Desarrollo:
Uno de los objetivos de este ensayo es mostrar tendencias de la educación superior en México en el período comprendido entre la década de los noventas hasta los inicios del presente siglo, y el otro, busca sugerir algunas propuestas sobre los procesos de reforma universitarias.En este escrito se presentaran en tres apartados, en donde en el primero se mostraran brevemente los antecedentes y las tendencias más recientes de la educación superior, lo que permitirá contextualizar sus desafíos actuales así como ofrecer elementos para comprender los intentos de reforma y el grado de éxito en su implementación. En un segundo apartado, presentaremos una visión sintética de las propuestas de la Conferencia Mundial de Educación Superior, organizada por la UNESCO en 1998, buscando identificar las emergencias de nuevos énfasis y políticas universitarias en relación con sus recomendaciones sugeridas. Finalmente, evaluaremos los procesos de reforma y sus posibilidades desde la perspectiva.
En el Programa para la Modernización Educativa de 1989, lo cual dio pie a la creación de la Comisión Nacional de Evaluación de la Educación Superior (CONAEVA). El repertorio, amplio e intrincado, abarca a los diversos actores e instancias que intervienen en los procesos educativos: instituciones, programas académicos, profesores, estudiantes y profesionistas.24 Dadas sus implicaciones actuales, no es ocioso detenernos en una breve descripción de cada uno de estos programas y fondos:
Evaluación de instituciones. La cual adquiere su fuerza como dispositivo para conocer puntualmente los resultados de cada universidad y para el ordenamiento institucional, en la medida en que se articula a financiamientos otorgados por diversos programas y fondos -por ejemplo, el Fondo para la Modernización de la Educación Superior (FOMES) o el Programa de Apoyo al Desarrollo Universitario (PROADU)-. Así mismo permite buscar una conducción más coherente del sistema universitario nacional dada su diversidad. A partir de 1990 se dio inicio a este tipo de evaluaciones tanto en las universidades como en los institutos tecnológicos públicos. Acreditación de instituciones. El primer organismo acreditador para instituciones de educación superior en México se da en 1992 el sector privado, a través de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior (FIMPES). Además algunas de estas universidades se acogen a agencias acreditadoras de Estados Unidos. Las instituciones del sector público no contaban – siguen sin disponer- de un organismo similar.
Evaluación de programas académicos. En 1991 se constituyeron los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior, siendo los pares los que opinan sobre la pertinencia y deficiencias de un programa académico, su evaluación es diagnóstica y la información sólo se entrega a la institución visitada, por lo que no es pública.
Acreditación de programas académicos. Diversas asociaciones de escuelas y facultades, desde la década anterior, iniciaron un proceso para el establecimiento de mecanismos, estándares y criterios para la acreditación de programas, sobre todo a nivel licenciatura. Esta acreditación busca reconocer y garantizar al público la existencia de un conjunto de normas y criterios mínimos de buena calidad en los programas académicos. Con el propósito de dar confianza sobre la capacidad técnica y operativa de las organizaciones que acreditan programas académicos, se creó en el año 2000 el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES).
Acreditación de programas de posgrado. Desde 1992 se creó un procedimiento para reconocer la calidad de los programas de posgrado por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, conformándose así el padrón de posgrados de excelencia. Si bien este mecanismo ha tenido un impacto en el fortalecimiento de programas de calidad -que era necesario dado la explosión de la oferta que generó un caudal de credencialización académica a través de programas de dudosa consistencia-, ha descuidado los apoyos a programas emergentes así como a maestrías y doctorados de orientación profesional.25
Evaluación de proyectos para asignar recursos económicos. Esta modalidad, iniciada en 1990, consistió en asignar recursos extraordinarios para los proyectos universitarios que eran sugeridos por los resultados de los autoestudios institucionales y que podrían conducir a una mayor calidad educativa. Para ello se creó el Fondo para Modernidad de la Educación Superior (FOMRS). Además, se definieron líneas estratégicas de desarrollo por parte de las autoridades educativas, con el propósito de que las universidades presentaran proyectos a ser dictaminados y apoyados financieramente.
