Resumen
En el mundo actual la felicidad y el pacer son aspectos que los humanos los consideramos como sinónimos, sin embargo, existen aspectos neurológicos que los diferencian. A continuación, buscamos sintetizar de manera simple estos aspectos que consideramos importante diferenciar.
Palabras clave: Placer; Felicidad; Dopamina; Serotonina.
Según Compton citado por Medvedev y Landhuis, el ser humano históricamente se ha esforzado por alcanzar la felicidad, considerándola como la meta más importante en la vida (2018). Ya lo describían los antiguos griegos y señalaban que el punto de vista hedónico equipara la felicidad con el placer, la comodidad y el disfrute, mientras que el punto de vista eudaimónico asemeja la felicidad con la capacidad humana para perseguir metas complejas que son significativas para el individuo y la sociedad (Delle Fave et al., 2011).
No podemos desligar al placer de la felicidad, debido a que juega un papel central en todas las formas de hedonismo, e implica a la experiencia de sentirse bien. Existen escritos que definen el término “felicidad” como el equilibrio entre el placer y el dolor (Weijers et al., 2011).
Moen deduce que el placer particular es deseable por sí mismo, mientras que la felicidad no es deseable por sí misma, sino por los placeres particulares (Moen, 2015), sin embargo otros autores proporcionan evidencia que respalda la primacía de la felicidad en comparación con otros valores individuales como la salud física, la riqueza o el amor (Kim-Prieto et al., 2005, Skevington et al., 1997). Medvedev cita a Csikszentmihaliy (1992) y describe que esencialmente, se valoran otras metas humanas porque se cree que dan lugar a la felicidad.
La felicidad, el bienestar y una mejor calidad de vida han presentado gran interés a finales del siglo XX, por lo que las investigaciones al respecto crecieron considerablemente (Oishi et al., 2016; Power & Kuyken, 1998). Para Kristoffersen la ciencia sobre la felicidad y el bienestar se volvió cada vez más importante en el contexto económico (Kristoffersen, 2010), no obstante, no existen todavía acuerdos entre los investigadores para definir la felicidad y sus constructos relacionados (Oishi et al., 2016; Kim-Prieto et al., 2005; Diener et al., 2010).
La conceptualización de felicidad en la literatura, a menudo se denomina como bienestar subjetivo (Diener, 2006; Hills & Argyle, 2002) bienestar emocional, afecto positivo (Fordyce, 1988) y calidad de vida (Diener, 2000; Shin & Johnson, 1978) lo que podría sugerir que los significados de felicidad pueden depender del contexto (Diener, 2006; Carlquist et al., 2017). Diener afirma que la felicidad subjetiva es “una evaluación global de la satisfacción con la vida” (Diener, 2006).
Estas definiciones indican una estrecha relación entre los constructos de felicidad, bienestar subjetivo, calidad de vida y satisfacción con la vida. Investigadores como Shin & Johnson, señalaron que “la felicidad se ha identificado erróneamente con sentimientos de placer”. En la literatura de investigación (Shin & Johnson, 1978; Fordyce, 1988) se propone que esta definición se refiere a la felicidad hedónica asociada con sentirse feliz, también llamada euforia, argumentaron que sentirse feliz y ser feliz no es lo mismo: ser feliz se refiere a una condición duradera más que a placeres momentáneos o sentimientos felices.
En este sentido, la felicidad debe entenderse como una evaluación global de la calidad de vida del individuo según sus propios criterios, que incluyen tanto las cogniciones (capacidad mental) como las emociones (Shin & Johnson, 1978).
Desde el punto de vista funcional del cerebro en el sistema nervioso humano, se podrían considerar dos vertientes del contexto filosófico. El placer podría representarse por el hedonismo, mientras que la felicidad por la eudaimonía, sin embargo, desde el contexto neurocientífico existen diferencias entre estos dos conceptos, que van desde los neurotrasmisores implicados hasta sitios específicos localizados en el sistema nervioso central, sin embargo pueden sobreponerse entre ambos.
A pesar de grandes logros y avances en la comprensión función del cuerpo humano, el cerebro sigue siendo enigmático y ambas funciones todavía no se ha logrado dilucidar por completo (Seligman et al., 2005).
