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Origen antropogónico de la inteligencia

Autor(a): Rafael Pérez López - 15 Jun, 2017
¿Cómo citar este artículo?  

El presente artículo pretende identificar el origen de la inteligencia humana, en las narraciones antropogónicas de las incipientes culturas humanas (sumeria, egipcia, griega, maya, azteca, hindú, china y nórdica). Para ello, se revisaron composiciones literarias como el poema de Gilgamesh, El mito de el Supersabio o Atrahasis, el poema babilónico de la creación o Enuma elis, los textos de las pirámides, el papiro Bremner-Rhind, la teogonía de Hesiodo, el Popol vuh, el Rig Veda y el codex Regius por mencionar algunas.

Resumen

El hombre de la antigüedad se conceptualizó creado por seres divinos o dioses, a su imagen y semejanza, construidos con su sangre, para poblar, velar, disfrutar y cuidar de todo ser vivo y la de la Tierra. Engendrados para sustentar a sus creadores, brindar tributo y culto. Quienes les trasmitieron sus conocimientos oficios, técnicas y procedimientos, administrar los productos de la Tierra y le dotaron de razón, pensamiento y lenguaje para poder ser recordados, invocados y alabados.

Palabras clave: Cultura, conocimiento, conciencia, cosmogonía, antropogonia, mitologia.

Abstract

This article aims to identify the origin of human intelligence in the anthropogenic narratives of the incipient human cultures (Sumerian, Egyptian, Greek, Mayan, Aztec, Hindu, Chinese and Nordic). Literary compositions such as the Gilgamesh poem, The Myth of the Supersab or Atrahasis, the Babylonian poem of creation or Enuma elis, the texts of the pyramids, the Bremner-Rhind papyrus, the theosophy of Hesiod, the Popol Vuh, the Rig Veda and the codex Regius to name a few. Concluding that the man of antiquity was conceptualized created by divine beings or gods, in his image and likeness, built with his blood, to populate, watch, enjoy and care for every living being and that of the Earth. Engendered to sustain their creators, to offer tribute and worship. Those who passed on their knowledge of trades, techniques and procedures, managed the products of the Earth and gave them reason, thought and language to be remembered, invoked and praised.

Keywords: Culture, knowledge, consciousness, cosmogony, anthropogony, mythology.

Introducción

¿Cómo, cuándo y quien originó el Mundo que conocemos?, es la primera pregunta que, seguramente, se formuló el hombre al despertar en él la conciencia, conocimiento de su existencia, de sus actos, que habitaba en un Mundo. Probablemente se imaginaba dominado por una fuerza superior, que le castigaba y ayudaba a voluntad. Habitante de un Mundo desconocido y tenebroso, puesto ahí como una pequeña marioneta en manos de un ser poderoso o Dios imaginario, un creador que edificó un Universo en el que lo había hospedado.

Las primeras civilizaciones ¿Cómo imaginaría la creación del Mundo y de ellos mismos?, en todas las culturas del Mundo existe un relato de cómo se originó el Universo, la vida y el ser humano. Desde sus orígenes el hombre ha querido ir cada vez más lejos en sus cuestionamientos, conocer todas las respuestas, descubrir todo lo desconocido. Se ha empeñado en conocer a sus antepasados, ha desenterrado sus restos y los analiza con ansia de saber su origen.

El hombre, repartido entre los cinco continentes, cargado de supersticiones, miedos y creencias, como se habría imaginado haber sido creado, esto es lo que intentaremos averiguar en este artículo, como al principio la nada y, después, todo lo que conocemos, incluyendo todo lo que es hombre con su capacidad mental que le ha permitido razonar, planificar, resolver todo tipo de problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y usar la experiencia. Con su capacidad amplia y profunda para comprender el ambiente, es decir, para darse cuenta, dar sentido a las cosas o imaginar qué se debe hacer.

 

1. Civilizaciones antiguas

1.1. Sumerios

En la cultura sumeria, las composiciones literarias, como El Poema de Gilgamesh, el mito de El Supersabio” o “Atrahasis” y el Enuma elis o el poema babilónico de la Creación contienen los relatos cosmogónicos del origen del universo y del hombre; en el Enuma se afirma que todo se originó a partir de una pareja divina llamada Apsu y Tiámat quienes engendraron a una serie de generaciones divinas que formaron los primeros dioses. Entre ellos a Anu, Dios supremo del panteón sumerio quien engendró a Enki que inició un conflicto que propició engrandecer a su hijo Marduk como nuevo dios supremo del panteón sumerio.

El conflicto se originó por problemas provocado por los dioses jóvenes, lo cual molestó a Apsu y a Tiámat. Apsu decidió, entonces, eliminar a los dioses jóvenes, pero, al descubrir los planes de Apsu, Enki mató a su abuelo. Marduk, por su parte, provocó molestias a los dioses ancestrales que se quejaron con Tiámat y ésta, decidió vengar la muerte de su esposo y creó un ejército de seres divinos, monstruosos, dotados de armas muy poderosas con que se enfrentaron a los dioses jóvenes.

Anu y Enki no se atrevieron enfrentar a su abuela, pero Enki convenció a Marduk de enfrentarse a Tiámat, éste aceptó con la condición de ser proclamado Rey; después de una fenomenal batalla, Marduk logró vencer a Tiamat, dividió el cuerpo y, con él, formó el Universo. Todos los dioses alabaron a Marduk y entonces Ánshar (padre de Anu) le proclamó como el máximo soberano y todos los dioses le reconocieron como su Rey.[1]

En el manuscrito Atrahasis, se relata que, en tiempos en el que aún no existían los hombres, los dioses estaban obligados a organizarse entre ellos para los trabajos y obtener lo que consumían y lo que les era indispensable. La clase alta, los Anunnakis, sobre explotaron a la clase baja, los Igigis, trabajando la tierra y, éstos, agotados y cansados de esto, pidieron ser liberarlos de su tarea.

Surgió el pánico en la sociedad divina, amenazada por el hambre y la miseria y, entonces, los dioses se reunieron y Enki, propuso un plan que consistió en crear un sustituto de los dioses trabajadores, éste nuevo ser sería el hombre. Su cuerpo se modeló con arcilla, un cuerpo parecido a la de sus predecesores divinos. El barro se amasó con la sangre de un dios llamado Kingu. El objetivo de crear al ser humano era para que trabajara, proveyera y sirviera a los dioses. La concepción sería mediante matrices de diosas elegidas para ese objetivo.

La literatura sumeria se refiere a seres humanos libres de reproducirse y dotados de gran tiempo de vida quienes se multiplicaron rápidamente hasta tal punto que molestaron a Enlil, el medio hermano de Enki, quien, irritado, decidió aniquilarlos.

