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Revista sobre educación, psicología y ecología

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Marxismo y educación

Autor(a): Martha Barrios Guzmán - 8 Jun, 2017
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El objetivo de este artículo es mostrar como el capitalismo impone su concepción del mundo a través de la ideología y de la hegemonía y como algunos intelectuales no se percatan de esas situaciones y, por tanto, la legitiman. Para ello, fue necesario analizar las obras de Carlos Marx y Antonio Gramsci en las que se detectaron las categorías y las formas en que se imponen esa concepción y se concluye que los intelectuales puedan tener una reacción consistente para ejercer la contrahegemonía a través de un proceso de constitución de conciencia aplicable en las instituciones educativas.

Palabras clave: Marxismo, Ideología, Hegemonía, Intelectuales, Contrahegemonia.

Abstract:

The aim of this article is to show how capitalism imposes its conception of the world through ideology and hegemony and how some intellectuals do not realize these situations and, therefore, legitimize it. To do this, it was necessary to analyze the works of Karl Marx and Antonio Gramsci in which the categories and the forms in which this conception were imposed and concluded that intellectuals can have a consistent reaction to exercise counter-hegemony through a process of constitution of conscience applicable in the educational institutions.

Keywords: Marxism, Ideology, Hegemony, Intellectuals, Counterhegemony.

Introducción

En la vida cotidiana e, inclusive, en la vida académica de algunas instituciones educativas no se lee a Karl Marx ni, mucho menos, a Antonio Gramsci y, generalmente, se considera que las explicaciones que ellos dieron no se relacionan directamente con el proceso educativo, pero no es así y, por el contrario,, las explicaciones que ellos formularon son de vital importancia no solamente para la escuela, en todos sus niveles, sino para la Sociedad misma.

Por lo anterior, se consideró que era necesario resaltar las explicaciones de cada uno de esos teóricos, resaltando solamente aspectos vinculados con la escuela ya que sus aportaciones trascienden y abarcan a la sociedad en su conjunto. No obviamos decir que este artículo es el resultado de las asignaturas cursadas en los estudios de Maestría y de las discusiones que se tuvieron al respecto

Ideología

De la obra denominada La ideología Alemana, escrita por Marx y Engels se desprende que la organización social y el Estado brotaron del proceso de vida de determinados individuos, pero, éstos no pueden presentarse ante la imaginación propia y ajena, sino como tal y realmente son, es decir, tal como actúan y como producen actualmente y, por tanto, tal como desarrollan sus actividades bajo determinados límites, premisas y condiciones materiales independientes de su voluntad. La producción de ideas y representaciones de la conciencia, aparece, al principio, directamente entrelazada con la actividad material de los hombres, como el lenguaje de la vida real[1] y, desde este punto de vista, lo que advierten estos dos grandes pensadores es que la actividad humana obedece a ciertas doctrinas que nos imponen otros individuos con el objetivo que la sociedad realice o lleve a cabo acciones tendientes a obedecer los intereses de los que detentan el poder.

De esta manera, se desprende que las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presenta como parte de su actuación material y, de igual forma ocurre con la creación espiritual, tal como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica de un pueblo. Es por ello que los hombres son productores de sus representaciones, de sus ideas, pero los hombres reales y actuantes, como tales, se hayan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a ellos corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias.[2] Por tanto, la conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres es su proceso de vida real y, si en toda la ideología los hombres y sus relaciones parecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico.[3]

Por otro lado, Marx y Engels contrastan su pensamiento con lo que ocurría en la filosofía alemana que descendía del cielo sobre la Tierra, en cambio, lo que ellos proponen, en el libro La ideología Alemana es que se asciende de la Tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar arrancado de aquí, el hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancado de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida.[4] También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres, son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales.[5]

