La "imaginación colectiva" es una categoría antropológica que da cuenta de cómo el futuro pro-yectado, anhelado, profetizado, es condición fundamental de la crítica al presente y fuente de cambio social capaz de inventar y proponer.
La categoría de "estructura de plausibilidad" señala la capacidad que tiene el futuro imaginado de convocar y movilizar a la sociedad en miras a nuevas prácticas sociales.
Las categorías de "eco y viático" refieren a la repercusión y formas de concreción que la imaginación colectiva adquiere al socializarse, transmitirse y concretarse en prácticas sociales determinadas.
"El inédito viable" es una categoría referida a la imaginación en cuanto dispone de rutas para la acción social que aproximan lo imaginado.
Es decir, fuera del "imaginario social" de Castoriadis, que es una categoría ontológica referida a las formas como una sociedad se reconstruye, se reinventa, de manera permanente como un río abierto, como un magma de significaciones sociales, todas las demás categorías, trabajadas con mayor detalle en el apartado anterior, están referidas a la explicación del tránsito, del vehículo entre imaginación y práctica social, entre lo imaginado como proyecto y su derivación, su determinación como un hacer histórico social, concreto.
En el lenguaje cotidiano de las ocpds, el concepto de imaginación colectiva ha sido traducido o ha sido equivalente al término de visión, que ciertamente va más allá de la simple acción de ver, pues refiere y contiene un campo utópico, donde lo imaginado encuentra un lugar de articulación entre los sueños más queridos de los miembros de las ocpds, con una mezcla de crítica del presente, tomando en consideración el campo de experiencia, los sentimientos, las perspectivas económicas, los mitos fundantes, las razones de la mente y las razones del corazón. La visión tiene un papel de convocar, atraer, movilizar, ser faro de ruta, ordenador de caminos, proyecto.
2.2.31 El hacer social
La noción de promoción, como se indicará más adelante, implica la presencia de por lo menos dos actores o autores sociales interrelacionados: uno, profesional, poseedor de un cierto saber especializado, que convoca, que mueve hacia, que propone a otro, entendido y tratado como actor social, también autónomo, fuente de su acción, origen de su propia ley, para compartir y enriquecer lo imaginado y así, buscar juntos un camino para aproximarlo, una ruta convenida sobre la dirección hacia dónde caminar y sobre la decisión del camino a emprender, que de diversas formas implica a ambos.
"Llamamos praxis a ese hacer en el cual el otro o los otros, son considerados como seres autónomos y como el agente esencial del desarrollo de su propia autonomía. La verdadera política pertenece a la praxis. En la praxis hay un por hacer, pero este por hacer es específico: es precisamente el desarrollo de la autonomía del otro o de los otros. La autonomía del otro, o de los otros, es a la vez el fin y el medio … El esquema del fin y de los medios pertenece precisamente a la actividad técnica. Pero en la praxis, la autonomía de los otros no es un fin, es un comienzo…[1]"
Cuando hablamos de iniciativas sociales, nos referimos al conjunto de acciones, prácticas sociales[2], realizadas desde actores, organizaciones o movimientos sociales, considerados como autores, como sujetos de su propia práctica, y que a través de ella, se colocan en el mundo y en la sociedad, en miras a incidir, a transformar su entorno social, al mismo tiempo que van conformando continuamente y de manera dinámica, su propia identidad y su carácter de sujetos.