Les envió, primero, enfermedad, sequía y hambre, pero los humanos escaparon, pues su protector y creador Enki, su inventor, intereresado en no verlos morir, les enseñó como eliminar las enfermedades. Los habitantes de la Tierra fueron cada vez más numerosos y problemáticos, ante esto, Enlil, decidió, de una vez por todas, aniquilarlos recurriendo a un diluvio, provocado por una enorme crecida y precipitaciones torrenciales.

Enki, preocupado se las arregló para dejar, como reserva, en una barca, al menos a un hombre con su familia y lo necesario para reconstruir la fauna universal. Calmado el diluvio, Enki tomó cierto número de medidas conservadoras para evitar, de nuevo, una superpoblación, redujo la existencia de los humanos e introdujo esterilidad de un cierto número de mujeres y mortalidad infantil. Así termina el largo relato del Atrahasis.[2]

1.2. Egipcios

En la cosmogonía de la civilización egipcia, Ra, el Dios solar, es el protagonista y el responsable de la creación. Según el mito heliopolitano, el relato referente a la creación se encuentra, fundamentalmente, en “Los textos de las pirámides” y el papiro EA 10188 del Museo Británico, conocido como Papiro Bremner-Rhind.

En estos documentos, Ra es quien explica la creación en “primera persona” y dice así: en el principio del tiempo, no había luz, sino total oscuridad. Sólo existía el “océano primordial” o Nun que contiene el germen de la vida, ahí habitan las fuerzas negativas y todo aquello desconocido del Universo, de este caos se originó el Sol (Ra) cuyo origen se desconoce porque accedió, por sí mismo, a la existencia y, aún, no existían el Cielo, la Tierra, los hombres y los dioses. Ra creó seres en el Nun, sólo por el simple hecho de mencionarles. Luego, de su saliva, surgieron Shu, Dios del aire y Tefnut, diosa de la humedad. Después hizo la Tierra e hizo que las aguas la cubrieran. Ra fue nombrando todas las cosas que existen sobre la Tierra y éstas se hicieron visibles y crecieron. Así creó la vegetación y los seres vivos a partir del Nun para llenar el vacío de la Tierra.

Shu y Tefnut engendraron a Geb (La Tierra) y Nut (El Cielo). El Cielo y la Tierra tuvieron cuatro hijos: Osiris, Isis, Seth y Neftis. Estos primeros dioses formaban el panteón egipcio.

En la última generación (Osiris-Isis-Seth-Neftis) hizo su aparición el hombre, mediante la leyenda de Osiris. Isis dio a luz a un hijo, llamado Horus. Al crecer, Horus, luchó contra su tío Seth y logró su integración en la herencia de su padre Osiris. En este contexto, los mitos apenas si hablan de la creación del hombre, con excepción de la leyenda del ojo de Ra, en donde se alude que el Sol Ra envió a uno de sus ojos a buscar a Shu y a Tefnut, cuando el ojo regresó, otro ya había ocupado su lugar.

El primer ojo comenzó a llorar, hasta que Ra lo transformó en cobra y lo colocó en su frente, con él, se decía que Ra fulminaba con la mirada a sus enemigos. De las lágrimas de aquel ojo que cayeron a la Tierra, nacieron los primeros hombres y las primeras mujeres que poblaron la Tierra.[3]

1.3. Griegos

La concepción del origen del Mundo, según los griegos, se expresa en la obra Teogonía de Hesiodo, la cual dice así: antes que todas las cosas, en el comienzo de todo, sólo existía el caos infinito, del caos surgió Gea, la Madre Tierra. Gea se sentía muy sola, entonces creó el Cielo estrellado y lo llamó Urano. Gea y Urano, es decir, la Tierra y el Cielo, tuvieron muchos hijos. Primero nacieron doce Titanes, varones y mujeres.

Después nacieron tres Cíclopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente. Los Cíclopes fueron los dueños del Rayo, el Relámpago y el Trueno, finalmente nacieron los tres Hecatónquiros, monstruos violentos de cincuenta cabezas y cien brazos, a todos ellos se les conocen como la primera generación de dioses griegos.[4]

En el mito de Prometeo y Epimeteo, hijos de Jápeto, titán hijo de Urano y Gea, podemos encontrar el origen del hombre. Según este relato, hubo un tiempo en que sólo los dioses inmortales existían. El destino dispuso que las divinidades decidieron crear a las criaturas mortales y las modelaron en el interior de la Tierra, haciendo una mezcla de tierra y fuego. Cuando estaban a punto de traerlos a la luz, encargaron a Prometeo y Epímeteo que le otorgaran a cada una las facultades convenientes.

Epimeteo pidió a Prometeo que le permitiera hacer la distribución de estas facultades, sin embargo, de manera imprudente, repartió entre los animales todo lo que había que repartir, olvidándose por completo de los hombres, Prometeo se dio cuenta de ello y, para remediarlo, sustrajo del taller de Hefesto (Dios del fuego) y Atenea (diosa de las artes y de la habilidad) el fuego y los secretos de las artes y los regaló al hombre.

Agradecido fue la única criatura mortal que rindió culto a los dioses, por estas destrezas rápidamente, pronunció sonidos y palabras; encontró la forma de hacer casas y vestidos y aprendió a administrar los productos de la Tierra. En un principio, los hombres eran desorganizados y presa fácil de los animales feroces. Zeus, preocupado por su extinción, les envió con su hijo Hermes el respeto mutuo y la justicia, para que hubiera orden, unión y amistad.

Zeus exigió que a todos les tocaran esos bienes pues, de lo contrario, las ciudades no serían posible y estableció la pena de muerte a quien no participara del respeto mutuo y de la justicia.[5] Prometeo también enseñó a mantener el fuego a los humanos, les entregó la técnica de construir viviendas, armas, herramientas, debido a esto, los hombres se sintieron superiores a todos los demás seres de la Tierra.[6]

Los hombres tenían, con el fuego, todas las ventajas y se habían vuelto altaneros y peligrosos. Para mantener el orden en el Universo, Zeus debía dejar bien clara la diferencia entre hombres y dioses y, entonces, creó a una mujer con arcilla y agua a quien llamó Pandora; todos los dioses participaron en su creación.

Hefesto modeló un bellísimo cuerpo, Atenea, le enseñó las labores femeninas, Afrodita, la diosa del amor, le otorgó gracia y atractivo y, Hermes, el Dios de los ladrones y mensajero de los dioses, le enseñó a mentir. Pandora fue entregada a Epimeteo, junto con ella le regalaron una vasija de cerámica, cuando Epimeteo la vio, se enamoró inmediatamente. Epimeteo hizo jurar a Pandora que jamás abriría la vasija, pero, apenas la dejó sola, Pandora no resistió la curiosidad y la abrió escapando todos los males que torturan a la Humanidad.

