Los incipientes trabajos históricos sobre las ocpds son posibles gracias a una visión de la historia que, después de despojarse de ataduras positivistas que la asemejaban en concepción y método a las ciencias de la naturaleza, pudo entenderse a sí misma como ciencia social, generar cambios en su corpus teórico y en sus prácticas. La reflexión histórica a partir del presente del historiador y de la comunidad de historiadores permitió también abordar objetos de estudio más próximos en el tiempo:
"Fundada, pues, en el rompimiento entre un pasado, que es su objeto, y un presente, que es el lugar de su práctica, la historia no cesa de encontrar al presente en su objeto y al pasado en sus prácticas. Está poseída de lo que busca, e impone su ley a las regiones lejanas que conquista y cree darles la vida…[1]"
En este sentido, para la comprensión de la historia reciente, revisten particular importancia las categorías históricas de "Espacio de experiencia" y "Horizonte de Expectativa" que Reinhart Koselleck[2], inspirado en Raymond Williams y en E.P. Thompson, acuñó para articular el presente con el pasado, referidas a lo que se ha experimentado y a lo que se espera respectivamente.
"Vinculación secreta entre lo antiguo y lo futuro, cuya relación sólo se puede conocer cuando se ha aprendido a reunir los dos modos de ser que son el recuerdo y la esperanza…
Esperanza y recuerdo, expresado más genéricamente, expectativa y experiencia -pues expectativa abarca más que la esperanza y la experiencia profundiza más que el recuerdo- constituyen a la vez la historia y su conocimiento y, por cierto, lo hacen mostrando y elaborando la relación interna entre el pasado y el futuro, antes, hoy y mañana. Y con esto llego a mi tesis: la experiencia y la expectativa son dos categorías adecuadas para tematizar el tiempo histórico por entrecruzar el pasado y el futuro…
La experiencia es un pasado presente, cuyos acontecimientos han sido incorporados y pueden ser recordados. En la experiencia se fusionan tanto la elaboración racional como los modos inconscientes del comportamiento que no deben o no debieran ya, estar presentes en el saber. Además en la propia experiencia de cada uno trasmitida por generaciones o instituciones, siempre está contenida y conservada una experiencia ajena… Algo similar se puede decir de la expectativa: está ligada a personas, siendo a la vez impersonal, también la expectativa se efectúa en el hoy, es futuro hecho presente, apunta al todavía-no, a lo no experimentado, a lo que sólo se puede descubrir… la experiencia y la expectativa tienen modos de ser diferenciables…[3]"
Koselleck muestra cómo desde fines del siglo XIX y particularmente en el XX hay cada vez mayor separación, mayor distancia, entre el campo de experiencia y el horizonte de expectativas, al punto que esta separación es un aspecto importante que contribuye a explicar la modernidad como el tiempo nuevo en el que las expectativas se alejaron radicalmente de las experiencias de los sujetos, en donde el futuro aparece divorciado de las necesidades del presente.
Estas categorías construídas por Koselleck nos permitieron aproximarnos a comprender y analizar las redes de ocpds y los movimientos sociales emergentes que, desde su contexto social específico, imaginaron otro horizonte, otro futuro y establecieron las mediaciones convenientes para aproximarlo, partiendo de sus propias experiencias colectivas.
Para ubicar teóricamente el período reciente contemplado en la investigación, es necesario incluir la cercanía del tiempo como un campo problematizado, y elaborar preguntas como las siguientes: ¿Desde qué lugar se escribe esta historia?, ¿para quién se relata?, ¿a qué encargos o demandas sociales responde?, ¿cómo se relaciona el trabajo con la búsqueda de otros historiadores?
Los caminos abiertos en las respuestas a estas preguntas manifiestan el campo de las relaciones institucionales, profesionales y políticas del historiador y sus propias implicaciones en el presente.
El historiador no suele acercarse mucho al presente, por lo menos de manera explícita, en parte porque el pasado cercano tiene muchas lecturas posibles y múltiples continuidades y rupturas, que impactan de manera diversa y a veces contradictoria la vida cotidiana. Pero el historiador tampoco acostumbra trabajar con el pasado cercano, al menos en parte, porque éste es particularmente agudo para revelar las implicaciones políticas, encargos o mandatos institucionales, es decir, descubre el lugar que él o el gremio ocupan frente a problemas sociales y políticos de candente debate nacional. Frente a estos problemas el historiador prefiere poner distancia entre él y su objeto de investigación.
El pasado inmediato es también un escalón en el tiempo que antecede al presente, desde el cual está trabajando el historiador, que como señala Paul Ricoeur, tiene dos fidelidades: una al pensar desde la semejanza al presente y otra desde la diferencia, lo que constituye al pasado bajo la dinámica del relato de lo análogo[4]; tiene que ver con las preguntas mismas que el historiador está en condición de hacer desde su propia imaginación para interrogar al pasado, tiene que ver con las muy diversas repercusiones que su propio lugar social, institucional, cultural y político le imprimen a su trabajo, y tiene que ver, en fin, con su propio mundo simbólico, con sus deseos, amores y odios[5].
