Existen diversos documentos que explican ampliamente[1] las condiciones de pobreza extrema en que han vivido los pueblos originarios de Chiapas; igualmente existan detallados análisis que dan cuenta de los destrozos que hicieron los gobiernos chiapanecos en los últimos doce años. Aquí solamente destacaremos, de manera sintética, algunos de los acontecimientos principales que permitan[2] situar el análisis en el contexto de las principales determinaciones de la problemática de los años recientes.
En primer lugar pasaremos revista, a algunos acontecimientos colectivos de la historia reciente de Chiapas; algunos de ellos padecidos intensamente y soportados con dolor, otros construidos, preparados y vividos con gran esperanza por miles de campesinos e indígenas. Pero todos los hechos forman parte de historias individuales y de historias colectivas, ya que por su carácter cotidiano, público y general, aparecen como referente común, resuenan en las comunidades, conforman un patrimonio comunitario, como herencia histórica, como fundantes de nuevas posibilidades, como una socialización secundaria[3] colectiva, configuradora de la imaginación y de la memoria social de los indígenas y campesinos pobres chiapanecos. Algunos de estos hechos se refieren a la hambruna y a la muerte que implacables merodearon en la última década por pueblos, cañadas y veredas. Otros tienen que ver con el surgimiento de una nueva conciencia, con un deseo de cambio, con la fuerza que surge de la dignidad y con los caminos recorridos para construir organizaciones autónomas e independientes del partido de estado.
5.1.1 Hambre, muerte y represión como futuro.
A los primeros días del estallamiento del movimiento zapatista, los investigadores y conocedores de Chiapas, gubernamentales e independientes, coincidieron en señalar aspectos de la grave
situación chiapaneca que estuvieron en el origen del movimiento armado. Algunos de los rasgos más señalados son los siguientes:
* Absalón Castellanos o la arbitrariedad como gobierno. El General Absalón Castellanos Domínguez, gobernador de Chiapas de 1982 a 1988, fue un rico ganadero y más que ningún otro gobernador se dedicó a enriquecerse y a entregar tierras a su familia[4], a reprimir, a desarticular y a debilitar al movimiento campesino. En la memoria indígena, hablar de Absalón es sinónimo de asesinato, despojo, tortura, expulsiones y muerte. Don Pablo González Casanova lo señala muy claramente en su artículo: Causas de la Rebelión en Chiapas:
" Las estadísticas del terror no son confiables, son terribles. De 1974 a 1987 se cuentan 982 líderes asesinados tan sólo en una parte de la región indígena de Chiapas; mil 84 campesinos detenidos sin bases legales; 379 heridos de gravedad; 505 secuestrados o troturados; 334 desaparecidos; 38 mujeres violadas; miles de expulsados de sus casas y sus tierras; 89 poblados que sufrieron quemas de viviendas y destrucción de cultivos. Absalón ‘aumentó la violencia en ciento por ciento’ dice un ex líder…"[5].
* Modernización salinista estilo Patrocinio. Ya en 1978, cuando Salomón González Blanco, padre de Patrocinio González Garrido, fue gobernador de Chiapas, le dejó el poder y el manejo político a su hijo, quien depositó en el Banco de Comercio, a plazo fijo, todo el erario del estado durante dos años, y designó como director de seguridad pública a Ignacio Flores Montiel, quien el 17 de junio de 1979, estuvo involucrado en el robo de $1’864,000.00 al ingenio de Pujiltic, se había incrementado notablemente el descontento de los pueblos indígenas. Cuando Patrocinio tomó posesión como gobernador en 1988, volvió a designar como coordinador en jefe de todas las policías de su gobierno a Ignacio Flores Montiel. Este hombre fue detenido el 26 de enero acusado de narcotráfico, secuestro, asesinato, acopio de armas y corrupción.
Patrocinio González, durante su período como gobernador, llevó a cabo cuatro líneas de trabajo:
+ Modernización para pocos. Patrocinio González Garrido había sido precedido por gobernadores designados por los finqueros y los ganaderos, los grupos locales con más poder. El gobierno de Patrocinio no representaba fundamentalmente a los sectores tradicionales, sino a ganaderos y finqueros de nuevo tipo, dispuestos a una ganaderización intensiva y a una exportación relacionada con el Tratado de Libre Comercio. En ese sentido estaba a tono con los intereses de la modernización salinista. Para conseguir su propósito se alió con los finqueros y ganaderos de la zona del Soconusco, más modernos que los ganaderos tradicionales.
+ Legislación en beneficio de una elite. Todo debe hacerse con la ley en la mano. Por eso Patrocinio implementó una serie de reformas al Código Penal de Chiapas[6], donde se estipulaban los delitos de "motín", "asonada", "rebelión", "autoría intelectual", "insultos contra la autoridad", con la finalidad de oficializar y justificar la represión contra el movimiento popular. El objetivo de dicha ley es criminalizar a toda oposición y como decía Patrocinio: poder arrestar a pueblos enteros.
+ Represión a los movimientos campesinos e indígenas y a la diócesis de San Cristóbal. Durante su administración se incrementaron los cuerpos represivos en la entidad: ejército, seguridad pública, judiciales, agentes de la Secretaría de Gobernación. Solamente durante 1991 y 1992 el gobierno desalojó a campesinos de 43 predios. Expulsó a sacerdotes del país, encarceló arbitrariamente al párroco de Simojovel, Joel Padrón, por petición de los ganaderos y finqueros. También solicitó junto con ellos al secretario de Gobernación y a Girolamo Prigione, delegado apostólico, la remoción de San Cristóbal de las Casas del obispo Samuel Ruiz. Utilizó al programa de Solidaridad para construir y ampliar las cárceles del estado.
Los Estados Unidos presionaban fuertemente a México para que controlara más severamente a los inmigrantes procedentes de Centroamérica. Patrocinio aprovechó este pretexto para militarizar la frontera chiapaneca. De esta manera la VII zona militar formó un cordón que va desde Oaxaca hasta Yucatán, pasando por la base de Tuxtla Gutiérrez.
+ Organización del fraude electoral. En 1991 Chiapas dio al PRI 76.3% del total de los votos en el estado. En el IX distrito electoral federal que abarca tres de los cuatro ayuntamientos tomados por el EZLN: Altamirano, las Margaritas y Ocosingo, el PRI tuvo 70,000 votos. Diez de los 19 municipios de este distrito tuvieron 100% de los votos para el PRI[7].