Asimismo, estos dos grandes aportadores discurren en que la moral, la metafísica, la religión y cualquier otra ideología así como las formas de conciencia que a ellas corresponden, pierden, así, la apariencia de su propia existencia e incluso no tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento,[6] es decir, no es la conciencia la que determina la vida, sino que es la vida la que determina la conciencia, ante ello, es preciso resaltar que, primeramente, le corresponde a la vida real, pues se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia. Allí donde termina la contemplación, en la vida real, comienza también la ciencia real y positiva, la exposición de la acción práctica, del proceso práctico de desarrollo de los hombres. Terminan allí las frases sobre la conciencia y pasa a ocupar su sitio el saber real.[7] La filosofía independiente, pierde con la exposición de la realidad, el medio en que puede existir. En lugar de ella, puede aparecer, a lo sumo, un compendio de los resultados más generales, abstraído de la consideración del desarrollo histórico de los hombres. Estas abstracciones de por sí, separadas de la historia real, carecen de todo valor y sólo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos, pero no ofrecen de modo alguno, como la Filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual puedan aderezarse las épocas históricas.[8]

A mayor abundamiento, en relación a lo que refiere Marx y Engels en la Ideología Alemana, me remití a conocer otras obras y al leer el ensayo del concepto de ideología escrito por Juan Villoro y descubrí que los seguidores del marxismo le han dado otro sentido a este concepto, incluso que ha sido rebasado en sus límites marxistas, ya que otras corrientes definen a la ideología como la “sociología del conocimiento”, asimismo, Karl Mannheim, tomó como referencia a Marx, para darle el significado de cualquier conjunto de conocimientos o de creencias verdaderas o falsas, que estuvieran condicionadas socialmente y, en la actualidad, otros sociólogos, tomando como referencia a Karl Marx, la definen como sistemas organizados de creencias irracionales, aceptadas por autoridad, que cumplen una función de dominio sobre los individuos.[9]

Para Adolfo Sánchez Vásquez, al abordar el concepto de ideología, lo hace desde el marxismo y refleja la idea de Filosofía, afirmando que ella sería, para él, a la vez, ideología y crítica de la ideología, conjunto de ideas acerca del mundo, guía de la acción y reflexión sobre la validez de cualquier conjunto de ideas.

Su postura filosófica remite, así, a su concepción de la ideología, proporcionando así un concepto “amplio” de ideología. Por tanto, de tal concepto se desprenden tres elementos importantes a saber: a) un conjunto de ideas acerca del mundo y la sociedad que: b) responde a intereses, aspiraciones o ideales de una clase social en un contexto social dado y que: c) guía y justifica un comportamiento práctico de los hombres acorde con esos intereses, aspiraciones o ideales. La ideología queda definida por su relación con intereses de una clase social, no por su relación con el conocimiento.[10]

Covarrubias Villa define a la ideología como el sistema constituido por referentes de distintos modos de apropiación de lo real que legitiman la dominación y el proyecto histórico de una clase y cumple la función cohesionadora de sus miembros y, en ocasiones, la de sus aliados o enemigos.[11]

Mediante La Ideología Alemana lo que pretenden Marx y Engels es que percibamos como nuestra conciencia se determina por las actividades que realizamos en nuestra vida cotidiana, pero que estas llevan una intención impuesta por la superestructura para obedecer a los intereses de quienes detentan el poder en una sociedad determinada.

De igual manera, Marx hace notar que la separación de la ciudad y el campo favorecieron la división del trabajo y los instrumentos de producción y, por tanto, con ello aparece la separación de la población en dos clases, en la que una de ellas está formada por los que detentan el poder imponiendo así actividades a la otra clase de individuos convirtiéndolos en limitados animales urbanos y, a otros, en animales rústicos reproduciendo diariamente esta disparidad de intereses, pues el trabajo es primordial para ejercer el poder sobre los individuos fomentando, a su vez, la propiedad privada, es por ello que estos grandes pensadores proponen la abolición del antagonismo de la ciudad y el campo como condición para la existencia de la comunidad.[12]

Por otra parte, mediante las fuerzas productivas se relacionan los individuos, lo que genera un intercambio entre ellos y la vida pasa a ser considerada como el fin y la creación de esta vida material y el trabajo se revelan como medio que ha llevado a la necesidad de los individuos para apropiarse de la totalidad de las fuerzas productivas existentes, no sólo para poder ejercer su propia actividad, sino también para garantizar su propia existencia y desarrollar sus capacidades individuales correspondientes con los instrumentos materiales de la producción, condicionada, desde luego, por los individuos apropiantes.[13]

