• Saltar al contenido principal
  • Saltar a la barra lateral primaria

Revista Vinculando

Revista sobre educación, psicología y ecología

  • Empieza aquí
  • Publicidad
  • Publicar

Trabajo emancipado

Autor(a): Revista Vinculando - 13 Ene, 2006
¿Cómo citar este artículo?  

Existe una variedad de conceptos de trabajo, prácticamente todos vinculados a una determinada cultura y universo civilizador. El trabajo humano nació cuando un homínido, y luego otros, comenzaron a inyectarle conciencia, intencionalidad e inteligencia a sus acciones. No únicamente a aquellas que garantizaban su supervivencia cotidiana, individual y colectiva, sino también a las acciones de proteger y educar a su prole, de comunicarse mediante expresiones y lenguajes cada vez más complejos, de expresar artísticamente su mundo y sus propias experiencias… A partir de la sedentarización y del desarrollo de la agricultura, algunos grupos comenzaron a apropiarse de la tierra y de sus productos, y comenzaron a subyugar y esclavizar personas de otros clanes, haciéndolos trabajar para ellos a cambio de la vida y del sustento. El trabajo fue perdiendo su carácter esencialmente humanizador, ontopoiético, para reducirse poco a poco a un mero instrumento para garantizar la supervivencia. Aunque las formas opresivas de trabajo hayan variado a lo largo de la historia, el trabajo como yugo y sufrimiento, inclusive en su forma esclava, ha permanecido hasta nuestros días. En Estados Unidos, en 1800, por ejemplo, cada negro se contaba en el censo como 3/5 de una persona. De esta forma, los dueños de esclavos pagaban menos impuestos por sus "activos". Y actualmente, en las plantaciones remanentes del Brasil industrializado, un niño trabajador corta una tonelada de caña por día para ayudar a su familia a sobrevivir.

La evolución de la práctica del trabajo en los diferentes sistemas productivos promovió la evolución del concepto. Es en el sistema del capital que el concepto evoluciona con mayor rapidez. La economía clásica y la economía política lo tomaron como matriz del valor de las mercaderías. William Petty (1623-1687) y Adam Smith (1723-1790) sostenían que el trabajo es la fuente del valor, pero defendían que el libre juego de las fuerzas del mercado era lo que satisfaría las necesidades humanas, a través de la división del trabajo, que aumenta la productividad individual, y del automatismo de los precios. David Ricardo (1772-1823) propuso la teoría del valor-trabajo: el costo de la producción determina el valor de los bienes; la teoría del salario natural: el salario se fija en el mínimo necesario para la subsistencia del trabajador y de su familia; y la teoría de los costos comparados: cada país procura especializarse en los productos para los cuales se encuentra relativamente mejor dotado. Karl Marx (1818-1883) examinó de manera crítica la economía política clásica y de los socialistas utópicos, y propuso la teoría de la plusvalía, según la cual el plustrabajo, o trabajo no remunerado, sería la fuente de lucro y renta de la tierra. Los economistas llamados neoclásicos atacaron las diversas variantes de la teoría del valor-trabajo, tales como Karl Menger (1840-1921), William Jevons (1835-1882) y Léon Walras (1834-1910). Estos definieron el valor de una mercadería a partir de su utilidad, y redujeron el trabajo únicamente a uno de los factores de producción. Esta concepción fue llevada al extremo por Frederick W. Taylor, que consideraba al trabajo "manual" inferior y al trabajador como un mero ejecutante de órdenes del administrador, aquel que realizaba el trabajo "mental" es el que de hecho importaba.[1] Después de la Segunda Guerra Mundial, la automatización cada vez más acelerada llevó a muchos teóricos a dar continuidad a la ideología taylorista, sosteniendo que el principal sujeto del proceso productivo es la ciencia y la tecnología, y no el trabajo humano.

El concepto de trabajo ha evolucionado según el modo de organizar la producción y reproducción de la vida. Del mismo modo, ha evolucionado como resultado de la interacción creativa entre acción y reflexión, práctica productiva y teoría de la organización social para la producción y reproducción de la vida. Esta visión evolutiva del trabajo es la visión de la Praxis, puesto que toma como punto de vista la Filosofía de la Praxis e identifica a la evolución del trabajo humano como una interacción continua y acumulativa entre acción, emoción y reflexión, práctica, deseo y teoría, transformación, aspiración y conocimiento del mundo y de sí mismo. Es a partir de la comprensión de las transformaciones concretas en el mundo del trabajo, y de la noción de la Praxis del trabajo, que se llegó al concepto de Economía de la Praxis, también llamada Socioeconomía Solidaria (Arruda, 2001: 269-276; 348-350).

