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Lula. Biografía Política de un Obrero. Un obrero presidente de Brasil

Autor(a): Leonardo Boff - 18 Jul, 2003
¿Cómo citar este artículo?  

Lula pisó por primera vez el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema en 1967, cuando trabajaba en las Industrias Villares. En 1969 fue electo suplente de la dirección del sindicato y, en 1972, miembro del comité ejecutivo. En 1975, asumió por primera vez la presidencia del sindicato, electo con más del 90% de los votos. Reelecto en 1978, innovó las campañas salariales, introduciendo la lucha por la reposición salarial y promoviendo amplias movilizaciones de masas.

CAPITAL POLITICO EN ASCENSO

Febrero de 1979. En Morumbí, Corintains y Guarany los dos equipos de más garra, decidían el campeonato paulista. Se iniciaba la campaña salarial de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema. La pauta de las reivindicaciones incluía 34.1% mas del índice oficial, como reposición de las perdidas salariales. Viendo la multitud en el estadio, Lula tuvo una idea: convocar una asamblea sindical capaz de llenar un campo de fútbol.

13 de marzo de 1979: 80 mil metalúrgicos en paro ocupaban el estadio de Villa Euclides, en Sao Bernardo do Campo. Sin micrófono, Lula pronunció su discurso repetido por los que lo oían, como ondas sucesivas de un lago golpeado por una piedra. Dos días después, cuando 170 mil trabajadores ya estaban en paro, la huelga fue considerada ilegal. En la madrugada del 23 de marzo, en Brasilia, el ministro de trabajo, Murilo Macedo, habla con el gobernador paulista Pablo Maluf. Poco después, tropas de la policía militar arremetieron contra el sindicato.

La represión al movimiento fue implacable. Con Vila Euclides cerrada, los trabajadores sus asambleas en la iglesia Matriz de Sao Bernardo do Campo. Pero al discutir con los empresarios una tregua de 45 días, Lula exigió y obtuvo la reapertura del estadio.

El 1 de mayo de aquel año coincidió con el periodo de tregua. 150 mil trabajadores participaron del acto comando por Lula en la Villa Euclides.

Al final de la tregua, el 13 de mayo, se firmó entre empresas y sindicato, la intervención fue suspendida y la huelga terminó. Aunque se redujo a ganancias salarias, el saldo político del movimiento fue significativo. El gobierno revelo a los trabajadores todo su potencial represivo; se vio la tónica de subordinación del poder público a las multinacionales, y del misterio del trabajo, a la Federación y el centro de las industrias del estado Sao Paulo; la Ley de Huelga quedo desmoralizada; mientras los liderazgos de Lula y sus compañeros de comité ejecutivo conquistaron más representatividad.

LA HUELGA DE LOS 41 días

En 1980, Lula lidereó la histórica huelga de los 41 días. La campaña salarial de los metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema reivindicaba sobre todo garantías laborales, reducción de la jornada de trabajo a 40 horas semanales, control de las jefaturas por los trabajadores y derecho de los dirigentes sindicales a ingresar en las empresas en cualquier momento. Como los patrones se mostraban irreductibles a las negociaciones, la huelga inicio el primero de abril cuando 140 mil metalúrgicos se cruzaron de brazos.

La represión al movimiento incluyo hasta helicópteros del ejército que, armaron con ametralladoras, sobrevolaban las asambleas de Villa Euclides. Lula consiguió que los trabajadores no se dejaran intimidar. Mientras cantaban el himno nacional, todos erguían banderitas de Brasil distribuidas por el sindicato.

El 17 de abril, el ministro de trabajo decreto la intervención en el sindicato presidido por Lula. El día 19, a las 6 AM, Lula fue apresado en su casa por el Depto. de Orden Público y Social en una operación coordinada por el gobierno de Paulo Maluf, que incluyo con el encarcelamiento de innumerables dirigentes del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos ABC, y de sindicalistas y juristas de Sao Paulo.

El 1 de mayo, Lula tuvo la alegría de saber, en prisión que 120 mil personas se habían reunido en una manifestación en Sao Bernardo do Campo. La tristeza, pocos días después, fue a obtener permiso especial para asistir escoltado a la misa de cuerpo presente de su madre. Como forma de presión para que los patrones retomasen las negociaciones, Lula y sus compañeros de cárcel hicieron seis días de huelga de hambre.

El 20 de mayo de 1980, Lula obtuvo su prisión preventiva revocada. Liberado, al llegar a su casa, lo primero que hizo fue a sacar a los pajaritos de su jaula.

Juzgado por la justicia militar en noviembre de 1981, recibió una pena de tres años y seis meses de prisión; posteriormente el Tribunal Superior Militar anulo el proceso.

La huelga termino el 11 de mayo y obtuvo un gran avance político en la organización.

LISTO PARA ASUMIR LA PRESIDENCIA

La propuesta de crear el PT surgió el mismo día en que nació Sandro, hijo de Lula el 15 de julio de 1978. En el hotel Bahía, en Salvador, donde participaron en un congreso de los petroleros, Lula declaro a la prensa que había llegado la hora de que la clase trabajadora creara su propio partido político.

Lula descubre que la cuestión sindical también es un asunto político. Todos los partidos pretendían ser la voz del pueblo mientras el propio pueblo no tenia como expresar su voz.

En enero de 1980, más de 80 diputados se reunieron en el hotel Pampas Palace, en Sao Bernardo do Campo, para debatir la propuesta del PT. Ninguno de ellos soporto asumir por más de una lección un partido clasista, con disciplina y democracia internas, y un programa socialista.

Lula recorrió Brasil, para convencer a la clase trabajadora de que era inútil esperar que un Congreso Nacional repleto de empresarios hiciera leyes favorables a los asalariados.

En 1982, el PT, que ya congregaba a 400 mil militantes en todo el país, lanzo a Lula como candidato a gobernador de Sao Paulo. A pesar de la falta de recursos de la campaña Lula obtuvo 1200 000 votos. En 1986, fue elegido a la Asamblea Nacional constituyente con 652 000 votos, el mayor índice obtenido por un diputado federal en aquella elección. De los 572 municipios de Sao Paulo, el recibió votos en 568, sobre todo en las regiones industriales. En la Constituyente, su actuación a favor de los intereses de los trabajadores fue considerada ejemplar por la prensa especializada.

Presidente del partido, reelecto desde su fundación, Lula dejo el cargo en 1987, reforzando el principio de rotación. Desde entonces es presidente honorífico del PT. Ayudó a fundar la Central Unica de Trabajadores, la Central de Movimientos Populares y el Instituto Ciudadanía, el cual dirige.

Ahora, se prepara para tomar posesión de la presidencia brasileña apartir del primero de enero del 2003, después de la votación más grande en la historia mundial que un presidente ha recibido.

LA CLASE TRABAJADORA VA A LA PRESIDENCIA

En este octubre de 2002, Lula tuvo unos varios regalos: recibió el 49% de la votación para presidir Brasil el 6, y enfrentó la 2ª vuelta el día 27 con una votación del 62%. Así, al llegar a sus 57 años de edad fue electo presidente por más de 57 millones de brasileños en su cuarto intento por la presidencia de Brasil. Es la más alta votación mundial que recibe un president
e y es el primer obrero presidente.

