Resumen
Este artículo expone las condiciones necesarias para el aprendizaje desde una perspectiva neuroeducativa, explicando que la comunidad educativa, no está formada tan solo de maestros, sino que intervienen padres, familia y sociedad. Todos los involucrados en la educación de niños y jóvenes, desde el papel que desempeñan, son responsables de crear ambientes sanos para favorecer las experiencias educativas. Aspectos a cuidar como la salud mental, la gestión adecuada de las emociones, la alimentación, el descanso, el ejercicio y la interacción con social, además de impactar en el bienestar individual, impactan en el desarrollo de la sociedad
Palabras clave: neuroeducación, aprendizaje, salud mental, emocionalidad, herramientas, motivación, maestros.
Abstract
This article presents the necessary conditions for learning from a neuroeducational perspective. It explains that the educational community is not only formed by teachers, but also by parents, family and society. All those involved in the education of children and adolescents are thus responsible, from the different roles they play, for creating healthy environments promoting educational experiences. To do so, multiple aspects including mental health, proper management of emotions, nutrition, rest, exercise, and social interaction need to be addressed. These not only have an impact on individual well-being, but also on the development of society.
Keywords: neuroeducation, learning, mental health, emotionality, motivation, teachers.
Título original: Un enfoque desde la neuroeducación: condiciones propicias para los procesos de aprendizaje
Ya se ha establecido que la figura del neuroeducador surge de la buena voluntad y del esfuerzo en común de la neurociencia y la educación; su formación interdisciplinar es necesaria para incidir en los procesos educativos y lograr la transformación de los cerebros de los estudiantes, a través de estrategias surgidas del conocimiento de la neurociencia cognitiva y de la pedagogía. La neuroeducación ofrece la posibilidad de reconciliar al alumno con la educación formal por medio de la potenciación de la creatividad y el aprendizaje; puede ser el factor determinante entre la deserción escolar y una trayectoria educativa satisfactoria (Mora, 2013, p. 26).
Menciona Punset (2018), ”la educación es el gran nivelador social, la casi única herramienta que tenemos para intentar ofrecer a todo el mundo las mismas oportunidades” (4m03s). La educación debe ajustarse a las necesidades del sujeto, así como del entorno en el que se desenvuelve, para ello requiere conocer el cerebro, cómo funciona y cómo aprende mejor. Facilitar la experiencia educativa, creando condiciones favorables desde edades tempranas, antes de los 3 años y durante los 8 y 12 años, principalmente ya que son los períodos críticos para promover el desarrollo sensorial, lingüístico, emocional y el aprendizaje (Calixto, 2018, pp. 55-56).
Condiciones para el aprendizaje
Las condiciones favorables para el aprendizaje provienen de distintos ámbitos, el primero que se abordará en este artículo es el de la salud mental sin con esto denostar a los otros, puesto que todos convergen en el ser humano y de lograrse el preciso equilibrio entre lo biológico-psicológico-social, se manifestará en el bienestar personal y en la buena salud mental. La adaptación de un sujeto a su entorno y la elección de soluciones adecuadas a los problemas que enfrenta ante situaciones de estrés, están íntimamente ligadas al bienestar mental, sustento de la felicidad.
La neurociencia señala que entre más y mejor corteza mental tenga una persona, mejor salud mental poseerá (Calixto, 2021, p. 75), sin embargo, la corteza prefrontal ante emociones fuertes se ve aplastada, más emoción significa que el cerebro disminuye su inteligencia para tomar decisiones; si el cerebro vive un momento crítico, es aconsejable que no tome ninguna decisión importante por lo menos en las siguientes 24 horas, para evitar que sea la emoción la que hable, en vez de la corteza prefrontal (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021).
Las emociones constituyen la amalgama del aprendizaje, el cerebro aprende más rápido y mejor cuando están presentes, cabe destacar que, ante vivencias marcadas por el dolor, como una ruptura amorosa, el cerebro está más receptivo a la experiencia porque esta lo capacitará para mejores relaciones futuras, para evitar cometer los mismos errores (Calixto, 2017, p. 16).