En síntesis, el gobernador Patrocinio González Garrido enfrentó el rezago agrario y las demandas de las organizaciones campesinas ampliando las cárceles, abriendo zonas militares, reprimiendo a los movimientos, aprobando un código penal violatorio de las garantías individuales, organizando fraudes electorales, hostigando a la iglesia católica y tolerando una amplísima corrupción en los funcionarios públicos.
* Baja del precio internacionaldel café en el último quinquenio. En Chiapas en 1994 vivían y trabajaban 16,939 productores de café; el 93% de ellos eran dueños de predios menores a las dos hectáreas.
Para 1994 eran ya cinco años seguidos que el precio internacional del café había estado a la baja[8]. Las exportaciones de café mexicano se contrajeron de 3’739,000 sacos en el período 1988
-89 a 1’157,000 sacos para e
l período 1992-93, al mismo tiempo que su cotización pasó de 130 dólares por quintal en 1989 a unos 50 dólares en 1993.
Además de la caída de los precios internacionales y la caída de la productividad, un factor que afectó fuertemente a los productores chiapanecos fue la sobrevaluación del peso mexicano, puesto que el café se vende en el mercado internacional en dólares. La sobrevaluación del peso castigó a los productores de café de manera drástica, ya que en diciembre de 1988 la paridad peso-dólar era de 2,297 pesos por dólar, en diciembre de 1993, fue de 3.2 pesos. La inflación durante el mismo período fue de 89.3%. Es decir, el productor recibió dólares baratos y tuvo que comprar sus insumos con pesos caros.
* Rezago agrario ancestral. El 27% del rezago agrario del país se dio en Chiapas, a saber:
"dentro del rubro de Terrenos Nacionales, más de 4,600 casos y 1’150 casos de inafectabilidad agraria; 503 solicitudes de dotación y ampliación ejidal; 78 solicitudes de nuevos centros de población; 29 expedientes de titulación de bienes comunales; 72 resoluciones presidenciales pendientes de ejecutar; 4 investigaciones de fraccionamientos simulados, 559 planos definitivos; 176 amparos; 332 juicios privativos de nuevas adjudicaciones; y 361 conflictos interparcelarios."[9]
Mientras poco más de seis mil familias de ganaderos eran en 1994 propietarias de más de 3’000,000 de hectáreas, o sea casi la mitad de la superficie del estado, el sector social, que también abarcaba poco más de 3’000,000 de hectáreas, estaba conformado por casi 200,000 ejidatarios y comuneros, de cuyo trabajo dependían aproximadamente un millón de personas, equivalente a la tercera parte de la población del estado. En la zona del conflicto 0.01% de los propietarios tenía en sus manos 15% de la tierra, mientras que el otro 85% de ella se repartía entre decenas de miles de indígenas.
En relación a esta situación, la investigadora rural, Adriana López Monjardin señala:
"los pueblos desalojados o incendiados, los dirigentes torturados o asesinados no han sido de los finqueros. En estos 20 años, los indígenas chiapanecos podrían contar por siglos el tiempo que tantos de ellos han pasado en la cárcel…[10]".
"En un estudio titulado El reparto de tierras y la política agraria en Chiapas, María Reyes Ramos señala algunos casos en los cuales los campesinos han tenido que esperar por generaciones para recibir respuesta: los pobladores de Santa Rosa (hoy Morelos), en el municipio de Tonalá, tuvieron que esperar 46 años; los de El Nopal, en Ixtapa, 42 años; los de Tamaulipas, hoy Joaquín Amparo, 43 años; los de El Letrero en Siltepec, ¡53 años![11]".
* Hambruna y muerte merodeando. A causa de la política agraria de corte porfirista y de tres gobiernos llenos de corrupción, los presupuestos para infraestructura y desarrollo, llegaban en muy escasa proporción a los destinatarios. La pobreza extrema vino creciendo en Chiapas y amenazaba con agudizarse aún más por el Tratado de Libre Comercio. Los resultados eran dramáticos. Veamos solamente los datos más relevantes señalados por el investigador Onécimo Hidalgo del Centro de Información y Análisis de Chiapas:
"De los niños entre 6 y 14 años de edad, el 28.7% no asistía a la escuela.
Dos de cada cinco viviendas no tenía agua entubada, tres de cada cinco no contaba con drenaje, una de cada tres no tenía energía eléctrica, a pesar de que Chiapas generaba el 60% de dicho fluído en el país.
El 19% de las personas no recibía ingresos; el 39.9 recibía menos de un salario mínimo regional (alrededor de 12 pesos diarios=4 dólares); el 21.2% recibía entre uno y dos salarios mínimos; el 8% más de dos y menos de tres salarios mínimos; el 4.1% de tres a cinco salarios, y apenas el 3.6% recibía más de cinco salarios mínimos. 15,000 personas murieron en 1993 a consecuencia de enfermedades curables. Las enfermedades de la extrema pobreza hicieron estragos en el estado: la tuberculosis, el tracoma, el cólera. El 77% de los niños estaba totalmente desnutrido. Chiapas se consideraba la entidad más pobre del país…[12]".
5.1.2 Procesos instituyentes de una memoria colectiva.
Aunque ciertamente los pueblos indios convivieron cotidianamente y muy de cerca con la miseria, el hambre, la represión y la muerte, simultáneamente estuvieron en el origen de muchos e importantes esfuerzos, alternativas y experiencias por transformar dicha situación. Tres nos parecen los antecedentes históricos recientes de la defensa de la propia dignidad.
* El Congreso Indígena de 1974: una esperanza. El 12 de octubre de 1974, en el V Centenario del natalicio de Fray Bartolomé de las Casas se organizó un Congreso Indígena en el que señala Antonio García de León
"que se resumió la palabra de 250 mil indios de 327 comunidades, (de un total de medio millón que habitaban el estado en esos días), la palabra de un cuarto de millón de pequeños arroyuelos que se vinieron a desbordar en boca de 1,230 delegados (587 tzeltales, 330 tzotziles, 152 tojolabales y 161 choles, que en un ejercicio de profunda discusión, lograron elaborar ponencias unitarias sobre:… tierra, comercio, educación y salud… en sesiones con traducción simultánea y discusión en cinco lenguas… El impulso inicial fue obra de un equipo coordinador indígena, originalmente convocado por la iglesia a pedimento del gobierno estatal, que empezó a realizar, desde fines de 1973 subcongresos y reuniones previas regionales…"[13]
En el Congreso se plantearon una serie de necesidades que expresadas como demandas eran comunes a todos. El Congreso generó el espacio para la creación de tres organizaciones campesinas representativas: la Unión de Uniones, la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ) y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC). El Congreso contribuyó a forjar a muchos dirigentes, aunque casi una docena de ellos fueron asesinados en emboscadas en los siguientes quince años, mientras otros fueron encarcelados y torturados. Con todo, el Congreso sembró semillas de esperanza y de autoorganización entre las comunidades más pobres.