Lula se postuló para presidente por primera vez hace doce años. Habían pasado ya 29 años sin elecciones directas para presidente de la república – de 1964 a 1985 Brasil fue gobernado por una dictadura militar. Los 82 millones de electores brasileños (de los cuales 63 millones son semianalfabetas y ganan máximo tres salarios mínimos al mes) les depara un pleito presidencial en noviembre de 1989, con un hecho inusitado: con cuatro personalidades muy sobresalientes para ser elegidas y con una lista que incluía más de una decena de candidatos, figuraba la del obrero metalúrgico Luis Ignacio Lula da Silva que tenía 44 años. Hoy tiene 57 años de edad y fueron 115 millones de electores. Con el voto de 57 millones gana la presidencia. El 62% de los votantes en la segunda vuelta del 27 de octubre del 2002-10-30.

El fenómeno Lula refleja el amplio abanico de contrastes de la realidad brasileña considerada la novena economía capitalista del mundo, con un PIB en el 2001 de 503 mil millones de dólares y una población de 165 millones de habitantes, de los cuales cerca de 65 millones son económicamente activos, aunque más de la mitad reciba apenas un salario mensual inferior a 100 dólares. Hay 12 millones de desempleados. Brasil tiene una deuda externa de más de 200 mil millones de dólares. 2/3 de brasileños no consumen el mínimo de calorías diarias requeridas para una alimentación sana. De 1983 a 1989, el gobierno brasileño recibió 15 mil millones de dólares de nuevos prestamos extranjeros y entrego, en el mismo periodo se les dio a los banqueros internacionales, como pago de los intereses de la deuda, 66 mil millones de dólares -once veces el monto de las reservas cambiarias, en víspera de la elección del sucesor de José Sarney. Actualmente consume la deuda externa el 60% de su Producto Interno Bruto. Hay 20 millones de analfabetas. 70 millones de negros con un alto índice de discriminación, semejante a la discriminación de los indígenas en otros países.

En la primera postulación (1990) fue elegido candidato presidencial por el partido de los trabajadores (PT), Lula recibió el apoyo directo del Partido Socialista Brasileño (PSB) y el Partido Comunista del Brasil ( PC do B), lo que posibilitó la formación del Frente Brasil Popular que respalda su candidatura en ese año compitiendo con el oficialista Fernando Color de Mello. En la segunda vuelta electoral que se realizó el domigo 17 de diciembre de 1990, Luía perdía con una diferencia mínima: obtuvo 31 millones de votos contra Color de Mello que sacó 34 millones. Dos veces más compitió para presidente contra Fernando Cardoso, en 1994 y en 1998. En esa última vez la votación bajó hasta el 15%.

¿Cómo explicar la presencia, en la sucesión presidencial, de un torneo -mecánico que apenas tiene el certificado de primaria y que lideró las huelgas obreras más importantes de la historia de su país? La respuesta exige comprender al Brasil como una “ suindia ” – una mezcla de Suiza e India.

Tercer productor mundial de microcomputadoras y sexto en la producción de armas, el país ocupa el 56 lugar entre las naciones caracterizadas por el desarrollo social, y el 88 en el destino de los recursos públicos al sector educacional. Sometido durante siglos a la dominación colonial portuguesa esta enganchado a una economía de extracción y agrícola basada en la mano de obra esclava y dirigida al mercado externo. Durante las dos grandes guerras se crearon las condiciones para que el polo oligárquico se transfiriera del campo a la ciudad. Los hijos de los señores del café se volvieron los nuevos varones de la industria, favorecidos por una nueva coyuntura internacional que le abrió al país la posibilidad de promover la sustitución de sus importaciones.

Getulio Vargas, caudillo populista que gobernó al Brasil con mano de hierro, de 1930 a 1945, implantó las bases del proceso de industrialización centralizado en la región sudeste. Las miserables condiciones de vida de la población del Nordeste, controlada por el colonialismo de propietarios de los ingenios de azúcar y por el clientelismo político, estimularon el éxodo rural en dirección de las ciudades, al “Dorado” de las chimeneas de las fabricas, propiciando la multiplicación de favelas en los cinturones urbanos.

Alineando a los intereses de los Estados Unidos, el gobierno brasileño facilitó la progresiva hegemonía de las empresas multinacionales tanto industriales como agropecuarias.

Durante la dictadura militar, se creó toda suerte de extensiones tributarias e incentivos fiscales para atraer, especialmente a la zona rural, al capital extranjero. La abundancia de recursos naturales y de mano de obra barata hizo al Brasil una especie de paraíso de las transnacionales, sobre todo considerando la política económica dirigida a la exportación y, en el nivel interno, a la especulación financiera. Se acentuaron las diferencias con el Sudeste, dotado de una clase obrera abierta a las conquistas de la modernidad, y el resto del país, amarrado al poder del latifundio, cuya concentración de tierras afilia a la mediana y pequeña propiedad rural, comprobadamente más productivas. Ya en 1990 los 15 millones de trabajadores sin tierra, expulsados del campo, engrosaban el contingente de marginados urbanos, con miles de menores abandonados. La multitud de tierras ociosas, en un país en que cada 5 minutos mueren 2 niños por desnutrición, se suma a la destrucción de las amazo!

nas, donde los latifundistas, mineradores, garimpeiros y grilleros, cobijados por la impunidad, invaden las tierras de los posesionarios y de los cauchuteros; promueven el genocidio de los indios; debastan la floresta; Contaminan los ríos con el mercurio usado en la extracción del oro; queman los bosques; condenan a muerte a la fauna y la flora, poniendo en riesgo el equilibrio económico del planeta.

Es en ese contexto que se explica el surgimiento de líderes políticos nítidamente populares; comprometidos con la transformación de la sociedad brasileña, entre los cuales Lula se destaca como la figura más representativa. Hasta la década de los Setentas, la estructura sindical implantada por Vargas en los años treintas inspirada en la “carta de Laboro ” del fascismo italiano eran mayoritariamente controlada por los “ pelegos “ ( charros ), dirigentes sindicales de masa, identificados con los intereses patronales que con las aspiraciones y los derechos de los trabajadores. Todo esto se dio por la falta de libertad y autonomía sindical, estructura que permanecía aún vinculada oficialmente al Ministerio del Trabajo, razón por la cual el gobierno brasileño vacila en ratificar la Convención 87 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que establece tales derechos. Junto a ese cuadro venía históricamente el “Aparelhismo“ (el control sindical por grupos o partidos de izquierda sin arraigo político en la clase trabajadora. Cuando sucedió el aniquilamiento de la izquierda al confrotarse con el control represivo de la dictadura militar, en la primera mitad de los años setenta, es cuando surge (junto con al más importante centro industrial brasileño, el ABC paulista) el nuevo sindicalismo combativo, opuesto al “peleguismo “estatal patronal y al independiente “Aparelhismo” de las tendencias históricas de izquierda. En el vientre de ese nuevo hecho político, Lula emerge desde su posición de presidente del Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema como el líder sindical más representativo.

UN BRASILEÑO TIPICO

Luis Ignacio Lula da Silva nació en Nordeste brasileño, en Garanhuns, del estado de Pernambuco, según su mamá el 27 de octubre y según su certificado de bautismo y acta de nacimiento el 6 de octubre de 1945. De una familia de labradores con una precaria economía de subsistencia. Le decían “Lula” desde la infancia y el apodo se incorp
oró al nombre en 1982, por razones electorales. Penúltimo de los 8 hijos pasó la primera infancia en las ocho hectáreas de tierra donde su familia plantaba frijoles, maíz y mandioca para su propio consumo. Su trayectoria familiar coincide con la de innumerables nordestinos que, expulsados de la tierra por los latifundistas o condenados al hambre por la “industria de la sequía”, se fueron a San Paulo en busca de mejores condiciones de vida. Su padre, Aristides Ignacio da Silva, dejo a su hijo recién nacido con su esposa Euridice Rerreira de Melo, en Pernambuco, para trabajar de estibador en el puerto de Santos, cargando costales de café. A los siete años, en 1952, la mujer y sus hijos viajaron durante trece días en un camión “pau-dearara” con la esperanza de un futuro mejor cerca de su marido. En el litoral Paulista Lula dividió la primaria con la precoz necesidad de vendedor ambulante para el sustento familiar.