Exámenes generales de alumnos. Estos comprenden los exámenes generales de ingreso a bachillerato y a licenciatura, y exámenes generales de egreso de licenciatura. Son aplicados por el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), que fue constituido en 1994.
Evaluación del personal académico para acceder a estímulos. Una tendencia relevante en los noventa es la articulación de una serie de procedimientos de evaluación del desempeño individual así como de programas de formación y actualización académica, que permiten acceder a mejores formas de remuneración o concursar por una serie de estímulos, a ello responde el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP) y las becas por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). Esta búsqueda del rendimiento y la productividad, ha implicado la transformación en la manera de distribuir las funciones, tiempos y relaciones de gran parte de los académicos y a permitido que los académicos operen con una autonomía práctica, apartándose así de los colectivos académicos o actividades colegiadas.26
Evaluación internacional o reconocimiento internacional de la certificación profesional. El proceso de internacionalización y los crecientes cambios académicos, requieren de comparaciones en los estándares internacionales. La organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ha llevado a cabo dos evaluaciones de la educación superior y la investigación científica en México.
Regulación de las profesiones. Considerando las disposiciones de la ley reglamentaria en materia de profesiones, se buscó mediante este mecanismo adecuar la regulación de las profesiones a las nuevas tendencias del mercado profesional y a los nuevos tratados internacionales. Para esta tarea se solicitó la intervención de los colegios de profesionales. Los resultados a la llegada del año 2000 sólo fueron anteproyectos de ley para una mayor vigilancia del ejercicio profesional.
Los diferentes programas que se han implementado en el país nos demuestran la evolución que ha tenido la educación superior en los últimos años, en donde el sistema de educación superior ha tratado de establecer lineamientos para una correcta administración de todos los recursos de los que se disponen, tanto en lo económico, como en los planes de estudio, del personal que disponen, así como su capacitación, y correcto desarrollo y desempeño, con la finalidad de mejores instituciones de educación superior, y para que los alumnos que ingresan de estas instituciones tengan las herramientas y conocimientos que requieran para un mejor desempeño en su vida laboral.
En el nuevo siglo, se observan una demanda de educación superior sin precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de educación reviste para el desarrollo sociocultural y económico y para la construcción del futuro, de cara al cual las nuevas generaciones deberán estar preparadas con nuevas competencias y nuevos conocimientos e ideales.
La educación superior comprende “todo tipo de estudios, de formación o de formación para la investigación en el nivel postsecundario, impartidos por una universidad u otros establecimientos de enseñanza que estén acreditados por las autoridades competentes del Estado como centros de enseñanza superior”*.
La educación superior se enfrenta en todas partes a desafíos y dificultades relativos a la financiación, la igualdad de condiciones de acceso a los estudios y en el transcurso de los mismos, una mejor capacitación del personal, la formación basada en las competencias, la mejora y conservación de la calidad de la enseñanza, la investigación y los servicios, la pertinencia de los planes de estudios, las posibilidades de empleo de los diplomados, el establecimiento de acuerdos de cooperación eficaces y la igualdad de acceso a los beneficios que reporta la cooperación internacional.
La educación superior debe hacer frente a la vez a los retos que suponen las nuevas oportunidades que abren las tecnologías, que mejoran la manera de producir, organizar, difundir y controlar el saber y de acceder al mismo. Deberá garantizarse un acceso equitativo a estas tecnologías en todos los niveles de los sistemas de enseñanza.
La segunda mitad de nuestro siglo pasará a la historia de la educación superior como la época de expansión más espectacular; a escala mundial, el número de estudiantes matriculados se multiplicó por más de seis entre 1960 (13 millones) y 1995 (82 millones).
Pero también es la época en que se ha agudizado aún más la disparidad, que ya era enorme, entre los países industrialmente desarrollados, los países en desarrollo y en particular los países menos adelantados en lo que respecta al acceso a la educación superior y la investigación y los recursos de que disponen.