Como el dolor, la vejez, el cansancio, la enfermedad y la muerte. Aterrada cerró la vasija y, al volver a abrirla, dejó salir la esperanza, que nadie sabe si es un bien o un mal ya que, por su culpa, los seres humanos soportan todo el mal que les hace sufrir sobre la Tierra. Gracias a la esperanza, los hombres son felices, a pesar de todos sus problemas.[7]

Los dioses estaban indignados por la creación del hombre y se preguntaban cómo era posible que ellos, creados para servirles y honrarles, se habían convertido en una raza impía. Zeus decidió exterminarlos mediante una gigantesca inundación. Prometeo, tenía un hijo mortal llamado Deucalión, casado con Pirra, hija de su hermano Epimeteo y de la primera mujer mortal, Pandora.

Entre todos los seres humanos, Deucalión y Pirra eran los únicos justos, obedientes y temerosos de los dioses. Prometeo rogó a Zeus por ellos y éste aceptó permitiéndoles que construyeran un arca. Entonces Poseidón, desbordó los océanos sobre la Tierra, durante nueve días y nueve noches. De las piedras que sembró Deucalión, nacieron hombres. De las que sembró Pirra, nacieron mujeres. Para bien y para mal, la Humanidad volvería a poblar el Mundo. Comenzando una nueva era.[8]

En un principio, los dioses y sus descendientes, en tiempos de Cronos, vivían con el corazón libre de preocupaciones, sin fatiga ni miseria y no pasaba sobre ellos la vejez hasta que la Tierra sepultó esta raza, por voluntad de Zeus.

En su lugar, una segunda estirpe de plata, no se comparaban con la de oro en aspecto ni en inteligencia. Vivían poco tiempo llenos de sufrimientos a causa de su ignorancia; no querían dar culto a los dioses, Zeus, irritado, los aniquiló, dando lugar a una tercera estirpe de hombres, conocida como de bronce, los hombres estaban llenos de soberbia, eran terribles y con gran fuerza, sus armas y su casa eran de bronce, estos perecieron víctimas de sus propias manos. Zeus creó entonces una cuarta generación, más justa y más virtuosa, la estirpe divina de los héroes que se llamaron semidioses.

A algunos de ellos, la guerra y el combate los aniquiló y, a otros, Zeus les dejo vivir y les dio morada en los confines de la Tierra, lejos de los hombres, viviendo exentos de dolores. Hoy existen los hombres de la quinta generación de hierro. Nunca se verán libres de fatigas y miserias, los dioses les procurarán ásperas inquietudes, también se mezclarán sus alegrías con sus males.

Zeus destruirá, igualmente, esta raza de hombres de voz articulada, cuando, al nacer, sean de blancas sienes, desprecien a sus padres, los insulten cruelmente, cuando su justicia sea la violencia, saqueen las ciudades de los otros, cuando nadie tenga fe en el justo y el honrado, cuando consideren al malhechor y violento, cuando la justicia esté en la fuerza de las manos y no exista pudor; cuando el malvado trate de perjudicar al honrado; cuando la envidia acompañe a todos los hombres miserables y, entonces, a los mortales sólo les queden amargos sufrimientos y ya no existirá remedio para el mal.[9]

1.4. Mayas

En el libro Popol vuh, podemos encontrar el mito de la creación de la cultura quiché o maya. El Popol vuh inicia, como todos los relatos míticos de la creación diciendo que, estando todo en reposo y vacío, cuando todavía no existían personas, animales y aún no había aparecido la Tierra, sólo existían tz´aqol bitol, tepew q´ukumatz y alom, k´ajolom en el agua. Emanaban luz y, envueltos en plumas azules, fueron grandes sabios y pensadores, igualmente sólo estaba uk´u´x kaj, que es el nombre de Dios.

Al amanecer, en la oscuridad, pensaban y meditaban, se pusieron de acuerdo bajo la luz, se manifestó y se dispuso, entonces, el origen de la vida, por parte de uk´u´x kaj, era el momento de la siembra y el amanecer, de quienes serían los proveedores, los cuidadores.

Entonces, las aguas se apartaron para que surgiera la Tierra, así nació, entonces, el Cielo y la Tierra. Sus palabras fueron suficientes para que todo ello ocurriera. Sólo por su poder y su prodigio se hicieron las montañas y todo lo que existe en la tierra. Así fue como se originó la Tierra por uk´u´x kaj, el primero en pensarlo.

Terminada la creación de cuadrúpedos y las aves por K´ajolom. Éste, les pidió que hablaran, que invocaran y alabaran a sus creadores, uk´u´x kaj y K´ajalom, pero no pudieron, sólo chillaban, cacareaban y aullaban. Al escuchar esto, los creadores, decidieron que, por ello, mejor habitarían barrancos y bosques, que sus cuerpos fueran comidos y que morirían para ser alimento.

Probaron de nuevo crear a quienes los imploraran, los sustentaran, los guardaran y, de esa manera, poder ser recordados sobre la Tierra. k´aajolom, tz´aqol y tepew q´ukumatz construyeron, entonces, un cuerpo con lodo, pero éstos eran blandos y aguados, se deshacían y desmoronaban, no se sostenían, sus caras se iban de lado y eran inmóviles, no podían girar los ojos, hablaron al principio, pero sin sentido. Vieron que no caminaron ni se multiplicaban, deshicieron y desbarataron su creación. Consultaron, entonces, a ixmuyake, deidad del amanecer y del anochecer, le pidieron que les revelara como formar a la gente. Éste les respondió que debían ser de madera.

Así lo hicieron, parecían humanos al hablar y poblaron la Tierra, pero no tenían espíritu y pensamiento, ni recordaban a sus creadores, por ello estos dijeron: sólo fue un intento, una demostración de gente. No tenían sangre, color, sudor y grasa. Sus caras parecían mascaras, tenían piernas y manos tiesas, hacían ruido sus cuerpos. Entonces uk´u´x kaj decidió su aniquilación, una gran inundación se hizo, llovía de día y de noche, se dice ahora que sus descendientes eran los monos que habitan los bosques, señal de una generación de gente creada, que sólo fue de madera.[10]

Dijeron, entonces, k´aajolom, tz´aqol y tepew q´ukumatz, se acerca el amanecer, y es tiempo que se termine la obra, que aparezca la Humanidad, la gente sobre la faz de la Tierra. Celebraron consejo, buscaron, discutieron, reflexionaron, meditaron y, de esa manera, surgió una idea para el cuerpo humano. Faltaba poco para que saliera el Sol, cuando la zorra, el coyote, la cotorra y el cuervo trajeron mazorcas amarillas y blancas, fueron ellos los que enseñaron el camino, los ingredientes para el cuerpo de la gente.