El punto de vista contemporáneo nos introduce tan profundamente en la ideología del trabajo asalariado, que resulta difícil visualizar el trabajo humano desde una óptica diferente. No obstante, si retrocedemos 2,5 millones de años en la historia evolutiva del Homo, estaremos frente a grupos de homínidos que dedicaban gran parte de su tiempo a buscar medios para sobrevivir. Pero, de ningún modo la mayor parte o la totalidad de su tiempo. Y el hecho de haber sido omnívoros desde muy temprano ayudó a que así fuera.[2] La observación etológica de los primates por parte de los científicos muestra que gran parte de la vida de estos estaba dedicada al tiempo libre y a la vida social. Poblaciones humanas llamadas "primitivas" presentan padrones semejantes. Actualmente, los Kung de Botswana – a pesar de que por su vida nómade ocupan áreas de más de 3 Km por persona – dedican cerca de 2/3 de su vida activa a visitar a amigos y parientes! Nuestros ancestros tenían un sistema de economía mixta que combinaba recolección con caza, siendo la primera la actividad predominante. Para esto, una población de aproximadamente 500 personas, conocida hoy como tribu dialectal, se organizaba en "bandos" de cerca de 25 personas, o seis familias, cada uno. De los 25, solamente siete u ocho eran hombres adultos.[3] Estas eran las proporciones que los antropólogos consideran ideales para una unidad cooperativa.

¿Las actividades relacionadas con la producción y reproducción de la vida de los homínidos y del Homo[4] primitivo pueden recibir el nombre de trabajo?

La noción dominante de trabajo en los orígenes de la humanidad es de "confrontación del Homo con la naturaleza para garantizar su supervivencia". Sin embargo, es científicamente legítimo leer esta ‘confrontación’ desde otro ángulo, el de la colaboración del Homo con la naturaleza para garantizar su supervivencia y bienestar. Si la relación no fuera de colaboración, ¿cómo podrían los homínidos y los seres humanos primitivos dedicar tanto tiempo a la comunicación, al intercambio humano y al tiempo libre? En la AntigŸedad se consideraba trabajo a las actividades que garantizaban la vida, pero estas eran consideradas inferiores, indignas de personas nobles y ciudadanos instruidos. De hecho, desde que unos se concedieron el derecho a la propiedad, privando a otros del mismo derecho, el trabajo de mantener y reproducir la vida y la sociedad quedó dividido, fragmentado, entre trabajo manual y mental, y les fueron atribuidos valores: inferior y superior, siervo y dominador. En la Grecia y Roma antiguas, la actividad manual se llamaba trabajo,[5] la mental, "negocio", o lo opuesto al ocio. En la cultura judeo cristiana el trabajo adquirió valoración positiva, relacionada al trabajo planeado de la Creación, a la "vocación’ humana de imitar al Creador en el trabajo y en el descanso. La ética protestante cristalizó esta valoración del trabajo, engrandeciéndolo como fuente última de todos los valores, y contraponiéndolo a toda actividad contemplativa. "Ni ocio ni placer, y
sí solamente la acción si
rve, según la voluntad de Dios, para multiplicar su gloria. Según esta visión, el desperdicio del tiempo es el primero y, en principio, el más grave de todos los pecados", escribió Max Weber al analizar la ética protestante.

El hecho histórico que marcó con mayor impacto la evolución del concepto de trabajo fue su transformación en mercancía. La crítica de la cosificación capitalista de las relaciones sociales de producción, la alienación del trabajo a través de los medios cosificadores del trabajo asalariado, de la propiedad privada y del intercambio (Mészáros, 1970: 92) contiene el análisis marxista de que por detrás de la alienación del trabajo se desdobla la alienación del propio Homo, una alienación ontológica, que lo hiere tanto en el plano objetivo como en el subjetivo. La mercantilización del trabajo, obligando al trabajador a emplearse para sobrevivir, lo forzó a aceptar cualquier condición de trabajo y remuneración, permitiendo al capitalista la máxima libertad en la relación social de producción. Este proceso se va haciendo mundial a medida que avanza la globalización del capital.

En su sentido más amplio, trabajo humano[6] es definido como la "acción de las mujeres y hombres buscando responder a sus necesidades", o "toda acción o proceso transformador, creativo, liberador, orientado hacia el desarrollo de la propia persona, de otras y de la sociedad humana, personal y socialmente responsable, en un sentido integrador consigo mismo, con cada Otro, con la sociedad y con la Naturaleza" (PACS -Instituto "Políticas Alternativas para el Cono Sur" y CASA – Centro Autogestionado de Solidaridad, 1998: 6-8). De un modo más genérico, trabajo humano es toda acción que termina transformando a la Naturaleza en beneficio del Homo. Es todo movimiento de objetivación del Homo, o de humanización de la Naturaleza. Por lo tanto, desde que el Homo es Homo trabaja. Y desde esta perspectiva, es posible organizar socialmente el trabajo no como división, fragmentación, dado el ambiente de confrontación o competencia, y sí como distribución, referida a un ambiente de colaboración y resultante del diálogo, negociación colectiva y planificación en que todos los involucrados participan.