Dos tradiciones filosóficas opuestas han sugerido formas de alcanzar la ‘felicidad’. El hedonismo defiende que la felicidad se logra a través del puro placer y disfrute, mientras que el eudemonismo sostiene que la felicidad solo se alcanza a través de metas complejas y significativas de acuerdo con desarrollos recientes en el campo de la psicología positiva, sin embargo, tanto el hedonismo (lucha por el placer) como el eudemonismo (lucha por el significado) son necesarios para la felicidad y el bienestar genuino en la vida (Seligman et al., 2005).
En un nivel simple y mecanicista básico, se busca diferenciación entre placeres de bajo nivel y placeres de orden superior. El placer de bajo nivel es una mera estimulación perceptual que conduce a una sensación gratificante (comida, sexo, etc.), mientras que los placeres de orden superior (las artes, el esfuerzo científico, etc.) involucran redes neuronales más amplias implícitas en la atribución de significado (Berridge & Kringelbach, 2011).
Para las ciencias del cerebro, el ‘placer’ no es más que un mecanismo neuroconductual ideado por la naturaleza para señalar el restablecimiento de un desequilibrio (McGlone et al., 2014), por ejemplo la saciedad y el placer de restablecer posteriormente un desequilibrio en los nutrientes después de la ingestión de alimentos.
La acción dopaminérgica (trasmisores del cerebro) en los circuitos de recompensa del cerebro es responsable de este sentimiento y asegura que el individuo se involucre en un comportamiento biológicamente relevante. Desde este punto de vista, el placer es una señal de aprendizaje que refuerza un comportamiento biológicamente relevante.
El placer es un motivador de la conducta que está relacionado con la satisfacción de cualquier necesidad biológica, y nunca un fin en sí mismo (Seligman et al., 2005). Además, en las especies en sociedad como los humanos, vale la pena señalar que las interacciones sociales con sus congéneres son fundamentales y centrales para mejorar los otros placeres.
Los seres humanos son intensamente sociales y los datos indican que uno de los factores más importantes para la felicidad son las relaciones con otras personas. Los placeres sociales aún pueden incluir características sensoriales vitales, como rostros visuales, características táctiles de acicalamiento y caricias, así como características más abstractas y cognitivas de recompensa social y evaluación de relaciones. Estos pueden ser desencadenantes importantes para las redes hedónicas del cerebro en los seres humanos (Seligman et al., 2005).
El placer ‘por el placer mismo’ es un comportamiento que las ciencias del cerebro describen clásicamente como un comportamiento problemático en la adicción a las drogas. La persona no se da cuenta de las implicaciones a largo plazo de su comportamiento y haría cualquier cosa para obtener la próxima dosis de su droga (Berridge & Kringelbach, 2013).
Una hipótesis de cómo se vinculan el placer y la felicidad implica que las redes predeterminadas son importantes para el funcionamiento del cerebro humano, y se han relacionado con la autoconciencia, el recuerdo del pasado y la prospección del futuro. Está claro que estas redes se superponen en parte a las redes de placer.
Se han planteado hipótesis de que la felicidad podría incluir un papel para la red predeterminada o para los circuitos neuronales relacionados que contribuyen a calcular las relaciones entre uno mismo y los demás, al evaluar el significado eudaimónico e interactuar con los circuitos hedónicos de afecto positivo (Blum et al., 2018).
La selección de un sitio cerebral específicamente vinculado con el placer o la felicidad, no es fácil de establecer, debido a que las redes neuronales se superponen en su funcionamiento. De una manera simple, podríamos señalar (Figura 1) que el sistema mesolímbico (circulo punteado en negro) representa un circuito de dopamina que otorga el placer de recompensa en nuestro cerebro (flechas amarillas).
Comienza en el área tegmental ventral del mesencéfalo y viaja al núcleo accumbens (fecha negra) esta región es el objetivo fundamental del origen de todas las adicciones, es decir, el principal neurotransmisor relacionado con el placer “neuroquímico” es la dopamina Ver cuadro 2 (Blum et al., 2018).
La región es una estación de retransmisión en el circuito límbico de los ganglios basales, fundamentales para la motivación, el comportamiento, las emociones y la respuesta de “sentirse bien”. Este sistema definido del cerebro está involucrado en todas las adicciones, relacionadas con sustancias u otro tipo de adicciones (Blum et al., 2018).
Las regiones clave de la red predeterminada frontal se superponen con la red hedónica, como la corteza cingulada anterior y orbitofrontal, y tienen una densidad relativamente alta de receptores de opioides (Blum et al., 2018).