Lo anterior es expuesto por Marx y Engels en La Ideología Alemana para que la clase proletaria advierta que están totalmente excluidos de su propia actividad pero que se hallan en condiciones de hacer valer su propia actividad, de forma íntegra y no limitada, consistente en la apropiación de una totalidad de fuerzas productivas y en el consiguiente desarrollo de una totalidad de capacidades que poseen, pero dicha apropiación se debe llevar a cabo a través de la asociación del proletariado de manera universal y por medio de una revolución en la que se remueva del poder dicho modo de producción.

Del intercambio anterior, así como de la organización social correspondiente y del desarrollo del carácter universal y la energía que el proletariado imponga podrá llevar a cabo la apropiación de los medios de producción para despojarse de la posición que ocupaba en la anterior sociedad para desarrollarse totalmente y tener superación de cuanto hay en ellos de natural, terminando a su vez con la propiedad privada que da como resultado la autoenajenación del hombre.[14]

A mayor abundamiento, el filósofo de filiación Marxista, Louis Althuser considera que los individuos están inmersos en la estructura de las relaciones de producción capitalista; la conciencia es un producto de esas relaciones y de los aparatos que la reproducen, de igual forma supone que la producción de actitudes y la división del trabajo forma parte de la función reproductiva de los aparatos ideológicos. Por tanto, afirma que el sistema educativo, no sólo determina la forma en que los individuos trabajan (normas, valores y la concepción de la sociedad), sino determina también lo que hace.

Ambas cosas están determinadas de acuerdo con la estructura de clase de la sociedad y las relaciones de clase, por tanto las relaciones profesor-alumno, el plan de estudios, las divisiones en clases de la escuela están determinados por la estructura de clase de la sociedad, es decir, las escuelas reproducen aptitudes, valores. Althuser piensa que la pedagogía contribuye a la producción capitalista, legitimando un sistema económico marcado por grandes desigualdades y en el que los propietarios y los administradores del capital controlan el desarrollo económico y social.[15]

Por su parte Madan Sarup, menciona que la educación, bajo el sistema capitalista, está inmersa en el constante intento de mantener su dominio; la educación estatal sirve a los intereses del capital intentando reproducir las relaciones técnicas y sociales del modo de producción capitalista y la reproducción de la fuerza de trabajo.[16] Esto ya se vislumbraba en La ideología Alemana, ya que Marx escribió las ideas de clase dominante son las ideas dominantes, en cada época o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.

La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente, sin embargo, el propio Marx agregaba que las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas.[17]

De igual forma, Marx mencionó que la conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres es su proceso de vida real, es decir, individuos aceptando su existencia porque les ha sido imbuida una conciencia que les lleva a ello: aunque se cuiden mucho de formularlo así, para ellos, es la conciencia la que determina la existencia, mientras lo contrario sólo sería cierto a través del mecanismo maniqueo del monopolio de los medios de producción espiritual, por lo que, consideró que las clases dominantes poseen y dominan, además de los medios de producción material, los medios de producción espiritual: los medios de comunicación, la escuela, las iglesias, la cultura y el lenguaje, pero esto no basta para explicar el carácter dominante de su ideología y su aceptación por el conjunto de la población.[18]

Conciencia de clase y educación

La idea de Marx y Engels con respecto a la educación descansa en el propósito que los niños, desde pequeños, ingresen a la escuela para continuar con su desarrollo y, posteriormente, de acuerdo con su edad dediquen parte de su tiempo al trabajo para alcanzar una mayor eficacia en el estudio permitiéndoles que sean hombres plenamente desarrollados.[19] Ahora bien, por lo que respecta a la explotación de la mujer por los burgueses y por su pareja, Marx y Engels mencionan que este fenómeno se daba porque, en aquella época, la mujer era considerada como un bien que le pertenecía al esposo con menos derechos que él y, por tanto, si el marido le pedía que trabajara, ella lo tenía que hacer, lo que originaba que los lazos familiares se rompieran gracias a que, tanto los hijos como la mujer del proletario, se convertían en simples mercancías e instrumentos de trabajo y, a su vez, la mujer se convertía en una máquina de parir y criar nuevos proletarios, esta era la concepción de los dos grandes pensadores de la época.[20]

