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La ausencia de "un algo fundamental" en la experiencia humana
La visión psicopatologizante designa los siguientes cinco puntos clave para establecer la presencia de alguna enfermedad o trastorno en la experiencia humana:
- La ausencia de "un algo fundamental" en la experiencia de la persona.
- La presencia de una "falla básica" en la naturaleza de la persona.
- La presencia de un padecimiento que es el resultado de un "funcionamiento incorrecto" de la naturaleza humana.
- La constitución de una "condición individual enferma" que es independiente del contexto mismo y de los atributos existenciales de la persona.
- La permanencia de este "algo fundamental ausente" en las situaciones que fueren y en los momentos que fueren, o sea, una presencia constante de la "falla básica" en todo momento y en todo lugar.
Ahora veamos cada uno de estos cinco puntos psicopatologizantes de la experiencia:
Se parte de la idea de que "algo fundamental" le falta a la experiencia de la persona "mentalmente enferma", es decir, de que hay una carencia esencial que origina diversos grados de desajuste y anormalidad.
Se concibe que tal experiencia es, además, una "manifestación de la persona", y que no es la persona misma, es decir, que la experiencia posee una condición doble: la condición de ser persona y la condición de tener experiencias. Por lo tanto, la experiencia, aunque es de la persona, no es la persona en sí misma. Esta concepción se finca en tres afirmaciones centrales:
- Persona y experiencia son condiciones distintas.
Se considera que la persona es un ser diferente y separado de las experiencias que le acontecen. Persona y experiencia son dos condiciones cualitativamente diferentes e irreconciliables, aunque sean susceptibles de vincularse. - La experiencia es una resultante de la persona.
Se concibe a la experiencia como un producto de la actividad generativa de la persona. En este caso, la persona es la "mano que mece la cuna" desde lo más intrincado de su ser y la experiencia es aquella manifestación de dicho ser oculto, o mano mecedora, que aparece ante nuestra vista. - La experiencia "se tiene", como si la experiencia se tratara de un objeto de la persona.
Se discrepa de la idea de que la experiencia "se es" y de que, por lo tanto, la persona es la experiencia misma que se vive en el instante. Desde este punto de vista, la experiencia es un producto creado por la decisión de un ser más originario de naturaleza misteriosa.
Así pues, además de que la experiencia se concibe como un epifenómeno, es decir, como un fenómeno resultante de otros procesos más básicos que son los constituyentes de la persona misma, también se le concibe como separada de la persona, es decir, se considera que la persona está incompleta porque a su experiencia le falta "algo fundamental".
Lo curioso es que este "algo fundamental" siempre resulta ser un "algo" arbitrario, difuso, tramposo, retórico y redundante (v. gr.: El que consume alcohol, tiene "alcoholismo" y padece de una "alergia orgánica".
El que se enoja mucho, tiene "iracundia" y padece de un "descontrol de impulsos". El que alucina, tiene esquizofrenia -de acuerdo a otros criterios más- y padece de un "exceso de dopamina").
En virtud de esta incompletud de la experiencia, la persona -que, por consecuencia, también está incompleta- requiere necesariamente apropiarse de aquello que "le falta" para incorporarlo de inmediato de modo que la persona pueda estar "bien" al estar completa.
Este "algo fundamental faltante" podrá ser, entre tantas otras cosas, alguna cualidad como la superación, la ecuanimidad, la virtud, el autocontrol, la autoestima, la asertividad, la madurez, la sensatez, el buen juicio o la cordura y sólo el experto en enfermedad mental podrá diseñar las intervenciones psicosociales y farmacológicas apropiadas para cubrir la falta.
La presencia de una "falla básica" en la naturaleza de la persona
Además, esta experiencia incompleta implica, por consecuencia, una "falla básica" que debe corregirse necesariamente por bien de la persona y de la sociedad. Esta "falla básica" daña a la persona porque la limita, la hace sufrir, la distorsiona, la desadapta, la enferma, le resta funcionalidad, la aparta de la realidad hasta el grado de excluirla, merma sus capacidades y, en algunos casos, incluso es necesario retirarle sus derechos civiles porque la incapacita para vivir en sociedad o porque carece del criterio suficiente para intervenir socialmente.