Por otro lado, la felicidad eudaimonica puede estar vinculada a interacciones potenciales de circuitos hedónicos del cerebro con circuitos que evalúan relaciones significativas del yo con otros entes sociales, modos internos de cognición y tal vez incluso estados de conciencia (Brunswick, 2010).
Este circuito neuronal de niveles de cognición más elevados presenta una mayor distribución en la corteza cerebral (fechas rojas) conectado con los núcleos o ganglios basales de niveles de comportamiento básico, como el sistema límbico, y el neurotransmisor involucrado es la serotonina.
En palabras simples, podríamos decir que la serotonina se encarga de regular el placer o hedonismo humano, al hacernos consientes y otorgar un límite a la sensación del placer o hedonismo (Lustig, 2017).
Figura 1: – Sistema de conexión entre la vía dopaminérgica y serotoninérgica en la regulación del placer somático o físico del ser humano (dibujo creado por los autores). Esquemática tomada de: Blum K, Gondré-Lewis M, Steinberg B, Elman I, Baron D, Modestino EJ, Badgaiyan RD, Gold MS. Our evolved unique pleasure circuit makes humans different from apes: Reconsideration of data derived from animal studies. J Syst Integr Neurosci. 2018 Jun;4(1).
Para la Organización Mundial de la Salud (World Health Organisation, 2004) la salud mental no se trata solo de reducir las enfermedades mentales, sino que también implica mejorar de manera proactiva el bienestar subjetivo. Un cumulo de literatura empírica sugiere que participar en Intervenciones de Psicología Positiva relativamente breves, definidas como actividades destinadas a mejorar el bienestar, puede mejorar efectivamente el bienestar subjetivo (Quoidbach et al., 2015; Lyubomksky et al., 2005; Seligman et al., 2005).
Esto incluye actividades como contar las cosas positivas de uno, expresar gratitud a los demás, usar las fortalezas propias y aumentar la conexión social (Seligman et al., 2005). Varios colegios y universidades han desarrollado cursos académicos diseñados para enseñar a los estudiantes sobre la ciencia del bienestar y los posibles resultados positivos de participar en Intervenciones de Psicología Positiva basados en evidencia (Yaden et al., 2021).
Conclusión
La felicidad, un concepto complejo, escurridizo y controvertido, representa un ideal del ser humano como ente social.
Desde la historia filosófica con los conceptos de hedonismo y eudaimonia, el hombre ha tratado de esclarecer y alcanzar la felicidad, no obstante, aun con el avance científico de actualidad, no se ha logrado que se defina de manera universalmente aceptable. Algunos autores, señalan que el concepto más aceptable no es “felicidad”, sino bienestar subjetivo o felicidad subjetiva, en el que se involucra una evaluación global de la satisfacción con la vida, es decir, que el bienestar subjetivo no está limitado únicamente al placer somático o bien material.
Los avances en la investigación neurocientífica han buscado los sitios específicos en el cerebro que se encuentran involucrados en los aspectos del placer y la felicidad subjetiva, descubriendo hasta el momento áreas de conexiones superpuestas entre algunos ganglios basales y áreas de la corteza cerebral, en el que podríamos decir, a manera de síntesis que las conexiones entre los núcleos del mesencéfalo y la corteza se vinculan entre sí, donde el sistema dopaminérgico de recompensa-placer somática tiene una vía de conexión hacia el lóbulo frontal del cerebro, donde se integra el comportamiento.
Es el sitio donde, al estimular se generan adicciones, mientras que el sistema de vía serotoninérgica es de mayor expansión y podríamos decir que es donde se genera la felicidad o bienestar subjetivo y algunos autores la señalan como el regulador del placer de la vía dopaminérgica.
Investigaciones como las realizadas por el Dr. Seligman, describen que el bienestar subjetivo o “felicidad” subjetiva, se puede alcanzar mediante las intervenciones de psicología positiva definidas como actividades destinadas a mejorar el bienestar y estas puede mejorar efectivamente el bienestar subjetivo, e incluyen actividades como contar cosas positivas, expresar gratitud a los demás, usar las propias fortalezas y aumentar la conexión social.
Referencias
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Datos para citar este artículo:
Juan Antonio Lugo Machado. (2024). Felicidad y placer en el ser humano. Revista Vinculando, 22(2). https://vinculando.org/psicologia_psicoterapia/felicidad-y-placer-ser-humano.html
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