Mi amigo no llegó a la hora marcada, me llamó diciendo que estaba en un velorio, llegó atrasado, sonriente, y me contó que afuera del velorio notaba cierta felicidad; pensé luego que el muerto debía haber sido un enemigo, no lo era, era un tío muy querido, persona dulce de 82 años. Y él me contó una historia de amor… en cuanto hablaba mis pensamientos retozaban, primero me acorde del amor de Florentino Ariza y de Firmina Dazza, después del amor de T.S Eliot y Valerie, todos ellos amores en su vejez.
Amor de juventud es bonito pero no es de sorprender, joven al mismo tiempo que se apasiona. Romeo y Julieta es aquello que todo el mundo considera normal, pero el amor en la vejez nos da miedo porque nos revela que el corazón no envejece nunca, podemos morir, pero morimos jóvenes "el amor recompensado siempre rejuvenece" decía Eliot con el vigor y pasión a los 70 años…
Está ahí, en "El amor en los tiempos del cólera" de Gabriel García Márquez, quien no lo ha leído está perdiendo una experiencia única de felicidad… era Florentino Ariza, un muchacho que se apasionó por Firmina Dazza, adolescente, amor temprano y vulnerable solo de lejos, la muchacha era vigilada, las cartas y promesas de amor intercambiados en lugares escondidos y en todo la promesa de felicidad de un abrazo algún día. Pero en los tiempos del cólera las cosas eran diferentes y el padre de Firmina le arreglo el matrimonio con el doctor Urbino, ilustre y próspero médico del lugar. Pobre Florentino, destrozado por la pasión inútil, de ahí en delante viviendo en la esperanza loca de que algún día, no importara cuando Firmina sería suya. Fueron 51 años de espera hasta que el milagro aconteció, el doctor Urbino sin darse cuenta de que el tiempo pasaba, subió a una silla de equilibrio inestable para atrapar a un loro que había escapado de su jaula y se posó en lo alto de la rama del palo de mango. Ahí quedo, fue inesperado y fatal, quedo el doctor Urbino inmóvil en el suelo y roto del cuello. Entonces comenzó después de los tiempos de luto la historia más bonita de amor entre dos viejos, amor de vista y de palabra, de deleite en los deleites del cuerpo.
Sé muy bien que es extraño. Simona de Beauvoir en su libro sobre la vejez dice que hay una cosa que no se perdona en los viejos, que ellos puedan amar con el mismo amor de los jóvenes. A los viejos está reservado otro tipo de amor, amor por los nietos, sonriendo siempre pacientemente, mirada resignada, esperando a la muerte, paseos lentos por los parques, horas jugando, paciencia, cabeceos entre las conversaciones. Pero cuando el viejo resucita, en su cuerpo surgen de nuevo las potencias adormecidas del amor ¡oh, los hijos se horrorizan! "estoy caduco"…
La historia que mi amigo contó era parecida con Florentino y Firmina, solo que la espera fue mucho mayor. Amor que en la adolescencia se interrumpió, cada uno siguió un camino diferente, otros amores, familias. Pero el tiempo no lo logra disipar, la psicoanalista cree que en el subconsciente no existe el tiempo…. Somos eternamente jóvenes y de repente, ya en el crepúsculo, los árboles que todos juzgaban secos comienzan a echar brotes y a florecer. Se casaron él con 80 años y ella con 76 y van a vivir lejos, lejos de los ojos que no soportan el amor en la vejez.
Y él a los 81 años volvió a estudiar violín, divina locura!!! Y volvió a reaprender las antiguas palabras y decía emocionado que si Dios le permitía vivir con ella apenas dos años, sería muy feliz. No ganó dos, pero tuvo uno… y me quedé pensando que ese año pudo haber sido semejante a aquellas experiencias raras que la gente tiene y que nos hacen brotar del fondo del alma aquel grito de satisfacción a la Zorba "valió la pena haber sido creado en el universo sólo por esta causa"
Y fue el mismo que pasó con T. S Elliot que sólo encontró el amor el amor a los 68 años y a los 70 decía que antes de casarse se estaba haciendo viejo, pero ahora se sentía más joven que cuando tenía 60.
El amor tiene ese poder mágico de hacer el tiempo en sentido contrario, lo que envejece no es el tiempo, es la rutina, el enfado, la incapacidad de conmoverse ante la sonrisa de una mujer o de un hombre, pero ¿será incapacidad esto, o será otra cosa? que la sociedad entera enseña a los viejos que el tiempo del amor ya pasó, que el precio de ser amados por sus hijos y nietos ¿es la renuncia a sus sueños de amor?
Comprendí la felicidad de mi amigo y también me puse feliz, aquel velorio fue como el acorde que se toca al final de una sonata, la culminación de la felicidad. Interesante que como regla, el movimiento final de las sonatas es un allegro atrás de los adagios lamentosos. La conclusión debe ser un embelesamiento de alegría.
Si yo pudiera, aumentaría los libros sagrados en los lugares en donde los profetas tienen visiones de la felicidad mesiánica, ésta otra visión que imagino que hasta Dios mismo aprobaría con una sonrisa "Y los viejos se apasionarán de nuevo"
Libro. "Tempos Fugit". Tradujo Jesús Ramírez. MCCLP, México 1998.
Datos para citar este artículo:
Rubem Alves. (2008). Cuentos: Y los viejos se apasionarán de nuevo. Revista Vinculando. https://vinculando.org/documentos/cuentos/los_viejos_se_apasionaran_de_nuevo.html
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