Las redes de acción u orientadas al hacer social, a la práctica histórico social, se colocan a sí mismas en un lugar donde la imaginación se construye, donde se transforma en práctica, donde el hacer da forma concreta a lo imaginado:
" el mundo histórico y humano… es de otro orden… el mundo histórico es el mundo del hacer humano. Este hacer está siempre en relación con el saber, pero esta relación está por elucidar…
La teoría como tal es un saber específico, emerge cuando el momento de la elucidación se convierte en proyecto para sí mismo. Puede concebirse una humanidad sin teoría; pero no puede existir humanidad alguna sin hacer. En este sentido puede decirse que hay una primacía de la razón práctica. La política pertenece a otro campo, el del hacer, y a ese modo específico del hacer que es la praxis
La exigencia de la toma en consideración de la totalidad está siempre presente para la praxis… La praxis, no puede existir más que si su objeto, por su misma naturaleza, supera toda consumación y es relación perpetuamente transformada con este objeto. Para la praxis su objeto no es algo inerte, él mismo es actuante, posee tendencias, produce y se organiza [3]".
El hacer social refiere a formas de organización social del trabajo en miras a concretar proyectos imaginados, en donde la distribución del trabajo no es una mera repartición técnica, sino corresponde a la forma particular como cada colectivo, grupo u organización asume el proyecto compartido y dispone sus recursos humanos, económicos, infraestructurales, para concretar en un proceso lo imaginado.
Elemento fundamental para un caminar semejante requiere, además de compartir el proyecto, tener lugar en las decisiones que lo van concretando, más allá de una bitácora de tareas pendientes, cada estrategia y cada actividad posee la virtud de estar vinculada con el proyecto, de estar poseída por lo imaginado, de tal manera que se transforma en actividad cargada de significación subjetiva.
De este modo, el proyecto que se va construyendo, que se va concretando por la participación técnica y especializada en él de diversos movimientos y actores, es a la vez origen de transformación de la realidad que se vuelve netamente histórica, origen de nuevas posibilidades para los sujetos que interactúan frente a ella, y que al hacerlo, son colocados por la práctica misma en posibilidad de explicaciones y significaciones que solamente pueden ser leidas y construidas después de haber actuado conjuntamente. De esta manera, la acción de las redes las coloca ante posibilidades de acciones quizá antes inimaginadas:
"Hacer, hacer un libro, un niño, una revolución, hacer sin más, es proyectarse en una situación por venir que se abre por todos los lados hacia lo desconocido, que no puede, pues, poseerse por adelantado con el pensamiento, pero que debe obligatoriamente suponer como definido para lo que importa en cuanto a las decisiones actuales. Un hacer lúcido es el que no se aliena en la imagen ya adquirida de esa situación por venir… La praxis es, ciertamente, una actividad consciente y no puede existir más que en la lucidez. Se apoya sobre un saber, pero éste es siempre fragmentario y provisional. La teoría no podría ser dada previamente, puesto que emerge constantemente de la actividad misma. Elucidación y transformación de lo real progresan, en la praxis, en un condicionamiento recíproco… Para la praxis la instancia última no es la elucidación, sino la transformación de lo dado: el objeto mismo de la praxis es lo nuevo, lo que no se deja reducir al simple calco materializado de un orden racional preconstituido. El sujeto de la praxis es constantemente transformado a partir de esta experiencia, en la que está comprometido y que hace, pero que también lo hace a él… de ello resulta una modificación continua, en el fondo y en la forma, de la relación entre un sujeto y un ob
jeto que no pueden ser defin
idos de una vez por todas… proyecto de transformación de la sociedad, presente en una sociedad organizada y orientada hacia la autonomía de todos, siendo esta transformación efectuada por la acción autónoma de los hombres tales como son producidos por la sociedad actual…[4]"
2.2.32 Las Redes: proyecto y organización
Al hablar de redes me refiero a relaciones entre sujetos y organizaciones, que producen socialmente y se producen a sí mismas en su mismo proceso de producción. Las redes conforman, afirman, generan y sostienen una identidad a través de sus relaciones y procesos de producción social, definen su misión, su objeto social, sus propuestas e iniciativas, su diagnóstico de la realidad; y a partir de ahí establecen las demandas a las que responden, su metodología de intervención en la sociedad, sus instrumentos y estrategias operativas; igualmente precisan sus vínculos con el gobierno y con otros actores sociales. Las redes también deliberan sobre su ubicación en relación a la generación de conocimientos y se autocolocan en un lugar del saber.