Otro de los problemas de los trabajos de historia reciente es que al circular o diseminar sus resultados, éstos producen efectos analizadores por el hecho mismo de su difusión, afectando al futuro inmediato.
En este sentido Antoine Savoye, indica sus intereses al hacer una lectura histórica:
"… que no privilegie su descripción sino su significación, su sentido: se pone el acento sobre la dinámica social, la acción instituyente, los tiempos de inflexión y de ruptura…"[6]
Es por eso que para aproximarse al pasado reciente, Savoye plantea los conceptos de génesis teórica y génesis social. La génesis teórica resulta del momento en que un investigador, a partir de diversas experiencias y prácticas genera un concepto recortando diversos campos teóricos o conceptuales y tratando de explicarlos. La teoría aparece cargada de finalidades y encargos específicos. En ese mismo sentido, Casanova señala que:
"entendemos por génesis teórica el proceso de constitución de un corpus teórico o práctica social a partir de la evolución o, en todo caso, del desarrollo dialéctico de sus categorías, nociones y conceptos como un campo de ideas; es decir, se trata del proceso de producción, en el campo de las ideas, de las nociones y conceptos que constituyen un corpus teórico. La categoría de génesis teórica es por tanto similar a la de historia interna de las ciencias planteada por Lakatos"[7].
Sin embargo, un conjunto de prácticas sociales precede a su concepción teórica. El concepto de génesis social se refiere al juego de fuerzas que desemboca en el nacimiento de una forma o de una práctica social:
"La génesis social de un campo o corpus teórico puede entenderse como el conjunto de vicisitudes, encargos, demandas, determinaciones y condiciones sociales de posibilidad para la constitución de dicho campo. Especialmente desarrollada por la sociología del conocimiento, la génesis social es similar al planteamiento de la historia externa de las ciencias en el planteamiento de Lakatos"[8].
La teoría surge en un contexto determinado y no se libera nunca del mandato y de las demandas sociales que conflictualmente la instituyeron. Es por eso que el estudio de la historia reciente, a modo de una investigación-acción, tiene efectos en el presente.
Por las múltiples implicaciones de los historiadores, cuando los resultados de las investigaciones de historia reciente son publicados y circulan, tienen efectos inmediatos para la comunidad de historiadores y para la sociedad, puesto que plantean problemas a las bases mismas desde las cuales, desde el presente, se escribe la historia. Es pues por la implicación de los historiadores en el presente por lo que, entre otras razones, se sigue dando una fuerte polémica cuando se trata de trabajos de esta naturaleza.
En los procesos de aproximación a la historia reciente, el concepto de analizador histórico nos permite aproximarnos a la complejidad de las interacciones, dinámicas, atravesamientos en los que están implicados diferentes actores de los procesos sociales, económicos religiosos, políticos y culturales, que se dan en un determinado período y que no son develados de manera inmediata. Un analizador histórico aparece en un contexto multideterminado por situaciones o movimientos sociales más o menos amplios o generalizados que ponen en juego múltiples intereses y van develando paulatinamente los más variados conjuntos de compromisos e implicaciones de los actores. De esta manera, el analizador histórico permite al historiador definir los períodos y sus articulaciones a partir de la afluencia de la lógica interna de los acontecimientos, que entonces no son establecidos de antemano o desde circunstancias externas, sino desde los articuladores internos que demarcan su inicio, auge, repercusiones y clausura:
"El análisis es una acción de desconstrucción que tiene efectos mediatos e inmediatos, en función de las relaciones de poder, de autoridad, del saber de los participantes de toda estructura oculta de la institución, revelada de manera más o menos virulenta por los analizadores"[9]
El analizador histórico permite develar relaciones y articulaciones de poder, hasta antes ocultas y consideradas como un dato aislado, permitiendo dotar de coherencia a diversos fenómenos a partir de sus vinculaciones intrínsecas. De esta manera, la determinación del tiempo de un núcelo de problemas se logra a partir de que un acontecimiento o conjunto de acontecimientos develan, permiten o descubren las implicaciones profundas, los compromisos, los intereses en juego de los diversos actores, así como las consecuencias y nuevas posibilidades.
Por otra parte, en la historia reciente pueden concurrir una amplia pluralidad de fuentes, pues están al alcance de la mano todos los actores, de manera tal, que más voces pueden ser escuchadas que aquellas que, por la lógica de los acontecimientos, han sido las únicas que han tenido beneficio de inventario, pues las voces que normalmente logran pasar a documentos o al relato sobre acontecimientos implican ya un proceso de selección y de exclusión en relación a lo vivido. Al trabajar la historia reciente es posible dar voz, transformar en documento, las impresiones de la vida cotidiana de sectores poco escuchados, recuperando así una gama de experiencias y puntos de vista más incluyentes de la diversidad de actores y de sus estructuras de sentimientos[10] y experiencias. Se puede escuchar a los vencidos, a los que no lograron transformarse en noticia, y no sólo a los vencedores, a las autoridades o a los dirigentes. Esto permitiría caminar, obviamente desde el presente, hacia una noción de historia más incluyente de la diversidad.