Asimismo, entorpece el funcionamiento social, causa vergüenzas, lástimas, conmiseración, desprecios, burlas, altera el orden social, es una carga social, se convierte en una amenaza de la moral, del trabajo, de la familia, de las costumbres, de la paz, de lo razonable o de lo esperado por un ser humano.
Esta "falla básica" habla de una incorrección, de un defecto, de una desviación, de una alteración, de un error, de una deficiencia, de una tara, de una disminución o de un exceso, de una anormalidad, de un trastorno o enfermedad, de un vicio, de un estigma, de una corrupción o falta de vínculo espiritual, de un daño, de un sin sentido, de un bloqueo, de una distorsión, de una interrupción u obturación, o de un mecanismo disfuncional.
Esta "falla básica" cobra presencia con relación a un diseño más amplio el cual corresponde a una "naturaleza" del ser humano, la cual se presupone que es la esencia de la persona o la persona misma. Esta "falla básica" es, entonces, una "falla EN la naturaleza" de la persona o una "falla DE la naturaleza" de la persona, según como lo establezcan los diferentes enfoques.
La presencia de un padecimiento formalmente identificable que es resultado de un "funcionamiento incorrecto" de la naturaleza humana
La "falta fundamental" y la "falla básica" mencionadas originan conjuntamente un padecimiento formal que tiene las características de una entidad propia y distinguible. Esta entidad es considerada como una unidad con vigencia, cualidades, procesos y regularidades específicas, definibles e identificables. Asimismo, dicha entidad es señalada como nosológica, patológica, morbosa o enferma.
Como entidad, este padecimiento está compuesto, entre tantos posibles elementos de carácter "psicológico", de instintos, conflictos, asuntos pendientes, pasiones soterradas, razones del corazón, creencias irracionales, esquemas desadaptativos tempranos, emociones aprisionadas, traumas psíquicos, complejos subyacentes, arquetipos, vacíos, faltas, represiones y mecanismos de defensa.
La presencia de estos elementos "psicológicos" entraña un funcionamiento incorrecto, disfuncional, equivocado o alterado de la condición básica normal que dicta la presencia de la salud psicológica y que es dada por la naturaleza innata de la persona. En la generación de este padecimiento no interviene en absoluto ninguna cualidad existencial del ser humano, a saber, su voluntad, libertad y responsabilidad, salvo para cuestiones de orden influyente o subordinado a esta condición innata natural.
Concebido en estos términos, el padecimiento "psicológico" es el resultado de una "falta" y una "falla" de algo equivalente a una máquina con un diseño y un funcionamiento determinado o de un gran mecanismo con una diversidad de elementos debidamente articulados con base en una cierta naturaleza prefijada y ajena al contexto social y existencial.
Con estas características, este padecimiento adquiere el estatus de trastorno, enfermedad, entidad nosológica o síndrome clínico con signos y síntomas, similar a las condiciones que se presentan en el ámbito de lo corporal.
La constitución de una "condición individual enferma" que es independiente del contexto mismo y de los atributos existenciales personales
Este padecimiento, que es causado por el inadecuado funcionamiento de una estructura natural innata, se convierte en una condición propia del individuo porque brota desde él mismo, se despliega en él mismo y, acaso, podrá "curarse" por él mismo porque la causa de la anormalidad se halla en un mecanismo o proceso cosificado que se ubica en el interior de la propia persona.
Desde el marco de su determinación, esta condición individual de anormalidad es independiente del contexto sociocultural y de los atributos existenciales de la persona. En todo caso, los aspectos del contexto sociocultural y los atributos existenciales personales sólo llegan a tener una incidencia influyente, pero no determinante, en la conformación de dicho padecimiento.
Cuando la persona se "enferma", es decir, cuando adquiere esta condición individual de padecimiento, se aparta del funcionamiento correcto natural y este alejamiento de lo normal es la causa suprema de la enfermedad. El contexto sociocultural y los atributos existenciales personales sólo actúan como factores que contribuyen secundariamente para la manifestación de la "enfermedad" o, incluso, para su eventual recuperación, pero nunca para su causación.