Las emociones positivas dejan también una huella importante, porque resultan alentadoras y logran que se grabe el mensaje en el cerebro. La emocionalidad forma parte intrínseca de todo ser humano, así que el conocimiento de su existencia, el reconocerlas, asociarlas con el nombre con las que se identifican, expresarlas y vivirlas, le otorgan al individuo el control, nada desdeñable por cierto, de disminuir la activación de la amígdala cerebral, otorgándole la dirección de las emociones a la corteza prefrontal, con esto no quiere decir que el cerebro dejará de sentir, sino que se vivirá la emocionalidad con plenitud (Punset, 2018, 48m07s).
La madurez y el pleno entendimiento de las relaciones que un sujeto vive, depende en gran medida de la inteligencia emocional que se alcanza a través del entrenamiento consciente de las emociones, puesto que estas son como un músculo, que requiere práctica constante para su gestión efectiva, “tener un giro del cíngulo bien conectado con la amígdala cerebral y el hipocampo, te daría un control muy adecuado de las emociones; interpretar y proyectar la emoción” (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021).
La mayoría de personas a lo largo de su vida desarrollan técnicas, se apropian de herramientas, realizan actividades rutinarias que les permitan atenuar preocupaciones y adaptarse mejor a los imprevistos de la vida, todas estas prácticas proveen de un marco de seguridad, pero en más de una ocasión se requiere del apoyo externo, de una terapia que ayude a cambiar la interpretación de eventos negativos y a desarrollar nuevas estrategias de contención (Calixto, 2017, p. 206).
Las psicoterapias provocan efectos neurobiológicos, porque actúan sobre los sistemas neuronales aquellas que intervienen en el aprendizaje y la memoria, por tal motivo, las terapias son consideradas un aprendizaje implícito y explícito que facilita restaurar patrones disfuncionales aprendidos, todo esto se debe a la relación que se da entre terapeuta y paciente, no cualquier relación, sino una que sirva de acompañamiento mientras el sujeto aprende a modificar las conductas aprendidas, que esté basada en la confianza y límites claros.
El paciente toma un papel activo para evocar y controlar recuerdos, es decir, que estos no surjan ante cualquier estímulo provocando reacciones alteradas incontrolables, sino que el paciente aprenda a actuar de manera distinta lo que le permitirá estar en control de las situaciones, aunque sea vea expuesto a experiencias desencadenantes (Iragorri et al. 2009, p. 77).
Son muchas las buenas prácticas que favorecen el equilibrio biológico-psicológico-social del ser humano, el sueño es una de ellas y no se le otorga la importancia debida en esta vida actual, cuya velocidad es vertiginosa en la carrera por ser los mejores, no obstante, si el individuo no descansa su actividad fisiológica, cognitiva y emocional sufre una crisis (Calixto, 2021, p. 216), simplemente, con perder una o dos horas de sueño que aparentemente no son nada, el estudiante no procesa de forma óptima la información y repercute directamente en su memoria, porque esta no llega a consolidarse y la atención sostenida se pierde, así que el aprendizaje se ve disminuido (Mora, 2013, p. 124).
Si la práctica de desvelarse se vuelve común en la vida de cualquier persona, el cerebro llega a sufrir cambios irreversibles, debido a que se ve afectada la comunicación entre áreas cerebrales, disminuyendo la capacidad de aprendizaje y si se intenta recuperar las horas de descanso perdidas, durmiendo todo un fin de semana, el daño ya está hecho (Calixto, 2021, 169).
Cuando los hábitos del sueño se ven desregulados pueden surgir trastornos del sueño, perjudicando así el rendimiento de la persona al afectar distintas funciones cognitivas. Algunas disfunciones posibles son: alteración de la capacidad de juicio, disminución de la flexibilidad cognitiva, alteraciones del humor -irritabilidad y enojo-, fatiga excesiva y presencia de “microsueños” involuntarios, el tiempo de reacción se prolonga, aparece el enlentecimiento cognitivo, entre otros. (Carillo-Mora et al. 2013, citados por Araya et al. 2020, párr. 17)
La sana alimentación está íntimamente ligada con el bienestar del ser humano, en cambio, una dieta que no provee los nutrientes necesarios, está íntimamente relacionada con el padecimiento de enfermedades crónicas y un mal funcionamiento del organismo que repercute en el desarrollo físico y mental.