En otro sentido, la historia reciente permite contar con fuentes y documentos de más variada índole, pues puede incorporar entre sus fuentes documentales diferentes avances de tipo tecnológico: la fotografía, la grabación, la película, el video, formas electrónicas de comunicación, que contribuyen a dar cuenta de los acontecimientos con ricos matices y precisiones sobre las relaciones sociales que la historia podía obtener de otras épocas, y obtiene también actualmente, a través de la música, el teatro, el cuento, las narraciones de los ancianos, la novela o los remanentes de determinadas costumbres. La historia reciente puede aproximarse a su objeto de estudio con instrumentos que le permiten precisar más su cometido.
Notas
[1] De Certeau, Michel. La Escritura de la Historia. Universidad Iberoamericana, Dpto. de Historia, México, 1993, p. 52.
[2] Koselleck, Reinhart: "Futuro Pasado". Paidós Básica, Barcelona, 1993, particularmente el capítulo: "Espacio de Experiencia y Horizonte de Expectativa; Dos Categorías Históricas". Zermeño Padilla, Guillermo (compilador) Pensar la Historia. Introducción a la teoría y metodología de la historia (siglo XX), Universidad Iberoamericana, Dpto. de Historia, México, 1994, pp. 333-357.
[3] Koselleck, Reinhart. Ibid., pp. 226-228.
[4] Señala Ricoeur que el trabajo del historiador consiste entonces en hacer de la estructura narrativa un "modelo" o "ícono" del pasado capaz de representarlo en el presente. "Considera la obra histórica como una estructura verbal en la forma de un discurso narrativo en prosa que pretende ser un modelo o ícono de estructuras y procesos pasados con el interés de explicar mediante su representación lo que fueron". Ricoeur, Paul. "La Realidad del Pasado Histórico", Historia y Grafía No.4, Universidad Iberoamericana, México, 1995, pp. 183-210 y 211-244.
[5] En este sentido los estudios sobre la transferencia y la contratransferencia de Devereux, aportan elementos para clarificar y analizar aspectos subjetivos que el investigador deposita en su objeto de estudio y cómo éste incide también en el investigador. De manera más general el psicoanálisis aporta enfoques y modos de ver la realidad histórica que permiten abordar los problemas desde campos poco trabajados por la historia. Ver: Devereux, George. De la ansiedad al Método en las Ciencias del Comportamiento, Siglo XXI, México, 1987.
[6] Se puede consultar el artículo de Antoine Savoye: "Du passé, faisons l’analyse. Le traitement de l’histoire", Perspectives de l’Analyse Institutionnelle, Coordinación de Remi Hess y Antoine Savoye, Méridiens Klincksieck, Paris, 1988, p. 156.
[7] Casanova y otros, en: "La Psicología Social de Intervención", en: Perspectivas Docentes No. 18, Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, Tab. enero-abril, 1996, p. 42.
[8] Idem., p. 42.
[9] Manero Brito, Roberto. "Introducción al Análisis Institucional". Tramas No. 1, UAM-Xochimilco, México, 1990, p. 143-144.
[10] La noción de "estructuras del sentir" de Raymond Williams aportará aspectos fundamentales para comprender procesos y relaciones vivientes, sujetos creadores de nuevos significados, experiencias emergentes, elementos movilizadores de nuevas prácticas sociales. Señala Williams que generalmente cuando alguien se refiere a la cultura y a la sociedad, se refiere a ellas en pasado, como formas estáticas o fijadas, como productos acabados, más que como rea
lidades y procesos vivos formativos y formadores. A partir de esto, Williams busca los términos para expresar "la innegable experiencia del presente", distinguiendo lo que moviliza y "escapa o parece escapar de lo fijo", de lo que se puede comprender en términos de lo personal, lo subjetivo, lo que está vivo y actuante. En esa búsqueda explora términos como conciencia, experiencia y sentir y señala que el error básico es reducir lo social a formas fijas, rígidas, estereotipadas, no referirlo a procesos, a relaciones. Williams, Raymond. Marxismo y Literatura. Barcelona, 1980. Ed. Península, pp. 150-155.
Datos para citar este artículo:
Rafael Reygadas Robles Gil. (2006). 1.1 Acercándose a la historia reciente. Revista Vinculando, 4(1). https://vinculando.org/sociedadcivil/abriendo_veredas/11_historia_reciente.html
Martha Cecilia Herrera dice
Me gustaria preguntarle al autor si conoce las ponencias que aparecen en internet de Maria Angelica Martonez en congresos en el 2007 y 2008 en donde toma ideas y parrafos textuales de este articulo suyo sin nombrarlo.
María Angélica Martínez, Sobre historias, historiadores y las nuevas tecnologías de la información. XIV Congreso Internacional de Filosofía: Identidad y Diferencia. Mazatlán, Sinaloa, 4-9 noviembre, 2007