Otro aspecto importante sobre el concepto de trabajo según la Filosofía de la Praxis es que existe una interacción dialéctica entre la acción del Homo sobre el mundo y la acción de esta acción sobre sí mismo. Tal vez este sea el aspecto medular de la cuestión del trabajo. No es solamente la acción objetiva, exterior al Homo, algo que ocurre únicamente fuera de él y que modifica su entorno. Por el contrario, se origina en su interior y termina también en su interior, un proceso objetivo y subjetivo al mismo tiempo. Podemos agregar, entonces, que el concepto de trabajo incluye también toda acción intencional que resulta en subjetivación del Homo. Por ello, el trabajo es el campo de expresión preferencial de la Praxis. El origen del trabajo es un proyecto, consciente (del campo racional, en el sentido lato) y/o semiconsciente (del campo específicamente intuitivo y emocional). Este proyecto, aun en situaciones poco complejas, como el desafío de cazar sin tener el cuerpo adaptado para vencer físicamente a los animales superiores en fuerza o velocidad, involucra una intencionalidad y un plano de acción, por tanto, ya como una semilla, una teoría. Fue esta cualidad de articular práctica con teoría que le permitió convertir una piedra en un proyectil, luego en una punta de flecha y en un "bien de capital", es decir, en una herramienta para producir puntas de flechas y de lanzas. La flecha y la lanza se convirtieron en prolongaciones de los brazos del cazador. A pesar de ser físicamente más débil, pasó a ser mentalmente más fuerte que los animales más fuertes. Fue este el inicio del mundo de la cultura o de la naturaleza humanizada.

Entre la cultura de la recolección y la caza y la cultura de la informática y el ballet moderno existe una infinidad de formas de trabajo y de divisiones sociales del trabajo. Volvamos a los Kung de Botswana. Hoy, a comienzos del siglo XXI, son aún, como hace más de 10 milenios, recolectores cazadores. Viven con buena salud y no mueren jóvenes. Cerca del 10% tenían más de 60 años en la época en que Leakey Lewin escribieron sobre ellos (1978: 172). Los más viejos son generalmente respetados por la sabiduría acumulada, tanto en asuntos prácticos como en los placeres de los rituales. Los jóvenes tampoco sufren presión, contribuyen con la economía alimenticia solo después que se casan, con edad cercana a los 23 años para los hombres y 18 para las mujeres. Los que recolectan y cazan tienen, por lo tanto, entre 20 y 60 años, y representan un 60% del grupo. La infancia está libre de obligaciones; la edad adulta no es tensa y la tercera edad está relativamente asegurada. Citando la definición de Sahlins de sociedad afluente como una en que las necesidades de todas las personas son fácilmente satisfechas, los autores concluyen que la economía mixta de los !Kung es un éxito. ¿Cuál es el secreto de este éxito? El hecho de ser una economía fundada en la producción de valores de uso, una economía de lo suficiente. Entre dos modos de vida – uno, acumular, el otro, usufructuar la vida en comunidad -, los !Kung han preferido históricamente el segundo modo de vida. Lo mismo se puede decir de grupos aborígenes en Australia. Con toda la precariedad que se les puede atribuir en el plano del progreso técnico, son pueblos que exhiben un alto grado de riqueza humana[7] y de felicidad, tanto en lo personal como en lo social.

Completemos la definición de trabajo. Visto como forma productiva o creativa de construir y transformar la realidad y, al mismo tiempo a sí mismo, el trabajo es un factor ontopoiético para el ser humano. A través de él la persona se sitúa en el mundo y en la sociedad, atiende sus necesidades y aspiraciones, se produce como personalidad e identidad, se desarrolla. Sin embargo, esta definición se realiza siempre en un contexto sociohistórico, por tanto, sólo tiene sentido discutir el trabajo de modo contextualizado.

Crítica

La esencia de la cuestión del trabajo en el capitalismo está justamente en el sistema dominado por el capital y no en las enfermedades que este sistema ocasiona o sufre. Reduciendo el trabajo humano a mercancía, el sistema del capital mundial extiende a escala global las cadenas de subordinación del trabajo asalariado (Gorz, 1964: 56-60; Beaudrillard, 1973: 11-40; Arruda, 1995a: 7); privados de la propiedad y del control sobre la empresa, los trabajadores se encuentran privados del derecho elemental a participar de la propiedad de los medios de producción y de las decisiones sobre qué y cómo producir, y cómo dividir las ganancias de la productividad. No sólo para afirmarse como seres sociales, sino incluso para sobrevivir físicamente y garantizar su reproducción, están condenados a vender sus únicas propiedades económicas, la capacidad y el tiempo de trabajo, que mercantilizan a cambio del salario. El binomio propiedad privada (como derecho restringido, en el ambiente competitivo, a los que detentan el control del capital) y trabajo asalariado, continúa prevaleciendo en la posmodernidad, sin que la globalización modificara esta configuración fundamental del sistema del capital. Tan sólo la agravó en la medida que un número creciente de trabajadores es permanentemente excluido del mercado de trabajo capitalista y es obligado a buscar nuevas condiciones para sobrevivir en tanto ser biológico, familia y ser social.

