Miro al cielo esta noche… en la profundidad de mis ojos veo su manto estrellado, intento encontrar respuestas o señales en el silencio de mi existencia, algo que en mi interior revele que la conciencia con la que miro el mundo a mi alrededor es la adecuada, o que simplemente es un poco más amplia y vasta que el día anterior, algo que deje ver un palmo más allá de la habitual corta distancia, con la secreta esperanza en el corazón de que finalmente daré con la imagen de dios sonriéndome desde el cielo…
Pero es difícil cuando realizo este esfuerzo desde mi posición mental, sé que los pensamientos con sus frases e ideas hechas intenta incansablemente dar con una definición, mensaje, norma o recomendación que me permita dar estos pasos en el vacío y guiarme de vuelta hacia algo que ella misma intuye, aspira y añora, sin embargo, en el intento siempre se cansa… la mente, con su infatigable discurso termina agotándose y agotándome, dando vueltas en redondo en ambos sentidos.
Es entonces cuando descubro con absoluta certeza, que este movimiento mental solo es un punto de inicio, pero nunca una solución o punto de llegada, siempre acaba cerrándose a sí mismo, clausurando todo posible encuentro verdadero con ese sueño desconocido, pero amado, sueño de respirar profundamente con la unidad de mi ser, sueño de bienestar permanente y sereno, tan simple y tan ardua tarea.
Por qué, ¿qué es en último término esta conciencia? Esta energía que va más allá de mi esfuerzo mental, esta fuerza que empuja y se manifiesta, que danza y aparece con innumerables formas y disfraces, colores y olores, texturas sin texto y transformaciones diminutamente constantes. Conciencia que también lucha en esa mente fatigada, en ese cuerpo denso y pesado, conciencia en todo lo que mi visión alcanza, ¿quién eres realmente y que persigues en todo lo que manifiestas? Solo aspiro dejar tanta rigidez acumulada y solapada para escuchar así las frecuencias armónicas de tu música y con absoluto consentimiento danzar en un éxtasis de lucidez, el ritmo de tu paso en el universo…
Ahhh!! Un instante de entendimiento, solo un fugaz instante de comprensión… ahora veo que quizás todo esté relacionado con esa música, esa la melodía de la conciencia que vibra y canta por doquier.
Desde luego, también está en cada pensamiento que se repite a sí mismo, que habla sin cesar, es como una estrofa recitada de diferentes maneras, con timbres y profundidades variables, que en último término no es más que la búsqueda de la nota exacta, de la sinfonía precisa que canta el uni-verso.
“La mente como instrumento se prepara y el cuerpo con sus mecanismos y engranajes parece tan mecánico y domesticado que es difícil concebir como en realidad esconde con perfecto disimulo y encanto la flor de esa melodía tan buscada…”
En el más allá busco la sonrisa de dios cuando miro al cielo, pero esta noche por primera vez, al dejar fluir estas palabras, un diamante se muestra a mis ojos, un diamante que brilla a través de mis manos y en el centro de mi pecho y como humilde brote en la oscuridad, surge con timidez la interrogante: ¿y si el tono exacto de la melodía divina se encuentra en las capas de mi cuerpo?, ¿y si el milagro no está en el vaivén de mis pensamientos, sino en esa diminuta partícula que respira crece y se transforma a cada instante en esta silenciosa materia que llamamos cuerpo?
Dicen que la princesa recorrió el mundo entero en busca de la flor sagrada, hasta que frustrada y agotada decidió volver a su palacio a esperar en quietud los últimos días de su existencia, fue entonces cuando en el rincón más oculto de su bello jardín, bajo el árbol que un día de pequeña hubiese plantado, encontró la flor tan anhelada, la belleza y aún más la sorpresa de tan curiosa ironía, sobrecogió con fuerza lo más profundo de su alma…
Seguramente el encuentro con lo sagrado de la existencia ocurre en el lugar más inesperado del camino…
Datos para citar este artículo:
María Carolina León García. (2012). En el silencio de mi mente la verdad de mi cuerpo. Revista Vinculando, 10(1). https://vinculando.org/microblogging/en-el-silencio-de-mi-mente-la-verdad-de-mi-cuerpo.html
Hugo dice
Difícil tarea entrar en este mundo que es el mío
Revista Vinculando dice
Saludos Hugo, gracias por tu comentario.
Cuando la autora menciona que “el cuerpo con sus mecanismos y engranajes parece tan mecánico y domesticado”, creemos que se refiere al aprendizaje que hemos tenido en la cultura.
Si hoy nuestro cuerpo está más o menos ‘domesticado’ y nos movemos de forma mecánica, es posible aprender también a relajarnos o movernos con mayor libertad y arraigo.
Que tengas excelente día.