* Una evangelización liberadora. Los indígenas conocieron más de veinticinco años de una evangelización centrada en el respeto y en la convicción profunda de los derechos de los indios a la vida, a ser sujetos de su propia historia y a contar con un pedazo de tierra donde trabajar y de la cual vivir. La pastoral contribuyó a desarrollar la dignidad y la organización social de los pueblos indios. El anuncio de una sociedad más justa y fraterna: el Reino de Dios, como utopía y esperanza cristiana, fue hecho a todos los pobres. Durante más de cinco lustros el trabajo pastoral de la iglesia diocesana, presidida por Samuel Ruiz, había realizado esfuerzos por comprender y valorar la cultura, la lengua y las tradiciones de los diferentes pueblos. Ciertamente esa evangelización chocó siempre contra la centenaria explotación y despojo de los indios, contra un profundo racismo, y se enfrentó a la colusión de las autoridades gubernamentales con los cacicazgos mestizos e indios. Esta larga historia vivida llevó a que casi cualquier indio pobre chiapaneco, de cualquier etnia, conociera que tenía en j’tatic[14] Samuel y en la iglesia diocesana hermanos y corazones llenos de flores y de palabras verdaderas. Por otro lado, simultáneamente, los grupos de ganaderos fueron identificando a don Samuel y a las organizaciones indígenas y campesinas como los
grandes obstáculos para sus intereses.
* Inicios de organización indígena. En la década de los 80 se fueron gestando y consolidando diversas organizaciones campesinas, algunas con referentes nacionales como la Organización Indígena de los Altos de Chiapas (ORIACH), la Confederación Nacional Campesina (CNC), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Unión de Organizaciones Campesinas (UNORCA), la Confederación Nacional de Pueblos Indios (CNPI), la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Unión Campesina Democrática (UCD), la Confederación Campesina Cardenista (CCC) y otras de carácter más estatal como Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ), Movimiento Campesino Revolucionario Indígena (MOCRI), el Comité de Defensa de la Libertad Campesina (CDLI), la Coordinadora Regional Indígena de los Altos de Chiapas (CRIACH), COLPUMALI, OPEZ, COCES y CONSUCC. La principal demanda de las organizaciones campesinas chiapanecas fue siempre la de Zapata: tierra, y como la lucha por ella fue siempre enfrentada con cárcel y asesinatos impunes, la libertad y la justicia se vinieron incubando como demandas generalizadas de toda la población campesina e indígena.
Una lucha que vino a exasperar las vías pacíficas para resolver los problemas fue la de los pueblos choles y tzeltales, que conforme a sus derechos constitucionales, demandaban al gobernador Patrocinio González Garrido, que cumpliera los acuerdos tomados con el Comité de Defensa de las Libertades Indígenas (CDLI), con el Tsoblej yu’un Jwocoltic ("Unión para resolver nuestros problemas") y con la Unión de Comunidades Indígenas de la Selva Chiapaneca (UCISECH) consistentes en la terminación de obras públicas, aceptación de intérpretes en el Ministerio Público y alto a los abusos del juez del Registro Civil en el cobro de tarifas. Se formó una Comisión Negociadora por parte del Congreso del Estado, y los acuerdos ya tomados se dilataban en cumplir. En un plantón pacífico los pueblos pedían cumplimiento de los acuerdos, cuando el gobierno de Patrocinio González en vez de dialogar, respondió con un violento desalojo, el jueves 26 de diciembre de 1992 y con el encarcelamiento de 9 dirigentes.
Los pueblos choles y tzeltales emprendieron entonces una marcha que recorrió más de mil kilómetros a pie, de Palenque a la Ciudad de México, exigiendo respeto a los acuerdos y libertad a los presos políticos. La marcha llamada Xi’Nich[15] tuvo una gran solidaridad chiapaneca y nacional[16], pero no logró más que promesas de las autoridades; sin embargo, en la imaginación de miles de indios, testigos del trato gubernamental a las luchas justas, Xi’Nich fue la gota que derramó el vaso para buscar caminos inéditos para hacerse escuchar.
Los pueblos indios de toda América llamaron al año de 1992: "500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular" y organizaron un conjunto de acciones y propuestas que permitieron a cientos de pueblos de todo el continente profundizar en la lucha por sus demandas e identificar mejor su papel en el conjunto de la sociedad moderna. En el caso chiapaneco, el 12 de octubre, San Cristóbal de las Casas fue testigo de una de las más grandes y ordenadas manifestaciones de que se tuviera memoria; en ella fue derrumbada la estatua de Diego de Mazariegos, fundador de la Ciudad Real, ahora San Cristóbal de las Casas.
El año de 1993 fue señalado por la ONU como: "el Año Internacional de los Pueblo Indígenas". En un Encuentro Nacional de la Sociedad Civil Democrática con los Pueblos Indígenas en el que participaron delegaciones de 20 estados, el 11 de agosto de 1993, en la Ciudad de México, Rigoberta Menchú señalaba:
"…es el momento de dar a conocer nuestros valores milenarios a un mundo en crisis y tenemos que preparar soluciones, no sólo de nuestras sociedades, sino de los problemas del mundo entero"[17].
Estos grandes acontecimientos, históricamente vividos por las comunidades y por los individuos, formaron parte de la memoria colectiva de campesinos e indígenas, que como herencia viva, como procesos instituyentes de nuevas y más justas relaciones sociales, como imaginación social radical, llevaron a enfrentar retos, a inventar nuevos caminos o a transformar los que ya existían.
5.1.3 Sueños y esperanzas que precedieron al 1o de enero.
El levantamiento en armas fue decidido democráticamente en cientos de asambleas, en las montañas y en la selva, ¿cómo se llegó a esa decisión?, ¿qué procesos personales, familiares y comunitarios se fueron dando a lo largo de los años para que una opción tan compleja que ponía en riesgo la propia vida pudiera ser asumida por miles de personas?, ¿qué es "lo mejor" que la guerra ofrecía en perspectiva como para poder tomar la decisión frente a lo que ya se vivía?
