Hasta aquí hemos visto cuáles son las condiciones de la cafeticultura mundial y en particular dentro del territorio mexicano, centrándonos en los pequeños productores minifundistas. También describimos una de las alternativas que éstos han encontrado a la crisis de la cafeticultura, que es organizarse para producir y comercializar sus productos con mejores términos que si lo hicieran individualmente.
No obstante, las condiciones de producción y venta existentes en el ámbito local han reforzado el empobrecimiento de estos grupos, por lo que una de las actividades más importantes de las organizaciones sociales cafetaleras es encontrar métodos alternativos que les permitan agregar mayor valor a su producción, de manera que puedan empezar a mejorarse las condiciones de vida de las familias que dependen en distinto grado de la actividad cafetalera.
En este sentido, se han explorado distintas opciones para lograr tales avances, mismos que van desde la venta del grano con un mayor grado de procesamiento (café tostado, tostado y molido, descafeinado y hasta soluble) dentro del mercado nacional, hasta la comercialización internacional de café verde principalmente, aunque también se exporta tostado y molido.
En 1988 se desarrolló otra alternativa que toma ventaja de la mayor sensibilidad e interés del consumidor por causas sociales, llamada comercio justo, en la que participan más de 330 organizaciones de cafeticultores en 18 países.[1] Esta iniciativa será abordada en el presente capítulo para encontrar sus ventajas y limitaciones para las organizaciones de cafeticultores mexicanos.
[1] Cifras tomadas de Laure Waridel et al., Un café por la causa. Hacia un comercio justo; Acción Cultural Madre Tierra, México, 2001; pág. 43
Datos para citar este artículo:
Francisco Aguirre. (2005). 3. Comercio justo como una alternativa para las organizaciones de pequeños productores. Revista Vinculando, 3(2). https://vinculando.org/comerciojusto/cafe_mexico/comercio_justo_2.html
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