En síntesis, lejos de haber atenuado y errad
icado la lucha de clases, el capitalismo neoliberal la ha profundizado. Si bien la división social del trabajo actual presenta importantes modificaciones en relación con los orígenes de la globalización, no por esto la confrontación entre el capital y el trabajo ha dejado de existir ni tampoco de agravarse. Por el contrario, ha cobrado proporciones planetarias y provocado reacciones de los diversos sectores sociales que se sienten perjudicados por ella, no únicamente los relacionados con la fragmentación laboral, sino también las mujeres, los jóvenes y otros grupos populares organizados en torno de diversas demandas sociales.

Otros impactos de la globalización sobre el trabajo incluyen el aumento del número de mujeres con remuneraciones y condiciones laborales inferiores a la de los hombres en el mercado de trabajo, la subproletarización (empleos de tiempo parcial y trabajo precario) y la reducción de la ocupación en las actividades agrícolas. El trabajo informal es uno de los principales productos de la apresurada globalización del capital (OIT, 1998-1999: 163-166). Expresa la victoria, aunque pasajera, del capital sobre los trabajadores. La eliminación acelerada de puestos de trabajo como consecuencia de la reestructuración industrial debilita a las organizaciones de los trabajadores y los vuelve vulnerables a las condiciones impuestas por el capital. En los países afectados por programas de ajuste estructural comandados por el FMI, las políticas económicas de carácter recesivo, que frenan el crecimiento de la economía interna mientras que orientan la actividad económica hacia la generación de excedentes exportables, tienen como objetivo prioritario no el pleno empleo y una mejor calidad de vida de la población, sino el pago en fecha de la deuda externa. Descapitalización, desempleo y empobrecimiento vinieron de la mano. Son la parte endémica de un sistema que se apoya, aparentemente, en el automatismo del mercado y, fundamentalmente, en el interés corporativo del capital, hegemonizado por los grandes grupos económicos y financieros que operan a escala global, (González-Tablas, 2000: 157) estructuralmente en contraposición a los intereses de la fuerza de trabajo. En términos sociológicos, esto significa la profundización del conflicto de clases que tantos autores y políticos se esfuerzan por hacer parecer como cosa del pasado. El cambio en la configuración de las clases sociales, dentro del contexto de la globalización del capital, no abolió y sí agravó como nunca antes el abismo entre capital y trabajo.

En la era "posindustrial y posmercado" que se está iniciando, las máquinas tienden a sustituir siempre en primer lugar el trabajo humano directo en la producción de bienes y servicios. La tendencia, por tanto, es que el trabajo de millones se torne cada vez más superfluo para la economía y el mercado capitalistas (Rifkin, 1996: 296). Es en este contexto que se presentan desafíos a los que el sistema del capital no parece apto para responder, tales como: la necesidad de desmercantilizar la capacidad productiva y creativa del ser humano, de crear nuevas formas de remuneración del trabajo, de desarrollar políticas de gobierno y leyes que garanticen la distribución equitativa de los ingresos, de la riqueza y de los beneficios generados por el trabajo de toda la sociedad, de promover la división social del tiempo libre, en vez de la actual apropiación privada del plustrabajo por parte del capital, etc.

Los sindicatos buscan, a su vez, reencontrar su vocación histórica, que es luchar por una economía centrada en el trabajo humano y no en el capital, una economía genuinamente democrática, en la cual el trabajo se emancipe de las cadenas del salario y de la sumisión. Esto implica la edificación de un proyecto de construcción de cada trabajador/a y de la comunidad de los trabajadores como sujetos conscientes y activos de su propio desarrollo, gestores y propietarios de los emprendimientos en que trabajan; un proyecto al mismo tiempo socioeconómico, político, cultural y ambiental, cuya fuente de valor y de identidad sea el trabajo emancipado, y cuyo objetivo sea compartir en forma progresiva el tiempo disponible obtenido con las ganancias de la productividad, de modo que cada vez más gente pueda dedicar trabajo y energía al desarrollo de sus capacidades, atributos y sentidos superiores y específicamente humanos (Arruda, 1997: 78-84). Además de enfrentar estos desafíos, los sindicatos comienzan a promover políticas educacionales y campañas por el rescate de los principios del cooperativismo y de la autogestión, buscando por medio de cambios culturales en la organización del trabajo, la garantía de los derechos de las trabajadoras y trabajadores, así como también su capacitación técnica y la autonomía de sus organizaciones. A lo anterior se agrega la lucha por obtener reconocimiento legal para el sector de la economía solidaria en un mismo plano que los sectores estatal y privado, por conseguir un sistema de incentivos y subsidios que, aunque temporarios, sirvan para estimular el autoempleo y las iniciativas de la socioeconomía solidaria, por lograr el reconocimiento del autoempleo y la inversión pública ampliada en la educación para la autogestión y la asociación, el cooperativismo – incluso en las dimensiones de las cadenas productivas y de las redes intersectoriales, – y también por desarrollar una política más ofensiva en la búsqueda de consensos en torno de un proyecto cooperativo y solidario de sociedad, y en la construcción de una representación política unificada que fortalezca la voz y la presencia del mundo del trabajo en el debate público y en la interacción con los representantes del capital y del Estado.