Veamos lo que dice la palabra misma de los zapatistas, en su Primera Declaración de la Selva Lacandona:
"… Estamos muriendo de hambre y enfermedades curables…no tenemos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros ni para nuestros hijos…
Pero nosotros HOY DECIMOS ¡BASTA!…"[18]
Pero la decisión de incorporarse personalmente a la guerra estuvo referida a la totalidad de la vida, relaciones y personalidad de cada uno de los sujetos, aunque seguramente implicó condiciones sociales y un clima comunitario que se fué volviendo favorable. Seguramente implicó también muchas discusiones y divisiones familiares y comunitarias desde varios años antes de que estallara el conflicto de manera pública[19], ¿qué procesos subjetivos se fueron desarrollando para hacer posible dicha opción?, ¿por dónde caminó la esperanza de una nueva tierra y de nuevos hombres?, ¿cuál fue el imaginario que permitió ver la guerra como medio para inventar lo nuevo, para cambiar las condiciones de miseria extrema?
En el comunicado publicado el domingo 6 de febrero, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena de la Comandancia General del EZLN dice:
"…En nuestro corazón había tanto dolor, tanta era nuestra muerte y pena, que no cabía ya… y todo nuestro mundo se llenó de pena y dolor, y tenían pena y dolor el viento y el sol, y la tierra tenía pena y dolor. Todo era pena y dolor, todo era silencio… El dolor nos hizo hablar y reconocimos que en nuestras palabras había verdad, supimos que no sólo pena y dolor habitaban nuestra lengua, conocimos que hay esperanza todavía en nuestros pechos… Miramos hacia dentro nuestro… vimos a nuestros abuelos luchar, vimos a nuestros padres con la furia en las manos, vimos que no todo nos había sido quitado, que teníamos lo más valioso, lo que nos hacía vivir y… vimos hermanos que era DIGNIDAD… y vimos que era buena la dignidad para que los hombres fueran otra vez hombres y volvió la dignidad a habitar en nuestros corazones y fuimos nuevos todavía… llegó el coraje, la valentía vino a nosotros por boca de nuestros mayores ya muertos… vimos que es malo morir sin haber luchado… entonces nuestras manos buscaron la libertad y la justicia, entonces nuestras manos vacías de esperanzas se llenaron de fuego para pedir y gritar nuestras ansias, nuestra lucha… Por todos dice nuestro corazón… Para todos todo, para nosotros nada…[20]"
En el texto anterior la ética indígena contradice radicalmente la ética y la práctica neoliberal que dice "para nosotros todo, para los o
tros nada". También aparece como fundamental la presencia viva de sus muertos, para que esos muertos, que en las culturas indígenas están presentes y son parte de la vida, vivan, para que tengan descanso. Pero quizá sea la experiencia cotidiana de la muerte, de la muerte temprana, violenta, causada por enfermedades curables, como ineludible futuro, no en tiempos y formas naturales, sino como destino impuesto desde fuera, uno de los elementos fundamentales que permitió tomar una decisión personal de incorporarse a la guerra:
"…Con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra, que acabamos por dejar de tenerle miedo… ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de muerte "natural", es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis, tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares?… porque todos los muertos, nuestros muertos, se iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin, el YA BASTA, que devolviera a esas muertes su sentido,, sin que nadie pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos que regresaran a morir otra vez pero ahora para vivir…"[21]
"Sueña Antonio con que la tierra que trabaja le pertenece, sueña que su sudor es pagado con justicia y verdad, sueña que hay escuela para curar la ignorancia y medicina para espantar la muerte, sueña que su casa se ilumina y su mesa se llena, sueña que su tierra es libre y que es razón de su gente gobernar y gobernarse… Sueña que debe luchar para tener ese sueño, sueña que debe haber muerto para que haya vida… Un viento se levanta y todo lo revuelve, él se levanta y camina a encontrarse con otros. Algo le ha dicho que su deseo es deseo de muchos y va a buscarlos…[22]"
Sin embargo, pareciera que la angustia y la inminencia de la muerte entre las comunidades no sólo aparecía por las enfermedades y el hambre crónica, que sólo en 1993 mataron a más de 15,000 indígenas, como lo constatara el mismo obispo Samuel Ruíz García en una de sus primeras conferencias de prensa después del 1o de enero, sino que la muerte también aparecía, con mucha frecuencia, de manos de guardias blancas de los ganaderos y de policías del gobierno. En el dramático y a la vez hermoso texto poético: "Chiapas: el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía", se va narrando con conocimiento de la historia reciente, cómo de la miseria misma surge, como un viento suave, la posibilidad, la imaginación, la invención de algo nuevo. Y en medio de metáforas, se narra una serie de acontecimientos sociales colectivos, que acabaron por dar a luz el movimiento insurreccional:
"Los más… están ensordecidos por el llanto y la sangre que, muerte y miseria, les gritan al oído. Pero… escuchan otra voz, no la que viene de arriba, sino la que trae el viento de abajo y que nace del corazón indígena de las montañas, la que les habla de justicia y libertad… la que les habla de esperanza… Y cuentan los más viejos de entre los viejos …que hubo un tal Zapata que se alzó por los suyos y que su voz cantaba, más que gritar, ¡Tierra y Libertad! Y cuentan estos ancianos que no ha muerto, que Zapata ha de volver… Y cuentan que también la esperanza se siembra y se cosecha. Y dicen los viejos que el viento, la lluvia y el sol están hablando de otra forma a la tierra, que de tanta pobreza no puede seguir cosechando muerte, que es la hora de cosechar rebeldía… "Zapata" insiste el viento, el de abajo, el nuestro[23].
En esa imaginación indígena de lo nuevo, en esa profecía de un futuro distinto, como mediación y espacio de solución a las grandes carencias, arraigadas en la cultura y la mística propia, y como propuesta comunitaria, parece que cada uno de los hombres y mujeres pudo optar por caminar nuevos caminos, por recorrer nuevas veredas. La profecía del movimiento es la insurrección en pos de la dignidad, la libertad, la justicia y la paz[24].
