Es la actividad predilecta de muchas personas (tengan o no dinero), porque hoy se puede comprar a crédito (con las tarjetas), siempre y cuando los números de las susodichas no estén boletinados.
Deba, con el poder de su firma.
Antes las compras se hacían donde los comerciantes colocaban sus mercaderías a los lados de algún camino importante. Eran los mercados ambulantes (hoy emulados por los mercados sobre ruedas -aunque ciertos días no circulen). ¿Qué se vendía? Ropa usada (también algunas prendas eran nuevas), elementos para tejido, animales domésticos vivos, cueros, verduras y frutas multicolores, carnes, panes y pasteles, pescado. Entre los puestos también había algunos talleres de reparaciones. La gente se juntaba sobre los puestos y analizaba y elegía sus cosas dándoles la vuelta y preguntando por el precio.[1]
Este tipo de mercados se ha perdido en las ciudades; ahora los "supers" (en un principio llamados supermercados, que no son superiores sino sólo tiendas grandes) tapizan las calles; en ellos ya no hay discusiones sobre los precios de a cómo está el quilo de frijol ligth -ya no están los propietarios- ahora se negocia con el consorcio, no con el propietario.
En las ciudades más grandes, las tiendas (las departamentales, las franquicias, las "de marca") se concentran en construcciones aún más grandes, en los mall o centros comerciales (los cuales por lo general están rodeados de inmensos estacionamientos)[2].
Así, ir de compras dejó de ser algo pintoresco, ya no es un acontecimiento comunitario (aunque sí es algo muy común). Hoy las compras son más ejecutivas.
Antes, ir de compras era (podía ser) -se tuviera o no dinero- una experiencia placentera; hoy obtenemos los placeres de las cosas que compramos, los dolores de cabeza llegan luego, cuando nos llegan las cuentas.
Aspectos generales
Toda actividad económica (el flujo de mercancías e inversiones) tiene un impacto sobre los recursos naturales. El comercio también modifica el comportamiento de los agentes económicos (inversionistas, empresarios, consumidores) al ampliar o restringir oportunidades de negocios y empleo.
La sociedad hasta ahora ha sido y es poco solidaria para cambiar los estilos de vida depredadores a nivel global, regional y hasta local. ¿Por qué existe una discrepancia entre las intenciones de un consumidor y sus acciones? La respuesta es simple: antes de aceptar nuestra responsabilidad ambiental anteponemos nuestras comodidades y costumbres, pocas veces renunciamos al consumo dañino.
Si queremos cambiar, por qué no sumimos nuestras responsabilidades iniciando con lo relacionado a nuestro consumo doméstico, para que con nuestras decisiones y acciones diarias deterioremos menos el ambiente.
La forma en como compramos y lo que compramos (comida, ropa, artículos de limpieza, muebles, adornos, etc.) repercute directamente en la naturaleza.
Comprar no es únicamente adquirir los bienes y servicios que necesitas o deseas, al comprar eliges el tipo de productos y servicios que tendrás en el futuro, el tipo de tienda, el tipo de comunidad y hasta la calidad y cantidad de los recursos naturales con los que vivirás.
Si pensamos en esto, dejaríamos de comprar muchas cosas, compraríamos sólo lo necesario en otro tipo de tiendas, favoreceríamos el desarrollo de nuestras comunidades locales y fomentaríamos la conservación de los ecosistemas.
Ciertamente las leyes y las normas ayudan en la protección ambiental, pero cuando éstas no se cumples o ni siquiera existen y aunque los legisladores responden lentamente (siguiendo sus instintos burocráticos), tú puedes actuar de manera inmediata no comprando los productos y servicios que deterioran el ambiente y tu salud.
Notas.
[1] En ellos se comerciaban los bienes producidos por su valor de uso.
[2] En ellos se comercializan bienes producidos principalmente para que se vendan y no para el uso personal.
Datos para citar este artículo:
BIO, A.C.. (2000). Salir de compras (1 de 4). Revista Vinculando, 1(1). https://vinculando.org/ecologia/compras.html
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