Existe suficiente evidencia en la literatura científica, y en nuestra cotidianidad, respecto de que nos encontramos ante un proceso planetario que está implicando cambios climáticos que se reflejan en un incremento en la temperatura media en áreas continentales y océanos, y que repercute directamente en variabilidad de lluvias y vientos (IPCC, 2007) (Figura 1).
Figura 1. Cambios en los sistemas físicos y biológicos a nivel planetario de 1970 a 2004. Fuente: (IPCC, 2007, p. 10)
Esta variabilidad climática, difundida como cambio climático, está afectando a las delicadas redes tróficas de los ecosistemas y a las comunidades rurales que basan su reproducción social en el aprovechamiento de los ecosistemas; esto es la agricultura, la ganadería, la pesca, la recolección silvestre, etcétera (IPCC Working Group II, 2007).
A su vez, esas modificaciones ecológicas y sociales rurales, impactan de múltiples formas la disponibilidad y calidad de agua, aire, energía, comestibles y materiales que requieren los asentamientos humanos de alta densidad poblacional.
Lo más alarmante de estos cambios, es la estimación que ha realizado el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en el sentido de que el fenómeno continuará y se agravará (Figuras 2 y 3).
Figura 2. Comparativo entre temperatura, nivel medio de océanos y área continental con nieve al año 2001. Fuente: (IPCC, 2007, p. 9)
Figura 3. Escenarios de cambio climático para 2099. Fuente: (IPCC, 2007, p. 24)
Los impactos, por ejemplo, en el sistema agroalimentario podrán ser devastadores en términos de decrementos en productividad, de incrementos de precios por escasez de perecederos y de reconcentración poblacional en asentamientos humanos que puedan exhibir mayor resiliencia pero que podrían verse en crisis a causa de un efecto adicional de sobrecarga humana (Figura 4). En efecto, asistimos a una crisis multidimensional cuyos efectos apenas podemos vislumbrar: "crisis ambiental, energética, financiera y alimentaria. Cuatro flagelos que anuncian, no el fin del mundo, sí el agotamiento de un modelo civilizatorio. Y los cuatro jinetes galopan a la par, de modo que la carestía universal se alimenta de cambio climático, petróleo escaso y especulación bursátil" (Bartra, 2008, p. 16).
Figura 4. Estimación de impactos en la producción de alimentos. Fuente: (IPCC Working Group II, 2007, p. 302)
En este escenario, existen diversos abordajes respecto del fenómeno planetario en cuestión. Brevemente, vamos a examinar tres que son 1) la propuesta de la economía verde, 2) la que formuló el IPCC y 3) la que ha venido proponiendo la agroecología y los movimientos campesinos planetarios.
La economía verde y el cambio climático
Una aproximación corresponde al discurso defensor del progreso y crecimiento económico que argumenta sobre la desmaterialización de la sociedad moderna, y que atribuye el fenómeno del cambio climático a un mal manejo de los recursos naturales de los países del Sur; específicamente de las poblaciones en extrema pobreza quienes tenderían a desaprovechar sus recursos naturales como oportunidad de negocio y, probablemente, los depredarían, con lo que agravan su situación de subdesarrollo a la vez que afectan la bioquímica planetaria.
De aquí surge la idea de la economía verde (Green Economy) que apunta a que los países del Sur busquemos el crecimiento económico "con sustentabilidad". Es decir, haciendo de la conservación de los biomas y ecosistemas una oportunidad de negocio y que aquí denominamos capitalismo verde (Poverty-Environment Parttnership, 2012).
En efecto, el Corporativo para la Pobreza y el Medioambiente (PEP, por sus siglas en inglés) ha señalado cinco bloques estratégicos, a saber:
- Políticas Públicas sociales y económicas,
- Capacidades y derechos locales,
- Mercados verdes incluyentes,
- Apoyo internacional y políticas multilaterales, y
- Nueva métrica para medir el progreso.
Si bien el documento "Construyendo una economía verde incluyente para todos" (Poverty-Environment Parttnership, 2012) desarrolla de forma muy breve las cinco estrategias anteriores, cada bloque en realidad es un conjunto de buenas ideas, propuestas plausibles y orientaciones razonables, debemos reconocer, pero que posiblemente poco tengan qué ver con las raíces del subdesarrollo en el Sur y el impacto antropogénico en el medioambiente:
Ahora, sin embargo, las dinámicas de la llamada globalización causan degradación en todas partes y muy rápidamente. Lo nuevo es una crisis de aceleración y de interconexión. La sustentabilidad, entonces, es una cuestión de frenos (comida lenta, ciudades lentas…) y de relocalización. Pero la ola expansiva está indisolublemente ligada a la aceleración y al impacto mundial. Frenarla implica, de un modo u otro, decrecimiento (García, 2007, pp. 12-13).
Es decir, desde nuestra perspectiva, las orientaciones que no trastoquen las formas dominantes de apropiación de la naturaleza y de asimetría socioeconómica, como es el caso del capitalismo verde, poco o nada hará para detener el cambio climático y la brecha entre pobres y ricos en tanto desatiende los orígenes de la problemática que supone va a resolver.