Así también, Marx y Engels, refieren que el grupo de mujeres es un fenómeno que proviene de la sociedad burguesa quién se encarga de prostituirlas, lo que era refutado por los burgueses quiénes afirmaban que los comunistas proponían la colectivización de las mujeres por considerarlas un instrumento de la producción que deben ser explotadas de manera colectiva; sin embargo, no es la intención del Comunismo tomarlas como eso, sino se refieren a que la organización comunista en vez de constituir la comunidad de mujeres las destruirá, porque hay una prostitución oficial y una encubierta, originadas desde la burguesía y de las relaciones sexuales en la sociedad burguesa porque son producto de las relaciones materiales de producción que se dan en esa sociedad y de los intereses materiales de las clases dominantes y, al abolirse el sistema de producción, desaparecerá con él la comunidad de las mujeres que engendra.[21]

Otra de las recriminaciones de los burgueses hacia los comunistas fue que proponen abolir la patria, la nacionalidad, no obstante, Marx y Engels refutan esos reproches por la sencilla razón que los trabajadores no tienen patria y, al carecer de ella, no se les puede quitar y, además, consideran que el proletariado tiene que usurpar, primero, el poder político, antes de enaltecerse hasta establecer la primera clase nacional instituyéndose, a sí mismo, como Nación.[22]

A pesar de las críticas de la burguesía a la ideología marxista, Engels y Marx proponen acabar con las desigualdades entre los pueblos de una Nación con el desarrollo de la burguesía, así como la liberación de la comercialización y los mercados en el nivel internacional aparejándolas con la manufactura industrial y los entornos de vida que generan, conllevando a la conquista del proletariado y, así, extinguir la explotación de unas naciones por otras, aniquilando la diferencia de clases en el seno de cada Nación y, a su vez, suprimir la discrepancia entre las países, para comprender que, al cambiar las condiciones de vida, las relaciones sociales y la razón de subsistir del hombre en una sociedad, le transforman en su conciencia.[23]

Al abordar el materialismo histórico en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels, refieren que los obreros no deben atender a razonamientos ideológicos, sino a razonamientos materialistas, lo anterior, debido a que, en las distintas épocas de la historia, han predominado las ideas de la clase dominante y, como consecuencia, la sociedad está sujeta a la producción espiritual transformando las ideas sociales como la honra, el honor, la culpa, la vergüenza, la nobleza, el pudor y la virtud porque están determinadas, primordialmente, por su sistema de producción y por los intereses materiales de la clase explotadora, lo que propicia que su economía se transforme a lo largo del tiempo; empero, el materialismo histórico no dice que la economía sea la única causa de los cambios ideológicos, sino que es el factor determinante y la causa principal de estos cambios en la moral, la religión, el derecho, la sexualidad, el arte o la ética, pero no es la única causa, ni lo es de forma mecanicista.[24]

Con respecto a la lucha contra la burguesía, Marx y Engels, plantean al proletariado que preserven sus intereses económicos y materiales sin hacer planteamientos ideológicos ya que, a los comunistas, no se les convence con religiones, leyes, derechos humanos, ética, moral, ni con el estado de derecho, al menos en lo que se refieran a avances materiales que les aquejen, luego entonces, el primer paso de la revolución del proletariado consiste en que los obreros suban al poder a través de la democracia dejando atrás a la burguesía, sustrayéndole el capital y los instrumentos de la producción para que sean parte del estado procurando incentivar por todos los medios y con la mayor rapidez posible, las energías productivas.[25]

Para lograr ese cambio, Marx y Engels, proponen las medidas siguientes:

  1. Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos.
  2. Fuerte impuesto progresivo.
  3. Abolición del derecho de herencia.
  4. Confiscación de la fortuna de todos los emigrados y rebeldes.
  5. Centralización del crédito en el estado, por medio de bancos nacionales, con capital del estado y régimen de monopolio.
  6. Nacionalización de los transportes.
  7. Aumento de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.
  8. Proclamación del deber general de trabajar. Creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo.
  9. Organización de las explotaciones agrícolas e industriales.
  10. Tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.
  11. Educación pública y gratuita para todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material.