Ha sido igualmente una época de mayor estratificación socioeconómica y de aumento de las diferencias de oportunidades de enseñanza dentro de los propios países, incluso en algunos de los más desarrollados y más ricos. Si carece de instituciones de educación superior e investigación adecuadas que formen a una masa crítica de personas cualificadas y cultas, ningún país podrá garantizar un auténtico desarrollo endógeno y sostenible; los países en desarrollo y los países pobres, en particular, no podrán acortar la distancia que los separa de los países desarrollados industrializados. El intercambio de conocimientos, la cooperación internacional y las nuevas tecnologías pueden brindar nuevas oportunidades de reducir esta disparidad. La educación superior ha dado sobradas pruebas de su viabilidad a lo largo de los siglos y de su capacidad para transformarse y propiciar el cambio y el progreso de la sociedad. Dado el alcance y el ritmo de las transformaciones, la sociedad cada vez tiende más a fundarse en el conocimiento, razón de que la educación superior y la investigación formen hoy en día parte fundamental del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones.
Por consiguiente, y dado que tiene que hacer frente a imponentes desafíos, la propia educación superior ha de emprender la transformación y la renovación más radicales que jamás haya tenido por delante, de forma que la sociedad contemporánea, que en la actualidad vive una profunda crisis de valores, pueda trascender las consideraciones meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más arraigadas.
En los textos anteriores nos damos cuenta que en nuestro país se ha marcados iniciativas para alcanzar mejores niveles de las instituciones de educación superior, para que los alumnos, que se encuentren puedan cubrir sus expectativas para cuando los mismo egresen de estas, puedan nutrir a las instituciones en donde laboran, con sus conocimientos y que tengan un mejor desempeño y desarrollo laboral, aunque lamentablemente existen los lineamientos para que estos objetivos sean alcanzados, no todas las instituciones lo llevan a cabo, ya que nuestro país existen primero los intereses y beneficios personales de los que manejan a estas instituciones, aunque no se pueden generalizar esto es un suceso común en el país. En México no existe la cultura de beneficio común, se trabaja con el beneficio propio por lo que no se pueden alcanzar de esta manera, también nos damos cuenta de que no se alcanzan las expectativas que la UNESCO marca para las instituciones de educación superior. Lo que México requiere son personas que trabajen a beneficio del país y de los alumnos que estarán estudiando en estas instituciones, sin corrupción, y sin pensar en sus beneficios propios, que el dinero que se designa para las instituciones sea lo suficiente para que esta pueda desarrollar e implementar las herramientas, se cuente con el suficiente personal y que se cubran todas las necesidades de los alumnos y de la misma institución.
Como aportaciones y observaciones negativas que podemos ver del sistema educativo se encuentran los siguientes puntos: que los beneficios que se les den a los alumnos como becas, se les den y se distribuyan sin beneficiar a unos antes que otros por, compromisos personales de los altos mandos, que las instituciones cuentan con instalaciones y servicios para que los alumnos puedan tener un mejor desempeño en la institución, además es importante que los catedráticos reciban un salario justo dependiendo de su currículum y de sus actividades de desempeño para que estos puedan tener una mejor motivación para realizar su labor como docente, que lo altos mando tengan una mejor comunicación con sus docentes y alumnos para poder tener un acercamiento de las necesidades y de los cambios para mejorar el sistema de educación en el contexto de planeaciones y desarrollo de actividades, así como de las necesidades en cuanto a servicios e instalaciones. En conclusión si no se trabaja en conjunto el sistema educativo, los altos mandos, los docentes y los alumnos, no se podrá tener, un correcto desarrollo de las instituciones y de los lineamientos, que el sistema educativo implemente para el beneficio de las misma, además de que se debe de tener un cambio de cultura para que se pueda trabajar en conjunto para el beneficio de las instituciones de educación superior.
Datos para citar este artículo:
Revista Vinculando. (2010). La educación superior en México 1990-2010. Revista Vinculando, 8(2). https://vinculando.org/educacion/la_educacion_superior_en_mexico_1990_2010.html
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