El agua se usó como sangre, con masa de maíz fueron hechas las piernas y los brazos humanos. Fueron cuatro los primeros humanos creados, balan ki´tze, balam aq´ab, majuk´utaj e ik´i balam, fue el nombre de nuestros primeros padres, no hubo mujer quien los diera a luz y tampoco fueron engendrados por tz´aqol o k´ajolom. Sólo fue por prodigio, sólo por maravilla, fueron construidos por tz´aqol, k´ajolom y q´ukumatz.

Cuando la creación dio su fruto, aparecieron los humanos, hablaron, vieron, escucharon y caminaron. Eran muy buenas gentes, eran muy hermosos, alcanzaron a conocer todo lo bueno debajo del Cielo. Su conocimiento llegó a ser grande, eran personas dotadas y, entonces, los creadores les preguntaron: ¿qué sienten de su existencia? éstos agradecieron a tz´aqol por haber sido creados y por haber conocido todo, esto no les gustó a los creadores, ya que se dieron cuenta que los hombres habían entendido todo, lo grande y lo pequeño. Tuvieron de nuevo, Consejo, para saber, ahora, qué hacer con ellos.

Pensaron la vista de los humanos sólo debía alcanzar lo que está cerca, pues ¿acaso no eran simple creación?, ¿acaso ellos también serán dioses? y, si aún no han procreado ni se han multiplicado, ahora que no son muchos, modifiquémoslos un poco, porque lejos llega su conocimiento y, enseguida, cambiaron la naturaleza de su creación. Los ojos de los humanos fueron empañados y ya sólo podían ver lo que estaba cerca, sólo era claro lo que estaba a su alrededor. Así fue, la pérdida de la sabiduría del ser humano. Luego crearon sus compañeras, las que serían sus esposas, los mismos dioses las pensaron también, eran hermosas las mujeres. Estos humanos dieron origen al pueblo k´iche.[11]

1.5. Aztecas

Según la cosmogonía azteca, Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl, quienes vivieron en el cielo decimotercero y de cuyo principio no se tiene conocimiento dieron origen a todo. Estos dioses tuvieron cuatro hijos, entre ellos a Quetzalcóatl y Huitzilopochtli su Dios principal. Después de seiscientos años se reunieron los cuatro dioses hermanos y decidieron que Quetzalcóatl y Huitzilopochtli fueran los encargados de realizar la tarea de la creación. Primero hicieron el fuego y después medio Sol.

Luego formaron a un hombre y a una mujer, al hombre lo llamaron Oxomoco y, a la mujer, Cipactónal de los que nacieron los Macehuales o seres humanos y los mandaron a cultivar la tierra; a la mujer la mandaron a que tejiese e hilase, también le dieron unos granos de maíz para que los utilizara en sus curaciones y adivinaciones. Luego, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, ordenaron el tiempo, los meses de veinte días y el año de dieciocho meses o trescientos sesenta días.[12]

La Tierra fue creada por Quetzalcoatl y Tezcatlipoca, ellos bajaron del Cielo, junto con Tlalteu y, al descender, se encontraron todo cubierto de agua, ambos se convirtieron en serpientes y entraron en el cuerpo de la diosa uno por la boca y el otro por el ombligo y se juntaron en su corazón que es el centro de la Tierra, la tomaron de sus extremidades, tiraron tan fuerte que la partieron en dos.

Con la mitad posterior hicieron la bóveda del Cielo y, con la anterior, la superficie de la Tierra. Esto molestó tanto a los demás dioses que descendieron a consolar y a compensar a la diosa, ordenaron que todos los frutos necesarios para la vida de los seres humanos salieran de ella; de sus cabellos brotaron los árboles, las flores y las hierbas de mayor tamaño; de su piel salieron las hierbas y las flores pequeñas; de sus ojos surgieron los pozos, las fuentes y las pequeñas cavernas; de su boca se formaron los ríos y las grandes cavernas, de sus hombros y de su nariz crecieron las montañas y los valles. Esta diosa no estaba satisfecha y deseaba alimentarse de corazones humanos y tampoco quería dar frutos, si no era rociada con sangre humana.[13]

El Sol y la Luna se crearon cuando los dioses se reunieron en un lugar llamado Teotihuacan con la intención de designar a alguien que se encargara de iluminar al Mundo. Tecuciztecatl y Nanahuatzin decidieron que ellos serían ¿Quiénes iluminarían al Mundo? y el fuego se colocó del lugar donde estaban y, Nanahuatzin, ni bien le preguntaron y se arrojó a la hoguera, Tecuciztecatl se tiró tras él inmediatamente. Después de largo rato, el Cielo se tiñó de rojo.

El Sol apareció por el lado Este, su nombre era cuatro movimiento y le correspondía al Quinto Sol o Quinta Era de la Humanidad. Tras él, por el mismo lugar, apareció la Luna, pero, como los dos astros (el Sol y la Luna) brillaban con la misma intensidad, entonces, uno de los dioses arrojó un conejo al rostro de Tecuciztecatl, disminuyéndole su resplandor. Con la ayuda del viento, el Sol pudo moverse y caminar. Por ello, en el día, sale el Sol y, en la noche, sale la Luna.[14]

En el año 1 conejo, los toltecas comenzaron la cuenta de sus años. Cuentan los ancianos que la Tierra y el Cielo se estancaron en esa época. Cuando esto ocurrió ya habían sucedido cuatro Eras, Épocas o soles que terminaron en cataclismos. Durante ellos, habían vivido cuatro clases de gentes, formadas por el Dios Quetzalcóatl. El primer Sol se llamó Atonatiuh, Sol del agua, esta Era desapareció a causa de grandes inundaciones, los peces únicamente sobrevivieron.

El segundo Sol fue Ocelotonatiuh, Sol de tigre, como consecuencia del hundimiento del Cielo, el Sol sólo salía hasta el mediodía y, al oscurecer tan temprano, los seres humanos eran devorados por las fieras, en esta era habitaban gigantes. El tercer Sol se llamó Quiauhtonatiuh, Sol de lluvia, la gente de esta Era, pereció ardiendo a causa de una lluvia de fuego y sólo quedaron las aves que habitan la Tierra. El cuarto Sol fue Ehecatonatiuh, sol de viento, en esta edad, todo fue barrido por el viento y, únicamente, sobrevivieron los hombres mono. En el año posterior de esta era, llovió tanta agua que los seres humanos fueron arrastrados por la corriente. Así dejó de haber humanos y el Cielo desapareció al caer sobre la Tierra.