Trabajo emancipado

Fromm (1970: 46) observa que en sus primeros escritos, Marx utilizaba el término trabajo para referirse al trabajo esclavo, servil, alienado, vinculado al sufrimiento y a la autonegación. Así es también el trabajo asalariado de hoy, aun aquel que está bien remunerado. No tardó Marx en ampliar este concepto, al criticar el trabajo que aliena y deshumaniza, y visualizar otro concepto de trabajo, que reintegra y emancipa. Pero esta noción no la desarrolló en abstracto, sino en el estudio de la evolución concreta del capital en el sentido de su pleno desarrollo, es decir, del desarrollo de toda su potencialidad. Previó que la producción por el trabajo directo sería sustituida por la producción científica y que la era del trabajo manual cedería su lugar a la era del conocimiento.

En los Fundamentos de la Crítica de la Economía Política, de Marx, se aprecia una percepción asombrosamente anticipadora de la globalización del capital, de la evolución del proceso científico y de la introducción de innovaciones tecnológicas en la producción, y sus efectos sobre el mundo del trabajo. En esta obra, Marx busca respuesta a la interrogante pertinente, aunque incómoda, de "si el sistema del capital consigue acomodar sus contradicciones y evoluciona hasta el punto en que el desarrollo técnico prescinda de la mayor parte del trabajo humano actualmente necesario para producir y distribuir las riquezas, ¿habrá necesidad entonces de una revolución?" Esta pregunta está más vigente que nunca debido al fracaso, en las dos últimas décadas del siglo XX, de la mayor parte de los intentos por edificar una vía alternativa al sistema del capital mundial. He aquí el resumen de lo medular de su tesis.

"El gran sentido histórico del capital es el de crear este plustrabajo, trabajo superfluo desde el punto de vista del mero valor de uso, de la mera subsistencia. Su determinación histórica está cumplida, por un lado cuando las necesidades están tan desarrolladas que el plustrabajo sobre lo necesario está más allá de la necesidad natural, surge de las mismas necesidades individuales; por otra parte, la disciplina estricta del capital, por la cual han pasado las sucesivas
generaciones, ha desarrollado la laboriosidad general como cualidad general de la nueva generación[8]; finalmente, por el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo, a las que azuza continuamente el capital – en su afán ilimitado de enriquecimiento y en las únicas condiciones bajo las cuales puede realizarse ese afán-, esa laboriosidad general ha prosperado tanto que la posesión y conservación de la riqueza general por una parte exigen tan solo un tiempo de trabajo menor para la sociedad entera, y que por otra la sociedad laboriosa se relaciona científicamente con el proceso de su reproducción progresiva, de su reproducción en magnitud cada vez mayor: por consiguiente, ha cesado de existir el trabajo en el cual el hombre hace lo que puede hacer que las cosas hagan en su lugar. (Marx, 1857-58, según cita de Nicolaus, 1969:105-106).

Pensar en la reorganización del trabajo y de la riqueza implica rescatar el alma humana del capital. Todo capital es fruto del trabajo humano. Si el capital está concentrado es porque algunos de los que participaron de su creación fueron despojados de él. Redistribuir el capital y los productos – ambos resultantes del trabajo – entre todos los que participan en su creación significa socializar los medios y los frutos de la producción. Las políticas de redistribución pueden llegar a ser importantes, pero no resuelven el problema de fondo, que es el propio objetivo de la actividad económica. Concebida como "gestión de la casa", la economía debe estar al servicio del "buenvivir" de todos y de cada uno de los habitantes de la casa. Es necesario que esté estructural y relacionalmente organizada de modo de generar ese "buenvivir" sin tener que recurrir, para lograrlo, a medidas artificiales, o no económicas. Tal organización implica repartir la propiedad y la gestión de los bienes productivos, así como dividir equitativamente las tareas y responsabilidades entre aquellas personas y comunidades que trabajan. Implica descentralizar el poder y el saber, conjuntamente con la riqueza. Significa, por tanto, superar toda explotación y dominación de unos sobre otros, emancipar el trabajo.