La finalidad de la Liga de los comunistas fue el derrocamiento de la burguesía, la dominación del proletariado, la supresión de la vieja sociedad burguesa, con base en los antagonismos de clase, y la creación de una nueva sociedad, sin clases y sin propiedad privada, así pues, Marx y Engels propusieron que la desaparición de todas las diferencias de clases y que toda la producción estuviera concentrada en manos de la sociedad y, para ello, el proletariado debía organizarse para luchar contra la burguesía y convertirse en clase dominante para destruir el régimen actual de producción, lo que haría desaparecer, junto con estas relaciones de producción, las causas de los antagonismos de clase y la creación de una nueva sociedad, sin clases y sin propiedad privada.

Ahora bien, por lo que refieren estos dos grandes pensadores al proponer en el punto número 11, a una educación pública y gratuita para todos los niños, esta idea fue retomada de los Principios del Comunismo de Engels en los que menciona que la educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del Estado, desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre.

Conjugar la educación con el trabajo fabril. He aquí el precedente para que se conozca cuál era la idea de Carlos Marx con respecto a la educación desde el punto de vista del Comunismo. Lo anterior nos lleva a sorprendernos cómo el capitalismo hizo suya la idea marxista de escuela pública en cuanto que se encarga de la manutención de ella, sin embargo, nos damos cuenta que el capitalismo usó a la escuela para perpetuar su poder a través de la ideología que impone y la hegemonía que ejerce en la sociedad y en la escuela misma.

Hegemonía

Antonio Gramsci fue un fiel seguidor de la ideología marxista e, identificado con él por asemejarse su vida, pues ambos fueron de una familia numerosa, de la clase media y que, por azares del destino, en su juventud pasaron muchas carencias y, no obstante, lograron continuar sus estudios y terminar una carrera profesional; así también fueron personajes destacados al escribir en diarios y periódicos buscando que la sociedad despertará y se revelará en contra del gobierno tirano y opresor, buscando hacer conciencia de la explotación de los obreros en las industrias que florecían gracias al trabajo del grupo más débil que sólo tenía su fuerza de trabajo.

Por esas ideas materialistas, estos dos grandes comunistas fueron exiliados y Gramsci estuvo en la cárcel, sin embargo, esto, no limitó para que continuara escribiendo y, en su obra titulada Los intelectuales y la organización de la cultura plasmó un tema importante que se relaciona directamente con la educación al expresar lo siguiente:

  1. Cada grupo social, al nacer en el territorio originario de una función esencial en el mundo de la producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de la propia función, no solo en el campo económico, sino también en el social y político.[26]
  2. Pero, cada grupo social esencial, al surgir a la historia desde la estructura económica precedente, y como expresión del desarrollo de esa estructura, ha encontrado, por lo menos en la historia hasta ahora desenvuelta, categorías intelectuales preexistentes y que además aparecían como representantes de una continuidad histórica no interrumpida aun por los más complicados y radicales cambios de las formas políticas y sociales.[27]

En términos gramscianos, la hegemonía significa el predominio ideológico de las normas y valores burgueses sobre las clases subordinadas y, por tanto, Gramsci propone una transformación de la sociedad una vez que los intelectuales han sido formados en las instituciones educativas y la manera de cómo lograrlo es a través de una contrahegemonia en donde el papel de los intelectuales es generar una transformación social por conducto de una resistencia pasiva como lo hizo Gandhi, mediante la llamada Guerra de posiciones[28]

