Hay dos posturas actualmente cuanto al uso del término globalización: la primera es una postura escéptica, que afirma que sólo un pequeño porcentaje de la población gana con el comercio exterior, y que el mundo sigue funcionando como siempre lo ha hecho. Por otro lado, la segunda afirman que la globalización es bastante real, asimismo, en todas las partes se pueden ver sus efectos (Giddens, 2007). En este sentido, el presente escrito se objeta en explanar el concepto –de una forma sucinta– acerca del fenómeno de la globalización, así como sus implicaciones e influencias en el polo educativo. Verbigracia, se puede observar sin dificultad el uso de tecnologías cada vez más avanzadas en el cotidiano de las personas, y no es distinto, por lo tanto, en la arena educativa, que es un espacio fundamentalmente social y, así, sujeto a las directrices impuestas por tal fenómeno que, de una forma o de otra, influencia en la vida cotidiana del individuo humano.
Globalización
No hay lugar a dudas que la globalización es un fenómeno cuyo está sucediendo en todas las esferas de la sociedad en gran parte del occidente y, al parecer, viene ganando espacio en los países orientales. Ahora bien, dicho vocablo (globalización) posee un concepto complejo per se, a causa que se trata, justamente, de la convergencia de otros eventos percibidos por el sujeto humano. En este sentido, Held & McGrew (s. f.) explican que la globalización “es concebida como un proceso (o una serie de procesos) que encarna una transformación en la organización espacial de las relaciones y transacciones sociales, expresadas en flujos transcontinentales o interregionales y en redes de actividades, interacción y poder”.
Globalización implica, por tanto, en una descentralización sistémica, esto es, en la negación de un único polo donde se da las tomas de decisiones y donde se pasan los hechos. En efecto, Pereyra y cols. (1996; citados por Brunner; 2001) explica que globalización y descentralización, en efecto, son conceptos que van de la mano a la vez, y que desde la década de los 80 vienen siendo reafirmados en el ámbito de las ciencias sociales. Hablar, actualmente, en globalizar implica, por consecuencia, en despolarizar. Paradojalmente, globalizar, también implica, a la vez, en integrar procedimientos o de sistemas. Verbigracia, la integración de la economía europea es un claro trazo del resultado de la globalización (Marginson & Van Der Wende, 2006).
Desde una mirada educativa, la globalización opera –cómo es de se esperar– de manera similar que en otros escenarios, es decir, de una forma incluyente, donde se incorpora el uso de nuevas herramientas en la praxis educativa, así como la búsqueda por objetivos relevantes y comunes. Brunner (2001a) analiza que se puede entender, en la arena educativa, la globalización como la adhesión de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTICs) –en especial las tecnologías de redes o networking– en los procesos de enseñanza y aprendizaje, y sus implicaciones espaciales y temporales.
Así, Brunner propone cinco dimensiones resultantes de la globalización en el acto educante de este nuevo siglo: acceso a la información, acervo de conocimientos, mercado laboral, disponibilidades de las NTICs para la educación y mundos de vida.
Acceso a la información
A lo largo de la historia humana, se da por sentado el hecho que el acceso a la información ha y sigue siendo profundamente impactado por los medios tecnológicos generados. Ya se sabe que la información, desde la invención de la escritura, solamente era posible ser accedida por un grupo minoritario de personas, y así se perduró hasta la entrada del siglo XIX, que es cuando se creó la imprenta (Brunner, 2001b). Con el surgimiento de la Internet, sin embargo, este escenario ha cambiado radicalmente. En México, por ejemplo, se estima que 57.4% de la población de seis años o más usa la Internet(INEGI, 2016).
Frente a este dato, el problema ya no radica en la falta de información; ahora, la cuestión es cómo seleccionar información de calidad, asimismo, cómo permitir el libre acceso a ella sin exclusiones. La escuela, por tanto, en su misión educadora-formativa, deja de ser el principal centro de información para las nuevas generaciones (Brunner, 2001c), y asume la responsabilidad –de forma consciente– de saber integrar los medios para coadyuvar con la difusión de la información de calidad y constructiva.