Emancipar tiene aquí dos sentidos. Uno, el de liberar al trabajo humano de las amarras de la mera supervivencia material, lo que se logra a través de la reorganización de la economía y del Estado en torno de las necesidades humanas, de las formas familiares, comunitarias y asociativas de propiedad y gestión de la producción, de la promoción de patrones éticos y solidarios de consumo, del retorno de la circulación de la moneda como medio de intercambio en vez de su estancamiento por acumulación, de la creación de sistemas transparentes de regulación, supervisión y garantía del bien común. El otro sentido es el de la división entre todos de la fracción del tiempo de trabajo que se ahorra al introducir nuevas tecnologías. Cuando la tecnología permite ganancias de productividad, como en el caso de la informática, se reduce el tiempo de trabajo utilizado en producir. Si el volumen de la producción alcanza un nivel suficiente, se puede entonces aumentar el tiempo disponible y compartir entre todos el tiempo total economizado. El tiempo disponible pasa entonces a ser una medida de riqueza – no de la mera riqueza material, sino de la riqueza humana. La emancipación del trabajo supone también recobrar el placer de trabajar, de crear, de generar conocimientos y de aplicarlos en la transformación de nosotros mismos y del mundo.

La emancipación del trabajo no significa necesariamente una sociedad en la que solo exista el tiempo libre y el ocio. Si vemos el trabajo a través de un prisma ontogenético y cosmogenético, es posible concebir el trabajo emancipado en el centro de una sociedad que haya conquistado el poder y el saber necesarios para administrar su propio desarrollo y para construir, como sujeto pleno, su propia historia. Esta sería una sociedad del trabajo emancipado y a ella correspondería una economía del trabajo emancipado.[9] Sobre esta base, entra en el campo de las probabilidades la construcción de emprendimientos económicos – sociales y públicos – que son también comunidades humanas, unidas por la búsqueda común de un cada vez mejor "buenvivir"- el propio y al mismo tiempo, el de los demás – mediante apoyo y servicio recíprocos. Es posible incorporar en ellos la más amplia diversidad de ocupaciones, según el deseo y el placer de cada uno, de modo de que se convierta en una respuesta tanto a la necesidad como al placer – se vuelva autoexpresión, realización de sí para sí y para los demás. La autonomía y la solidaridad son dos valores que se entrelazan y se completan en el trabajo emancipado (Aznar, 1993: 284). Se vislumbra también el surgimiento de monedas comunitarias, símbolo y mediador en los intercambios de bienes y servicios reales en los que no se generen intereses ni mecanismos de ningún tipo que incentiven la acumulación o la especulación, y que estén sujetos plenamente a la soberanía comunitaria.

La probabilidad del trabajo emancipado tiene que ver con el hecho de que en la historia, como en la Naturaleza, no hay certezas anticipables. Sin embargo, a partir de la realidad actual, es posible prever escenarios para el futuro del trabajo. Por un lado, frente al creciente desempleo estructural, la exclusión de un número cada vez mayor de trabajadores del empleo formal, el riesgo continuo de crisis y de caos social y la ausencia parcial o total de políticas reguladoras y compensadoras eficaces y el surgimiento de formas autónomas, autogestionarias, asociativas y solidarias de organización del trabajo y del saber humanos, por otro, es posible visualizar por lo menos dos escenarios: (1) rupturas sociales aisladas, como respuesta al desempleo estructural y a la exclusión, sin liderazgos que al polarizar y sintetizar la aspiración colectiva, contribuyan a su canalización constructiva; la tendencia, en este escenario, sería a una escalada totalitaria y represiva y al fantasma de la barbarie social y cultural; (2) la expansión de los núcleos y redes de economía solidaria que se desarrollen en diferentes partes del mundo, generando un ambiente propicio a la praxis del trabajo emancipado, al interrelacionarse más y más unos con otros y al tender a nacionalizarse y "planetarizarse" en un tipo cooperativo, genuinamente democrático y solidario de gestión mundial de las necesidades, y de producción y distribución de las riquezas materiales e inmateriales.

 

*Marcos Arruda; Economista y educador de PACS (Instituto "Políticas Alternativas para el Cono Sur"), de la Red Brasileña de Socioeconomía Solidaria y del Instituto Transnacional (Ámsterdam).

 

Bibliografía.

ARRUDA, Marcos, 1995a, "Globalização e Ajuste Neoliberal: Riscos e Oportunidades" ("Globalización y ajuste neoliberal: riesgos y oportunidades") publicado en la Revista Tempo e Presença, Koinonia, Río de Janeiro, diciembre.

ARRUDA, Marcos, 1997, "Globalização e Sociedade Civil — Repensando o Cooperativismo no Contexto da Cidadania Ativa" ("Globalización y Sociedad Civil – Repensando el Cooperativismo en el contexto de la ciudadanía activa") publicado en portugués en Perspectiva Económica, vol. 32, n. 96, enero a marzo, Universidad do Vale dos Sinos, S"¹o Leopoldo, Río Grande del Sur. También publicado en BOFF, Leonardo y ARRUDA, Marcos, 2000, Globalização: Desafios Socioeconómicos, éticos e Educativos (Globalización: desafíos socioeconómicos, éticos y educativos), Editora Vozes, Petrópolis.