En este recorrido inicial también es necesario reconocer que si varios miles de hombres y mujeres optaron por la lucha armada, otros miles no optaron por esa forma de lucha, ya fuera por su vínculo con el partido oficial, ya fuera por una opción civil y política de autonomía e independencia, tanto frente a la naciente como frente a la vieja organización. Por otros motivos, miles de indígenas, conscientemente, no optaron por la lucha armada, aunque conocían bien las razones profundas que la animaban; para ellos la opción fue igualmente difícil y seguramente no exenta de historias complejas, de desgarramientos familiares y comunitarios muy poco conocidos. Dos caminos distintos para el cambio convivieron durante largo tiempo.
5.1.4 Las ocpds de Chiapas antes del Año Nuevo.
Desde la década de los setenta se habían formado en Chiapas las primeras organizaciones civiles de promoción de desarrollo (ocpds) como parte de los organismos no gubernamentales (ongs), para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de los indígenas y promover proyectos de desarrollo. A lo largo de estos años surgieron alrededor de dos docenas de ocpds, que llevaron a cabo experiencias de apoyo a las comunidades indígenas y campesinas en diferentes ámbitos de la vida cotidiana: salud comunitaria, organización de mujeres, tecnología agrícola, educación, derechos humanos, cultura indígena, ecodesarrollo, y otros campos. Las experiencias se llevaron a cabo en diferentes regiones del estado y al lado de muy diversas organizaciones campesinas:
"Las ong’s han venido contraponiendo redes de capacitación, salud, derechos humanos, organización de mujeres, proyectos productivos autónomos… los cuales tienden a generar proyectos alternativos de vida y organización comunitarias…[25]"
Las ocpds conocieron bien la historia de las luchas indígenas y campesinas chiapanecas, conocieron de cerca la situación de miseria y promovieron su transformación ofreciendo capacitación en salud, agroecología, defensa de los derechos humanos y otras muchas. Las ocpds fueron testigos de la polarización creciente que se dió durante los últimos dos gobiernos por la falta de respuestas públicas satisfactorias. También conocieron muy de cerca la política gubernamental autoritaria de Patrocinio y los problemas que generó la modernización en el campo.
Otro terreno de experiencias colectivas de las ocpds que fue conformando una cultura por la paz y abriendo un horizonte de expectativas nuevo, fue sin duda la aproximación cada vez más viva a los problemas de la guerra y la paz. En las ocpds mexicanas estos conceptos, habían estado casi siempre relacionados con experiencias distantes, fuera del territorio nacional: Europa, Estados Unidos, Medio Oriente o con las guerras y dictaduras latinoamericanas: Chile, Argentina, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. La guerra y la paz aparecían como imágenes, problemas, estados de ánimo y sentimientos lejanos, extraños.
De algún modo esta problemática se acercó a la vida y a la opinión pública nacional en la medida en que los afectados de aquellas guerras llegaron a México: en el pasado lejano los asilados españoles, en la década de los setenta los chilenos y argentinos, en los ochenta los guatemaltecos y salvadoreños, en los noventa los haitianos. Más recientemente el golpe militar en Haití y la guerra de Irak impactaron la conciencia de sectores democráticos de la sociedad mexicana, generando un corto movimiento antibélico[26] y la formación de comités de solidaridad.
El exilio y el refugio cumplieron el papel de despertar las primeras conciencias ciudadanas ace
rca de los problemas de la guerra y la paz de otras latitudes, del derecho humanitario, originando las primeras acciones y comités populares y estudiantiles de solidaridad con los pueblos en resistencia. En esos mismos años floreció también una veta diplomática de no intervención y de acción gubernamental que reconocía las justas luchas de los pueblos por darse la forma de gobierno que desearan. Esa rica tradición, inspirada en la doctrina Estrada, ha continuado en el discurso diplomático, aunque no en las prácticas políticas concretas, pues en los tres últimos sexenios ha venido creciendo la subordinación a las decisiones norteamericanas en política interna y externa[27].
En la década de los ochenta, las ocpds vivieron la irrupción masiva al territorio chiapaneco de 43 mil guatemaltecos, reconocidos como refugiados por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y de alrededor de otros 200 mil salvadoreños y guatemaltecos más, no reconocidos por ACNUR, que venían huyendo de la violencia institucionalizada de sus países.
En respuesta a esta grave situación, apoyadas por la Iglesia Católica y por organismos humanitarios internacionales, nacieron cuatro o cinco organizaciones civiles mexicanas de atención a los refugiados guatemaltecos, primero en Chiapas y poco después en Campeche; al mismo tiempo otra docena de ocpds atendía a lo largo del territorio nacional a los refugiados salvadoreños y a otros muchos guatemaltecos también dispersos. Las ocpds que trabajaban con refugiados formaron en 1989 la Coordinadora Nacional de Organismos No Gubernamentales de Apoyo a Refugiados (CONONGAR)[28].
De esta manera, la experiencia colectiva de convivencia y atención
cotidiana a hombres y mujeres, a jóvenes y ancianos, a niñas y niños que venían huyendo de los horrores de la guerra, empezaron a resignificar el quehacer de las ocpds, a destacar en carne propia las profundas implicaciones sociales, familiares, económicas, organizativas y políticas que los conflictos armados ocasionan. Este campo de experiencias, desplegado a lo largo de los meses, empezó a perfilar en los miembros de las ocpds una vocación civil, humanitaria y por la paz.