En 1956, la familia se fue a vivir a la capital paulista, en Villa Carioca, a un cuarto, al fondo de un bar, cuyo baño era compartido con los borrachos. Recuerda que a los once años no tenía ni una noción de desigualdad social, esepto la vergüenza de no tener en casa una silla para ofrecer a las visitas… Un año después descubre que no todos son iguales bajo el sol: un amigo que le había prestado su chamarra para poder entrar al cine, debido a una divergencia en el camino, le exige que se la devuelva.

Su primer empleo a los doce años, fue en una tintorería donde lavaba y entregaba ropa. Trabajo enseguida como office-boy de escritorio y a los 14 años ingreso en una metalúrgica atraves de la cual tuvo la facilidad de hacer un curso de tornero-mecánico. Fue entonces cuando, por primera vez, entro en contacto con la huelga, habiendo participado en las brigadas y asistiendo a una confrontación entre empleados y el patrón, llevando este, un arma acabo muerto por la masa enfurecida. El hecho se quedaría para siempre en su memoria, como un ejemplo de los grandes desvíos que pudieren incurrir una huelga sin dirección política. Mas tarde, como dirigente sindical, tendría el cuidado de evitar que la lucha reivindicatoria se cambiase en una horda o en venganza personal, cuando los trabajadores eran atacados físicamente por la represión de la policía de los patrones.

En aquella fase de incremento de la producción industrial cuando el gobierno Kubitschek endeudaba aun más las cuentas para llevar a la realidad su sueño de construir Brasilia, Lula sentía en carne propia la superexplotacion del trabajo. Llegaba a trabajar la prensa de la “metalúrgica Independencia” desde las siete de la noche a las siete de la mañana, sin condiciones durante la ida de reposar lo suficiente en el cuarto donde vivía. Cierta madrugada, se quebró el tornillo de una herramienta; el fácilmente lo llevo a la prensa transversal; el compañero que lo auxiliaba en la maquina dormito y soltó el brazo de la prensa, cayendo sobre la mano izquierda de Lula cuyo dedo meñique se lo corto.

En 1964, el empresario brasileño, vinculado a los intereses del capital extranjero temeroso ante las reformas sociales prometidas por el gobierno populista de Joao Goulart, lo derrumbaba atraves de un golpe militar. Los generales adoptan una política económica altamente recesiva, provocando la quiebra de pequeñas y medianas empresas y el desempleo generalizado. Lula es trastocado personalmente por la crisis que lo obliga a deambular de fábrica en fábrica hasta enero de 1986, cuando ingresa a las industrias Villares de San Bernardo do Campo, una de las principales metalurgias del país. Además de su trabajo, su único interés en ese tiempo era el fútbol.

LULA Y LAS CEBs

En el final de la década de los 70, Lula y yo actuábamos en la misma ciudad, Sao Bernardo do Campo. El cómo líder metalúrgico, yo como asesor de la Pastoral Obrera. Sin embargo, sólo nos conocimos personalmente en enero de 1980, en Joao Monlevade.

Participamos juntos de la toma de posesión de Joao Paulo Pires de Vasconcelos, electo presidente del sindicato de los metalúrgicos de la Compañía Belgo Minera.

Al salir de la prisión, quien esto escribe, en 1973, pasé 5 años en Victoria, invernando en la favela del morro de Santa María. Me dediqué a la organización de las comunidades eclesiales de base (CEB) que, multiplicadas, llegaron a 100mil en todo el país.

En 1978, Fernando Enrique Cardoso (FHC) me invitó a una conversación en Sao Paulo, con la presencia también de Plinio de Arruda Sampaio y Almino Alfonso. Estaban convencidos de que la dictadura llegaba a su agonía. En breve, la apertura política propiciaría el surgimiento de nuevos partidos. En el bolsillo de su chaleco, ellos traían del exilio el proyecto de fundación de un partido socialista.

Tenían la forma partidaria y querían a las CEB como relleno, como fondo. En dos encuentros y mucha discusión, enfaticé en que esas comunidades no se prestarían para servir de terreno de maniobra a intelectuales iluminados ni se convertirían, como suponía FHC, en un nuevo PBC: el Partido de las Comunidades de Base.

El pronóstico de las CEB, que más tarde obtuvo el apoyo de Plinio Arruda Sampaio, era que del movimiento social que irrumpió en los años 70 (lucha contra la carestía, oposiciones sindicales, etc.) brotaría un partido de abajo hacia arriba, y no de fuera hacia adentro del país.

Relaté esto a Lula en un almuerzo en Joao Monlevade. Él había participado en la campaña de FHC al Senado, y desde entonces se preguntaba por qué el trabajador no elegía al trabajador. Seis mese antes, en un congreso sindical en Salvador, él había sugerido la creación de un partido de los trabajadores, idea que le vino a la cabeza el mismo día en que Marisa daba a luz a su hijo Sandro, el 15 de julio de 1979.

La propuesta del Partido de los Trabajadores (PT), creado oficialmente al mes siguiente de nuestro encuentro, era afín con las expectativas de la CEB, nutridas por la teología de la liberación, que sistematizaba los principios orientadores de la relación fe y política, pero ellas no se dejaron absorber por los núcleos del PT ni éste cedió a la tentación de repetir el error cometido en países socialistas, cuyos partidos comunistas hicieron de los sindicatos y movimientos sociales meras correas de transmisión de sus objetivos políticos.

EL MOVIMIENTO SINDICAL

Los primeros contactos de Lula con el sindicalismo surgen de la influencia de su hermano José Ferreira da Silva -conocido como Frei Chico debido al cabello semejante con la tonsura de Fraile – ligado al Partido Comunista Brasileño. Frei chico insistía para que Lula leyese los boletines clandestinos distribuidos dentro de las fábricas. Al final de los sesentas, la recesión dio lugar al “milagro brasileño “. El espantoso crecimiento económico alimentado artificialmente por el flujo de préstamos extranjeros. En el ABC, la industria automovilística experimentaba una face de franca expansión, al punto de que sus trabajadores especializados usufructuaran de un padrón de vida muy cercano a la clase media. La coyuntura por tanto, no favorecía a las actividades sindicales motivadas por las tendencias de izquierda, mas interesada en denunciar la represión politica-militar sobre los guerrilleros salidos de la universidad que las propias condiciones de la clase trabajadora.