Acervo de conocimientos
El acto educante, en su esencia, implica un modus operandi ecológico y dúctil y, por tal razón, no se puede encarar el sujeto discente como un mero “depósito” de datos y, a su turno, el sujeto docente como un simple “depositador”. La educación es, pues, una acción plural conscientizada y está volcada, exclusivamente, al impulso del educando. Brunner (2001d) atestigua que
envuelve valores, desarrolla prácticas y comportamientos, forja el carácter, reconoce el rol formativo de las emociones en los procesos de aprendizaje, busca promover la maduración de múltiples inteligencias y facilitar que el alumno explore y explote sus facultades propias en todas las dimensiones posibles. (p. 14)
Por otro lado, la base (registrada y publicada internacionalmente) del conocimiento humano viene creciendo a pasos colosales a lo largo de los años. Hay, en este sentido, una verdadera hiperaceleración en la producción de conocimiento, demandando que las personas a aprender, más y más, a aprender a usar dicho conocimiento en sus quehaceres; trabajos, oficios, profesiones y hasta en sus convivio social cotidiano (Infante, 1999). Frente a esta realidad, se plantea las siguientes interrogantes (Brunner, 2001e): ¿quién serán mañana los sintetizadores de conocimiento? ¿Cómo organizar un conocimiento global en permanente cambio y expansión? ¿Cómo hacerse cargo del hecho que una proporción creciente del conocimiento relevante es transdisciplinario? ¿Cuánto énfasis poner en la educación de las disciplinas? Las respuestas, por tanto, conforman la nueva problemática del acto de educante de este siglo.
Cambios en el mercado laboral
La relación entre educación y mercado laboral no es novedosa, puesto que se acredita que la mano de obra mejor calificada recibirá un mejor salario. En efecto, la teoría del capital humano “admite que los ingresos en el mercado laboral se derivan de la inversión en el capital humano, siendo determinados por comparaciones entre costos y beneficios” (Becker, 1993; citado por Angulo Pico, Quejada Pérez, & Yánez Contreras, 2012). A este respecto, Jiménez (2007) explica que dicha teoría permite comprender el mercado laboral como el vínculo entre educación y economía, señalando que hay un incremento salarial a los sujetos que poseen un mejor nivel educativo. No obstante, ni siempre este razonamiento es acertado, porque, por ejemplo, entre 1981 y 2001 fue generada una gran expansión de la educación superior en Hong Kong, con un significativo incremento de egresados de las universidades, y, a la vez, se propició una caída en los salarios, perjudicando a jóvenes y a personas con más antigüedad en el campo de trabajo (Lui & Suen, 2005; citados por (Angulo Pico et al., 2012a).
Conforme bien señala Reich (1992; citado por Brunner, 2001f, p. 19), “la maestría en los dominios tradicionales de conocimiento no es garantía para un buen ingreso, ni tampoco es necesaria”. Así, la educación de la actualidad debe hacer frente a esta problemática que caracteriza este principio de siglo, debido a las importantes metamorfosis que viene sufriendo los escenarios laborales, lo que impacta –de forma directa– las universidades y, por ende, todas las demás instituciones de educación superior, así como toda la trayectoria para ingresar al nivel superior.
Disponibilidad de NTICs para la educación
En la arena educativa, el desenvolvimiento tecnológico durante un largo periodo de tiempo no sufrió muchos cambios. No obstante, la globalización ha contribuido perentoriamente con una mudanza radical de este cuadro en los últimos años. La difusión de las NTICs, por ejemplo, es una claro señal de este hecho (Brunner, 2001g). Es notorio, pues, el avance de los medios tecnológicos en estos primeros dieciséis años de este siglo, así como su uso y difusión en las aulas escolares.
Así, es correcto afirmar que el acto educante debe adecuarse a esta emergente realidad, la cual las NTICs son, indudablemente, herramientas útiles y, a la vez, importantes para el contexto educativo del globo. Salas (2016) analiza que la educación, como fuente de desarrollo, enfrenta a nuevos desafíos como, por ejemplo, expandir y renovar permanentemente el conocimiento, dar acceso universal a la información, así como promover la capacidad de comunicación entre individuos y grupos sociales.
Úrgese, por lo tanto, una acción empírica desde los agentes educativos para atender a estos retos y, sin lugar a dudas, las NTICs pueden coadyuvar, de forma potencial, este acto. Ahora bien, es importante tener en cuenta que tal medida no es imediatista porque trátase, exactamente, de una acción educativa hacia y por seres humanos. Salas (2016a) concluye que “los cambios generados por la incorporación de las TIC a los sistemas educativos no son inmediatos ni fáciles de identificar. Se trata de un proceso complejo que sólo da frutos a mediano y largo plazos” (p. 92).
Mundos de vida
La educación, en su misión formativa-constructivista, debe de ser sensible al entorno –en sus aspectos físico, geográfico y socio-cultural– y buscar genuinamente mejorarlo en la medida del posible y, así, apoyar en la vida de todos los actores educativos involucrados (cuerpos discente y docente, familia, sociedad y Estado). “La educación debe hacerse cargo de la transformación que experimenta el contexto cultural inmediato en que ella se desenvuelve” (Brunner, 2001h, p. 23).
