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Un acercamiento a los conceptos.
En esta sección no se repasará en profundidad el concepto de campesinado ni las categorizaciones asociadas a él, sino se desarrollará un conjunto de puntos de partida para enmarcar en términos amplios este acercamiento al carácter productivo del campesinado mexicano.
Se tratará de demostrar, con algunos ejemplos, la manera en que el campesinado mexicano se ha organizado en movimientos tanto oficiales como independientes, en coaliciones o a través de esfuerzos aislados, por la apropiación del proceso productivo. Lo anterior incluye la lucha por condiciones equitativas y más justas en lo que concierne a la comercialización de sus productos. Según la diferenciación del campesinado a lo largo de América latina y de México mismo, es conveniente demostrar la manera en que los actores principales de la producción agrícola han sido definidos y conceptuados, para tener una mejor comprensión de su problemática social.
E. Martínez define una organización de productores como un “proceso social cualitativo cuyo objetivo y fin en sí mismo es el desarrollo social y económico como la base para el desarrollo rural (1991: 12). En esta definición, Martínez trata de acentuar la noción de lucha campesina contra su dominación y explotación, puesto que ésta es una de las características conceptuales del campesinado. En este sentido, la organización productiva campesina es una de las estrategias fundamentales para alcanzar su propia constitución y consolidación como clase (1991:12).
Una tipología de campesinado permite la comprensión de sus diferencias y desigualdades internas, permitiendo una visión de conjunto del lugar que ocupa entre los grupos excluidos de los países del tercer mundo. En términos de los productores asociados, este tipo de categoría campesina ha sido considerada comúnmente como de alto y medio potencial productivo. Sin embargo, dentro del ámbito de los productores, otro grupo de campesinos pobres tiene tierras de baja productividad, y su tarea es el incremento en las cosechas de exportación; el café es un ejemplo (1991: 43).
Uno de los primeros y más influyentes acercamientos al análisis del campesinado es el de tipo marxista, incluyendo sus múltiples vertientes. Sus principales características en un inicio fueron por un lado un fuerte énfasis en el antagonismo de clase y por otro, su perspectiva histórica. En términos maoístas, el análisis se ha asociado al concepto del campesino, mientras desde el enfoque leninista, con la noción de proletario.
Roger Bartra es uno de los autores más representativos de la perspectiva leninista. A veces ortodoxo e inspirado en los bolcheviques (Miller,1994: 170), la perspectiva de Bartra del proletariado rural consideró al campesinado como un simple modo de producción de mercancías subordinado al desarrollo capitalista. Esta perspectiva se conoce también, como la teoría descampesinista (Otero, 1999: 191; Edelman, 1999a: 204). Por otra parte, la perspectiva campesinista representada por autores como Armando Bartra, Arturo Warman, y Gustavo Esteva rechazaba el evolucionismo unilineal y la “inevitabilidad” del marxismo ortodoxo en torno a la desaparición del campesinado. Algunos de ellos argumentaban que “…era en principio a través de la lucha política, más que a través de la “lógica” del habitante rural o del sistema económico amplio, que los campesinos tuvieron históricamente garantizada su supervivencia” (Edelman, 1999a: 204). Esta discusión ha persistido por alrededor de 20 años, y recientemente aún se encontraba en curso.
Debido a su enfoque específico en la re-conceptualización del campesinado en términos antropológicos, y su acento en la transnacionalización de los campesinos, el trabajo de Michael Kearney es relevante. Haciendo referencia principalmente a los procesos de migración, Kearney destaca el carácter transnacional de la identidad de la identidad de los sujetos del post- campesinado, en oposición a la influencia de los Estados-Nación para construir al campesino. Esta condición post-campesina difiere de la idea de una conexión esencial campesino-tierra en términos de sus actuales ligas con la problemática de los derechos humanos, la ecología política, y la pertenencia étnica. De la categoría de campesino emergen identidades múltiples, que han sido impuestas y asumidas por pueblos subalternos…”. Aunque siendo criticado para generalizar sus aserciones en cuanto a la desaparición del campesinado a partir del caso de una región de México (Edelman, 1999a: 205; Otero, 1999: 192), uno de los puntos de vista de Kearney es el inadecuado uso del término “campesino” para las condiciones sociales actuales. Ello es debido a la ampliación del campo de actividades campesinas hacia áreas diferentes a la agrícola. La transnacionalización de su condición, y la ampliación de su rango de participación cultural (Kearney, 1996: 8).
El enfoque de A. Warman de los movimientos campesinos se orienta hacia una visión instrumental, entendiéndose estos como:
…aquellos que se originan, reclutan y sostienen en el ambiente rural, y que establecen demandas orientadas a alcanzar la persistencia y el crecimiento de los grupos productores, y que con una base territorial, tienen una relativa autonomía en el funcionamiento del proceso productivo (1984:14).
Ésta es una definición clásica que se debe entender en su contexto temprano, pero es útil para contrastar las nociones clásicas de la producción rural. Él autor describe en términos similares el concepto wolfiano de 1955, el cual contempla una forma de producción apoyada en los medios de producción campesinos para satisfacer sus necesidades básicas, mientras que complementan sus propios productos con un trato mínimo con el mercado. Éstas son normalmente unidades de producción pequeñas asociadas al trabajo sin jornales y a la meta principal de garantizar subsistencia, en contraste a cualquier otra forma de la acumulación (1978: 31).
En el contexto latinoamericano, particularmente el de México, dos conceptos más se relacionan con las condiciones políticas específicas dentro del país. Es posible distinguir un par de movimientos campesinos: el de tipo oficial y el independiente. El movimiento oficial representa al sector corporativo con membresía en confederaciones campesinas directamente ligadas con el entonces partido en el poder (el Partido Revolucionario Institucional[1]) o con otras organizaciones de características similares (Flores, Paré y Sarmiento, 1988: 11). El movimiento independiente, aunque heterogéneo y con diferencias de enfoque internas, se encuentra generalmente en oposición a las instituciones oficiales, y tiene las siguientes características: preocupación por elaborar su propia estrategia rural de desarrollo como proyecto común; autonomía como organización; el rechazo a cualquier tentativa de adherirse a las estructuras corporativas; el ver por los intereses de su membresía más que por la aceptación incondicional de políticas rurales orientadas por el sector privado; y finalmente, la tentativa de desarrollar nuevas formas organización colectiva con la participación democrática de los pueblos. En suma, el tipo de relación con el Estado define la distinción entre los movimientos oficial e independiente (Flores, Paré y Sarmiento, 1988: 13-14).
[1] Tras mantenerse en el poder por 71 años. El PRI perdió la elección presidencial en el año 2000, ante el partido de centro-derecha Partido Acción Nacional.
Datos para citar este artículo:
Horacio Almanza-Alcalde. (2005). Movimientos campesinos y la apropiación del proceso de producción. Revista Vinculando. https://vinculando.org/comerciojusto/mst_comercio_justo/luchas_movimientos_campesinos.html
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