ARRUDA, Marcos, 2001, "Educação para que Trabalho? Trabalho para que Ser Humano? Reflex&otil
de;es sobre Educação e Trabalho, seu Significado e seu Futuro" ("¿Educación para que trabajo? ¿Trabajo para que ser humano? Reflexiones sobre educación y trabajo, su significado y su futuro") tesis del doctorado, Universidad Federal Fluminense, Niterói, Río de Janeiro.

AZNAR, Gui, 1993, "Trabalhar Menos para Trabalharem Todos" ("Trabajar menos para que trabajen todos") Scritta, San Pablo.

BEAUDRILLARD, Jean, 1973, "Le Miroir de la Production ou l"Illusion Critique du Matérialisme Historique", Casterman, París, I.

CORAGGIO, José Luis, 2000, "Da Economia dos Setores Populares ˆ Economia do Trabalho", em Economia dos Setores Populares: Entre a Realidade e a Utopia ("De la economía de los sectores populares a la economía del trabajo", en Economía de los sectores populares: entre la realidad y la utopía), Capina, Cese y U.C.Salvador, Editora Vozes, Petrópolis.

GONZALES-TABLAS, ángel Martínez, 2000, "Economía Política de la Globalización", Ariel Economía, Barcelona.

GORZ, André, 1991, "Metamorfosis del Trabajo — Busca del Sentido, Crítica de la Razón Económica", Editorial Sistema, Madrid.

LEAKEY, Richard and LEWIN, Roger, 1978, "Origins", E.P.Dutton, Nueva York.

MéSZáROS, Istvan, 1970, "La Teoría de la Enajenación en Marx", Ediciones Era, México [1978].

NICOLAUS, Martin, 1969, "The Unknown Marx", en The New Left Reader, Grove Press Inc., Nueva York.

OIT — Organización Mundial del Trabajo, 1998-99, "World Employment Report (WER) 1998-1999: Employability in the Global Economy. How Training Matters", Ginebra.

PACS y CASA, 2000, "Construindo a Socioeconomia Solidária do Espaço Local ao Global" (Construyendo la Socioeconomía Solidaria del espacio local al global", de la Serie Sembrando Socioeconomía, Río de Janeiro.

RIFKIN, Jeremy, 1995, "The End of Work: The Decline of the Global Labor Force and the Dawn of the Post-Market Era", Tarcher/Putnam, New York.

RÜRUP, Bert, 1992, "Trabalho do Futuro – Futuro do Trabalho: Como mudam os Conteúdos do Trabalho, que Grau de Felxibilidade deve ter o Tempo de Trabalho, que Valor Terá o Trabalho no Futuro?" (Trabajo del futuro – Futuro del trabajo: ¿cómo cambian los contenidos del trabajo, qué grado de flexibilidad debe tener el tiempo de trabajo, qué valor tendrá el trabajo en el futuro?), Revista de Política, Cultura, Economía y Ciencia, n. 2, 11/12/92, Frankfurt.

 

Notas

[1] Es importante notar que Lenin insistía en que las obras de Taylor fueran estudiadas con vistas a su adaptación y utilización en la industria soviética. El sistema de Taylor, según Lenin, "como todo progreso capitalista, es una combinación de refinada brutalidad de la explotación burguesa y algunos de los más grandes avances científicos en el campo del análisis de movimientos mecánicos durante el trabajo, la eliminación de acciones superfluas y extrañas, la elaboración de métodos correctos de trabajo, la introducción del mejor sistema de contabilidad y control, etc. La República Soviética debe a todo costo adoptar todo aquello que es valioso en las realizaciones de la ciencia y de la tecnología en este campo. La posibilidad de construir el socialismo depende exactamente de nuestro éxito en combinar el poder soviético y la organización soviética de la administración con las realizaciones actualizadas del capitalismo. Debemos organizar en Rusia el estudio y la enseñanza del sistema de Taylor y sistemáticamente experimentarlo y adaptarlo a nuestros fines" (Lenin, 1918: 259).

[2] Contrariamente a lo que muchos creen, gran parte de la alimentación de nuestros ancestros de hace dos millones de años era constituída de vegetales. Las estimativas de consumo de carne entre los homínidos africanos se encuentra en torno del 30% (Leakey Lewin, 1978: 159).

[3] En regiones de escasez de agua y recursos, como el desierto de Kalahari, las tribus se dividen en pequeños grupos en la estación seca, para sobrevivir mejor de la recolección y de la caza, y vuelven a reunirse en la estación húmeda (Leakey Lewin, 1978: 160). Nuevamente, el componente de planificación, por tanto, de Praxis, resulta evidente en este comportamiento.

[4] El termino latino homo es genérico, incluyendo ambos sexos. Hombre, en latín, corresponde a vir,viris.

[5] La connotación del termino latino labor, laboris es de sufrimiento y fatiga que se experimenta cuando se realiza un trabajo.

[6] En la biologia el concepto de trabajo también existe, para referirse al fenómeno o conjunto de fenómenos que ocurren en un organismo y de algún modo le alteran la naturaleza o la forma, y en la física, con el sentido de acción de fuerzas que actúan en un sistema, o sobre un sistema efectuando desvíos, rotaciones, movimientos, etc.