La desnutrición por malos hábitos alimenticios o por la carencia de alimentos durante los primeros catorce años de vida tiene impacto para toda la vida (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021); la buena o mala alimentación es condicionante del aprendizaje una dieta alta en grasas, tan solo en ocho semanas afecta la memoria, porque las neuronas del hipocampo modifican su metabolismo y función, lo que las hace vulnerables (Calixto, 2017, p. 52) y si esta información no fuera lo suficiente impactante, menciona también que las resonancias magnéticas muestran que el cerebro de una persona obesa tiene 10 o 15 años más de su edad biológica (Calixto, 2021, p. 124).
La importancia de una dieta balanceada es cada vez más difícil de lograr porque las exigencias de la vida diaria, las condiciones económicas, la desinformación, los alimentos procesados, etc., provocan que las familias cada día coman peor, lo que impacta en la calidad de vida de la sociedad, pone en desventaja a los cerebros porque falla la conectividad neuronal.
Incluir al ejercicio en la vida cotidiana, es una sabia decisión, puesto que este además de mejorar la salud física, previene trastornos mentales; quienes desde niños practican alguna actividad física estarán predispuestos física y psicológicamente hacia el aprendizaje, debido al aumento del flujo sanguíneo cerebral, a la liberación de neurotransmisores, a los cambios estructurales del sistema nervioso central, a mayores niveles de excitación y atención (Araya, et al. 2020, párr. 15).
El deporte tiene la capacidad de proveer de un estado de relajación al cerebro, el ideal para la práctica educativa, además de que aporta dinamismo, una mejor tolerancia a situaciones de estrés, es decir, la neuroquímica cerebral se modifica positivamente y la persona es más feliz y asertiva en su día a día (Calixto, 2017, p. 64).
Para una persona, estar rodeada de un ambiente social propicio, significa la posibilidad de una mejor y mayor conexión neuronal, debido a que ese entorno resulta estimulante y dinámico, lo que hace que se despierte la curiosidad por aprender cosas nuevas; este es el ambiente que debe proveerse a cualquier estudiante, sin importar su edad, para que, de manera prácticamente automática aprenda (De La Barrera et al. 2009, p. 6).
El ambiente social es determinante para el desarrollo personal, las relaciones de amistad en la infancia y la adolescencia marcan para siempre la vida de una persona, hasta el punto de que pueden determinar que un individuo, pasado de los 30 años, posea un menor índice de masa corporal, a diferencia de otro que haya carecido de contacto social en sus primeros años de vida (Calixto, 2021, p. 27).
El hombre es un ser social que necesita de sus iguales para aprender; pertenecer a una comunidad, tener una familia, contar con un grupo de amigos con los cuales compartir, fortalecen la salud cerebral y aumentan la calidad de vida de los individuos.
Asistir al colegio no solo garantiza una instrucción para niños y jóvenes, sino que proporciona un ambiente social controlado, en el que los individuos aprenderán a convivir con sus semejantes, resolviendo conflictos, reconociendo y valorando las diferencias, haciendo amigos a través de experiencias que se quedan en la memoria y que despiertan emociones positivas, aun cuando no se les vea (Calixto, 2021, p. 223).
El aprendizaje de fundamentos básicos como las tablas de multiplicar, la lectoescritura, sucesos históricos, no es lo mismo si se hace dentro de la escuela o fuera de ella (Mora, 2013, p. 110); la experiencia vivida durante la pandemia por el SARS COVID-19, ha dejado en claro la valía de la educación escolarizada, dos años distanciados de maestros y compañeros, han afectado desfavorablemente las habilidades sociales de los niños, lo que determinará su inserción eficaz al mundo adulto.
El entorno que un estudiante vive en el hogar determina en gran medida su proceso educativo, su bienestar físico, psicológico y su felicidad. La casa debiera ser el lugar seguro para todo niño y adolescente, en el que le proveyeran de cariño, cuidados, ejemplos de cómo solucionar conflictos, disciplina, límites, etc., pero para muchos las experiencias que viven en familia resultan ser traumáticas.