En última instancia, este grupo de entidades multilaterales soslayan:
La percepción de que los límites del planeta ya han sido sobrepasados (y), de que se ha entrado ya en la fase transitoria de translimitación, (lo que) se está convirtiendo en un motivo central de la literatura –creciente en cantidad y en impacto– que considera posible un colapso de la civilización industrial en un futuro próximo y revisa bajo esa perspectiva la suerte que corrieron diversas sociedades en el pasado (García, 2007, p. 13).
El Panel Internacional ante el cambio climático
A su vez, existen aproximaciones más sofisticadas como la del IPCC en donde vemos un claro reconocimiento de que el cambio climático está directamente relacionado con la actividad humana reciente, en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y a raíz del uso industrializado de combustibles fósiles (Figura 5).
Figura 5. Proporción de emisiones de gases de efecto invernadero. Fuente: (IPCC, 2007, p. 36)
No obstante, el IPCC exhibe un discurso que redunda en una especie de economía verde que no alcanza a imaginarse una sociedad humana sin el uso de altas cantidades de energía y mercados globales; mediando una transición "racional" en el uso de combustibles fósiles y cuidando los indicadores macroeconómicos (IPCC, 2007, p. 69).
Entonces, las alternativas que propone el Panel, son unas que no van precisamente a la raíz del problema y que se mantienen únicamente en los efectos y síntomas, y que se traducen en lineamientos genéricos que no especifican el cómo, el cuándo, el qué, etcétera. Por ejemplo, para el caso de la agricultura señalan:
Manejo mejorado de cultivos y de áreas de forraje para incrementar el almacenamiento de carbón en el suelo; recuperación de suelos empobrecidos y tierras desgastadas; mejoramiento de técnicas de cultivo de arroz y de manejo pecuario y sus excretas para reducir emisiones de CH
Es evidente que la serie de alternativas estratégicas formuladas por los científicos del IPCC dejan ver las tareas específicas a realizar, los agentes involucrados y las posibilidades reales de cambio que el modelo de libre mercado ofrece, sea en términos de las llamadas acciones de mitigación y adaptación. En resumidas cuentas, el IPCC se limita a encontrar soluciones dentro de lo que hemos llamado anteriormente capitalismo verde.
La agroecología latinoamericana
Desde la Agroecología latinoamericana, existe una aproximación más crítica y políticamente orientada, con respecto de la ruta alternativa para no sólo "mitigar y adaptarse" ante el cambio climático dentro de la lógica del progreso y del crecimiento económico, sino para reinventar, por ejemplo, la agricultura de manera regenerativa y sostenible (Pretty & otros, 2010), la forma de comprender a la especie humana y los biomas planetarios como sistemas bioculturales (Toledo & Barrera-Bassols, 2008), los procesos de cambio social y la lucha por alternativas (Gallar H. & Vara S., 2010); es decir, desde nuestra perspectiva: "El concepto de sustentabilidad asociado al desarrollo sostenible incluye no sólo legar a las futuras generaciones un mundo material (biótico y abiótico) igual o mejor al actual, sino también, una equidad en las relaciones intrageneracionales actuales" (Foladori, 1999, p. 32).
Esto implica un abandono del paradigma de la modernización, y la recuperación de neorrelatos desde donde situarse para aprehenderse como civilización y como especie en el Planeta:
En el «fin de la historia», el tránsito hacia la sustentabilidad aparece como el «desarrollo» de la economización del mundo. Sin embargo, es esta racionalidad modernizadora lo que ha generado las externalidades económicas y sinergias negativas del crecimiento sin límites que ha llevado a la insustentabilidad: al desequilibrio ecológico, la escasez de recursos, la pobreza extrema, el riesgo ecológico y la vulnerabilidad de la sociedad (Leff, 2000, p. 5).
Entonces a través del rediseño de los circuitos agroecoalimentarios en mercados locales, de la alimentación de temporada y de pequeñas fincas campesinas multifuncionales y diversificadas, en vez de corporativos agroalimentarios y franquicias de comida alto-calórica (Holt-Giménez, 2009) se van delineando nuevas relaciones entre "lo urbano y lo rural", de grupos sociales entre sí, y entre la naturaleza y la especie humana, como es posible apreciar en diversos movimientos sociales campesinos y ecológicos.
Esta es una forma concreta de dejar atrás el uso de combustibles fósiles e incluso de captura de gases de efecto invernadero, mientras que se mejora la tasa de uso equivalente de la tierra para fines alimentarios y de servicios ecosistémicos, y se logra mayor simetría y vínculo local entre productor y consumidor, lo que ya ha sido comprobado en miles de parcelas, chacras y fincas en los países del Sur (Altieri & Toledo, 2011).
Pero la propuesta agroecológica va más allá de sólo una interdisciplina agronómica-ecológica emergente, y esta es la razón por la cuál algunas instituciones internacionales y gubernamentales en algunos países ven «con desconfianza» a la agroecología, esto es, porque tiene un alto contenido ético-político que se opone al discurso dominante del desarrollo y el capitalismo, a las formas de colonización cultural Norte-Sur, a los discursos científico-ideológicos de la clase política financiada por las agro-transnacionales y, en definitiva, porque sugerimos que el «western» way of life de las naciones y grupos sociales ricos se sostiene gracias a la explotación de la naturaleza y de nuestros países pobres.