El Quinto Sol habita actualmente la Humanidad. Se llama Ollintonatiuh, Sol de movimiento, porque se movió, poniéndose en marcha. Han dejado escrito los antiguos que, en esta época, habrá grandes terremotos y hambre general, que pondrá fin a la Humanidad.[15]

Al desaparecer el Cuarto Sol, como consecuencia de la caída del Cielo en el año 1, uno conejo, los cuatro dioses crearon a cuatro hombres para que les ayudaran a levantar el Cielo, luego, Tezcatlipoca y Quetzalcoatl, se convirtieron en árboles gigantes y, con la ayuda de los dioses, los hombres y los demás árboles, alzaron el Cielo y las estrellas. En el segundo año posterior al diluvio, se realizó una fiesta en honor a los dioses, Micóatl extrajo fuego de un instrumento formado por unos palos que tenían corazón. Esa fue la única ocasión que se obtuvo el fuego y se ocupó en hacer varias y grandes fogatas en memoria de los dioses y en conmemoración del acontecimiento.[16]

Después de esto, los dioses afligidos por quien habitaría la Tierra se reunieron y enviaron a Quetzalcóatl al inframundo a buscar los huesos de los seres humanos de las Eras anteriores. Quetzalcoatl llevó los huesos a Tomoanchan, la Tierra de la vida naciente y, ahí, Quilaztli los molió y los puso en una vasija sagrada, Quetzalcoatl y todos los dioses se sangraron e hicieron el mismo sacrificio. Así nacieron los seres humanos, los Macehuales, los merecidos, porque nacieron del sacrificio de la sangre de los dioses.[17]

Cuando los seres humanos ya habitaban la Tierra, se reunieron los dioses de nuevo para ver de qué se alimentarían los humanos. Entonces, Quetzalcóatl transportó, del monte de los sustentos, granos de maíz que los dioses molieron con la boca para alimentar a los humanos. Los dioses decidieron llevarse el monte de los sustentos: maíz blanco, amarillo, la caña de maíz verde, maíz negruzco, frijol, los quelites, la chía y la chicalota. Todo lo que es nuestro sustento fue robado para nosotros por los dioses de la lluvia.[18]

1.6. Hindúes

El Rig Veda es un libro hindú que consiste en una colección de himnos a los distintos dioses védicos. Algunos de estos himnos especulan sobre el origen del Universo, de los dioses y de los hombres. El himno más notable del Rig Veda es conocido como el Himno de la creación; inicia afirmando que, en un principio, no existía la atmósfera ni el Cielo, no había muerte ni inmortalidad, ningún signo distinguía la noche del día. En el principio, la oscuridad escondía la oscuridad, todo era agua, envuelto en el vacío, aconteció que, ese Uno, surgió por el poder del calor.

El deseo descendió sobre eso, en el principio, siendo la primera semilla del pensamiento. Sólo los sabios, buscando con inteligencia en el corazón, encontraron el nexo entre existencia e inexistencia. Había procreadores. Energía abajo, impulso arriba. Los dioses vinieron después. El que vigila desde el Cielo más alto, él sólo lo sabe o tal vez quizás tampoco.[19]

En otras palabras, la creación surgió por el pensamiento, inspirado por el deseo y, más que de un verdadero acto creativo, se trataría de una recreación mental de ese instante trascendente. El himno está lleno de incertidumbre. Nadie sabe, exactamente, como ocurrió la creación. Quizás ni siquiera tuvo lugar y el Universo haya existido por siempre. Los dioses, por haber aparecido después, no lo saben y, solamente lo sabe el Ser Supremo que vigila el Universo, pero, quizás, tampoco existía y, entonces, tampoco sabemos si sabe.[20]

El orden y la verdad nacieron del calor encendido. De ahí nació la noche, de ahí el intrincado océano. Del enfurecido océano nació el año, el ordenador de los días y las noches, el regidor de todo lo que parpadea. El Creador hizo uno después de otro al Sol y a la Luna, al Cielo y a la Tierra y a la atmósfera y también a la luz.[21]

El himno 72 menciona que de Daksha, nació Aditi y, tras ella, nacieron los benditos dioses, los amigos de la inmortalidad. Fueron ocho hijos de Aditi, nacidos de su cuerpo. Con siete dio comienzo a los dioses, pero a Martanda le apartó. Con siete hijos, Aditi dio comienzo a la primera edad, pero concibió a uno, Martanda, para el nacimiento y la muerte.[22]

El sacrificio es el motor exclusivo, como se puede ver en el famoso Himno del Hombre (Purusha): El Hombre tiene mil cabezas, mil ojos y mil pies. Cubre a la Tierra por todos lados y la excede por diez dedos. El Hombre es todo el Universo, lo que fue y lo que será. Es el señor de lo inmortal que, mediante la comida crece y sobrepasa. Tal es su grandeza, pero aún superior es el Hombre. Todas las criaturas son un cuarto de él y lo inmortal en el Cielo tres cuartos.

Tres cuartos del Hombre ascendieron al zenit, pero un cuarto permaneció aquí. Entonces, todas sus partes fueron divididas entre lo que come y lo que no come. De él, nació Viraj y, de Viraj, surgió el Hombre. Al nacer, superó a la Tierra por delante y por detrás. Cuando los dioses ejecutaron el sacrificio, usando al Hombre como ofrenda, la primavera fue la manteca clarificada, el verano el combustible y el otoño la población. Rociaron al Hombre, nacido en el principio, sobre la hierba sagrada y le sacrificaron dioses, seres celestiales y sabios.

De ese sacrificio, en que todo fue ofrecido, recolectando la grasa fundida, él formó los animales del aire, del bosque y de las aldeas. De ese sacrificio en que todo fue ofrecido, los himnos y los cantos nacieron, los metros nacieron y las fórmulas nacieron. De él nacieron caballos y los otros con dos hileras de incisivos; las vacas nacieron de él y de él nacieron cabras y ovejas.

Con sus brazos se hizo al guerrero, con sus muslos al campesino, de sus pies nació el sirviente. La Luna nació de su mente y, de su ojo, el Sol nació, de su boca, Indra y Agni y, de su aliento, nació el viento. De su ombligo, se formó la atmósfera y, de su cabeza, surgió el Cielo, de sus pies, la Tierra y los puntos cardinales de su oreja. Así ordenaron el Mundo. Los dioses ofrecieron al ser humano en sacrificio.[23]

Purusha se puede traducir como hombre, persona o espíritu. Se trata, en realidad, de la muerte del gigante cósmico cuyo desmembramiento dio origen a dioses, astros y seres animados. La idea en las que se basa son muy antiguas pues tiene paralelismos en otras mitologías. En el himno, el sacrificio de Purusha generó a los dioses y al Universo material.

1.7. Chinos

En la mitología china, la creación del Mundo se le atribuye a un ser llamado Panku, se dice que, en un principio, el Mundo era una masa de remolinos de oscuridad. No había Cielo ni Tierra. Todas las fuerzas del Universo quedaron atrapadas en el interior de un huevo pequeño, que daba vueltas de un lado a otro y girando en un caos total.