Por red nos referimos a los esfuerzos de articulación de dos o más grupos, movimientos u organizaciones, para enfrentar juntos propuestas y estrategias de desarrollo en relación a su trabajo en uno o varios campos de la práctica social, es decir, nos referimos a los procesos de conformación de proyectos conjuntos, estrechamente relacionados con los procesos económicos, políticos y culturales, que permiten generar nuevas formas de acción e intervención social con propuestas y alternativas viables y válidas para sectores específicos de la población del país.
* En relación al origen de las redes, pueden surgir desde diferentes demandas, ya sea de sobrevivencia, de autoayuda para la defensa de los derechos humanos, o pueden originarse de la maduración de experiencias colectivas que requieren una escala mayor para incidir en políticas públicas, o para dar un salto cualitativo que les permita acceder a recursos de organismos multilaterales, lo que implica necesariamente nuevos posicionamientos y mayor visibilidad nacional o internacional. Sin embargo, se da un fenómeno común: aparece una realidad exterior que es leída como amenaza y a la vez como oportunidad para desplegar potencialidades y articulaciones, hasta ese momento sólo esbozadas, en donde la imaginación de otras posibilidades concita grupos, organizaciones y personas, antes dispersas, a enfrentar en común el reto externo, permitiendo que de cara a ese futuro distinto, se forjen sujetos sociales nuevos y se elaboren estrategias sinérgicas desde ópticas complementarias que llevan a acciones descentralizadas pero con una estrategia compartida.
* En relación a los atributos propios de las redes. Destacan su capacidad de sinergizar grupos y sistemas diversos, de articular el trabajo entre sus diferentes miembros. Las redes se construyen a través de acciones que abren espacios de incorporación a nuevos miembros en relación a tareas específicas en las que son tomados en cuenta y se sienten implicados.
Entre los nodos de una red se producen intercambios en todas direcciones, éstos permiten construir socialmente los conocimientos y proyectarlos con mayor fuerza hacia nuevos espacios, señalan
Edwards y Tapia[5]; de esta manera se amplían los límites físicos de las organizaciones particulares, se rompen las fronteras en la producción y apropiación de conocimientos, pues la experiencia producida por todos permite también que las partes se vayan constituyendo como nuevos sujetos o como movimientos emergentes. La complejidad de la acción posibilita la intervención conjunta de diversos profesionistas, de diversos oficios y competencias, de diversos actores, que inciden en la realidad, y en el proceso se producen a sí mismos como redes[6], a través de la toma de decisiones que va concretando su proyecto [7].
Un desafío de las redes es elaborar su pensamiento, producir su proyecto social desde sus prácticas, hacer historia desde su campo de experiencia, generar conocimientos desde paradigmas cuyo interés epistemológico no es solamente la operación productiva de la realidad sino la comprensión de la misma, en miras a un consenso interpretativo que orienta la acción. A partir de todo esto, es posible que las redes vayan pensándose a sí mismas como actoras sociales, que se posicionan para sumarse a los procesos de acción y transformación social. Se trata de un paradigma que contempla y revela a los sujetos, la subjetividad social, sus implicaciones, sus opciones valóricas o éticas y los sentidos de sus acciones.
Las redes centran su acción en un campo específico que por ser concreto da como resultado la ampliación de poder social sobre el mismo y la posibilidad de generar conocimientos especializados en torno a él; por eso pueden sensibilizar a la opinión pública e incidir en la formulación de políticas públicas. La acción articulada implica pluralidad, respeto a las diferencias, formas de decisión incluyentes, horizontales, distribución del trabajo y de las responsabilidades, flexibilidad y creatividad en orden a aprender en el terreno mismo de la intervención.