Si un niño en su infancia está expuesto al maltrato y a la violencia, además de que aprenderá que la respuesta normal a cada situación de su vida es el abuso y la violencia, su sustrato neuronal disminuirá y con él su capacidad de integrarse a la sociedad, no será capaz de resolver conflictos de forma madura y eficiente, pues se sentirá atacado, observado y malinterpretará lo que sucede a su alrededor, su vida no será fácil y se sentirá infeliz con ella (Calixto, 2021, p. 181).
Podría suponerse que un individuo que procede de un hogar tóxico necesariamente va a mostrar signos evidentes que facilitarán su detección, pero no es así, un estudiante que muestre apatía, atención dispersa, poca integración social o simplemente, sonríe poco, pueden estar viviendo estrés (Mora, 2013, p. 69), por la falta de cariño, disciplina estricta o indiferencia; el estrés causa bajo rendimiento escolar en niños y adolescentes; en cambio, el cariño, la escucha empática, el trato respetuoso, límites claros… crean un ambiente propicio que fortalece el aprendizaje y el crecimiento personal.
En los primeros años de vida es esencial proveer a los niños de un ambiente relajado, donde impere la armonía, el cariño, el diálogo, actividades estimulantes para su creatividad, libertad para expresarse y muchas cosas más que garanticen su salud física y mental.
Si se quiere coadyuvar a la trayectoria académica de un niño, nada mejor que cuidar su situación emocional, estimular positivamente sus logros, no minimizarlos por el simple hecho de que son pequeños; fomentar la autoestima a partir del reconocimiento puede ser la diferencia entre una vida académica notable o una deserción escolar, “cinco abrazos al día por un mes nos hacen más felices. La serotonina aumenta un 30% y la dopamina un 60%, la oxitocina un 75%” (Calixto, 2017, p. 160).
Práctica educativa
No son solo los padres y los maestros quienes educan, es la sociedad al completo, de ahí la importancia de que quienes conforman la comunidad educativa en la que se desarrolla un estudiante, deben contar con las herramientas necesarias para garantizar la transformación positiva del sujeto a través de la educación, “se trata de encontrar y planificar mejores herramientas de enseñanza con las que se facilite el aprendizaje” (Mora, 2013, p. 18), y en caso de ser necesario reconocer los signos que muestran que el estudiante requiere algún tipo de apoyo, para brindárselo y que su proceso de aprendizaje sea lo menos traumático posible, libre de prejuicios y respetuoso de las diferencias.
Si bien es cierto que los maestros estudian para serlo y que cuentan con un acervo importante de herramientas para cumplir con su labor, los padres y el resto de la familia aun sin formarse profesionalmente, también auspician el aprendizaje, al crear un ambiente armónico que estimule a niños y adolescentes. El papel de los padres y de la familia no debería tener la intención de sustituir al maestro.
Cuidar la salud emocional de los estudiantes puede hacerse desde cualquier lugar y se logra con estimulación positiva, dando espacio para que el buen humor reine en casa, así los niños interiorizan las emociones que observan en los demás, así se excita la comunicación neuronal, precursora de la felicidad (Calixto, 2017, p. 153).
Contando ya con un ambiente feliz en el que se vivan sin prejuicios las emociones, pues se necesita de ellas para aprender. Se conoce el mundo a través de los sentidos, la información que se obtiene pasa por el filtro de la emocionalidad, para que después se realicen los procesos de razonamiento (Mora, 2013, p. 42).
Una actividad que ofrece beneficios sin límites a los cerebros jóvenes, es la lectura, no la lectura de estudio sino la recreativa; contar cuentos a los niños además de entretenerlos y captar su atención, les enseña que en la vida existen situaciones o problemas que deben resolverse, que existen consecuencias de los actos que se realizan y aprenden a diferenciar lo correcto y lo que no. La lectura los hace transportarse a lugares lejanos, sean reales o fantásticos, invita al lector a formar parte de la historia, como si estuviera ahí mismo; de esas historias el cerebro aprende a solucionar conflictos, gracias a esas experiencias vividas que se quedan guardadas en la memoria.