Entre 1989 y 1993, las ocpds chiapanecas desplegaron diversas experiencias de organización y articulación: reuniones periódicas de análisis de coyuntura regional convocadas por el Centro de Información y Análisis de Chiapas (CIACH); encuentros inicialmente convocados por Chiltak para conformar la Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia de Chiapas frente a la política fiscal de 1989, en donde llegaron a participar 20 ocpds, aunque a lo largo del proceso quedaron siete. También frente al autoritarismo de Patrocinio las ocpds constituyeron un Comité de Defensa; y más específicamente en 1992, con un claro referente indígena, se creó un nuevo organismo para coordinarse en vistas a los 500 años de resistencia:
"En el 92, junto con varias organizaciones sociales se formó el Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas (FOSCH), para coordinarnos para el 12 de octubre, el quinto centenario de la Resistencia India, Negra y Popular…"
"Esa primera experiencia que tuvimos desde el 88, 89, en diferentes formas de colaboración y de unión fueron dando identidad y nos permitieron unirnos mejor… se quedaron 7 u 8 organizaciones, comprometidas al cambio, a este forjar el sujeto político, tanto en el trabajo en comunidad, porque muchas de las ongs que estamos aquí estamos en este apoyo y acompañamiento, aportando para que se vaya forjando el sujeto histórico…"[29]
A fin de tomar una posición ante los enfrentamientos entre militares y grupos armados en mayo de 1993 en la Sierra de Corralchén, varias ocpds continuaron la articulación iniciada en 1989 y ampliada en 1992, sobre todo a través del análisis de la situación y planteamiento a las autoridades de la necesidad de cambios profundos en la política económica y social de Chiapas:
"Uno de los antecedentes dentro del análisis era que la situación se venía cada vez más difícil, con un artículo 27 que ya no permitía la posibilidad de tener un pedazo de tierra, la concentración cada vez mayor de la tierra en manos de poca gente, había ya algunas quejas de campesinos de cómo se estaba preparando todo junto con el programa de certificación de derechos ejidales, veíamos que se complicaba mucho más la situación y advertíamos que nosotros como organizaciones civiles de promoción del desarrollo nos teníamos que haber preparado para esa situación tan difícil.. pero muchos de nosotros estábamos en crisis económica… Hicimos un análisis después de mayo de 93 de cómo veíamos que la situación de guerra estaba presente, se hicieron esos análisis, se llevó a Convergencia y no nos hicieron mucho caso…[30]
Esas primeras experiencias de trabajo conjunto en un misma zona, las perspectivas de búsqueda de un cambio en las condiciones de vida de los pueblos indios, fueron sin duda las primeras piedras de la articulación posterior de las ocpds frente a la nueva situación de 1994.
A partir del 1o de enero de 1994 en que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional irrumpió en el escenario nacional el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, la paz y la guerra cambiaron cualitativa y masivamente de significado. El movimiento zapatista se transformó en un analizador histórico[31] privilegiado de la sociedad mexicana, pues a través de él se hicieron públicos, aparecieron a la luz los más diversos compromisos, las más variadas posiciones, reflexiones, alianzas y acciones de todos los grupos sociales. Chiapas permitió conocer y desconstruir las causas e intereses particulares implicados, que se encuentran en la génesis histórica y social del conflicto y que lo atraviesan a lo largo de su desarrollo.
Las primeras calificaciones que el gobierno federal hizo del conflicto expresan su apreciación del movimiento, su modo de valorar las razones del levantamiento armado y los esquemas conceptuales que le llevaron a diseñar y justificar la estrategia militar y política para salirle al frente. El primero en hablar fue el subsecretario de Gobernación, Ricardo García Villa, el 1o de enero, señalando que en México no hay causas para una protesta de la naturaleza que se empezaba a vislumbrar, puesto que hay caminos para resolver cualquier conflicto por las vías legales:
"ante los lamentables acontecimientos suscitados en cuatro cabeceras municipales del estado de Chiapas… convocar a esos grupos… a deponer la actitud asumida y a establecer, dentro de los cauces legales, el diálogo al que han estado y siguen dispuestas (sic) las autoridades municipales, estatales y federales…[32]"
El 2 de enero los aviones del Ejército mexicano empezaron a roquetear a la población civil y a la prensa, hiriendo a dos socorristas de la Cruz Roja, y al día siguiente a Ismael Romero, corresponsal del diario La Jornada. El 3 de enero, el gobierno, a través de Socorro Díaz, subsecretaria de Gobernación atribuyó el levantamiento a grupos violentos con una mezcla de intereses y de personas nacionales y extranjera, mostrando afinidades con otras fracciones violentas centroamericanas, insinuando así los orígenes del conflicto. Esto también fue expresado a través del gobernador interino Elmar Setzer, que de paso aprovechó para involucrar en él a la diócesis de San Cristóbal de Las Casas:
"200 individuos, en su mayoría monolingües, han realizado actos de provocación y violencia… (se) encuentran penetrados por individuos con evidente capacit
ación paramilitar… (y) algunos de los sacerdotes católicos de la Teología de la Liberación y sus diáconos se han vinculado a estos grupos[33]".
La percepción gubernamental del EZLN ha tenido siempre este sustrato duro, eminentemente policíaco-militar, que acompañó la estrategia frente al conflicto a lo largo de los cuatro primeros años, llevando a que en los momentos de avance del diálogo y la negociación surgieran sistemáticamente agresiones ya fueran militares, paramilitares o judiciales, a veces de gran violencia oficial[34].
Notas
[1] Las condiciones de miseria creciente y de mayor represión a los indígenas chiapanecos como antecedentes del conflicto son tratados en un texto poético de los zapatistas titulado: "Chiapas: el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía". Selva Lacandona, Agosto de 1992. Publicado en: "La palabra de los armados de verdad y fuego". Fuenteovejuna. México, marzo de 1994, págs. 20 a 35.
Otros textos para consultar son:
- Centro de Información y Análisis de Chiapas (CIACH,A,C.). Antecedentes y Desarrollo del Conflicto en Chiapas, Mimeo, San Cristóbal de las Casas, Chis, 1993.
- Hidalgo, Onécimo. Los campesinos en el proyecto de Modernización. Centro de Información y Análisis de Chiapas, A.C. San Cristóbal de las Casas, Chis, 1993.
- Avendaño, Amado. "Las leyes de Chiapas, instrumentos de represión contra la democracia". Ponencia presentada en la Reunión de Ciudadanos por la Democracia, realizada en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 28 de febrero de 1992.
- Los hombres sin rostro I y II, y Los hombres y mujeres sin rostro III. Expediente sobre Chiapas. Compilación de documentos. CEE-SIPRO, México, agosto de 1994, 1995 y 1996.
- Pensar Chiapas, repensar México. Varios autores, Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, México, 1994.
- Reygadas, Pedro y otros. La Guerra de Año Nuevo, Praxis, México, agosto de 1994.
- González Casanova, Pablo. "Causas de la rebelión en Chiapas", Perfil de La Jornada, Ciudad de México, martes 5 de septiembre de 1995.
[2] Para este apartado nos hemos apoyado principalmente en los materiales de Onécimo Hidalgo, reconocido investigador del Centro de Investigación y Análisis de Chiapas A.C., (CIACH), que ha trabajado en la sistematización de la información local desde hace más de diez años. Hidalgo también fue miembro de CONPAZ-ESPAZ. Una síntesis de su trabajo fue presentada en México, D.F. en el Seminario de Análisis de Coyuntura organizado por SIPRO, el 15 y 16 de abril de 1994.