En 1967, Lula entra por primera vez en la sede de un sindicato, atraído por su hermano. Las cuestiones administrativas como la construcción de la colonia, los aumentos, o las mejorías del departamento medico, absorbían las preocupaciones asistenciales del movimiento sindical. Que el régimen militar respaldaba a los “PELAGOS’’ e intimidaba a los activistas, muchos de los cuales eran llevados a las cárceles y sometidos a torturas por distribuir boletines que divulgaban promociones legales… Mauricio Soares, abogado laborista del Sindicato de los me
talúrgicos de San Bernardo de Campo, por el PT -llego a ser preso, en 1970, por negarse a entregar a la policía la ficha del presidente del sindicato el cual, en una asamblea de trabajadores, pidió un minuto de silencio en homenaje a los presos políticos. En la elección de 1969, para la elección del nuevo comité ejecutivo del sindicato de metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema, Frei chico propone a Lula para hacer el emblema -el aceptado por los compañeros que lo imaginaban también ligado al PCB, asegurándose así que el emblema opositor no tendría el apoyo de los comunistas. Sin desligarse de la fabrica, Lula ocupa una función de suplencia, hasta que en 1972 se incorpora a la dirección ejecutiva, asumiendo la responsabilidad en el departamento jurídico. En aquella fase el sindicato no-tenia acceso a las empresas. Las negociaciones se daban en los órganos del Ministerio del Trabajo si de un lado los “pelagos “se colocaban siempre del lado de los intereses de los patrones, del otro predominaba el preconcepto de que el dirigente sindical no debería dialogar con el empresario. Lula percibía que había un desface entre los sindicalistas y la nueva generación de trabajadores del ABC, nacida en la propia región, más consciente que aquella de sus lugares de origen en las zonas más pobres del país. Con la intuacion de elevar el nivel cultural de la categoría metalúrgica, Lula inaugura en el Sindicato una escuela suplementaria de nivel formativo.

LAS CAMPAÑAS SALARIALES

La elección de 1975, Lula es electo presidente del Sindicato de Los Metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema con el 92% de los votos. La base de la nomina contaba, en aquella época, con cerca de 100 mil trabajadores. El nuevo presidente mantiene la acostumbrada decisión asumida por el Sindicato apartir de 1970: Ignorar, en las decisiones colectivas, la mediación de la federación de los Metalúrgicos del Estado de San Paulo y dirigirse directamente al Tribunal Regional del Trabajo, con sus demandas reivindicativas. La federación dominada por los “pelegos “, evitaba cualquier clase de conflictos con la clase patronal. Interesado en movilizar la base hacia la conquista de sus derechos, el sindicato propugna “Aumento único “: el reajuste salarial concedido por el gobierno seria aplicado al total de la nomina de cada empresa, dividiendo el resultado entre él numero de empleados. Así todos los trabajadores, independientemente del salario función tendría el mismo aumento salarial, hasta él ultimo de la banda salarial de los herramenteros. De esos, para abajo, todos serian beneficiados y hacia arriba, tendrían sus salarios achatados. Estudios realizados por el sindicato demostraban que el 85% de la base ganaría con el nuevo sistema.

La primera campaña salarial bajo la gestión de Lula, en1975, el Sindicato decidió cambiar el carácter de la reivindicación, convirtiendo la exigencia de anticipación salarial en reposición, teniendo a la vista el progresivo aumento de la inflación y la perdida de poder adquisitivo de los salarios. Sorprendidas con la nueva bandera de lucha, tres meses después las grandes empresas de San Bernardo do Campo e Diadema concedieron una anticipación salarial del 15 al 20%, lo que fue considerado, por el sindicato, una victoria parcial sumada a la conquista política de que a nivel nacional, los trabajadores rompieran el silencio impuesto por la dictadura y comenzaran a cuestionar los índices inflacionarios anunciados por el gobierno.

En 1976, el Sindicato cambió la campaña salarial al soltarse de la Federación, convencido de que la falta de conquistas económicas significativas era compensada por el avance político que tal Independencia generaba en la base trabajadora. Era un periodo de acumulación de fuerzas, que llevaría, según un proverbio muy repetido por los sindicalistas, “a la hora de la onza debe haber agua”. Cuando el tribunal quiso extender a los metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema el acuerdo propuesto por los patrones y aceptado por la Federación, Lula llamo al abogado del Sindicato, Almir Pazzianotto – nominado por el gobierno de Sarney, Ministro de Trabajo y, posteriormente, juez del Tribunal Superior del Trabajo y le dijo: “esta vez no acataremos pasivamente la decisión de Justicia. Vamos a recurrir al Tribunal Superior de Trabajo”.

Los jueces federales hicieron legales algunas reivindicasiones presentadas por el recurso sindical, como la garantía del empleo, del servicio militar, la estabilidad de la gestaste hasta 60 días después del final de la licencia de maternidad, él computo de las horas extras “habituales” en el 13º salario, los días feriados y el descanso semanal remunerado, pues esta ultima fue extendida a los trabajadores de otras categorías del país, es ofensiva reivindicatoria produjo en la base mayor confianza en la actuación del sindicato, reforzando su representatividad y su capacidad de movilización.

En 1977, la industria automovilística anuncio la crisis del sector y comenzó a despedir empleados. El “Milagro Brasileño” naufragaba. Para aumentar sus lucros y reducir los salarios, la empresa del ABC adoptaron la rotatividad de la mano de obra. Un mecánico que ganaba 10 salarios mínimos le sede el lugar a otro que aceptaba trabajar por 5. Así, los salarios de los trabajadores fueron factor de economía de los empresarios. El régimen militar había transformado al Brasil en un inmenso casino, cuyo croupier era el propio gobierno. Ni el salario mínimo escapaba de la especulación.

En agosto de aquel año, un informe secreto del Banco Mundial, revelado por la prensa, desmentía los índices inflacionarios oficialmente anunciados por el gobierno. Según el Banco Mundial, en 1973 la variación de precios en el Brasil llegó al 22.5% mientras que el gobierno declaraba que no pasaría del 14.9%. La fundación Gertulio Vargas, que fijaba los índices oficiales del gobierno, intento contestar al Banco Mundial y acabo por hacer una revelación aun más sorprendente: la inflación oficial de 1973 fue del 20.5%. Era el reconocimiento público de la manipulación oficial de las estadísticas. La dictadura metía a la nación. Lula solicito al Diesse (Departamento Intersindical de Estadísticas y Estudios Socio Económicos) -órgano que asesora a los sindicatos en cuestiones económicas y sociales- que verificase cuanto había perdido los metalúrgicos en aquella información de datos falsos. Se constato que en el periodo 1973-1974, la perdida fue del 34%. Inmediatamente el sindicato de los metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema lanzo una intensa campaña por el 34%, en la que recibió apoyos de otros sindicatos. Estaba abierta la vía para la confrontación con el gobierno que para los líderes sindicales, había perdido la credibilidad de los trabajadores.

LAS GRANDES HUELGAS

En 1978, Lula fue reelecto presidente del Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema, con el 98% de los votos. El fracaso del “Milagro Brasileño” hacia recaer el peso de la crisis económica con la progresiva reducción del poder adquisitivo de los salarios. Después de 10 años sin huelgas obreras en el país, nuevas formas de lucha empezaron a despuntar, como las paralizaciones temporales junto a las máquinas o a las operaciones- tortuga, en las que los trabajadores reducían el ritmo de la producción.

El estopin del nuevo sindicalismo, gestado por la combativa independencia del Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo do Campo y Diadema, fue encendido, a nivel nacional con la huelga de la fabrica de caminos Scania, de capital sueco. Al recibir su pago, el 10 de mayo de 1978, los trabajadores consideraron insuficiente el reajuste del 39% en sus salarios. Y como Abril comenzó en sábado la empresa pago solo 232 y no 240. Se creo un clima de insatisfacción entre los trabajadores que aun intimidados por la dictadura militar prefería
n no hablar de huelga, pero estaban dispuestos a hacerlo. Sin que el sindicato tuviese responsabilidad directa en la movilización, la mañana del martes 12 de mayo, todos los obreros de Scania cruzaron los brazos delante de las maquinas. En pocos días el movimiento se extendió por el estado de San Paulo, donde cerca de 150,000 metalúrgicos interrumpieron la producción sin dejar de asistir al local de trabajo – evitando así el despido por causa justa -.

