Este concepto surge hace aproximadamente 30 en Australia, gracias a la unión de dos personas; uno fue la parte pensante, el intelectual que vinculó los conceptos agroecológicos, su nombre es David Holmgren y el otro la parte sintiente, quien imprimió lo afectivo, llamado Bill Molison. Esta unión virtuosa dio al mundo una alternativa que promueve realmente la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer las de las generaciones futuras; siempre en armonía y respeto del entorno.
La palabra permacultura es la contracción de dos palabras inglesas: permanent agriculture (agricultura permanente) o permanent culture (Cultura permanente); a partir de esto se puede conceptualizar como una disciplina que busca la sustentabilidad a través del diseño de espacios humanos; ¿de qué estamos hablando?, bueno, pues de lograr en un terreno (sin importar las dimensiones) poder satisfacer las necesidades humanas básicas: alimento, cobijo, educación, salud, entretenimiento. Todo esto en armonía con el entorno.
Para lograrlo es necesario tomar en cuenta unos principios éticos, mismos que otras alternativas no se toman en cuenta, éstos son:
- Cuidar al planeta: Este principio es la utilización de productos químicos naturales, tales como composta, lombricomposta, control natural de plagas, por mencionar algunos, siempre con una conciencia planetaria, tomando en cuenta que las acciones locales al corto, mediano o largo plazo tienen una repercusión global.
- Cuidar a las gentes: En el momento en que cambiamos la forma de cultivar la tierra de una manera sana, es cuando se lleva a efecto esta ética, estamos ofreciendo alimento limpio, libre de tóxicos, no se quiere ser dios al intentar de manera bizarra, generar individuos genéticamente modificados con el sólo hecho de obtener beneficios económicos en un pequeño grupo de personas, sin importar los impactos que éstos pudieran tener en el ambiente o en la salud humana.
Al contrario, el permacultor, desde el momento de preparar la tierra o alimentar al ganado, lo hace con la intención de saber que lo que se está cultivando no sólo lo beneficia a él o a ella y su familia, sino a todos los que van a tener acceso al producto. - Compartir los excedentes: Esta ética no se limita a productos tales como hortalizas, producción de lácteos, procesar carne u ofrecer servicios de diseño; esto quiere decir que una vez satisfechas las necesidades de la familia, entonces ya estamos en condiciones de comercializar o intercambiar lo que estamos produciendo; también tiene que ver con la posibilidad de poder ofrecer un curso taller en diseño en permacultura o simplemente como lo estoy haciendo yo, a través de este artículo; es compartir lo que mucha gente en el planeta hemos tomado como una forma de vida.
- Cooperar en vez de competir: En este tiempo, a mi parecer es la ética que toda la humanidad y en todas las áreas de la convivencia humana se debe poner en práctica; uno de los grandes errores, en algunos productores orgánicos, es el producir orgánicamente, para ganar más que otros; esto hace que el producto pierda mucho de su valor anímico espiritual, ya que podrá estar cultivado o criado con todas las normas y reglas de la certificación orgánica, pero, la intención es de nuevo el ganar más, no digo que no se trabaje para obtener ingresos, sino que también vaya acompañado de una carga de espiritualidad (ojo no confundir con religión), es la intención o la vibra lo que da calidad al producto, y si se hace en sentido de comunidad, de apoyarnos unos con otros, estamos generando una red global mejor que la propone el neoliberalismo, no hay un ganador, todos somos ganadores.
Estas éticas siempre acompañan al permacultor, cuando está a punto de ecoconstruir su casa, de preparar la tierra, o de beneficiarla, toma en cuenta estas cuatros reglas que permiten un trabajo verdaderamente digno y ocupado por mejorar las condiciones de su persona y de los demás.
Hasta aquí le dejo en esta primera entrega, en la siguiente platicaré más acerca de los principios ecológicos.
* Permcultor y educadorambiental [email protected]
Datos para citar este artículo:
Revista Vinculando. (2007). Permacultura. Alternativa sustentable para el campo y la ciudad (1a parte). Revista Vinculando, 5(1). https://vinculando.org/economia_solidaria/permacultura_alternativa_sustentable.html
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