[3] La socialización secundaria es la internalización de "submundos" institucionales o basados sobre instituciones,… es la adquisición del conocimiento específico de "roles", estando éstos directa o indirectamente arraigados en la división del trabajo… "Los submundos" internalizados en la socialización secundaria son generalmente realidades parciales que contrastan con el "mundo de base" adquirido en la socialización primaria. Sin embargo, también ellos constituyen realidades más o menos coherentes caracterizadas por componentes normativos y afectivos a la vez que cognoscitivos…". Berger, Peter y Luckmann, Thomas. La construcción social de la realidad, Amorrortu. Buenos Aires, 1979, pp. 174-184.
[4] En 1994, la familia de Absalón Castellanos poseía 14 fincas en el estado, repartidas en los municipios de las Margaritas, la Independencia, Tzimol, Estación Juárez, Amatenango del Valle, Ocosingo, Mapastepec, Chicomuselo, Altamirano y Comitán: El conjunto de propiedades comprendían alrededor de 20,000 hectáreas y 10,000 cabezas de ganado. En su sexenio hubo 153 asesinatos políticos, 692 encarcelados, 503 secuestrados y torturados, 32 campesinos desaparecidos, 407 familias expulsadas de sus comunidades, 54 desalojos de poblaciones, 12 mujeres violadas y 29 ataques a marchas de protesta. Uno de sus secretarios de gobierno fue Javier Coello Trejo, que sería conocido más tarde por tolerar la violación de mujeres que hacían sus guardaespaldas personales a principio del gobierno de Salinas.
[5] González Casanova, Pablo. Op. cit., pág. III.
[6] El art. 20 del Código Penal dice: "Cometen el delito de rebelión los que se alcen públicamente contra las instituciones del gobierno del Estado para: …suspender, destruir o impedir la integración de dichas instituciones a su libre actuación; o la elección de algunos servidores públicos a que se refiere la Constitución Política Local".
El art. 13 señala: "en toda muchedumbre, los dirigentes, inductores, provocadores y cualesquiera otras personas que realizaren actos que puedan calificarse como determinantes sobre la misma para la comisión de uno o más delitos, serán considerados como autores de ellos…"
En 1990 se modificó y el texto apareció de nuevo y más agravado en otro Código Penal, señala Amado Avendaño en una ponencia presentada a la reunión de "Ciudadanos por la Democracia", el 28 de febrero de 1992, en San Cristóbal de las Casas.
[7] Para profundizar en el comportamiento electoral en la entidad en los últimos cinco lustros puede consultarse el artículo "¿Qué pasó y qué pasa en Chiapas?" de Mario B. Monroy: Pensar Chiapas, Repensar México, págs. 39 a 69 y más particularmente de la 45 a la 47.
[8] Para precisar más lo que significó la problemática del bajo precio internacional del café, puede consultarse: el artículo de Neil Harvey: "Reformas Rurales y Rebelión zapatista: Chiapas 1988-1994", en Paisajes Rebeldes, Una larga noche de rebelión indígena, Lloyd, Jane-Dale y Pérez Rosales, Laura (Compiladoras), Universidad Iberoamericana, Historia y Grafía, México, 1995, pp. 211-238, en donde el autor señala que en 1989 cayó el precio internacional del café en un 50%; que el gobierno mexicano no apoyó los esfuerzos de otros países latinoamericanos para restablecer el sistema de cuotas e incrementar los precios pagados a los productores. Resultando así, que entre 1989 y 1993 los pequeños productores sufrieron en promedio una caída del 70% de sus ingresos en ese período, dejando de ser considerados como sujetos de crédito.
[9] Hidalgo, Onécimo. En: ¿Los campesinos en el proyecto de Modernización? Centro de Información y Análisis de Chiapas. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, febrero de 1993, pág. 3
[10] López Monjardin, Adriana. Chiapas: las dos guerras. Mimeo, marzo de 1994.
[11] González Casanova, Pablo. Op. cit., pág. III.
[12] Hidalgo, Onécimo. Op. cit., passim.
[13] García de León, Antonio. "La Vuelta del Katún, (Chiapas a 20 años del Primer Congreso Indígena)", Perfil de La Jornada, México, D.F., miércoles 12 de octubre de 1994, pág II.
[14] La voz "j’tatic" es empleada para señalar con respeto y cariño a alguien ya entrado en la edad de los ancianos que ha demostrado a todo l
o largo de su vida su servicio constante al pueblo y su sabiduría a través de su acción y su palabra.
[15] Xi’Nich es el nombre tzeltal que se da a las hormigas que caminan de noche.
[16] Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro. Desalojo violento de 300 indígenas tzeltales y choles en Palenque, Chiapas. Expediente previo a la Marcha Xi’Nich, Ciudad de México, 17 de febrero de 1992.
[17] Menchú Tum, Rigoberta: Encuentro Nacional de la Sociedad Civil Democrática con los Pueblos Indígenas: hacia un Nuevo Pacto Nacional, Consejo Mexicano 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, México, 1993.
[18] Primera Declaración de la Selva Lacandona. Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Comandancia General del EZLN. Año de 1993. La palabra de los armados de verdad y fuego. Fuenteovejuna, México, marzo de 1994, pág. 5.
[19] Quizá uno de los casos más conocidos y dramáticos es el de la Asociación Regional de Interés Colectivo (ARIC) Unión de Uniones, en que alrededor de la mitad de 130 Uniones de Ejidos se incorporaron al alzamiento y la otra mitad también se dividió en dos organizaciones: una ARIC Independiente y una ARIC oficial. Esto formó parte de un muy largo proceso en que las organizaciones dedicadas casi exclusivamente a asuntos de producción y económicos, con la orientación de asesores gubernamentales, se dividieron o se supeditaron paulatinamente a los intereses de los gobernantes en turno. Poco antes de la Masacre de Acteal del 22 de diciembre de 1997, la ARIC oficial expulsó a sus asesores y desde su mutua opción por las vías pacíficas, las dos ARIC se reconciliaron con perspectivas de identidad de pueblo indio y de reconocimiento a las causas justas de los hermanos zapatistas.
[20] La Jornada. Domingo 6 de febrero, página 10.
[21] ¿De qué nos van a perdonar? CCRI-CG-EZLN. La Jornada, 19 de enero, pág. 1.
[22] "Chiapas: el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía". La Palabra de los armados de verdad y fuego. Fuenteovejuna, México, 1994, pág 35.
[23] Ibid., pág. 31.
