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2. Empresas Sociales como una alternativa para el pequeño cafeticultor mexicano

Autor(a): Francisco Aguirre - 29 Nov, 2005
¿Cómo citar este artículo?  

Las constantes crisis de la cafeticultura en México y el mundo han vuelto prácticamente incosteable esta actividad para el sector de campesinos minifundistas.

Esto se debe a que por operar con una lógica de subsistencia, y gracias a algunos programas gubernamentales ocasionales, aun trabajan en sus parcelas, pero ante el nuevo marco jurídico que ofrecen las reformas al artículo 27 constitucional, es posible que en pocos años muchos pequeños cafeticultores vendan o renten su parcela a empresarios o intermediarios.

En esta perspectiva se pueden plantear junto con Daniel Villafuerte Solís, por lo menos dos ideas a manera de hipótesis: la primera consiste en que, de agudizarse la crisis, la economía campesina va a tender a desaparecer gradualmente, con fenómenos como la venta de tierras comunales y ejidales o la migración hacia centros urbanos; la segunda es su reorganización, por lo menos parcial, bajo formas de asociación entre campesinos (empresas sociales[1]) donde las condiciones ecológicas, técnicas y socioeconómicas sean razonablemente mejores. En el presente apartado analizaremos únicamente esta segunda opción por ser la que puede ofrecer una mejor calidad de vida al pequeño productor.

Este capítulo también incluye información de visitas de campo a comunidades de la Sierra de Zongolica en Veracruz realizadas entre 1995 y 2000; a comunidades del municipio de Cuetzalan del Progreso en la Sierra Norte de Puebla entre 1997 y 2000 y; a la ciudad de Tapachula, Chiapas en 1998. En estas visitas se pudo observar directamente la situación en la que viven pequeños cafeticultores que trabajan organizadamente y de otros que lo hacen de forma individual.

Uno de los caminos que pueden seguir los cafeticultores para mejorar gradualmente sus niveles de vida, es la conformación de empresas u empresas sociales, mismas que pueden ser autogestionarias[2] o creadas por grupos de diversa naturaleza, como partidos políticos, organizaciones no gubernamentales e incluso agencias internacionales. Cabe señalar que el presente trabajo centrará su atención en empresas sociales del primer tipo.

A pesar de su heterogeneidad, muchas de estas empresas tienen en común que sus socios las inician con entusiasmo y visión de poder mejorar sus condiciones de vida a partir de su propio esfuerzo. Los campesinos se organizan en empresas para poder cubrir necesidades económicas que no pueden satisfacer totalmente en forma individual. Se agrupan para obtener facilidades, servicios y bienes que no se encuentran disponibles, o si lo están, resultan demasiado caros para cada socio como individuo.[3] El trabajo en común también les permite realizar la venta de sus productos en condiciones más ventajosas, pues los volúmenes mayores crean economías de escala importantes.

Siguiendo a Margarita Rosales, trabajar en colectivo significa construir un sujeto social que permita la organización del trabajo y sobre todo de la toma de decisiones acerca de todos los aspectos de la producción y la distribución de los ingresos. Significa también reconocer los intereses y objetivos del grupo o comunidad que pueden alcanzarse conjuntamente, y pasar de un nivel individual de decisiones a uno colectivo en aras de un bien común.

No obstante la empresa social, por su carácter, no puede plantearse sólo en términos de rentabilidad y competitividad, como cualquier otra empresa, sino que desde un principio asume objetivos, mas o menos extensos, mas o menos ambiciosos, de bienestar colectivo, de ayuda mutua, de cooperación y servicio social.[4]

Las empresas sociales se organizan generalmente en torno a un objetivo de corto o mediano plazo, vinculado con el bienestar de sus agremiados y que responde a una problemática determinada. Entre otras, resolver necesidades de crédito, servicios básicos como la luz, agua potable, alimentos, producir colectivamente, obtener más fácilmente los insumos que el proceso productivo requiere, conseguir mejores precios para sus productos, etcétera.

Este tipo de organizaciones abarca un gran número de grupos sociales y actividades, por lo que en este apartado daremos una reseña general sobre estos actores sociales, misma que luego se centrará en el sector de pequeños cafeticultores organizados.

[1] Dieter Paas sostiene que la empresa social se distingue por lo que se llama el "criterio de identidad". Una empresa cumple con este criterio cuando: 1) los propietarios o trabajadores o 2) sus dueños y usuarios, son idénticos. Los ejemplos clásicos para el primer tipo son las cooperativas de producción y empresas autogestivas de los cuales los socios son al mismo tiempo los dueños y los trabajadores de la empresa. Dieter Paas; “La empresa social, ¿un modelo de organización viable?”, en Félix Cadena et. al.; La empresa social y sus problemas de organización; México; Fundación Friedrich Naumann/PRAXIS, 1992, pág. 78.

[2] Entendemos por autogestión la condición que obtienen los campesinos al tomar en sus manos, sin intermediarios de ninguna especie, los problemas que se presentan en las comunidades rurales y gestar por parte de las comunidades las tareas que les corresponda desarrollar para beneficio de la comunidad. (Bernardino Mata García; “La modernización en el campo y las empresas sociales”; en Félix Cadena et al op. cit.; págs. 62-63). En este trabajo los términos autogestivo y autogestionario tienen el mismo significado.

[3] Tomado de Juan Buchenau, “Motivación y control en empresas sociales”, en Félix Cadena et al.; op. cit.; pág. 106.

[4] Diego Prieto Hernández, “Empresas sociales, retos y perspectivas”, en Félix Cadena et al.; op. cit.; pág. 10.

Datos para citar este artículo:

Francisco Aguirre. (2005). 2. Empresas Sociales como una alternativa para el pequeño cafeticultor mexicano. Revista Vinculando, 3(2). https://vinculando.org/comerciojusto/cafe_mexico/empresas_sociales_2.html

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