Ficha técnica:
- Autor: Marco Vidal;
- Dirección: Juan Carrillo;
- Elenco: Alexis Cárdenas, Máximo Mavaz, Daniel Oropeza y Gloria Castro;
- Creativo: Aurelio Palomino;
- Ubicación: Teatro Bellescene. Zempoala 90, Col. Narvarte, Ciudad de México;
- Costo: $200 pesos, boleto;
- Funciones: viernes 03, 10 y 17 de Mayo, 20:30 hrs.
“Páramos de asfalto” de Marco Vidal
Igual que en la obra de Rulfo, la tierra es árida y muerta, aquí, en esta azotea de edificio chaparro, se ve el Páramo cubierto por asfalto. Pero la vida es muy poderosa y aún sobre el asfalto hace crecer flores, esperanzas y maldiciones.
La poderosa e imponente biología ante la violación, la soledad psicológica y el abandono real, le concede a Alexis crear en su mundo interior a Toña, su antihéroe, deforme, cruel, confundido pero …“es lo qué hay” y eso qué hay siempre es mejor que la soledad y la nada.
Decía Sartre que el infierno son los otros, Alexis en su adolescencia temprana dice: el infierno va conmigo. Y aún no sabe qué es la filosofía, eso es lo terrible, su corta edad y su brutal violencia.
Carrillo hace un diseño escénico que permite que la sordidez y la oscura poesía del texto pasen sin maquillaje, lo cual, para un buen espectador puede ser verdaderamente impactante. Como la historia que sostiene la anécdota de la obra, el director sacude desde la dirección escénica las convenciones del teatro, no solo las sacude, las revienta.
Me parece que es congruente al empatar los discursos: si la mente es capaz de generar a Toña y al anónimo violador de niñas, entonces el discurso escénico debe ser capaz de cualquier cosa. Por eso la tramoya emocional de la relación entre el monstruo (Toña) y Alexis es llevada a cabo por la ¿víctima? Sí, después de todo su “inocente” decisión ha desatado el caos.
El infierno de la ciudad se mira en los ojos de terror de Ángel, el muchacho atrapado en su búsqueda de identidad. Como los niños de las alcantarillas, los limpiaparabrisas, los albañiles, los obreros, los Godínez, como México, pues.
En las relaciones sistémicas de un universo podemos distinguir y saber de él por cualquier elemento, el sistema de nuestros páramos, como el del país, y seguramente el del mundo, funciona a golpes y humillaciones, a traiciones y cegueras intencionales.
No es una obra que nos haga sufrir al mostrar lo “feo” de nosotros, sin duda está lo que no querríamos ver, pero…por no mirarlo ¿desaparece? Y si por el contrario, hoy, desde la belleza escénica lo enfrentamos y reconocemos que es capaz de florecer, quizá, algún día, hoy mismo, empecemos a generar el ansiado cambio. Hoy, con la amorosa libertad que concede Toña, puedo ser capaz de aceptarme y decidir ser un poco más feliz.
No se trata de asustarse y no hacer la plática a nadie en una cafetería, pero ¿Y si cuando intento ligar…decido ser yo? El laberinto del maestro Paz tiene en un capítulo central el uso de las máscaras. ¿Qué tal que hoy, frente a esa chica linda, me muestro tal cual soy?
Páramos es en el fondo una obra profundamente esperanzadora, positiva en tanto posible, bella, pero claro, es muy dolorosa, porque me pide arrancar la piel de lo que yo, por miedo, sin duda, me he encargado de coser, reajustar a mi corazón. Arrancarlo, será una labor muy angustiante, pero…el tiempo pasa y ya no quiero vivir así. “¿Me ayudas? Por favor.”
En Epifanía apostamos por un trabajo basado en el arte del actor- artista. Lo cual nos ha obligado a trabajar arduamente, a ponernos en crisis, a compararnos, a retarnos.
Hoy, con Páramos de asfalto, y con Paco y el Mostro, nuestro trabajo a domicilio, aun jóvenes y fuertes, pero también maduros y seguros, enfrentamos desde las tripas, desde nuestras alegrías y penas, desde la más humilde de nuestras disposiciones artísticas, a nuestros personajes y a nuestra ficción. Y por supuesto que duele, hay muchas cosas que mi personaje dice y que yo actoralmente vivo.
No le podemos pedir al espectador que abandone la zona de confort si no soy el primero en reventarla y caer en la maravillosa y terrible “nada” que se anuncia cuando se escucha la tercera llamada.
Hoy también nos ponemos a las órdenes y dudas, al talento y ocupaciones del más joven y exitoso director de México, trabajar bajo la mirada del creador de Mendoza nos ha provocado miedo, nos hace escuchar la horrible voz de la inseguridad, pero también hizo aparecer nuestra disciplina, nuestro enorme amor por el teatro y por el oficio del actor.
El montaje no es una prueba, es un hecho profesional en el cual creemos, con toda dignidad y seguridad que el resultado de nuestra combinación es un trabajo poderoso y bello. Violento y tierno y sobre todo: muy bien hecho. Capaz de presentarse en cualquier escenario del mundo y arrancar los aplausos de los públicos más exigentes. ¿Qué necesitamos?
Me acordé de la bella película, que según es para niños: Ratatouille, después de que Ego, es sacudido por el sabor más impactante de su niñez, escribe una hermosa carta para la valoración de los nuevos talentos.
Hoy, ni siquiera pido de su consideración y su benevolencia, no, tal vez soy soberbio, no importa, correré el riesgo. Solo hago una cita con usted para nuestra próxima función, mis armas: el trabajo talentoso, las suyas: su sensibilidad y disposición.
A veces, lo acepto, me he sentido una rata incomprendida, creo que hablo por mi grupo también, las costumbres de nuestro medio, el consumismo, pésimos espectáculos superficiales y tantas cosas que podría nombrar han provocado que me mire al espejo y vea un roedor, pero hoy, de la misma manera que el pequeño chef del filme, con humildad, hemos preparado para usted un gran platillo, se llama páramos de asfalto, que, seguramente, sacudirá su ser.
Espero con estas letras despertar su interés en vernos y que nos acompañe en el teatro, de lo demás, no se preocupe, nosotros nos encargamos.
Nota:
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¡Te esperamos en el teatro!
Datos para citar este artículo:
Marco Antonio Vidal Contreras. (2019). Páramos de asfalto: reseña teatral de la obra de Marco Vidal. Revista Vinculando, 17(1). https://vinculando.org/noticias/paramos-de-asfalto-resena-teatral-de-la-obra-de-marco-vidal.html
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