La permanencia total de este "algo fundamental ausente" en las situaciones y en los tiempos que fueren, o sea, la presencia constante de la "falla básica" en todo momento y en todo lugar
Tanto la "falta de algo fundamental" como la "falla básica del diseño natural" son condiciones individuales enfermas que siempre acompañan a la persona en cualquier circunstancia en que se encuentre o a donde siempre se dirija. Bajo estas condiciones, a la persona "enferma" le ocurre o siguiente:
- En cualquier momento, "siempre está enferma" independientemente del momento en que se esté viviendo.
- En cualquier situación, "siempre está enferma" independientemente del lugar o espacio fenomenología) en que se halle.
Es decir, la persona está enferma en su "totalidad", está enferma "siempre", está enferma "en cualquier lugar" y está enferma "en todo curso de dirección". En tanto que la persona está enferma en su totalidad, se convierte enteramente en un "enfermo", es decir, deja de ser persona para volverse un "enfermo" o, en el mejor de los casos, se convierte en una "persona enferma" y en muchas ocasiones es más fácilmente reconocido por su enfermedad que por su ser persona (v. gr.: "el obsesivo compulsivo", "el maníaco", "el bipolar", etc.).
La enfermedad puede tener diferentes grados, pero siempre sigue siendo enfermedad. Lo mismo ocurre en el caso opuesto. Si la persona no está enferma, entonces se encuentra en condiciones saludables. En este sentido, cualquier actuación de la persona siempre se hallará inserta dentro del continuo salud-enfermedad.
Recordemos que estamos hablando de la enfermedad "psicológica" y que esta noción califica ciertas formas de experiencia o de modos de ser en el mundo que no se ajustan a una norma general y que, por consecuencia, se tornan anormales. Por esto, cualquier forma de experiencia siempre queda incluida en algún segmento del continuo salud-enfermedad. Esto equivale al secuestro de la experiencia por parte de la ciencia médica.
Desde esta perspectiva, la experiencia humana queda bajo la administración de una rama del saber experto, la cual establece los criterios y las condiciones pertinentes para calificarla y además se conduce con la suficiente autoridad intelectual e institucional como para imbuirla del rigor y la contundencia necesarios.
Además, cabe añadir que estos criterios de calificación no están basados en investigaciones científicas a pesar de los enormes conocimientos aportados por la medicina y la psicología basadas en la evidencia.
Una prueba de la ausencia de bases científicas se observa en la constante variación de categorías diagnósticas, de las escalas dimensionales, del tipo de trastornos mentales, de los criterios de diagnóstico y de las continuas dificultades para realizar el diagnóstico diferencial. A esta falta de bases científicas, hay que añadir la presencia de intereses económicos e ideológicos. Estos trastornos mentales son propuestos por la psiquiatría y por diferentes enfoques psicológicos sin que medie ningún tipo de fundamento científico.
Así, la medicina y la psicología clínica se asumen como los titulares de "la verdad sobre la experiencia" en cuanto a su naturaleza, estructura y funcionamiento, aunque en ningún momento se refieren a la experiencia en sí misma sino a determinados elementos psicológicos que incluyen pensamientos, emociones y conductas.
En los casos más cercanos al conocimiento científico, la psicología basada en la evidencia realiza algunas investigaciones en torno a ciertas relaciones entre elementos psicológicos específicos a partir de constructos teóricos propuestos, pero en ningún caso intenta siquiera demostrar la existencia de ninguna clase de trastorno mental. Sin embargo, varias de sus investigaciones versan sobre diversos trastornos mentales sin hacer jamás ningún señalamiento crítico sobre su validez científica.
Respecto a la medicina basada en la evidencia, sus investigaciones tampoco alcanzan a demostrar científicamente la existencia de ningún tipo de trastorno mental, aunque sí alcanzan a demostrar varios tipos de relaciones anatómicas y fisiológicas.
Datos para citar este artículo:
Ricardo Arturo Arreola Viera. (2015). Psicopatología desde la psicoterapia existencial: la enfermedad. Revista Vinculando, 13(1). https://vinculando.org/psicologia_psicoterapia/psicopatologia-desde-la-psicoterapia-existencial-la-enfermedad.html
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