Esos referentes de los que se apropió son la base de la creatividad, que permiten dar solución eficiente a los problemas a los que los sujetos se enfrentan en su vida cotidiana, “puede activar de 25 a 27 áreas cerebrales que puede generar una gran neurofisiología química que hace que entonces rápidamente puedas tener mucho placer y creatividad al mismo tiempo y finalmente favorece procesos de conexiones neuronales, andamiaje de conexión” (Calixto, 2021, m4s45).
El cerebro para aprender requiere de ciertas condiciones, como la rutina, que le otorga certeza y estabilidad; la vida actual dificulta el cumplimiento de horarios, de los que dependen las rutinas y es bastante común que los estudiantes no duerman el tiempo suficiente, porque existen muchos distractores y estimulantes, como los dispositivos digitales, los videojuegos, las televisiones con sus plataformas de streaming, etc., si bien todos estos dispositivos no son malos por principio, deben ser usados en horarios establecidos que deben ser respetados y aunque se convierta en una batalla campal, cada vez que los padres establecen los límites de tiempo de uso, deben respetarse en aras de un descanso que permita la consolidación de la memoria y del aprendizaje del día.
Así como se recomienda el descanso y la rutina, así también se recomienda tener momentos de esparcimiento que rompan con ella, como los períodos vacacionales “la monotonía aunque sea de comida afecta al cerebro” (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021).
Al término de las vacaciones es muy difícil volver a los horarios normales, algunos estudios indican que en la vuelta a las actividades diarias se ve alterado el rendimiento escolar y laboral (Mora, 2013, p. 127), se recomienda que antes de que los estudiantes regresen a clase, poco a poco vayan más temprano a la cama y se despierten un poco más temprano también, para que la reincorporación al colegio no sea tan drástica y los afecte tanto en su rendimiento.
La motivación como herramienta de aprendizaje, además de generar nuevas conexiones neuronales y con ello aumentar la memoria y la atención, hace feliz al cerebro. Si este estado neuroquímico se mantiene constante provoca cambios permanentes anatómicos y una mejor comunicación neuronal, es decir, la motivación hace mejor al cerebro. Un cerebro motivado es feliz, se siente capaz, es creativo, optimista, se enfoca, lo que lo lleva a tener un mejor rendimiento escolar (Calixto, 2017, p. 124).
Cuando las cosas no salen lo bien que se esperaban o hay dificultad para aprender un tema, puede darse la tristeza, la decepción y el enojo, pero bajo estas circunstancias, la motivación logra centrar nuevamente a ese cerebro para alcanzar la meta establecida. Motivar a alguien no es difícil, basta un aplauso, un abrazo, una palabra de reconocimiento o de aliento, el buen humor forma parte de la motivación, además de que es contagioso.
Si realizáramos un resonancia magnética a una persona motivada por cumplir sus propósitos de inicio de año, veríamos cómo se iluminan áreas cerebrales como la corteza prefrontal y el giro del cíngulo que hacen que nos comportemos más compasivos con otras personas para contagiar nuestra motivación; los ganglios basales actúan como un entrenador personal vigoroso que repite constantemente ideas de que podemos lograrlo. (Calixto, 2017, p. 122)
Una de las formas de mantener la motivación en los alumnos, consiste en mostrarles de forma clara, cuáles son los objetivos que alcanzarán, porque cuando estos se cumplen, el cerebro es feliz y se puede aprovechar este momento para que se afiance un hábito en él. Durante el proceso de alcanzar una meta, el cerebro aprende de disciplina, aprende a enfocarse, a planificar y a organizarse, es decir, necesita de las experiencias para crear estrategias y así cumplir sus objetivos.
Un hábito no es cualquier cosa, requiere de repetir constantemente una acción durante 28 días como mínimo, ese es el tiempo que el cerebro requiere para realizar nuevas conexiones neuronales. Los objetivos además de claros, deben ser posibles, porque de ser muy ambiciosos puede que no se cumplan y en vez de que el alumno se sienta feliz, va a estar muy frustrado y puede desistir de continuar.
El cerebro que puede planificar sus actividades y cumplirlas satisfactoriamente sin desgastarse ni sentirse rebasado, es un cerebro eficiente gracias a la armonía existente entre su corteza prefrontal y el sistema límbico (Calixto, 2021, p. 255).
