Llevar a casa un pan de muerto y sumergirlo en una taza de chocolate al lado de la familia mientras platican de varias cosas, de nuevos encuentros, de lo que pasó en el día, de la llegada de alguien a quien hace tiempo no se veía o para recordar a quien se nos adelantó en el camino, abren la puerta a la atmósfera de una celebración que se recrea por sí misma cuando el calendario marca la llegada del día en que los muertos conviven con los vivos a través del olor a copal y la flor de cempasúchil.
Las tradiciones mexicanas son una ventana al inframundo, el “mundo de los muertos y de los espíritus”, en especial el Día de Muertos, un ritual en el que la comida, los olores y los símbolos buscan en sí mismos recrear su significado, llenarnos de la celebración según los usos y costumbres de cada región del país. Lo ancestral revive con las calaveritas de azúcar que visten de colores el altar de los santos difuntos.
Los mexicanos amamos cambiar de atuendo todo el año: lo mismo vestimos de muerte alegre, que de esperanza y paz en Navidad; de renovación y optimismo en Año Nuevo; de independencia y patriotismo cada 15 de septiembre; de amor en San Valentín; de niño Dios el Día de la Candelaria o de veneración a la maternidad perfumada con rosas el 10 de mayo.
Y cada año la tradición se repite, pero ¿en realidad ‘la vivimos’ o solo la rememoramos como una moda temporal, marcada por cierto tipo de productos o acciones colectivas que la distinguen?
De acuerdo con la Real Academia Española una tradición es la “transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación” y “en varias religiones, cada una de las enseñanzas o doctrinas transmitidas oralmente o por escrito desde los tiempos antiguos, o el conjunto de ellas”.
Pero el origen de la tradición tiene una base más amplia, que proviene de la cosmovisión, es decir de la explicación del origen del universo, de todo lo existente, de cada fenómeno, del día y la noche, de la vida y la muerte.
Para explicar los fenómenos “no le vasta al primitivo con ver la salida y la puesta del sol, sino que esta observación exterior debe ser al mismo tiempo un acontecer psíquico”.
Cada cosmovisión da lugar a mitos y leyendas, que de acuerdo con Carl Jung, son “formas específicamente configuradas que se han transmitido a través de lapsos largos” y agrega que para explicar los fenómenos “no le vasta al primitivo con ver la salida y la puesta del sol, sino que esta observación exterior debe ser al mismo tiempo un acontecer psíquico, esto es, que el curso del sol debe representar el destino de un dios o de un héroe, el cual en realidad no vive sino en el alma del hombre”.
Pero también cada tradición parte o se entremezcla con la ‘creencia’ y en este contexto rescato el significado que le da Luis Villoro, a las que denominará:
“[…] creencias básicas, que serán aquellas […] evidentes, herederas de la sociedad en la que vive y compartidas por todos sus miembros. Para Villoro, la manera de ver el mundo y de situarse ante él estará condicionada por un núcleo de creencias básicas, las cuales constituirán el trasfondo incuestionable y el supuesto colectivo sobre el que se levanta nuestro entendimiento en una época determinada o una cultura, y que condensarán lo que denomina la figura del mundo”.
Entonces creencia, tradición y cosmovisión se mueven hacia el mismo fin: dar un sentido o explicación a un fenómeno o conjunto de fenómenos, darle una forma determinada de manera verbal o simbólica y trasmitirla en el colectivo que, al compartir los mismo códigos, es aceptada, compartida y rememorada.
Sin embargo, este texto busca, más allá de cuestionar la forma en que se recrean las tradiciones, rescatar la experiencia individual que, sustentada en una cosmovisión regional o familiar, logra un significado o sentir respecto a cada una.
Todos celebramos la muerte o la vida, pero ¿desde la experiencia individual tenemos memoria de ellas?
Todos conocemos fisiológicamente cómo nace un nuevo ser o las causas por las que muere, pero ¿usted tiene memoria del momento de su nacimiento?
Todos conocemos fisiológicamente cómo nace un nuevo ser o las causas por las que muere, pero ¿usted tiene memoria del momento de su nacimiento?
