El día de hoy culmina el Tercer Ciclo del Diplomado “Formación de Dirigentes de Organizaciones Civiles”, impulsado por el Sistema de Fortalecimiento Institucional de la Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, contando para ello con la hospitalidad y el auspicio académico de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.
En la cúspide de este proceso, bien valdría la pena hacer un balance perentorio, y desde una perspectiva histórica, sobre los principales logros, obstáculos y desafíos de esta experiencia educativa. Indiscutiblemente esta es una iniciativa pionera e innovadora a nivel nacional que marca una época en el trabajo de profesionalización dirigido hacia las organizaciones civiles en México.
Hace tres o cuatro décadas habría sido inimaginable pensar en un espacio educativo del corte de este Diplomado. En primer lugar hubiera resultado muy remoto pronosticar que las organizaciones civiles tendrían larga vida en la historia del país, y más aún, hubiera sido muy aventurado augurar que, con los años, las organizaciones civiles jugarían un papel central en el plano de la discusión de los asuntos públicos de interés nacional.
La presencia de las organizaciones civiles en el espacio público ha venido en ascenso. De unos años a la fecha, las organizaciones civiles están en todas partes, trabajan diferentes temas y cada vez gozan de mayor reconocimiento de la sociedad. Así lo registra un texto publicado en la segunda mitad de los años noventa, cito de memoria: “Un fantasma recorre México, es el fantasma de las organizaciones de la sociedad civil”. Sin el aporte de las organizaciones civiles, entre otros actores sociales, no habría sido posible desterrar el modelo autoritario de partido de estado imperante en el país durante mas de setenta años, ni habría sido posible vaticinar algunos cambios experimentados en México en materia de transparencia, derecho a la información, defensa de los derechos humanos, políticas de equidad, entre otros. Este contexto, por supuesto que le otorga una plena vigencia a la experiencia del Diplomado.
No obstante, la demanda social, cada vez crece más, a la vez que es más diversa y específica. Frente a esta demanda derivada de la profundización de la pobreza, cuyos contenidos son de difícil definición, no cabe la improvisación, la espontaneidad, ni el voluntarismo; en la actualidad se requiere de una mayor institucionalización y profesionalización de las organizaciones, más aún, se requiere ampliar nuestra capacidad de respuesta técnica, política y pedagógica; esta exigencia proviene en un primer término de nosotros mismos, de las comunidades y poblaciones coparticipes de nuestros proyectos, de los distintos sectores de gobierno, y de las agencias de cooperación al desarrollo.
Esta exigencia nos anima a alcanzar nuestras metas, a fortalecer nuestro quehacer e identidad, a definir con precisión nuestros objetivos, a generar proyectos sociales más integrales, consistentes y que respondan, no sólo a la demanda específica sino también a los problemas futuros o derivados de una situación determinada. En este sentido, el diplomado ha brindado el espacio educativo de discusión, reflexión y análisis que, combinando de manera singular la teoría y la práctica, nos ha permitido enriquecer nuestra experiencia, personal y colectiva, en el horizonte de nuestros procesos institucionales.
Por tanto, el Diplomado ha significado un espacio de encuentro, un espacio plural y diverso de formación, cuya generosidad radicó en brindar la oportunidad de aprender, escuchar, aportar y compartir nuestras experiencias, proyectos y quehacer social. Este encuentro permitió discutir y profundizar conceptualmente nuestra relación y vinculación con distintos actores a la luz de nuestra identidad, misión y vocación social.
El Diplomado también nos permitió conocer los puntos de vista de los especialistas o teóricos que desde la academia y el activismo político han ofrecido su trabajo a la gran tarea social, a fin de reinventar y reivindicar la política, reinventar y reivindicar la vocación social, reinventar y reivindicar la inspiración pedagógica y reinventar y reivindicar el trabajo de las instituciones. A todos y todas, les agradecemos su valioso aporte.
El Diplomado, además de sentar las bases para promover procesos de institucionalización desde abajo, basados en la planeación, análisis, evaluación, medición del impacto; nos indujo a esclarecer y agudizar la mirada, a fin de fortificar nuestra práctica social.
En medio de fuertes e inescrutables cambios globales, los contenidos del Diplomado nos permiten construir discursos más coherentes y prácticas sociales más consistentes, basados en las necesidades locales, en la cultura propia y en la riqueza histórica del país. Así, una de las más destacadas contribuciones del diplomado fue otorgar una visión, un pensamiento y una estrategia, que desde nuestra capacidad y análisis logre vincular la demanda social a un proyecto histórico.
Para finalizar, es necesario destacar y reconocer el vínculo de las organizaciones y las universidades, en el caso concreto de la experiencia del diplomado. Tanto las organizaciones civiles como las universidades, como espacios del saber, como motores fundamentales de la dinámica social, colman una serie de aspiraciones de la sociedad, cuyo contenido se cristaliza en una frase que parecía hueca: “el saber al servicio del pueblo”. Que este vínculo universidades y organizaciones, el mundo académico y el mundo del quehacer social, se siga fortaleciendo de manera extraordinaria en el presente y futuro del país.
Seguramente los resultados de esta experiencia formativa van a contribuir a fortalecer el trabajo del sector de nuestras organizaciones civiles, siempre en la búsqueda de mejores condiciones sociales, políticas y económicas en el país. Agradecemos a todos y todas, quienes dieron vida e hicieron posible culminar de manera exitosa este Tercer Ciclo del Diplomado “Formación de Dirigentes de Organizaciones Civiles”. Concluyo con las palabras del poeta Mario Bededetti.
Cantamos porque el grito no es bastante
Y no es bastante el llanto ni la bronca
Cantamos porque creemos en la gente
Y porque venceremos la derrota
Cantamos porque el sol nos reconoce
Y el campo huele a primavera.
Y porque en este tallo y en aquel fruto
Cada pregunta tiene su respuesta
Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza.
Datos para citar este artículo:
Miguel Ángel Vázquez de la Rosa. (2004). Palabras de clausura generacion 2003-04 diplomado de formación de dirigentes de organizaciones de la sociedad civil.. Revista Vinculando. https://vinculando.org/sociedadcivil/clausura.html
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