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Conclusión

Liliana Vázquez Roa - 31 Ene, 2011
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Los padres y las madres damos todo por nuestros hijos, ¿has escuchado esta frase? Antes se decía como reclamo al hijo para que se recibiera recíprocamente de él. Se entiende que en décadas pasadas, tener hijos significaba a veces una inversión, ya que se pensaba que entre más hijos, más ayudarían al trabajo en la economía familiar, después se pensó que si se les daba a los hijos, ellos al crecer tendrían que retribuirle a sus padres lo que ya éstos les habían dado.

Hoy en día, los padres y madres ven por su retiro y no es necesario que queden desprotegidos esperando que sus hijos se hagan cargo de ellos. Los hijos no nos deben nada. Les dimos la vida porque así lo decidimos, y educarlos en el amor es una inversión en el sentido de que le estamos regalando a ellos la posibilidad de ser personas felices y comprometidas con la vida, es una inversión donde dejamos la riqueza en el mundo y eso nos hace sentirnos más que satisfechos.

Damos todo lo que tenemos, no para pedir a cambio, simplemente por la gratuidad del amor y por el placer de querer dar lo mejor de nosotros mismos. Es en este sentido que nos podemos sentir tranquilos y no sentir el reclamo (propio) de que no estamos haciendo las cosas bien. Ahora, si además de dar todo, nos cuestionamos en cómo darlo de la mejor manera, es el aprendizaje que nos dan nuestros hijos para que busquemos ser mejores padres. Esta es la diferencia, la experiencia de ser madre o padre es proporcional a la de ser hijo o hija, ya que las dos condiciones las inauguramos ambas partes el mismo día de la concepción. Somos guías de nuestros hijos o hijas y a la vez ellos son nuestros maestros, aprendemos juntos cada quien desde su posición, ellos con la responsabilidad de vivir y decidir lo que les toca hacer y nosotros con la responsabilidad de darles amor, abrigo, techo, comida , educación y diversión -básicamente-, dando todo lo que podemos, el plus es aprender a dar de la mejor manera lo que tengo como persona y si no sé qué hacer, sirve ponerse en sus zapatos, muy probablemente nos dará una pista sobre cómo actuar, deja que el río fluya, que siga su cauce, sólo da contención para que no se desborde o aliméntalo cuando lleva poca agua.

Gracias por aventurarte a este estilo de vida, si necesitas más, busca en ti desde la confianza de que estás trabajando por ser mejor mamá y mejor papá. Como decía Gandhi: el cambio que esperas en los demás, busca primero vivirlo en ti mismo/a.

Finalmente, al comprometerte con tus hijos, con tu familia, busca transmitir esta alegría en tu comunidad, puedes organizar charlas para dar estos sencillos tips de presencia amorosa y constante hacia nuestros hijos/as.

Seguimos en el camino, y te espero en unas décadas para que desde nuestro ser de ancianos sabios hablemos maravillas de las nuevas generaciones que nosotros y nosotras estamos formando. Somos los protagonistas de nuestra historia, no son los medios de comunicación, ni las modas, ni los políticos, somos tú y yo, nuestras parejas y nuestras familias, somos los ciudadanos quienes construimos este mundo donde cada vez haremos nuevas políticas que nos lleven a vivir la paz, la justicia y la felicidad especialmente para todos los seres humanos y para todos los seres vivos de este planeta.

Gracias por escucharme con tus ojos. Un abrazo.

Liliana Vázquez Roa,
Diciembre de 2009.

"Vive feliz disfrutando a tus hijos" – Todos los derechos reservados por Liliana Vázquez Roa. Se autoriza la reproducción parcial de este material con fines educativos y de formación gratuita, citando a todos los autores y a Revista Vinculando.

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Datos para citar este artículo:

Liliana Vázquez Roa. (2011). Conclusión. Revista Vinculando. https://vinculando.org/padres_e_hijos_familia/conclusion_familia_padres_hijos.html

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