En este aspecto, una acción educativa consciente debe de ir dirigida rumbo a un pensamiento complejo, cuyo considere –de forma holística– los elementos contextuales del mundo globalizado, además de la junta racional de los saberes. “Lo global es más que el contexto, es el conjunto que contiene partes diversas ligadas de manera inter-retroactiva u organizacional. De esa manera, una sociedad es más que un contexto, es un todo organizador del cual hacemos parte nosotros” (Morin, 1999, p. 16).
Y, por hablar en una problemática compleja per se, la educación de ahora tiene que afrontar a dos realidades distintas a la vez: una volcada a dar respuestas a las lagunas dejadas en el siglo pasado, y otra volcada a la certeza de la incertidumbre del día de mañana y, obviamente, sus implicaciones en el quehacer educante. (Brunner, 2001i) apunta que el pensamiento universitario de América Latina, actualmente, no está expresándose como es debido, esto es, carece de la capacidad de articular el pensamiento reflexivo e institucional de las innúmeras posibilidades que se están formando a su entorno y, así, encarnarlos en una nueva idea de sí misma y en nuevas prácticas y modalidades de trabajo.
Conclusiones
El acto educante, con el fin de cumplir con perentoria misión, debe considerar la ductilidad social, puesto que ésta es condicionada pues, a la naturaleza humana que es, per se, mutable. Desde este prisma, el fenómeno de la globalización ha impactado diversos sectores de la humanidad, descentralizando poderes, disminuyendo barreras, construyendo, por ende, nuevos paradigmas económicos, políticos, sociales, culturales (Held & McGrew, s. f.) y, por ende, educativo. “En cualquier consideración acerca del futuro de la educación, los aspectos internacionales y globales deben de ser considerados” (Marginson & Van Der Wende, 2006).
Así, la cuestión ahora –en el escenario de la educación– es buscar una forma inteligente de combinar la praxis educativa con las NTICs sin perder la esencia de su objetivo mayor, que es, pues, la formación del sujeto con el fin de prepararlo para el día de mañana. En efecto, Brunner (2001j) apunta que el futuro de la educación en América será trazado por las adaptaciones resultantes de dicha combinación y, así, poder brindar, de una manera óptima, una preparación actualizada y, a la vez, propicia para lidiar con la dubitación eminente del futuro.
Referencias:
- Angulo Pico, G. M., Quejada Pérez, R., & Yánez Contreras, M. (2012). Educación, mercado de trabajo y satisfacción laboral: el problema de las teorías del capital humano y señalización de mercado. Revista de la educación superior, 41(163), 51–66.
- Brunner, J. J. (2001). Globalización y el futuro de la educación : tendencias , desafíos, estrategias. En Séptima Reunión del Comité Regional Intergubernamental del Proyecto Principal de Educación en América Latina y el Caribe (pp. 1–37). Chile: UNESCO.
- Giddens, A. (2007). Los efectos de la globalización en nuestras vidas. Runaway World.
- Held, D., & McGrew, A. (s/f). Globalization | The Global Transformations Website. Recuperado a partir de
- INEGI. (2016). Estadísticas a propósito del día mundial de Internet (17 de mayo). Aguascalientes: Instituto Nacional d Estadística y Geografía. Recuperado a partir de
- Infante, V. S. (1999). O Perfil da Universidade para o próximo milênio. Education Policy Analysis Archives, 7(32), 1–13. Recuperado a partir de http://epaa.asu.edu/ojs/article/viewFile/567/690
- Jiménez, M. O. (2007). El mercado laboral como vínculo entre la inversión en educación y su rendimiento. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 37(3y4), 239–268. Recuperado a partir de
- Marginson, S., & Van Der Wende, M. (2006). Globalisation and higher education. En Preparado para la OECD, 12 de septiembre. OECD. Recuperado a partir de https://www.oecd.org/edu/research/37552729.pdf
- Morin, E. (1999). Les Sept savoirs nécessaires à l’éducation du futur. Paris: UNESCO.
- Salas, M. D. L. S. L. (2016). Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en educación en América Latina: una política educativa. CULCyT, 0(52).
Datos para citar este artículo:
Anderson Rodrigues da Silva. (2017). Globalización y el futuro de la educación. Revista Vinculando, 15(1). https://vinculando.org/educacion/globalizacion-futuro-educacion.html
Benjamin dice
El tema de la educación, es de importancia Fundamental. Además Se relaciona con mi ejercicio profesional. Gracias por anticipado