En el segundo semestre de 1978 los patrones reaccionaron aumentando él número de despidos. En Natal, Lula encontró en su casa un equipo de sonido, regalo de los directores de la mayor empresa del ABC, la Volkswagen, de capital alemán.

– ¿ Y que es esto? – Pregunta él a la empresa por teléfono –
– Un regalo de un grupo de amigos.
– Puede venir por él, pues no lo veo como regalo.
– No exagere Lula, es apenas un presente – insistió la empresa
– Muy bien, si ustedes me quieren dar un regalo, entonces lleven el equipo para el Fondo de la huelga, donde lo rifaremos para recaudar recursos para nuestra lucha.

Al día siguiente, Lula hablo nuevamente.

– Si no vienen por el equipo de sonido, lo llevare a la puerta 5ª de la Volks a denunciar que ustedes trataron de corromperme.

Poco después fueron por el regalo.

Después de los paros de 1978, el gobierno federal envío al Congreso Nacional En Decreto Ley, determinando que los llamados “puestos esenciales “tenían prohibido hacer huelga. Con un grupo de sindicalistas, Lula fue a Brasilia a presionar a los diputados para que retiraran el decreto. Ninguno de ellos parecía interesados en los argumentos de los sindicalistas. Un diputado dijo claro:

– No necesito del voto de ustedes, no soy de su tierra, ni fue electo por los votos obreros.

Los dirigentes sindicales regresaron convencidos de que los trabajadores deberían crear su propio instrumento político. No podían (edificar) dejar toda la vida esperando que un parlamento, integrado mayoritariamente por empresarios, hiciese leyes contrarias a los intereses del trabajador y favorable a los derechos del capital. Dentro de las empresas, las comisiones de fábrica comenzaron a organizarse, llevando a la práctica las resoluciones del III congreso metalúrgico reunido a fines de 1978. Lula exigió a los dirigentes sindicales que regresen a sus puestos de trabajo en las empresas donde estaban registrados, con el fin de intensificar su actuación junto a las bases, se recomendó a los trabajadores que no hiciesen extras con el fin de dificultar la formación de Stocks.

En los primeros meses de 1979, se malograron los esfuerzos del Sindicato para que aceptaran los patrones el modelo de reivindicasiones del puesto con el fin de obtener la reposición salarial. Durante el clima de insatisfacción que reinaba entre los metalúrgicos, debido a la presión patronal por la paralización del año interior, el Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo do Campo e Diadema decidió convocar a una huelga general de la base. En la plena transición de gobierno del general Ernesto Geisel al gobierno del general Juan Bautista Figueirido, el inicio de la huelga fue puesto para las cero horas del sabado13 de marzo.

El éxito de la movilización supero las expectativas, tanto que el sindicato se vio obligado a promover asambleas en un estadio de fútbol, en la Villa Euclides, el único lugar capaz de albergar los 80,000 metalúrgicos allí reunidos en la tarde del día 13. La impreparacion de los sindicalistas para las grandes concentraciones de masas era tanta que, en el estadio, no había tapanco ni equipo de sonido. Lula se vio obligado a hablar para los que estaban junto a él; y de tal forma repetían sus palabras para los que se encontraban atrás que aprecian ondulaciones sucesivas en un lago golpeado por una piedra.

Dos días después, la Justicia del Trabajo decretó la ilegalidad de la huelga. En otra asamblea, el dirigente sindical que empezaba a atraer la atención de la grande empresa, dejó claro a los obreros:

– La huelga puede ser considerada ilegal, no obstante es justa y es legítima, pues su legalidad es basada en leyes que no fueron hechas por nosotros o por nuestros representantes.

Al cuarto día, 170 mil metalúrgicos habían parado en todo el ABC. La carismática dirección de Lula que conseguía llenar un estadio de fútbol con trabajadores de huelga, intrigaba tanto a la derecha como a la izquierda. Cuando sectores de derecha izquierda organizados, otros lo atacaban, viendo en el una amenaza a la seguridad nacional. En la izquierda las opiniones se dividían entre los que consideraban posible de ser captado y los que creían que era manipulado por sectores liberales del empresariado, interesados en el fin de la dictadura militar y en la redemocratización del país.

El éxito del movimiento se dio por el desarrollo del liderazgo de Lula y por el trabajo de concientizacion y organización de la base que desde hacia años, su Sindicato venia activado.

En aquella región predominante obrera, desde los años 60 la confluencia del trabajo político de sectores de la Iglesia Católica y de la izquierda permitió la organización de una basta red de movimientos populares que, en las relaciones de afinidad, estrecho los vínculos con el movimiento sindical. Así, el Fondo de Huelga, sustentado por los moradores de ABC, dependía de las campañas de recaudación de alimentos realizadas en las parroquias, en las comunidades eclesiásticas de base, en las asociaciones de barrio y de “favela“, en los grupos de mujeres y jóvenes.

Una semana después del estallido de la Huelga, la represión policiaca se intensifico en ABC. Para evitar violencias militares contra los trabajadores, fue preciso que el obispo de región Don Claudio Humees, hablase en la semana sindical:

– La iglesia apoya a la huelga por considerarla justa y pacifica y espera que todos permanezcan unidos en torno de sus lideres. No estamos aquí para decir lo que los trabajadores deben de decidir, sino para apoyar los valores evangélicos que están siendo defendidos por ustedes para evitar que sus familias sufran consecuencias negativas a causa de la huelga.

La noche del 21 de marzo, el ministro del trabajo Maurilio Macedo, propuso al Lula en San Paulo, un “Protocolo de intenciones’’ cuyo contenido significaba un retroceso frente a las conquistas anteriores. Al día siguiente el dirigente sindical expuso el protocolo a la Asamblea de Villa Euclides, diciendo que su aceptación implicaba el mediato regreso al trabajo. 80 mil metalúrgicos levantaron los brazos gritando “La huelga continua’’. El comité del Sindicato sabía que, en verdad la propuesta del ministro era un ultimátum. Rechazarla significaba abrir camino a la intervención federal en el sindicato. Por tanto Lula previno a la base que, en caso de prisión o distanciamiento de los dirigentes sindicales, el comando de la huelga estaría a cargo de la Comisión de salarios, una especie de consejo de las comisiones de fábrica.

A las 4 de la mañana del día 23, vehículos de la Policía Militar rodearon la sede del sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema. La intervención fue designada por el ministro. Al amanecer una gran marcha recorrió las principales calles de San Bernardo do Campo. En el palacio Municipal una protesta muda y vehemente, millares de trabajadores empezaron a formar con sus cuerpos, arreglados en coreografía espontanea, las letras de la palabra D-E-M-O-… Antes que pudiese completarla, la policía disolvió la manifestación, arrojando bombas de gas y aventando tiros al aire.

En la semana siguiente, muchos obreros vencidos por el cansancio, volvieron al trabajo. Y por consiguiente cayó la fuerza de negociación del Sindicato. Lula busco a los empresarios para establecer la tregua de 45 días. Exigió que pusieran fin a la intervención en el sindicato y la reapertura del estadio de Villa Euclides, que fue cerrado para las asambleas. El acuerdo de tregua implicaba además del pago de los días parados, ninguna agresión o despido para los huelguistas y el aumento del 11% prometido por los patrones en mayo del año anterior. En la asamblea del 27 de marzo, Lula pidió a los metalúrgicos un voto de confianza para la dirección:

– Para que no digan que somos radicales – dice él -, vamos a asentar la petición del gobierno: el regreso al trabajo. Y si no fuera cumplida nuestra petición, asumo el compromiso con ustedes, la misma declaración de huelga otra vez.