* Sobre la conceptualización de las redes, señalan Verónica Edwards y Gonzalo Tapia[8] que aunque existen desde hace milenios, como las conocemos actualmente, aparecen apenas en la segunda mitad del presente siglo. Las redes son una forma asociativa de respuesta al agotamiento de la organización burocrática, centralista y de control social, que caracteriza a la sociedad de fines de siglo, y por lo mismo, sus rasgos principales son antitéticos a las formas de organización dominantes, es decir, rompen las jerarquías, promueven las relaciones horizontales, se refieren a problemas de la vida cotidiana, su actividad o existencia depende de la iniciativa de cada uno de sus partes o nódulos.
Helio Gallardo, explora las relaciones entre la misión propia, el proyecto, las tareas y haceres con otros y para otros, como conformadoras de la propia identidad de una red:
"En esta perspectiva, lo popular remite a la configuración de sujetos, es decir, a la autoconstrucción de identidad social. Movilizarse popularmente es inseparable de la tarea de ir construyendo identidad social y personal, y ésta implica un proceso articulador y constructivo de doble alcance; hacia adentro por la potenciación psicológica y orgánica de las personas y los actores sociales, y hacia afuera, como acción con otros, para otros, a partir de uno mismo [9]."
Marc Satin, citado por Budd Hall y citados ambos por Edwards y Tapia, señalan que las redes desafían el supuesto de que la burocracia y la jerarquía son la única forma de organización para grandes cantidades de personas, pues apuntan en muchos casos de manera más apropiada a formas organizativas de gran escala, sobre todo en los extremos del poder y la influencia, tanto entre la élite global como entre los que no tienen poder en todo el mundo[10].
* Sobre los campos de intervención, las redes intervienen en todos aquellos que las demandas sociales les proponen o en aquellos que ellas mismas van definiendo como estratégicos en miras a cambios sociales de beneficio amplio o de interés público. Abordan así los más variados terrenos y sectores: salud, educación, vivienda, proyectos productivos, municipalismo, derechos humanos, ecología, género, jóvenes, indígenas, niños, campesinos, trabajadores, deudores, etcétera.
* A partir de la toma de decisiones internas, plantea Jan Ruyssenaars[11] que existen tres formas básicas de redes: de pescar, de titiritero y de telaraña.
Las redes de pescar no tienen centro, cada nudo se vincula a todos los demás. Los vínculos entre sus miembros son relativamente sueltos, existe conciencia de una experiencia y una causa concreta y seria para todos los miembros. Son promovidas por muchos sujetos, aunque su composición es homogénea, su funcionamiento es poco jerárquico, democrático, interactivo y dinámico. Las experiencias existosas llevan adelante las redes, las negativas las desactivan. En general no son de larga duración.
Las redes modelo titiritero, son opuestas al modelo anterior: jerárquicas, centralizadas, unidireccionales, y pueden ser corporativizadas. Se mantienen por las iniciativas de la acción central, que se localiza arriba y que, a modo de titiritero, mueve todos sus hilos. Las iniciativas se mueven del centro a la periferia.
En las redes de telaraña, los nodos son autónomos, comparten una comunidad de metas y cuentan con un secretariado que responde a una asamblea general, funcionan con un equipo central y con ramas provinciales o municipales, adoptando un cierto nivel de relaciones jerárquicas. Pueden intercambiar información, servicios, medios, saberes, así como estrategias y actividades pertinentes a sus objetivos. No son jerárquicas y cuentan con un secretariado pequeño y flexible. Algunas características apreciadas de estas redes son: flexibilidad, descentralización, capacidad de acercar a las organizaciones a los flujos cambiantes de la realidad, trabajo horizontal, participación amplia, incidencia en políticas públicas.
