El mundo de los niños no es tan risueño como se cree. Existen miedos confusos, difusos; las experiencias de las pérdidas; animales, cosas y personas que se van y no regresan… lo oscuro de la noche: donde el mundo entero se ausentó. ¿Regresará?
A los mayores no les gusta hablar de esto e inventan historias de niños y niñas donde muestran sólo sonrisas. Tal vez para convencerse a sí mismos de que su propia infancia fue agradable…
Escribí los cuentos de la Colección historias para pequeños y grandes en torno de temas dolorosos, que me dieron los niños. No es posible hacer de cuenta que ellos no existan. A los malos espíritus los espantamos llamándolos por su nombre real… El objetivo de las historias es poner nombres, es dar a los niños símbolos que les permitan hablar sobre miedos. Y es siempre más fácil hablar de uno mismo haciendo de cuenta como si se hablara de flores, sapos, elefantes, patos…
Hay cuentos que se pueden escuchar en discos o simplemente leerlos a solas… Son los cuentos de diversión. Pero otros deben ser contados por alguien.
Cuando se anda por la oscuridad del miedo, es siempre importante saber que hay algún amigo cerca. Alguien cuenta la historia. No sólo… Ni el libro que se lee, ni el disco que se escucha tienen el poder de espantar el miedo.
Es necesario escuchar la voz de otro y que diga:
-Aquí estoy, hijo mío.
De la muerte no sabemos nada.
Sólo sabemos las historias que
nos cuentan de acá de este lado, palabras que sobre ella decimos con el fin de volver su presencia menos amenazadora.
Con el símbolo de la semilla intenté crear imágenes en las cuales la vida y la muerte
Aparecen como amigas, pulsaciones de un grande misterio…
¿Cuál es la ventaja de hablar sobre esto?
Es simple. Quien no habla sobre la muerte acaba por olvidarse de la vida. Se muere antes de sin darse cuenta…
**************
Voy a contar la historia de una semillita.
Su madre era una palmera enorme, fuerte, de ramas largas que llegaban hasta el cielo, con hojas verdes. A los pajaritos, a las cigarras y a los niños les gustaba mucho.
Era tan amiga, su sombra tan fresquecita…
Pero la semillita no sabían aún nada de esto.
Nunca había visto el mundo
de aquí afuera. Estaba
Dentro de la barriga de su
mamá, hecha una nenita,
antes de nacer.
Ella sólo sabía que allá
dentro estaba oscurito,
caliente y sabrosito.}
Y ella dormía y dormía.
A veces se movía un poquito
para caer en el sueño de nuevo.
Un día cuando estaba metida en el sueño, una cosa
extraña sucedió.
¡Crac! Un ruido, cosa que nunca
había oído antes.
¡Crac! Otra vez el mismo ruido
La semillita dio un brinco,
su corazoncito latía de prisa
sus ojitos sorprendidos,
con mucho miedo.
-¿Qué es lo que pasa? Preguntó ella,
lloriqueando bajito.
La respuesta fue otro crac, más
Fuerte. Su miedo aumentó. Su
corazoncito latió más de prisa.
De repente ella vió una cosa que nunca había visto antes.
Su mundillo cerrado y oscuro, la barriga de su madre, se abrió. Comenzó a entrar la luz. Llegaba la hora de nacer. Pero como ella no sabía nada, se estremeció de pavor. También los bebitos tienen miedo de salir de las barrigas sabrosas de sus madres par entrar en este mundo que ellos nunca vieron.
Pero en medio de tanto miedo ello oyó una voz suave y amiga:
-¡Semillita, semillita! No tengas miedo. Soy yo, tu madre…
Ella miró para afuera y vió aquel árbol enorme que sonreía para ella.
-Nada de malo te va a pasar, semillita. El mundo aquí afuera es más sabroso que el mundo de ahí adentro. Mira, te voy a presentar a tus amigos. Primero a tus padrinos…
Mamá árbol balanceó sus ramas, llamando. Y vino el viento, y pasaron las nubes y el sol brilló…
-Ahora a tus compañeros de juego…
Llegaron entonces las pajaritos, las libélulas, las abejas, así como las catarinitas y las cigarras.
-Por último la madre de todos, la tierra, que nos da vida…
Y la semillita miró para aquella tierra maravillosa, que se perdía de vista en las montañas del horizonte, cubiertas de cosas verdes y coloridas, vivas y alegres, buenas para comer, buenas para aspirar, buenas para ver…
La semillita sonrió. Estaba feliz.
Y ella amó a su madre, a su mirar manso, a su voz suave y al mundo lindo que ahora se abría. Cómo es bueno saber que no se está solito. Cómo es bueno saber que alguien nos protege. La semillita tenía una amiga. Alguien gustaba de ella.
Así ella vivió alegre y tranquila por varios días.
Hasta que su madre le contó de un gran viaje.
-Semillita, dentro de poco tiempo el viento va a soplar más fuerte. Cuando esto suceda, tu vas a partir lejos, en un largo viaje, volando, flotando, como su fueras un copo de algodón. ¿Ves estos pelitos suaves, blancos y livianos que te envuelven? Son para eso: para que tu seas liviana y puedas volar, en las costillas del viento.
La semillita se estremeció. Tuvo miedo, mucho miedo. Era su segundo miedo. El primero fue cuando la barriga de su mamá se abrió. Ahora, cuando su mamá el decía de la partida. Ella tuvo mucho miedo del mundo desconocido para el cual iba a partir. Así es siempre. Tenemos miedo de lo que no conocemos.