[24] Mülhmann señala que los movimientos mesiánicos se mueven a partir de una profecía, que actúa en los referentes del grupo para volver a instituir los cambios posibles con los materiales doctrinales que están directamente relacionados con el grupo. "Es posible calificar como histórico en el sentido en el que reinstituye cualquier material doctrinal o dogmático en una relación directa y exclusiva con su propio grupo. El acontecimiento actual es visto a la luz de ese corpus dogmático, pero ese corpus a su vez es aclarado por el acontecimiento actual, que aparece como una forma plena de vida relgiosa, pero estrictamente "etnocéntrica", y relativa al microgrupo del "Nosotros". El profetismo asume el papel funcional de la tradición, que es la reinterpretación etnocéntrica ilimitada del material en función de las perspectivas del grupo. Transcribimos la versión original en francés, que dice así: "On peut… qualifier d’"historique" ce mode d’interpetation du profhétisme millénariste, "historique" au sens où il réinstitue n’importe quel matériel doctrinal ou dogmatique dans un rapport direct et exclusif avec son propre group. L’événement actuel est vu a la lumière de ce corpus dogmatique, mais ce corpus à son tour est eclairé par l’événement actuel-c’est là , si on veut une forme accomplie de vie religieuse mais strictement "ethnocentrique" et relative au micro group des "Nous". Le prophétisme asume ici le rôl fonctionnel de la tradition, qui est la réiterpretation ethnocentrique illimitée du materiel en fonction des perspectives du groupe" (Traducción propia). Mülhmann, Wilhelm, E. En: Messianismes révolutionaires du tiers monde, pp. 205 y 206.
Aunque ciertamente, me parece difícil analizar el movimiento zapatista como un movimiento mesiánico-milenarista, dado su programa de 16 puntos, sus planteamientos claramente nacionales y aún internacionales, y su despliegue organizativo y táctico que dispone de toda suerte de medios para tratar de llevar adelante su campo programático. En relación a la posiblidad de esta caracterización, el historiador Enrique Florescano señala: "Esos movimientos antiguos, que llamamos mesiánicos, tienen un líder que va a cambiar el mundo, va a derrotar a los que están arriba y a poner en su lugar a los humildes, a los pobres, a los oprimidos. El zapatista no es un movimiento con esas características. Por primera vez tienen una propuesta hacia el futuro no para volver atrás. Y al revés de esos movimientos que eran locales y nunca rebasaron el territorio étnico, el zapatista actual es un movimiento político que prácticamente aspira a ser nacional. Sus principales propuestas son de orden político nacional". Citado en: Academia Mexicana de Derechos Humanos. Boletín Especial Chiapas No. 3, marzo 7 a 14 de 1995, Ciudad de México, pág. 5.
[25] PRODUSSEP. Nuestro trabajo en salud ante la nueva situación. 31 de enero de 1994, pág. 1.
[26] ¡Paz Para los Pueblos! fue un movimiento antibélico al que se sumaron diversos sectores de la sociedad mexicana a raíz de la llamada "guerra quirúrgica televisada contra IRAK", en febrero de 1992.
[27] En mayo de 1991, John Dimitri Negroponte, embajador de los Estado Unidos en México anunciaba el comportamiento previsible de la política exterior mexicana en la órbita de un Tratado de Libre Comercio profundamente disimétrico, en el ya famoso Memorándum Confidencial enviado al subsecretario de Estado Bernard Aronson a Washington, en donde decía: "… Desde una perspectiva de política exterior, un TLC institucionalizaría la aceptación de una orientación estadounidense en las relaciones exteriores de México… En cierta manera, la adopción de un TLC nos ayudaría a poner de forma abierta y legítima lo que muchos sienten debería de ser la relación entre México y EU hace mucho tiempo…" Proceso, No. 758, 13 de mayo de 1991, pp. 8-11.
[28] La CONONGAR ocupó de 1992 a 1994 la coordinación de la Mesa de Refugiados Latinoamericanos del Consejo Internacional de Agencias Voluntarias (International Council of Voluntary Agencies: ICVA), con sede en Ginebra, Suiza, organización con estatuto de consultora de la Organización de Naciones Unidas.
[29] Entrevista Colectiva con Gerardo, Alma, Hugo, Gustavo, Onécimo, Fernando, Emily y Abraham, coordinador general y miembros de las Comisiones de Derechos Humanos, Análisis e Información, proyecto Eco (Unidad Europea), y Salud de Conpaz. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 22 de mayo de 1996, pág 4.
[30] Ibid., pág. 5
[31] "A grandes rasgos, podemos decir que el analizador es toda aquella persona, situación, acción, que desconstruye lo instituido de la institución. Y en esta definición encontramos ya una serie de elementos interesantes… más allá de las teorías…, el análisis es aquí entendido como el efecto analizador,
el análisis es una acción de desconstrucción que tiene efectos mediatos e inmediatos, en función de las relaciones de poder, de autoridad, de saber de los participantes de toda la estructura oculta de la institución revelada de manera más o menos virulenta por los analizadores." Manero Brito, Roberto. "Introducción al Análisis Institucional". TRAMAS No. 1. Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Xochimilco, México, Diciembre de 1990, pág 143. En el capítulo I de este libro se trabaja con mayor detalle el concepto de analizador histórico.
[32] La Jornada, 2 de enero de 1994.
[33] La Jornada, 2 de enero de 1994.
[34] El Congreso Nacional Indígena Permanente en sus sesión del 21 de noviembre de 1996 presentó una investigación que mostraba cómo cada avance en el diálogo por la paz en Chiapas era acompañado siempre de golpes orquestados por dependencias del gobierno federal o por grupos armados tolerados por el gobierno local y a menudo preparados por personal militar o ex-militar. Para esta dinámica puede consultarse también el artículo y los cuadros de concentración de Campesinos Asesinados, de Desalojos y Detenciones de Campesinos a lo largo de 1995, de Hidalgo, Onécimo: "De ofensivas se trata", en: Mujeres y Hombres Sin Rostro III, op. cit. págs. I-XIII, o Chiapas, Camino a la Masacre, Informe especial sobre Chenalhó, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, enero de 1998, publicado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, o también Chiapas. La guerra en Curso, Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Ciudad de México, 1998.
Datos para citar este artículo:
Rafael Reygadas Robles Gil. (2006). 5.1 El contexto de la guerra. Revista Vinculando, 4(1). https://vinculando.org/sociedadcivil/abriendo_veredas/51_contexto_guerra.html
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