En los capítulos historiográficos analizaremos cómo las redes de ocpds en México surgieron como nuevos proyectos sociales; transformaron quehaceres individuales y locales en proyectos colectivos de mayor impacto social y territorial; partieron de imaginación y expectativas de construir relaciones sociales diferentes; implicaron una crítica a los modelos de representación social partidaria; instauraron formas de decisión y gestión más horizontales y más vinculadas a la vida cotidiana de amplios sectores de la población, e incluyeron dispositivos organizativos ágiles y flexibles. Por todo esto, las redes fueron instrumentos utilizados por los proyectos y movimientos ciudadanos, como forma privilegiada de una imaginación creadora constructora de identidades a través de la movilización de diferentes sujetos sociales articulados.
Notas
[1] Ibid. pp. 129-130.
[2] Me parece que una profundización del concepto de práctica social en América Latina, que de ninguna manera hacemos aquí, sino sólo esbozamos, proviene de prácticas histórico sociales que de diversas formas han hecho eco en el continente, tales como la revolución cubana, la educación de adultos campesinos del Brasil, el movimiento sindicalista de diversos países, el socialismo chileno, las comunidades eclesiales de base, las ligas campesinas, los movimientos sacerdotales críticos, las guerrillas de tres décadas, las insurrecciones guatemalteca, salvadoreña y nicaragüense, la campaña contra el hambre y por la vida de Brasil, y muchísimas otras, que como respuestas concretas latinoamericanas a la opresión, al hambre y a la miseria han recorrido todo el continente inspiradas en diversas utopías de origen cristiano, marxista o indígena.
[3] Castoriadis, C. Op. cit., pp. 122, 124, 127, 129 y 157.
[4] Ibid. pp. 129-132 y 150.
[5] Edwards, Verónica R. y Tapia, Gonzalo S. "Redes desde la sociedad civil: Propuestas para su potenciación. Documento de trabajo. Análisis del impacto cualitativo de las redes de CEAAL: discusión teórico-metodológica y conceptual" La Piragua No. 12, Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), Santiago de Chile, julio de 1995.
Aunque el trabajo habla de América Latina, está mucho más contextuado en la dinámica y los procesos que se han dado en América del Sur, particularmente en Argentina, Colombia, Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay y Perú, menos en el contexto de los países con más base indígena como serían, Bolivia y Ecuador, y otros como Venezuela, y por lo tanto tiene poca información sobre los procesos centroamericano y mexicano.
[6] Los cambios históricos del significado de los conocimientos muestran el desarrollo que Habermas define como práctico-analítico o que opera en la realidad para transformarla en su operación misma, desde el que se produce a la vez una intersubjetividad socialmente compartida que orienta hacia la acción.
[7] Edwards y Tapia, Op. cit. p. 112.
[8] Edwards, Verónica y Tapia, Gonzalo. Op. cit., pp. 109-134. Se trata de un documento elaborado por encargo del Consejo de Educación de Adultos de América Latina (CEAAL), para evaluar el impacto de las redes que se habían empezado a constituir desde 1992 entre varios países latinoamericanos, de manera previa al Congreso Internacional de CEAAL del verano de 1997. Se trata de un estudio muy interesante, centrado en América del Sur, que parte de una periodización de su historia, que sólo en términos generales puede referirse a México, Centroamérica y el Caribe, que en los hechos son poco tomados en cuenta por los autores. Sin embargo, los análisis utilizados contribuyen a reflexionar sobre algunas características generales de las redes de ocpds en nuestro país. La lectura de este trabajo permite contrastar geográfica, geopolítica y culturalmente la situación de las redes mexicanas.
[9] Gallardo, H. Op. cit. p. 16.
[10] Satin, Marc, The New Age Politics, 1981, citado en Edwards y Tapia, Op. cit. p. 110.
[11] Ruyssenaars, Jan. Networking in the Development Process, A NOVIB Paper, Holanda, 1992.
Datos para citar este artículo:
Rafael Reygadas Robles Gil. (2006). 2.2.3 El hacer social y las redes. Revista Vinculando, 4(1). https://vinculando.org/sociedadcivil/abriendo_veredas/223_hacersocial_redes.html
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