En el interior del huevo se hallaba una pequeña criatura llamada Panku. Éste dormía profundamente. Mientras dormía, creció junto con el huevo. Durante dieciocho mil años durmió tranquilamente, hasta que se convirtió en un gigante dentro del huevo. Un día, cuando el Universo era especialmente inestable, Panku despertó. A su alrededor, no vio nada más que oscuridad y confusión. Agarró un largo meteoro como hacha y con toda su fuerza, estrelló el huevo con una enorme explosión.

Las fuerzas puras formaron el Cielo y las fuerzas oscuras la Tierra. Había belleza, orden y paz. Para reservar estas condiciones, sostuvo, con los brazos, el Cielo separándola de la Tierra. Cada día, estiraba más y más alto el Cielo, durante millones de años. No quería que regresara el caos. Con el tiempo se cansó hasta que el Cielo y la Tierra, cada uno, perdió la memoria y fueron separados para siempre en las fuerzas del yin, la oscuridad, y el yang, la luz.

Cuando el Cielo y la Tierra estuvieron anclados, después de siglos de esfuerzo, el gigante cayó al suelo, exhausto y agotado sobre la Tierra. Su carne nutrió el suelo estéril. Sus gotas de sudor rociaron como gotas de lluvia y rocío sobre la tierra fértil. El pelo de su cabeza y barba se convirtieron en árboles y arbustos. El vello de los brazos en hojas, enredaderas y flores. Sus dientes y huesos en metales brillantes. Su médula ósea se jade. Su sangre en grandes ríos. Su aliento formó los vientos y nubes. Por último, sollozó lágrimas de gratitud creando brillantes y agua que se convirtieron en los océanos.

Muerto Panku, dejó un Mundo que brillaba y centelleaba. Nuwa, una diosa, tropezó accidentalmente con este Mundo durante sus viajes. La Tierra estaba llena de vida. Ella se maravilló de sus hermosas criaturas.

A medida que exploraba, Nuwa se sintió insatisfecha, la tierra le pareció ser encantadora, pero vacía. Se sentía sola, sentada junto a un río miró su reflejo en el agua y supo que faltaban criaturas que pensaran y rieran como ella. Nuwa recogió arcilla del río, entonces elaboró una figura como ella. Los hizo altos y pequeños, con pelo rizado y lacio, con ojos redondos y grandes. Cada criatura era diferente.

Nuwa estaba tan encantada que hizo más. Sabía que no podía vigilar a estos seres todo el tiempo, no le pareció la idea de hacer más y repetir la tarea agotadora. Hizo entonces criaturas macho y hembras. Les dio instrucciones sobre la importancia del matrimonio y sus obligaciones. Les deseó una existencia larga y alegre en la Tierra. Luego ascendió al Cielo sentada en un carro tirado por seis ruidosos dragones alados.

Fushi fue el primer gobernante del período mágico. Muchos eruditos creen que su historia tiene su base en un monarca real que vivió en algún momento entre 2953-2736 a. C., sin embargo, si se basa en una persona real o no, Fushi es una figura muy querida en la mitología china porque enseñó sobre la supervivencia y las habilidades a los primeros seres humanos.

Estos incluyen el uso de fuego, la pesca, la caza, la escritura y la adivinación. En algunas historias, Fushi se describe con cuerpo de humano, pero, en otras ocasiones, tiene la cabeza de un ser humano y el cuerpo de una serpiente. En otras historias, se dice que él es el esposo de Nuwa y, juntos, son los portadores de la civilización.

En la mitología china, a Fushi se le atribuye la introducción de la escritura y el sistema de conteo de atar nudos. Fushi observó a los nuevos humanos sin poderes sobrenaturales como los dioses, sin protección. Entonces, decidió ayudar a los nuevos seres humanos enseñándoles a formar cuerdas de todas longitudes, a tejer redes para pescar, construir puentes, a hacer fuego con dos palos de sauce, a cocinar la carne, les enseñó a construir arcos y flechas y a cazar.

Les enseñó también a recolectar plantas comestibles. También les enseñó a criar y a domesticar animales. Advirtió a la gente sólo tomar lo que necesitaban y no desperdiciar la comida o matar sin razón.

Fushi sabía que no podía quedarse para siempre en la Tierra para ayudar a los humanos cada vez que estuvieran en problemas. Le mostró a la gente cómo utilizar los trigramas y su interpretación. Así, las personas podrían desbloquear su fortuna y tomar decisiones acerca de sus acciones. La gente estaba encantada con sus conocimientos y se sintieron listos para poblar la Tierra.

Le preocupaba que se convirtiera en presumidos y egoístas, esperaba que fueran humildes y aprendieran de su pasado, recordaran sus éxitos y fracasos y contaran sus historias. Les dio su último regalo, el don de la música, les enseñó a construir y utilizar el laúd y la pipa china para alegrar sus corazones. Cuando su tiempo en la Tierra había terminado, se despidió de su pueblo y ascendió a los cielos, con la esperanza que los humanos vivirían en paz y sabiduría.[24]

1.8. Nórdicos

Las Eddas son los documentos en donde, básicamente, se pueden encontrar los mitos de la creación del Mundo y del hombre, según la cultura nórdica. Las Eddas se encuentran en un manuscrito denominado “Codex Regius”. Según estos documentos, en el principio, antes que la Tierra existiera, existían dos Mundos. Neflheim, Muspelheil y entre ellos, Inungagap (el abismo).

En el centro del Niflheim había un manantial del cual manaba el río Elivagar y, del seno de éste, brotaban gotas de calor que crecieron hasta convertirse en un gigante llamado Ymer, era un ser malvado, de él nació un hombre y una mujer y los gigantes del frío y una vaca que lo alimentaba de leche. La vaca se convirtió en un hombre llamado Bure, éste engendró a Bor, Bor se casó con Bestla y tuvieron tres hijos: Odin, Vile y Ve, quienes dominaban el Cielo y la Tierra. Los gigantes del frío fueron la primera raza o primera dinastía de dioses.

Odin, Vile y Ve mataron al gigante Ymer y brotó tanta sangre de sus heridas que toda la raza de gigantes, murieron ahogados, menos Bergelmer que escapó con su familia a bordo de su nave y, de ellos, provino una nueva raza de gigantes del frío. Odin Vile y Ve arrastraron a Ymer hasta Ginungagap y formaron la Tierra.

De su sangre crearon los mares y las aguas, de su carne, la Tierra, de sus huesos, las montañas, de sus cabellos, los bosques, con dientes y mandíbula, hicieron piedras grandes y pequeñas. En medio del océano fijaron la Tierra, con su cráneo crearon la bóveda celeste encima de la Tierra. Las chispas que se escaparon del Muspelheim, las colocaron en el Cielo, por encima y por debajo de Ginungagap, con el fin de iluminar el Mundo, con las cejas construyeron alrededor de la Tierra una muralla contra los gigantes y con su cerebro formaron las nubes.