Es por eso que tenemos miedo de lo oscuro. No sabemos lo que está allá adentro. La semillita había tenido miedo cuando la barriga de su madre se abrió. Estaba tan bien adentro. Después el miedo desapareció cuando la semillita descubrió que el mundo de afuera era más bonito. Y ahora, cuando ella estaba feliz en este mundo, en la casa de su mamá, ella le dice que en breve se iban a despedir.
La semillita lloró. Partir es siempre muy triste.
La vieja palmera lloró también.
Ella estaba muy feliz con su hija. Pero siguió.
-Es necesario partir, para seguir viviendo. Semillita que no parte acaba por morirse…
La semillita con los ojos sorprendidos, dice:
-Mamá por favor me explicas…
La madre continuó:
-Es necesario partir, para transformarse en madre. Es preciso que la semillita deje el regazo de su madre para transformarse en árbol…
-¿Transformarse en árbol?, pero yo soy una semillita, muy pequeñita. Los árboles-madres tienen que ser grandes…
-Si tu partes con el viento y tienes coraje para decir adiós, un día serás un árbol.
Dentro de cada semillita está un árbol adormecido. De la misma forma que dentro de cada niñita está una madre.
El viento te va a llevar lejos…
De repente él se va a parar.
Por un momento vas a fluctuar
en el aire, parada, como copo de nieve.
Después comenzarás a caer, bien despacito.
Vas a caer en la tierra.
Ahí en la tierra, vas a dejar de ser semilla y
Te vas a transformar en árbol.
La semilla tuvo miedo de nuevo. Ella no entendía aquello que su madre le dijera: “Tu vas a dejar de ser semilla”. ¿Será que ella se iba a consumir, a desaparecer?
Estas cosas dan escalofríos. Ella se creía tan bonita, redonda, negrita, lisa. ¡Ah! Sería bueno seguir siendo semilla siempre. Pero su madre adivinó lo que le pasaba en su cabecita.
-Semillita que continúa siendo semillita para siempre, termina seca, apachurrada, quemada. Finalmente muere. Termina como aquellos huesos de aceituna enlatada. La gente los puede plantar. Pero no nace nada. La semillita se va consumiendo y de ella surge un árbol…
El viento sopló fuerte.
La semillita fue arrancada del regazo de su madre.
Tuvo que decir adiós y fue volando, volando, cada vez más lejos…
Pasó por insectos, pájaros, hojas, alto, muy alto…
Hasta que el viento paró. Y ella fue descendiendo, hasta el suelo.
El suelo era húmedo.
La tierra era blanda y amiga. Y ella, madre tierra, comenzó a cantar una canción de cuna.
-Duerme, duerme, semillita…
La semillita empezó a sentir una necesidad de dormir.
Cerró los ojitos. Y fue entonces que la magia comenzó. Ella soñó que estaba de nuevo en la barriga de su madre. Y que ella se estaba transformando en un enorme árbol-madre…
Pero eso mismo era lo que estaba sucediendo.
La tierra caliente la abrazó.
Cayó la lluvia.
Allá adentro, sin que ella percibiese cómo, (pues estaba durmiendo), una cosa nueva comenzó a aparecer y a moverse.
Cosa nueva, diferente: un retoño verde. El retoño fue creciendo y cuanto más crecía, más la semilla disminuía. La semillita prieta y redonda estaba consumiéndose para que de ella naciese un árbol verde y grande. El retoño se movía dentro de la barriga de la madre-tierra, para salir… Hasta que apareció, muy pequeñito, del lado de afuera. Y fue entonces cuando la semillita despertó de su largo sueño…
Sólo que ella no era ya una semillita más.
Era un árbol-nene. Todo diferente, verde, con hojas muy pequeñitas. Pero que se parecía ya a su madre. Y se acordó de lo que ella le había dicho:
-Dentro de cada semillita está un árbol adormecido.
Fue necesario que la semillita se consumiese para que el árbol que vivía dentro de ella naciera.
Y ella se sintió muy feliz.
Crecería. Sería madre también.
Miró hacia abajo, vió la tierra; mirá hacia arriba, vió las nubes, el sol. Sintió que el viento jugaba con sus hojas.
Y dio una gustosa carcajada.
Datos para citar este artículo:
Rubem Alves. (2004). Cuentos: El miedo de la semillita. Revista Vinculando. https://vinculando.org/documentos/cuentos/miedo_semillita.html
Caro dice
Hola, mi nombre es Carolina, soy estudiante de psicologia y estoy trabajando en este momento con una mujer adulta que sufrio abusos de niña con ella hemos trabajado con cuentos acerca de los obstaculos y las cadenas que nos atan al pasado, pero ocupo algun cuento o reflexion que hable sobre el miedo y el dolor que puede sentir un niño al ser lastimado por sus padres o por personas mayores; de casualidad no tendras algo que me pueda ser util para trabajar con ella?
Francisco Aguirre dice
Hola Carolina,
Las técnicas que conozco que incluyen el uso de cuentos como una herramienta psicoterapéutica son provenientes de la hipnosis de Milton Erickson, de la cual se reportan muy buenos resultados, si bien no conozco aplicaciones específicas al abuso infantil.
Por lo que entiendo, tu paciente cuando era niña sufrió un abuso físico, y es en el cuerpo que se encuentran, hoy, las heridas y la memoria de lo que ocurrió. En ese sentido, mi sugerencia sería que explores la psicoterapia corporal, pues llega directamente al lugar donde se cometió el abuso y se trabaja el enojo, impotencia, miedo, etc., en el cuerpo y no únicamente en la mente de la persona.
El abuso sexual en la infancia es eminentemente físico, y con frecuencia preverbal; ello ocasiona que un tratamiento con psicoterapia corporal lo pueda sanar más rápidamente que otras técnicas, y en este momento tu puedes aprovechar para aprender sobre este tema también.
Saludos y buena suerte.