La base regresó al trabajo, pero los patrones no cumplieron su parte del acuerdo. Despidos y agresiones ocurrieron en todas las empresas, provocando nuevas paralizaciones parciales. El Sindicato intensifico su acción a puerta de fábrica. Preparando a los obreros para una nueva huelga después del periodo de huelga. El 1o de mayo el ministro del trabajo propuso a Lula un acuerdo a base de un porcentaje por abajo de lo demandado por el Sindicato. Trece días después- terminada la tregua, los metalúrgicos que llenaban el estadio de Villa Euclides se dividieron entre los que estaban dispuestos a aceptar el acuerdo y continuar trabajando y los que pretendía rechazarlo y volver a la huelga. El clima era tenso y los dirigentes sindicales sabían que en caso de llevar a votación seria derrotada la aceptación del acuerdo. Lula lo consideraba razonable en aquella difícil coyuntura. De nuevo pidió un voto de confianza para el comité, lo que recibió con el apoyo de la mayoría.

Con todo, los espacios de descontento atizaron la insatisfacción dentro de las fábricas, acusando a los dirigentes sindicales de estar vendidos a la industria automovilística. Decían que jamas esos dirigentes conseguirían llevar a los trabajadores a una nueva huelga.

El saldo político de la huelga de 1979 fue múltiple: el gobierno revelo a los obreros su carácter dictatorial, movilizando todo el potencial represivo, legal y militar; dejo claro el subservicio del poder público a las multinacionales; el derecho de huelga fue acabado en la practica; y la representatividad de los dirigentes sindicales quedo comprobada durante el periodo en que el sindicato estuvo bajo intervención. Había además un importante detalle: la influencia de tantos parlamentarios en ABC, perdidos entre obreros y patrones, sé mostró inocua y una ves más alerto a los sindicalistas e las necesidades de organizarse, en Brasil, en un partido de trabajadores.

EL PARTIDO DE LOS TRABAJADORES

Fue en julio de 1978, al participar en el congreso de los trabajadores de las empresas de petróleo, en Salvador, Bahía, cuando Lula lanza por primera ves de crear el partido de los Trabajadores. Se iniciaban Brasil el proceso de apertura lenta y gradual, que marcaba el comienzo del fin de la dictadura militar. La lucha de los movimientos sociales, la campaña por la amnistía a los procesos por la ley de seguridad nacional, el fracaso de la política económica del gobierno exigía un nuevo orden político compatible con los principios elementales de la democracia.

Al regreso de los exiliados políticos al país habría el debate en torno a la formulación del espectro partidario, desde 1964 reducida la bipolaridad entre el partido de la dictadura y la oposición consentida, ilimitada por casuística electoral (oportunismo).

Para presionar aquellas dos corrientes, se discutía la formación de un frente amplio de oposición. Lula lo considero demasiado amplio, teniendo a la vista la presencia de políticos que poco antes se aliaban a la dictadura y que no demostraban ninguna sensibilidad a los problemas de la clase trabajadora. Había llegado la hora de esta clase para crear su propio partido, una ves que la resiente experiencia había demostrado que el sindicato no abarca todas las dimensiones de la lucha política. El mismo día que hasta junio de 1978 confesaba no estar interesado en hacer política, ahora sorprendía a la izquierda y a la derecha proponiendo el PT. La izquierda históricamente organizada no quería admitir el hecho, por considerarse con el derecho autoproclamado de “vanguardia del proletariado”. Mas halla de eso; Lula era considerado por ella como ideológicamente indefinido o sospechoso, pues no rezaba por ninguna de las personas comunistas en boga en el país. Como él acostumbraba a decir, aquella izquierda colocaba al proletariado al centro de sus teorías, pero era incapaz de soportar la idea de que la vanguardia de el proletariado seria también formada por los propios proletarios…

En enero de 1980, más de 80 proletarios se reunieron en el Hotel Pampas Palace, en San Bernardo del Campo, dispuestos a discutir la propuesta del PT, que ya había obtenido la adhesión de los más significativos lideres sindicales del país, como Olivo Dutra, de los bancarios -electo en 1988, prefecto de Porto Alegre, por el PT- y Jacó Bittar de los petroleros – electo en 1988, prefecto de Campinas por el PT.

Los pocos diputados que se adherían al nuevo partido no soportarían la democracia interna, donde las bases, organizadas en núcleos o menos nueve militantes, no separan la mano de su derecho de proponer, exigir y cuestionar a los indigentes.

Entre tanto, la propuesta del nuevo partido logra atraer la adhesión de miembros de las comunidades eclesiales de base, de militantes del movimiento popular, como también de artistas, de intelectuales y de cientistas de renombre.

LA HUELGA DE 41 DÃ?AS

En 1980 el Sindicato de los Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema, innovó la pauta de reivindicaciones de la campaña salarial. Sin menospreciar las conquistas financieras, se centro en la obtención de garantía del empleo y en la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas semanales. Así, se procuraba abarcar dos problemas: a falta de descanso y pasatiempo para el trabajador y la necesidad de ampliar el mercado de trabajo en un país como Brasil, que necesita crear casi 2 millones de nuevos empleos cada año.

Después de infructíferos esfuerzos para romper el bloqueo de los patrones y del gobierno, insensibles a la reivindicasiones, el Sindicato fijo el inicio de la huelga para el primero de abril. Como el año anterior, a las 0 hrs. De la fecha señalada, siendo 40 mil metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo e Diadema cruzaron los brazos.

Los empresarios recurrieron a la justicia, interesados en la declaración de ilegalidad del movimiento en donde, sorprendidos, vieron al tribunal regional del trabajo declararse incompetente para juzgar la huelga. Inconformado el gobierno federal presiono a los jueces laboristas para que en un nuevo juicio, el 14 de abril, declaran ilegal la paralización.

Teniendo en cuenta la intervención del año anterior, el sindicato transfirió el fondo de huelga para la iglesia matriz de Sao Bernardo do Campo. En dos semanas tres toneladas de alimentos fueron distribuidas. Cada obrero interesado en recibir los costales debía primero, comprobar su participación en el abanico de formas participativas creadas para sustentar la huelga -de comisiones de vigilancia a grupos de barrio. Así el fondo tenia también una dimensión política, reforzando la organización de base.

La represión policíaca-militar embistió con violencia sobre las brigadas. Por todo el ABC patrullas policiacas desfilaban en actitud provocativa. Había un clima de tensión en toda el área. El momento más dramático fue cuando la asamblea de 100 mil metalúrgicos reunidos en el estadio de Villa Euclides escucho el ruido acelerado de voces cortando el aire. Eran los helicópteros del ejército, abiertos por los lados, exhibiendo soldados que portaban ametralladoras. Sobre volaban muy bajo del campo de fútbol, como si fuesen a tirar sobre la multitud. Había muchas mujeres y niños; Una sola persona que hubiese perdido la cabeza allí habría encendido la estopa de una catástrofe. Jamas los oficiales militares que ordenaronaquella acción siniestra tuvieron la idea de cómo aque
llo fue un momento crucial. Felizmente los metalúrgicos mantuvieron la calma y como el sonido de los helicópteros impedían que se escuchasen los discursos, todos comenzaron a cantar el himno Nacional.

La noche del lunes 17 de abril, el ministro del Trabajo, Murillo Macedo decreto por segunda ves, la intervención en el sindicato, incluyendo la casa de mando de la dirección; vaticinando que jamas regresaría a la vida sindical… Mientras tanto, el hechizo se volvió contra el hechicero y las bases se sintieron mas fortalecidas.

