la distancia se miró fijamente con la «mente» quedando ambos en completo silencio
De manera mágica apareció un pensamiento en la cabeza del joven
«Por favor, cuando aprendas a amar y sentir ven a enseñarme»
Gracias mi querido amigo….
Te esperaré con los brazos abiertos….
Se despidió una amable e inocente «mente»
Bibiografía
- Dhammapada. Buda. Editorial Argentina.
- Lo que Buda enseño. Walpola Rahula. Editorial RBA.
- Conversaciones con un Buho. Edición Ebook y Libro Físico Amazon. Cristián Sarmiento.
- Mi visión del mundo. Albert Einstein. Tusquets Editores.
- Nuevo Testamento. Edición Pastoral. Editorial San Pablo.
Datos para citar este artículo:
Cristián Andrés Sarmiento Cisterna. (2018). La sabiduría de la aceptación. Revista Vinculando, 16(2). https://vinculando.org/articulos/la-sabiduria-de-la-aceptacion.html
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