Forés (2021), citando a Mora, dice: “el juego es el disfraz del aprendizaje” (m27s22), lo que sin duda es cierto, durante la infancia la curiosidad conduce al niño a experimentar el mundo y lo hace a través del juego, sin embargo con el paso del tiempo esta práctica tan natural se ve limitada por una estructura de aprendizaje que intenta convertir a los niños en pequeños adultos, que dejen de lado la diversión, el juego, la libertad para aprender, convirtiendo al aprendizaje en una experiencia traumática. El juego está asociado al placer lo que favorece una disposición y motivación óptima para que niños, jóvenes y adultos aprendan.
Practicar estos juegos permite que el cerebro conecte más neuronas en tiempos más rápidos en el área CA1 del hipocampo y núcleos del cerebelo relacionados con el lenguaje, esto se traduce en mayores estrategias para elaborar el lenguaje y un mejor recurso discursivo. (Calixto, 2021, p. 255)
El cerebro durante toda su vida necesita de estímulos para desarrollar una mejor plasticidad neuronal, si cuenta con un entorno rico en experiencias que despierten la curiosidad, se da de manera natural el aprendizaje (De La Barrera et al. 2009, p. 6), pero lo más importante es que queda en el cerebro del niño o del joven el deseo constante por aprender.
De no contar con estimulación suficiente, el sujeto puede vivir repercusiones que se expresan de formas varias, por ejemplo, si sufre durante los primeros años de vida la falta de estímulos sensoriales, esto puede ser puede ser condicionante para un retraso cognitivo y deficiencias lingüísticas, lo que impactará directamente en la conducta del individuo y en sus procesos de aprendizaje, además afectará su expresión emocional en su vida adulta (Calixto, 2018, p. 55).
Cuando un cerebro se acostumbra a una actividad constante de aprendizaje y de pronto deja de ser incentivado, lo que sucede es que las mitocondrias que se crearon por y para el aprendizaje, mueren ante la inactividad intelectual y todo regresa a su estado original, lo que no conviene a su salud (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021).
Son muchas las maneras en que se puede estimular desde casa a un cerebro, si se trata de incentivar a un recién nacido, la voz de quienes lo rodean, principalmente la de su madre, induce una mayor plasticidad; cuanto más se le hable, ese cerebro conectará más y mejor sus diferentes áreas; la voz humana le está regalando a ese ser la potencialidad para aprender.
La lectura durante la infancia es un inductor de creatividad muy potente, en un principio el niño requiere que sus cuidadores le lean lo que le permitirá escuchar una voz que lo estimule, cuando ya puede él mismo leer, descubrirá un mundo maravilloso y aprenderá a resolver problemas; los adultos también encuentran en la lectura un ejercicio importante de memoria que activa áreas neuronales para proyectar ideas en el tiempo (Calixto, 2021, p. 256).
La música activa áreas cerebrales que incrementan la atención y la memoria, pero la experiencia musical va más allá, pues además tiene la facultad de motivar al oyente, reducir el estrés y el cansancio, además de que lo hace disfrutar el momento. Como intérprete, la música mejora la comprensión del lenguaje, facilita la atención y la disciplina.
Para generar un ambiente escolar propicio para el desarrollo de los sujetos de educación se requiere que múltiples condiciones se cumplan: espacios adecuados, material didáctico, tecnología de vanguardia, planes de estudio actualizados, etc., pero es la figura del maestro, la encargada de darle sentido al proceso de enseñanza-aprendizaje. “El maestro debe ser la joya de la corona de un país. Es su humanidad lo que puede transmitir” (Mora, 2018, m0s12), es la pieza clave en la formación de los estudiantes, no es simplemente el que transmite conocimientos, su rol tiene mayores alcances.
Son muchos los maestros que poseen grandes conocimientos, pero fallan al no poder establecer vínculos con sus estudiantes, no logran conectar y esto es en verdad grave, porque pueden ser los causantes de apagar la curiosidad de un niño o un joven y con esto afectar su aprendizaje; los profesores que sí lo logran, provocan en sus alumnos y en ellos mismos, cambios a nivel biológico, cognitivo y emocional (Araya et al. 2020, párr. 12).