Lula se preguntaba hasta que punto el gobierno permitiría que el y sus compañeros de dirección se mantendrían en el comando del movimiento. Desde enero era seguido por la policía.

LA PRISION

La noche del martes 18 de abril, Lula estuvo en el hospital Asunción (en compañía de Ailton Suarez, que era diputado federal por el PT), en San Bernardo do Campo, visitando a dos compañeros heridos por bombas de gases lacrimógenos. A las 2:30 de la madrugada, el Diputado lo dejo en casa después de insistir en retirarlo del área escondiéndolo en Porta-malas de Alfa Romeo. Pero Lula no quería salir de su casa como lo hiciera el año anterior, para no agitar la rutina de sus hijos. En aquella noche, Geraldo Siqueira -que era diputado estatal por el PT- y yo (Fray Betto) dormíamos en casa de Lula. A las 5:45 de la mañana, escuche en la sala el típico ruido de las patrullas policiacas que se estacionan repentinamente. Llamaron por el nombre de Lula. Subí a su cuarto y toque a su puerta:

-Lula los hombres están allí.

Allá afuera los agentes policiacos gritaban:

-¡Señor Luis Ignacio! ¡Señor Luis Ignacio! ¡La ley es seguridad nacional!

Somnoliento, Lula parecía no darse cuenta de aquello era pesadilla o realidad.

Marisa, su mujer, insistió para que se levantara; en cuanto fui a la puerta vi seis hombres portando ametralladoras. El diputado Geraldo Siqueira en la noche anterior le aprendieron su carro y al chofer lo llevaron preso. Sugirió a el:

– Ve afuera y pide que te muestren su identificación y la orden de aprensión.

Los papeles le fueron mostrados y mientras Lula se ponía la ropa fue apresado y se despedía de la familia.

– Miren, cabezas frías, ahí cuiden de la familia que lo que importa es la base e ir hasta el fin de esta lucha -dijo él al salir.

El plan represivo comprendía todo el abuse, donde innumerables dirigentes sindicales fueron apresados en la misma madrugada. Por suerte el teléfono de Lula no había sido cortado, como lo hicieran con otros sindicalistas. Le comunique el hecho inmediatamente a Don Claudio Hummes y al cardenal Don Pablo Evaristo Arns, arzobispo de Sao Paolo. Hable también a la prensa que luego divulgo la noticia.

Aunque incomunicados los primeros días los dirigentes sindicales consiguieron adentro del DOPS -DEPARTAMENTO DE ORDEN POLITICO Y SOCIAL- establecer canales de comunicación con la comisión de movilización responsable del mando del movimiento huelguístico. En la celda los prisioneros oían radio y leían los periódicos, acompañando toda la movilización en el ABC. Mientras tanto los empresarios se negaban a reabrir las negociaciones. Querían vencer a los trabajadores por el cansancio. Como medio de presión sobre ellos, Lula y sus compañeros decidieron entrar en huelga de hambre. Después de seis días de ayuno, acataron el llamado de Don Claudio Hummes para que suspendiesen la protesta.

El 20 de mayo, la prisión preventiva de los sindicalistas fue revocada permitiendo que recuperaran la libertad al llegar a casa la primera actitud de Lula fue abrir la jaula de los pajaritos y dejar que volaran… Jugando por el consejo de justicia de la 2ª. Auditoria militar de Sao Paulo, en noviembre de 1981, Lula fue condenado a tres años y seis meses de prisión, con el hecho de recurrir libremente al Tribunal Superior Militar -que posteriormente anuló el proceso.

La huelga de 1980 empezó su final cuando ya tenía 29 días. La prensa informó que los patrones, apartir de los 30 días despedirían por abandono de empleo. Muchos obreros se dejaron intimidar. Aún así, el movimiento resistió hasta el 11 de mayo, cuando cumplió 41 días.

Sobre el aspecto laboral nada se gano con la huelga pues no hubo acuerdo entre empresarios y trabajadores. Sin embargo políticamente la base avanzó, sobre todo al reconocer que la movilización de 1979 no fue inútil, pues con ella se conquisto el 15% de aumento y el pago de los salarios caídos. Si 1980 no represento ninguna ganancia material, no hay duda de que influyo decididamente para crear mayor conciencia de clase entre los metalúrgicos. Ahora, con el PT, la onza ira a beber agua también en las fuentes de la actividad política-partidaria…

LOS TRABAJADORES FORMAN SU PARTIDO

En 1982 el PT ya se encontraba implantando en casi todo el territorio brasileño, congregando a cerca de 40 mil militares. El avance de las luchas populares permitía que los obreros industriales, asalariados del comercio y los servicios, funcionarios públicos, moradores de la periferia, trabajadores autónomos, campesinos, asalariados, rurales, mujeres, negros, estudiantes, indios y otros sectores explotados y marginados de la sociedad brasileña, se pudiesen organizar políticamente para defender su interés. Así, el PT, emergía de la voluntad de independencia política de esos sectores populares, históricamente cansados de servir de masa de mano de obra en manos de políticos y partidos comprometidos con el sostenimiento de un orden político y económico definido por los dueños del gran capital. Entre los trabajadores |crecía la conciencia de su emancipación jamás vendría como un regalo por parte de aquellos que los explotaban. El esfuerzo colectivo de abajo para arriba, les permitió organizarse como fuerza política autónoma, dotada de un proyecto de sociedad democrática y popular para conquistarse a través de las luchas diarias en las fábricas, en los campos y en los barrios, como también en las instituciones de Estado.

En muchos aspectos el PT innovaba como partido político. Era la primera ves, en la historia de Brasil, que los electores populares creaban su propio instrumento político, consiguiendo que se definiera y legalizara según los criterios y las exigencias impuestas por la clase dominante. No era un partido para trabajadores y sin los trabajadores y sin su dirección. Su propuesta no nace de la cabeza iluminada de los intelectuales de izquierda. Emerge de las luchas sociales, entre la confrontación de la confrontación por trabajo, de la conciencia de que no basta reivindicar derechos dentro del orden burgués, es preciso conquistar el poder de decisión política para que se cree un nuevo orden social, cuya dirección de las decisiones políticas y económicas este en manos de los trabajadores.

El PT nace en una coyuntura que acentuaba la cuestión de la democracia como tema central.

LA ESTRUCTURA DEL PARTIDO

La estructura del PT sale de ley orgánica que, en el gobierno del general Figuereido, determino -dentro de la reormulación partidaria de 1979 -la forma de organización de todos los partidos políticos. La dirección petista esta integrada por el ejecutivo nacional (con 18 miembros), el comité ejecutivo nacional (con 81) y la convención nacional. Existen además comités estatales y municipales. Todos los militantes están vinculados con un núcleo de base que, para formar, debe contar con la participación de no menos de nueve miembros.

Desde su origen el PT abrigó a los sectores mas convativos del nuevo sindicalismo brasileño, desamarrados de los “pelegos”, del gobierno y del “Aparelhismo” de los partidos históricos de la izquierda brasileña; a las tendencias de la izquierda, lenistas y trokistas, surgidas después de la derrota de la lucha armada, que se extendiera desde la segunda mitad de los años sesenta a la primera mitad de los años
70s; A los militantes cristianos de los movimientos pastorales populares identificados con la Teología de la liberación; y a una expresiva parcela de intelectuales y profesionales liberales.