Los dioses construyeron un puente entre el Cielo y la Tierra llamado Bifrost, es la mejor obra nunca antes construida, algún día será destruido por los hijos de Muspel cuando lo atraviesen, nada opondrá resistencia en este gran combate. Un día, cuando Odin, Hoener y Loder, hijos de Bor, se paseaban por la orilla del mar, encontraron dos árboles con forma humana, entonces formaron la primera pareja hombre y mujer, Odin les dio vida y espíritu, Hoener razonamiento y movimiento y Loder sangre, oído, vista y un bello semblante, al hombre lo llamaron Ask y a la mujer Embla.

Los dioses les dieron como hogar Midgard. De esta pareja desciende toda la Humanidad. Dotados, así, con habla e intelecto y con poder para amar, esperar y trabajar y con vida y muerte, a los recién creados se les otorgó libertad para gobernar Midgard a su deseo. Lo poblaron gradualmente con su descendencia, mientras los dioses les recordaban quienes les habían dado la vida, interesados en sus actividades, velando por ellos y concediéndoles, con frecuencia, su ayuda y protección.

Según la mitología nórdica existen nueve Mundos; Muspelheim (Mundo del fuego), Asaheim (Mundo de los dioses), los alfaheim (Mundo de los alfios de la luz), Vanaheim (Mundo de los vanios), Mannaheim, Jotunheim (Mundo de los gigantes), Svartalfaheim (Mundo de los alfios de las tinieblas), Helheim (Mundo de los muertos, infierno) y Niflheim (Mundo nebuloso). El más alto era Muspelheim y, el más bajo, era Niflheim. Entre los dos está Mannanheim, Midgard o reino de los hombres.[25]

Conclusiones

Los relatos relacionados con las narraciones antropogónicas de las incipientes culturas humanas (sumeria, egipcia, griega, maya, azteca, hindú, china y nórdica) expresan que el mundo fue habitado, al principio, por seres divinos, antes que existiera la especie humana y, por alguna razón, se hizo necesaria la presencia del hombre en la Tierra, en algunos casos, para mantener, sustentar y venerar a sus creadores y, en otros, sólo por el deseo de los dioses de ver poblada la Tierra para su disfrute y cuidado de ella y de los demás seres vivos que habían sido creados.

Los mitos sugieren a un hombre fecundado o creado con inteligencia innata, aunque también se muestra algún tipo de desarrollo evolutivo de esta facultad. Los textos, por ejemplo, mencionan que los dioses hicieron varios ensayos para crear a los humanos, así como la existencia de varias Eras anteriores cada una con diferentes tipos de personas cada una con diferentes características físicas y facultades mentales.

Respecto a los conocimientos que posee el hombre, estos le fueron compartidos o transmitidos por los dioses o seres divinos que vinieron del cielo o de otros mundos como se relata en las narraciones. Los mayas mencionan, por ejemplo, en sus mitos, que los primeros hombres creados por los dioses poseían conocimientos como los de sus creadores y esto no les convenía, por ello, fueron modificados para eliminar todo aquello que no debían conocer los hombres.

Por otro lado, como si se tratara de ciencia ficción, los sumerios creían que el hombre fue creado a través de ensayos genéticos a conveniencia, a beneficio y necesidades de los seres bajados del cielo o provenientes de otro mundo, concibiendo a una nueva especie específica sólo para el trabajo.

En la actualidad el hombre sigue anhelando, como en el pasado, lograr, mejorar o poseer características físicas, mentales superiores y hasta poderes sobrehumanos mediante el uso de la ciencia y la tecnología. Algunos dicen que ya es una realidad y que el gobierno lo oculta, sin embargo, no dejan de ser sólo mitos modernos propios de nuestra época.

La mitología muestra humanos destinados al sufrimiento, quienes deben portarse como los dioses lo han designado o, de lo contrario, corren el riesgo de ser aniquilados. No deben pretender sobrepasar las fronteras que su propia naturaleza les ha señalado, tampoco pretender ascender hacia formas de vida superiores, hacia mundos prohibidos, porque siempre se encontraran con un ser poderoso y destructor que frustrará sus deseos, un Dios implacable que castiga la desobediencia. No se pueden imitar a los Dioses, anhelar la inmortalidad, negar su naturaleza finita, es ir en contra de la voluntad de los dioses.

Es claro que el hombre siente instintivamente sin creer en un dios o profesar una religión, como una falta, ir en contra de la naturaleza, imitar a la divinidad en su capacidad creadora, el deseo de ser como el, hace sentir que el alma se pervierte. La frustración invade al hombre por anhelar la perfección y lo sobrehumano, sabiendo que está condenado a regresar al polvo de donde vino y no a la eternidad. Por consiguiente, el deseo lo conduce hacia el mal.

No cabe duda que la intención de los antiguos escribas, era sólo una forma de prevenir, aconsejar y concientizar a la población de sus propias limitaciones, evitar incurrir en la vanidad y la presunción humana, mostrarle al hombre el modo en que creía haber sido creado y la enorme distancia entre lo que es y lo que quisiera ser. Igualmente, los mitos modernos sólo tienen la intención de crear esperanza de no estar solos en el infinito universo, de la existencia vida inteligente en otros planetas, de la existencia de seres poderosos que nos libren de los males que aquejan a la humanidad, creer en un mundo ideal o paraíso, libre de males, de muerte, sufrimiento, desesperanza después de la muerte.

Anhelar el conocimiento se consideraba una falta y el sentimiento de satisfacción por enriquecer el saber conlleva al ensanchamiento de la vanidad y la presunción humana.

La conciencia, parece ser entonces, lo más importante que hombre debe anhelar y, en la actualidad, el mayor objetivo de la educación. Debería ser alcanzar el desarrollo pleno de la conciencia en el proceso de enseñanza y aprendizaje, propiciarlo en los estudiantes, para estar y vivir en armonía con el ambiente, el mundo y el planeta, con todo ser vivo y demás humanos. La humanidad está destruyendo la armonía con su prójimo, la armonía de los ecosistemas, la armonía del planeta, que lo puede llevar a su propia autodestrucción, sin que exista la intervención de supuestos dioses que planee su aniquilación.

Por pura concientización social o cambio de la conciencia social el hombre puede redirigir el camino o futuro de la humanidad, futuro que no construirán los dioses, sino la misma sociedad a través de su propia conciencia. Sin la existencia del hombre en el mundo está estaría en perfecto equilibrio. ¿la aparición de conciencia, la inteligencia y el conocimiento humano acaso solo ha servido para destruirse a sí mismo el hombre? El paraíso seria la tierra si no fuera por los efectos dañinos en la tierra por la influencia del hombre.