[7] Todo exceso de riqueza, es decir, aquella que va más allá de lo que la persona o el grupo social puede usufructuar efectivamente en determinado espacio-tiempo, consiste en riqueza abstracta. Es inversamente proporcional a la riqueza concreta, que se constituiría por una medida siempre flexíble pero suficiente de bienes y servicios que eleve al máximo el tiempo disponible del sujeto, individual o colectivo, para que pueda dedicarse al desarrollo de sus capacidades, aspiraciones y potenciales superiores. En el caso de los !Kung, esta medida era un stock de alimentos suficiente para tres dias de alimentación familiar, "lo que daba a las mujeres tiempo suficiente para visitas, actividades recreativas y de costura" (Leakey Lewin, 1978: 172).

[8] Hoy comunmente identificada como productividad.

[9] Con el adjetivo emancipado estoy ampliando la expresión propuesta por Coraggio de economía del trabajo (Coraggio,2000).

Datos para citar este artículo:

Revista Vinculando. (2006). Trabajo emancipado. Revista Vinculando, 4(1). https://vinculando.org/economia_solidaria/trabajo_emancipado.html

Copiar

Artículos relacionados:

  • La década de los mitos. El nuevo modelo económico y la crisis del trabajo en Brasil: Presentación

    Este libro constituye un contrapunto a las tesis que se transformaron en hegemónicas en los años 90 en Brasil, a partir…

  • La década de los mitos. Alteraciones recientes en el costo del trabajo en Brasil(1)

    A lo largo de los años 90s, cuando las políticas neoliberales fueron ampliamente aplicadas en Brasil, se construyó el argumento de…

  • Ergonomía en el trabajo

    La ergonomía aplicada a piso; estaciones o líneas de trabajo, equipos, maquinarias, operaciones, procedimientos, etc, tiene como finalidad preservar las condiciones…

Ver más artículos en la categoría Economía social y solidaria

Interacciones del lector

Comentarios

  1. Maggie Frank dice

    5 Nov, 2007 en 7:58 pm

    Hola, Buen Dia.

    En estos momentos me encuentro haciendo una documentacion sobre el ingeniero teorico Frederick Winsolw Taylor, y queria preguntarle al escritor Marcos Arruda, que si el concepto de deshumanita hacia Taylor lo escribio por el comentario de V. I. Lenin o por que el por lo que ha leido de Taylor en verdad lo cree.

    Realmente me encuentro defendiendo al ingeniero Taylor, ya que de varios libros que he leido y varias paginas de internet con informacion de el, todo me centraliza a que realmente no era deshumanista, si no todo lo contrario, luchaba por que el trabajador estuviera en el lugar que mejor le convenia para asi poder tener comodidad y satisfaccion, como el quien lo supervisaba, de igual manera vio por que cada trabajador que aumentara su produccion, merecia mas salario por ese esfuerzo.

    Solo deseo que me contesten para tener mas informacion y saber otros comentarios

    Gracias por la atencion.

    Responder
    • Hugo Flores dice

      24 Sep, 2011 en 8:21 pm

      Trabajo es lo que pide la naturaleza para que el individuo permanezca con vida. La muerte viene cuando ya no se puede trabajar. El problema es lo que nos enseñó San Agustín de Hipona: la propiedad es el origen de todos los males. Si considero que soy propietario de mi trabajo entonces lo trasformo en mercancía más ni la propiedad ni el mercado son creaciones de Dios por lo tanto son pecado ¿verdad? El deber del humano es poner el producto de su trabajo a disposición gratuita de los demás y por lo tanto tener como derecho el disponer libremente (libertad y amor son lo mismo) del producto del trabajo de los demás. La propiedad no sólo es innecesaria sino que es maligna, impide el amor interhumano, el amor interétnico, el amor universal.
      h.f.

      Responder

Deja un comentario Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Barra lateral primaria

Semana Santa 2025:

Sugerencias para tener unas Vacaciones ecológicas

[convertkit form=7689214]

Lo más visto

  • Vinculando la Educación
  • Vinculando la Psicología
  • Vinculando la Sociedad
  • Vinculando la Ecología
  • Vinculando la Alimentación
  • Vinculando a emprendedores
  • Vinculando la Salud

Juntos 20+ años Vinculando

Desde 2003, Revista Vinculando publica artículos de académicos e investigadores especializados en temas de educación y psicología.

Los autores que publican en Vinculando son citados en revistas científicas de todos los países de habla hispana.

Gracias por tu visita.

¿Qué estas buscando?

Integrantes de estas instituciones nos han referido o han publicado en Revista Vinculando

© 2003–2025. Vinculando: Revista especializada en Educación y Psicología.
Mazatlán #73-1, Colonia Condesa; C.P. 06140, Ciudad de México; México.

Contacto · Privacidad · Derechos de autor.