Por lo anterior, para lograr un enfriamiento global y equilibrio climático es necesario que las sociedades del Norte y más pudientes reviertan sus patrones de producción-consumo hacia una lógica del decrecimiento (Martinez A., 2008). Entonces, las sociedades del Sur y empobrecidas por las altas tasas de extracción de materiales y fuerza de trabajo que sostiene actualmente a las sociedades pudientes –con la complicidad de las clases políticas-, podrán establecer rutas endógenas de crecimiento sostenible en ámbitos como alimentación, tecnología, salud, vivienda, etcétera.
En definitiva, ante el cambio climático, es necesario un nuevo paradigma civilizatorio (Leff, 2011) cimentado en modos de vida sostenibles (Altieri & Toledo, 2011) y alternativo al paradigma cientificista de la racionalidad con arreglo a medios-fines representado en el capitalismo verde y su narrativa hegemónica.
El paradigma contrahegemónico de la sustentabilidad, de donde surge la agroecología, reside en miles de familias campesinas, rurales e indígenas que actualmente alimentan a más de la mitad de los seres humanos en el planeta (http://www.etcgroup.org).
Estas formas civilizatorias alternativas y vigentes, se apoyan en múltiples relatos o cosmogonías: tonantzin, pachamama, ubuntu, etécera, y está contenido en prácticas discursivas e interacciones simbólicas que se expresan en formas de trabajo, medios de sustento familiar y comunitario, y en intercambios simétricos de materiales e intangibles que, en su conjunto, estructuran territorios socioecológicos y de donde se desprenden saberes bioculturales adaptados a cada ecosistema y devenir (Inglis, 1993).
Estos enclaves territoriales socioecológicos, exhiben una biodiversidad funcional y significación sociocultural, y dan cuenta de una historia evolutiva de integración, alteridad y multifuncionalidad, a tal grado que habrán ser las entidades biosociales que mejor se adapten al cambio climático. Mucho tenemos que aprender de ell@s si en realidad queremos salir de la espiral degradatoria que se manifiesta en el cambio climático (www.viacampesina.org).
Referencias
- Altieri, M. A., & Toledo, V. M. (2011). La revolución agroecológica en Latinoamérica. The Journal of Peasant Studies , 38 (3), 587-612.
- Bartra, A. (2008). Fin de fiesta. El fantasma del hambre recorre al mundo. Argumentos , 21 (57), 15-31.
- Foladori, G. (1999). Sustentabilidad ambiental y contradicciones sociales. Ambiente y Sociedad. , 2 (5), 19-34.
- Gallar H., D., & Vara S., I. (2010). La lucha por la construcción social de la ruralidad. VII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural (págs. 178-191). Porto de Galhinas, Pernambuco, Brasil: ALASRU.
- García, E. (2007). Los límites desbordados. Sustentabilidad y decrecimiento. Trayectorias (24), 7-19.
- Holt-Giménez, E. (2009). EE UU: crisis alimentarias, movimiento alimentario y cambio de régimen. Ecología Política (38), 73-79.
- Inglis, J. T. (1993). Traditional Ecological Knowledge. Concepts and cases. Ottawa: International Development Research Centre.
- IPCC. (2007). Climate Change 2007: Shythesis Report. Valencia: IPCC.
- IPCC Working Group II. (2007). Climate change 2007: Impacts, adaptation and vulnerability, contibution to the Fouth assessment of IPCC. Cambridge: Cambridge University Press.
- Leff, E. (2011). Sustentabilidad y racionalidad ambiental: hacia otro programa de sociología ambiental. Revista Mexicana de Sociología , 73 (1), 5-46.
- Leff, E. (2000). Tiempo de sustentabilidad. Ambiente y Sociedad , 3 (6), 5-13.
- Martinez A., J. (2008). Decrecimiento sostenible: París, abril del 2008. Ecología Política , 51-58.
- Poverty-Environment Parttnership. (Junio de 2012). Building an inclusive Green Economy for all. Recuperado el 12 de Mayo de 2012, de Poverty Environment Partnership: www.povertyenvironment.nt/pep
- Pretty, J., & otros, y. (2010). The top 100 questions of importance to the future of global agriculture. International Journal of Agricultural Sustainability (8), 219-236.
- Toledo, V. M., & Barrera-Bassols, N. (2008). La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Barcelona: Icaria.
El autor es agroecológo, Facultad de Agronomía en Universidad Nacional Agraria en Managua, Nicaragua, Centroamérica. Correo electrónico: [email protected] Twitter: @manuel3108
[1] La traducción del inglés al español es mía.
Datos para citar este artículo:
Manuel Antonio Espinosa Sánchez. (2013). ¿Por qué es insuficiente el capitalismo verde ante el cambio climático?. Revista Vinculando, 11(2). https://vinculando.org/articulos/sociedad_america_latina/por-que-es-insuficiente-el-capitalismo-verde-ante-el-cambio-climatico.html
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