En charlas de café o familiares no es común escuchar: ‘sí, recuerdo que sentí cómo salí del cuerpo de mi madre y respiré por primera vez; durante los nueve meses que estuve en el vientre sentí como poco a poco mi cuerpo se iba formando’.
Y mucho menos podemos transmitir lo que se siente al momento de morir y describir si hay algo más después del último suspiro o si ese es el verdadero fin. Literalmente ésta es ‘una experiencia única personal, nadie te lo puede contar hasta que lo vives, pero no vives para contarlo’.
Entonces, es justo aquí donde entran las creencias y tradiciones para obtener un significado mágico, misterioso, lleno de leyendas y ritos, donde la muerte es la catrina, los difuntos huesos y la ofrenda con comida es el vaso de comunicación con ellos los días que establece el calendario en que tienen permiso para ‘convivir con los vivos’.
Y todo el sentido de la muerte lo volcamos hacia lo externo, hacia el barullo y la fiesta y los símbolos, pero si nos detenemos un poco y damos espacio al silencio, pueden convertirse en una experiencia personal para descubrir qué significa, por ejemplo la “muerte”, desde esta ventana para cada quién.
Lo mismo puede pasar con otras festividades como la Navidad que, si bien no es mexicana de origen, marca el inicio de una época de fiesta y de reencuentro con los otros, y considero que puede convertirse en algo monótono año tras año donde comprar en los lugares de moda y abarrotar los centros comerciales es lo que dicta la ‘tradición’, si para cada persona no hay un sentido del significado de la celebración.
Y no me refiero a la historia en sí misma, que por supuesto hay que rescatar para conocerla, sino en lo que representa para cada quien el amor, la muerte, la maternidad, el carnaval local o el día de la patria, porque desde lo particular se construye en comunidad.
Las tradiciones mexicanas se ‘gozan’, se ‘comen’ se ‘huelen’ y se ‘ven’, pero es importante que cada quien obtenga su versión, su experiencia e interpretación para enriquecerlas y darles el lugar que merecen, aunque nacieron de la ‘idea’ o ‘sentir’ o ‘interés’ de alguien más.
La combinación de la vivencia del día, la tradición, la textura de las flores, ya sean rosas o cempasúchil, los colores del papel, el aroma místico del copal, del ponche, la belleza de una ofrenda que refleja la dedicación en colocar todos sus elementos por muy sencilla que sea, la máscara de colores del carnaval, el baile, la comida, la gente, todo debe ir profundamente acompañado de la experiencia personal en el disfrute de esa celebración porque lo importante es lo que representa, lo que evoca ese espíritu festivo.
Y si es un espíritu creado, tiene esa carga mágica particular con el que el inconsciente colectivo se conecta o puede intentar conectarse para descubrir el sentido, en un tiempo donde se necesita de lo material para decir que ‘celebramos’ o de las redes sociales para exponer que ‘conmemoramos a los muertos’ o que somos muy ‘patriotas’, o que estamos muy ‘navideños’.
¿Qué y para qué son las tradiciones?
Vivir y rescatar las tradiciones va de la mano con cuestionarnos qué son y para qué son, cómo nos ayudan a darle un sentido a la realidad o realidades.
Lo ancestral y lo moderno pueden completar la experiencia, o más bien ampliarla. El inframundo y lo mundano pueden cohabitar, siempre lo han hecho solo que no nos damos cuenta porque no reparamos en ese mundo mágico al que nos atrevemos a describir sin conocerlo.
Fuentes consultadas
- Jung, Carl Gustav. Arquetipos e inconsciente colectivo, Barcelona, Paidós, 1970.
Electrónicas:
- Biblioteca Virtual Latinoamericana. Diccionario de Filosofía Latinoamericana. En: http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/creencia.htm
- Diccionario de la Real Academia Española:
URL=http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=inframundo,
ULR=http://dle.rae.es/?id=aDbG8m4
Datos para citar este artículo:
Esperanza Arévalo Rosas. (2018). Vivir las tradiciones mexicanas. Revista Vinculando, 16(2). https://vinculando.org/articulos/vivir-las-tradiciones-mexicanas.html
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