Un maestro que deja huella en sus alumnos es aquel a quien en muchas ocasiones no le importa saltarse ciertas reglas en beneficio del bienestar de sus alumnos; adaptan su manera de dar clases porque son capaces de identificar las necesidades de sus discípulos y se dan el tiempo para escucharlos. Despiertan la curiosidad y emociones positivas en el grupo, elementos esenciales para disfrutar la experiencia de aprender (Mora, 2013, pp. 76-77).
Cuando las emociones entran en el juego del aprendizaje, los alumnos aprenden y los conocimientos, los más abstractos inclusive, se quedan grabados en su memoria. Si el ambiente que rodea a los niños y jóvenes los hace sentir seguros física y emocionalmente, se convierten en activos participantes de las clases, lo que los motiva y modifica su actividad neuronal; este proceso no se da de un día para otro, requiere de constancia y de la repetición de estímulos para concretar la transformación de su cerebro, en este punto, la participación del docente con las estrategias necesarias reiniciará cada día la activación de códigos, este es el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Conclusión
Existen prácticas que favorecen procesos de enseñanza-aprendizaje, como la de crear ambientes sanos en los cuales los alumnos se desarrollen con libertad para expresarse, con límites claros, estimulación y reconocimiento por sus logros. La neuroeducación explica la importancia y la manera en que estas buenas prácticas contribuyen al desarrollo cerebral de los estudiantes, quienes al contar con mejores condiciones se sienten motivados y atraídos hacia el conocimiento.
El papel del maestro es fundamental en la creación de un ambiente educativo propicio, pues además de contar con múltiples herramientas para estimular la curiosidad de sus alumnos, saber que estos reaccionan mejor cuando establecen relaciones empáticas, hace a los maestros comprometerse aún más con su labor y no solo eso, pueden guiar a los padres a construir en los hogares un lugar en el que el amor y el cariño, se conviertan en un apoyo sólido en el proceso de aprendizaje.
Referencias
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- Aprendemos Juntos 2030. (9 de julio de 2018). Francisco Mora en Somos lo que la educación hace de nosotros [Archivo de video]. Youtube.
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- Aprendemos Juntos 2030. (7 de junio de 2021). Anna Forés en ¿Cómo ayuda la neuroeducación al aprendizaje? [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=abydRqS80Ws
- Araya-Pizarro, S. C., y Espinoza Pastén, L. (2020). Aportes desde las neurociencias para la comprensión de los procesos de aprendizaje en los contextos educativos. Propósitos y Representaciones, 8(1), e312. https://doi.org/10.20511/pyr2020.v8n1.312
- Calixto, E. (2017). Un clavado a tu cerebro: descubre cómo tus neuronas actúan en el amor, la sexualidad, el estrés y las emociones. Penguin Random House.
- Calixto, E. (2018). Amor y desamor en el cerebro: descubre la ciencia de la atracción, el sexo y el amor. Penguin Random House.
- Calixto, E. (2021). El perfecto cerebro imperfecto: descubre cómo tu cerebro te ayuda a superar temores e incertidumbres y a lograr bienestar y felicidad. Penguin Random House.
- De La Barrera, M. L., y Donolo, D. (2009). Neurociencias y su importancia en contextos de aprendizaje. Revista Digital Universitaria, 10(4), 1-17. https://www.revista.unam.mx/vol.10/num4/art20/art20.pdf
- Instituto Ángeles Wolder. (19 de abril de 2021). Eduardo Calixto en ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando leemos? [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=utLfg81Yvfc
- Iragorri, A., Rosas, L., Hernández, G. y Orozco-Cabal, L. (2009). Efectos neurobiológicos de la psicoterapia. Revista Med, 17(1), 75-80. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=91020345011
- Mora, F. (2013). Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama. Alianza.
Datos para citar este artículo:
Roxana Ambrosio Hernández. (2024). Condiciones propicias para el aprendizaje desde la neuroeducación. Revista Vinculando, 22(1). https://vinculando.org/educacion/condiciones-propicias-para-el-aprendizaje-desde-la-neuroeducacion.html
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