La conciencia está condicionada a hacer lo bueno o, de lo contrario, sobreviene la aniquilación. La extinción es el control de la conciencia. Hacer lo bueno engendra la vida eterna de la especie humana. El hombre sólo anhela el conocimiento como forma de acumulación y engrandecimiento personal y no para el beneficio del otro por encima del bien propio, sólo la conciencia exige el uso ético del conocimiento y de la inteligencia, sólo tomado de la mano de la conciencia el hombre avanzara por el camino correcto de la evolución.

Aunque los mitos sean el producto de la imaginación humana no cabe duda que lo más importante, es que la humanidad debe dejarse guiar por su conciencia, la sabiduría y el amor por encima de sus propias necesidades e intereses personales y de la propia razón. Los mitos relatan un mudo guiado por las emociones, seres que anhelaban, deseaban, peleaban, amaban tal como el humano lo sigue haciendo atreves de su historia. Estas narraciones no son más que el reflejo del deseo humano; ser descendiente de los dioses, creados o engendrados por ellos, ser su propia imagen, ser especiales y únicos en el universo, ser inmortales. Relatos que apacigüen la soledad del hombre, para no sentir soledad, sentirse protegido.

Quizás los mitos son solo una respuesta simple sacado de la imaginación de las primeras civilizaciones a comparación de los mitos modernos que son más complejos y elaborados, llamadas teorías científicas, que si bien tampoco satisfacen completamente la curiosidad humana, a pesar de que estas se apoyan en la observación y en la experimentación, es decir por la razón y no en la imaginación como se supone lo hace la mitología.[26]

Así entonces, los mitos no son más que un reflejo del sentimiento puramente humano, expresado en sus relatos antropogónicos y cosmogónicos de la creación del hombre y el universo, sus deseos, miedos y preocupaciones se expresan indudablemente en estos. Siempre han existido y continuaran existiendo relatos y narraciones de sucesos y acontecimientos sociales que inspiren diferentes mitos, usados para explicar el origen del hombre y todo lo creado, explicándolo desde los propios saberes, sentimientos, experiencias y de la conciencia social de una época en particular.

Referencias

  1. Bottéro Jean. La religión más antigua: Mesopotamia, ed. Trotta: Madrid; 2001, 158 pp.
  2. Collier Irene Dea. Chinese Mythology, ed. Enslow Publishers: united estates of america; 2001, 129 pp.
  3. Comte Auguste. Discurso sobre el espíritu positivo, ed. Alianza: Madrid; 1980, 66 pp.
  4. Covarrubias Villa, Francisco. Las herramientas de la razón. La teorización potenciadora intencional de procesos sociales, ed. UPN: México, D. F.; 2002, 277 pp.
  5. Doniger Wendy. The Rig Veda, ed. Penguin Group: USA; 1981, 374 pp.
  6. Feliu Mateu Lluís y Adelina Millet Albá (edición y traducción.). Eñuma Elis y otros relatos babilónicos de la creación, ed. Trotta: Madrid, 2014, 1218 pp.
  7. García Gual Carlos. Prometeo: mito y tragedia, ed. Peralta: Madrid, 1979, 202 pp.
  8. Grimal, Nicolas. Historia del antiguo Egipto, ed. Akal: España, 1996, 556 pp.
  9. Gutman, Alejandro. “La creación del universo en el Rig Veda”. elportaldelaindia.com. 11/ 2009. 30 de mayo de 2017. www.elportaldelaindia.com/El_Portal_de_la_India_Antigua/Rigveda_I.html
  10. Niedner, Heinrich. Mitologia Nordica, ed. Edicomunicaciones: Barcelona; 1997, 129pp.
  11. Pérez Jiménez Aurelio. y Martínez Diez Alfonso. Hesiodo Obras y Fragmentos Teogonía, Trabajos y días, Escudo, Fragmentos Certamen, ed. Gredos: Madrid; 1978, 216 pp.
  12. Sam Colop Luis Enrique. Popol Wuj, ed. Cholsamaj: Guatemala; 2008, 226 pp.
  13. Shua Ana Maria. Dioses y héroes de la mitología griega. Ed. Santillana: Argentina; 2015, 355 pp.
  14. Valotta Mario. Mitos y Leyendas Toltecas y Aztecas, ed. Jamkana: España; 1985, 133 pp.

Notas

  • [1] Feliu Mateu, L y A. Millet Albá. Eñuma Elis y otros relatos babilónicos de la creación, pp. 9-10, 21-24.
  • [2] Bottéro, J. La religión más antigua: Mesopotamia, pp. 73-75.
  • [3] Grimal, N. Historia del antiguo Egipto, pp. 48-51.
  • [4] Shua, A. M. Dioses y héroes de la mitología griega, pp. 6-7.
  • [5] García Gual, C. Prometeo: mito y tragedia, pp. 47-50.
  • [6] Ibíd., 47-50.
  • [7] Shua. A.M. Dioses y héroes de la mitología griega, Ibíd, pp. 35-39.
  • [8] Ibíd., 40-45.
  • [9] Pérez Jiménez, A y A. Martínez Diez. Hesiodo Obras y Fragmentos Teogonía, Trabajos y días, Escudo, Fragmentos Certamen, pp.130-134.
  • [10] Sam Colop, L. E. Popol Wuj, pp. 24-41.
  • [11] Ibíd., 127-138.
  • [12] Valotta, M. Mitos y Leyendas Toltecas y Aztecas, pp. 31-32.
  • [13] Ibíd., pp. 34-35.
  • [14] Ibíd., pp. 42-45.
  • [15] Ibíd., pp.36-37.
  • [16] Ibíd., pp.40.
  • [17] Ibíd., pp.47-49.
  • [18] Ibíd., pp.50-51
  • [19] Doniger, W. The Rig Veda, pp. 30-31.
  • [20] Gutman, A. “La creación del universo en el Rig Veda”.
  • [21] Doniger, W. The Rig Veda, pp. 39-40.
  • [22] Gutman, A. “La creación del universo en el Rig Veda”.
  • [23] Doniger, W. The Rig Veda, pp. 35-37.
  • [24] Collier, I.D. Chinese Mythology, pp. 16-41.
  • [25] Niedner, H. Mitologia Nordica, pp.10-25.
  • [26] Comte, A. Discurso sobre el espíritu positivo, pp. 2-13.

Datos para citar este artículo:

Rafael Pérez López. (2017). Origen antropogónico de la inteligencia. Revista Vinculando, 15(1). https://vinculando.org/psicologia_psicoterapia/origen-antropogonico-la-inteligencia.html

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