Así, como el PT todavía no tiene claridad del carácter de su estructura partidista, aislando entre él democratizo basista y el centralismo leninista, sin superar del todo la tradición caudillesca que la política es, en el fondo, un acuerdo entre amigos, falta además una discusión más profunda sobre el perfil del socialismo que él propone para el sil. Mientras tanto, se alegra que ese perfil este siendo elaborado en la práctica social lo que favorece a un cierto pragmatismo político que no llega a ser totalmente negativo.

La realidad social no admite, al contrario de la teoría política, el ocultamiento de datos. Si aún no tenemos en Brasil a José Carlos Mariategui -intelectual peruano que logro hacer una reelectura del marxismo a la luz de la realidad de su país -, nuestra realidad presenta un perfil que tampoco la alquimia de la izquierda tomó en consideración, perdiéndose en consideraciones bizantinas que solo, llevaban la transportación mecánica, de conceptos adecuados a la realidad europea o asiática y alejado del suelo que pisamos. Y la historia demuestra que, cuando la cuestión religiosa no se le da seriedad teórica, se acaba cayendo en una practica política que confunde racionalidad y premisas religiosas, favoreciendo el surgimiento de profundas desviaciones que van del culto a la personalidad hasta la entrega y el servicio voluntario en nombre de la trascendencia de buena causa.

En la antigüedad estructural de hacer una fuerza política potencialmente revolucionaria sometida a las reglas del juego de la democracia formal burguesa, el PT procuro convinar las luchas de masa, especialmente sindicales con las campañas electorales.

En un país en que la política partidaria siempre giro en torno de figuras carismáticas o de clientelismo electoral, es muy significativo el hecho de que el PT haya evitado el fenómeno de “lulismo”.

El propio Lula ya sufría derrotas dentro del partido como en el caso de los diputados federales expulsados de las filas del PT.

Otra derrota de Lula fue él la elección de candidatos del partido al cargo del prefecto de Sao Paolo en las elecciones de 1988. Tales hechos demuestran que la idea tan difundida por cierta prensa de que el PT, las decisiones, en última instancia, están en la voluntad política de Lula integra el comité ejecutivo nacional, pero no esta en ejecutivo nacional. En la preservación de uno de los más importantes patrimonios políticos del partido -su democracia interna – Lula la sufrió derrotas, aprendiendo que para un dirigente político lo fundamental es que sus ideas basan y si aquellas que son decididas por el conjunto del partido. Se puede dudar de la conveniencia política de esa actitud pública, teniendo en cuenta el uso que del periodismo ase la hemeneutica burguesa, pero es cierto que el partido esta lejos de ser una estructura predominante de cuadros bajo un centralismo nada democrático.

En La campaña electoral de 1982, para gobernadores de los estados, el PT se encontraba ya legalizado como partido político. En Sao Paolo, el nombre de Lula fue señalado por el partido para competir en la elección para nuevo gobernador. Aunque derrotado por el resultado electoral, obtuvo una victoria política considerada la suma de los votos obtenidos por su candidatura: 1,200, 000, en el estado más rico del país, donde el gran capital dispone de mayor poder.

Derogado de la vida sindical en 1980, derrotado en la elección de 1982, Lula vuelve a participar de la Anampos (articulación nacional de los movimientos populares), que él había ayudado a fundar en 1980. Suprapartidaria, en sus encuentros nacionales fue profundizada la discusión en torno de las relaciones entre el movimiento popularsindicato – partido, forjando concepciones que fueron incorporadas al régimen interno del PT y a los estatutos de la CUT (central única de los trabajadores), de la cual la anampos puede ser considerada su madre.

LA CENTRAL UNICA DE LOS TRABAJADORES

La propuesta de organizar una central sindical en Brasil ganó fuerza apartir de 1977, cuando los empresarios lanzaran la Conclap (Conferencia Nacional de las Clases Productoras). Interesados en fortalecer también, los trabajadores promovieron una serie de encuentro intersindicales en todo Brasil – los Enclats (Encuentros de la clase trabajadora)-, teniendo en la mira la realización de la 1ª. Conclat (Conferencia Nacional de la Clase Trabajadora).

En agosto de 1981, la 1ª. Conclat se realizó en Praia Grande, en el litoral de Sao Paulo, en donde se aprobó la propuesta de que se creara una comisión que debería estructurar la CUT. La racha se dio en 1983, cuando San Bernardo Do Campo acogió al 1er. Congreso Nacional de la Clase Trabajadora, reuniendo a más de 5 mil representantes de sindicatos rurales y urbanos. Hoy la CUT representa acerca de 15 millones de trabajadores Brasileños.

En marzo de 1984, la justicia militar de Manaus juzgo a un grupo de sindicalista rurales y urbanos encuadrados en la ley de Seguridad Nacional, acusando de haber incitado en Brasilia, en el Acre, en julio de 1980, una supuesta revuelta que había sido la causa del asesinato del asendado Nilo de Oliveira y del líder de los trabajadores rurales Wilson Pinheiro, afiliado al PT en homenaje a sus militares el PT creo, en Sao Paolo, la fundación Wilson Pineiro, dedicada a estudios de interés para partido.

CANDIDATO A PRESIDENTE

En 1986, Lula fue electo diputado federal de Sao Paolo, obteniendo 652 mil votos, la mayor votación de esa elección. En ciudades industriales como la de el ABC y Deadema, Osasco, Campinas, Santos, Franca y Sorocaba, el fue el primero o el segundo con más votos, lo que demuestra que su candidatura, fue reconocida por la clase trabajadora.

Conservadora en muchos aspectos como lo tratado en la cuestión, también la nueva constitución brasileña contiene derechos obtenidos gracias a la actuación de los parlamentarios petistas, como la reducción de la jornada semanal del trabajo de 48 a 44 horas, la autonomía sindical, las condiciones de empresa, el derecho de huelga y la licencia de maternidad de 120 días.

El partido ganó también los presidentes municipales o prefectos en las capitales como Porto Alegre y Victoria y en más de 33 ciudades más que reúnen el 33% del PIB brasileño.

No se trata de alimentar la ilusión de llegar al socialismo por la vía electoral. El programa alternativo del gobierno del PT se propone realizar la reforma agraria, suspender el pago de la deuda externa redistribuir el ingreso a través del aumento a la carga tributaria sobre las grandes fortunas y la retención en el país de cerca de 30 mil millones de dólares que anualmente evaden el fisco y se llevan al exterior. En 1959, un salario mínimo era suficiente para adquirir 420 litros de leche, hoy no compra más de 200 litros de leche.

Tan importante es la victoria de Lula como la afirmación, en el plano nacional, de las propuestas del PT, a través del fortalecimiento de la organización política de la clase trabajadora y de la consolidación de la democracia. Esto es porque ningún gobierno democrático impopular sería capaz de mantenerse sin ese respaldo político.

Ahora la clase trabajadora brasileña se torna sujeto político, dispone de instrumentos de acción y de un programa creado a partir de sus luchas. Este es un legado social imprescindible para la articulación de las fuerzas sociales y políticas comprometidas con un futuro socialista de la nación brasileña.

Lula se postuló cuatro veces a presidente de la república. Ahora en el 2002 gana con el 62 % de la votación. Repetimos, la más alta votación en el mundo para la elección de un presidente.

Editoria Club del Libro Ltda. Brasil
Traducción de Jesús Ramírez Funes
Segunda Edición corregida y aumentada
México, MCCLP, 2003

Datos para citar este artículo:

Leonardo Boff. (2003). Lula. Biografía Política de un Obrero. Un obrero presidente de Brasil. Revista Vinculando, 1(2). https://vinculando.org/brasil/lula-biografia-politica-de-un-obrero-presidente.html

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