Al respecto, Gramsci se inspira en la obra de El Principe de Maquiavelo y en las aportaciones de los teóricos del cambio social que le antecedieron o que eran contemporáneos de él, proponiendo como primer paso que se prepare a la sociedad con un cambio de conciencia de tal manera que los ciudadanos no solamente piensen en vivir de una forma diferente, sino que lo deseen fervientemente y quieran participar en las acciones para el cambio.[29]

Gramsci, al abordar el origen de los intelectuales, hace una reflexión en el sentido que, si todos los hombres son intelectuales, sin embargo, cabe hacer mención que no todos los intelectuales tienen esa función en la sociedad y, cuando se diferencia entre intelectuales y no intelectuales, en realidad sólo se hace referencia a la inmediata función social de la categoría profesional de los intelectuales, es decir, se tiene en cuenta la dirección en que gravita el mayor peso de la actividad específica profesional, si en la actividad intelectual o en el esfuerzo nervioso-muscular, por tanto, no hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual, no se puede separar el homo faber del homo sapiens.[30]

Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual, es decir, es un “filósofo”, un artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso contribuye a sostener o a modificar una concepción del mundo, es decir, a suscitar nuevos modos de pensar.[31]

El problema de la creación de un nuevo grupo intelectual consiste, por tanto, en preparar críticamente la actividad que existe en cada uno en cierto grado de desarrollo, modificando su relación con el esfuerzo nervioso-muscular en un nuevo equilibrio y logrando que el mismo esfuerzo nervioso-muscular, en tanto elemento de una actividad práctica general, que renueva constantemente el mundo físico y social, llegue a ser el fundamento de una nueva e integral concepción del mundo. El tipo tradicional y vulgarizado del intelectual está dado por el literato, el filósofo y el artista. Por tanto, los periodistas que pretenden ser literatos, filósofos y artistas, pretenden también ser los “verdaderos” intelectuales. En el mundo moderno la educación técnica, ligada estrechamente al trabajo industrial, aun el más primitivo y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de intelectual.[32]

La escuela es el instrumento para formar los intelectuales de diverso grado. La complejidad de las funciones intelectuales en los diversos Estados se puede medir objetivamente por la cantidad de escuelas especializadas y por su jerarquización: cuanto más extensa es el “área” escolar y cuanto más numerosos son los grados “verticales” de la escuela, tanto más complejo es el mundo cultural, la civilización, de un determinado Estado.[33]

De igual forma, se vislumbra, en la esfera de la técnica industrial, que la industrialización de un país se mide por su capacidad en la construcción de máquinas y en la fabricación de instrumentos cada vez más precisos para construir máquinas e instrumentos para construir máquinas y, así, ocurre en la preparación de los intelectuales y en las escuelas dedicadas a esta preparación; escuelas e institutos de alta cultura son asimilables. También en este campo, la cantidad no puede separarse de la calidad.[34]

La relación entre los intelectuales y el mundo de la producción no es inmediata, como ocurre con los grupos sociales fundamentales, sino que es “mediata” en grado diverso en todo el tejido social y en el complejo de las superestructuras, en los que los intelectuales son los “funcionarios”.[35]

De acuerdo con Gramsci, se podría medir la “organicidad” de los diversos estratos intelectuales y su conexión, más o menos estrecha, con un grupo social fundamental, fijando una gradación de las funciones y de las superestructuras de abajo hacia arriba (desde la base estructural hacia arriba) y, en esas circunstancias, se pueden fijar dos grandes planos superestructurales, el que se puede llamar de la “sociedad civil”, que está formado por el conjunto de los organismos vulgarmente llamados “privados” y el de la “sociedad política o Estado” y que corresponden a la función de “hegemonía” que el grupo dominante ejerce en toda sociedad y a la de “dominio directo” o de comando que se expresa en el Estado y en el gobierno “jurídico”.[36]

También, según Gramsci, los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas con las cuales se ejerce la hegemonía social y del gobierno político y puede decirse que son las siguientes:[37]

  1. El “consenso” espontáneo que las grandes masas de la población dan a la dirección impuesta a la vida social por el grupo fundamental dominante, consenso que, históricamente, nace del prestigio (y, por tanto, de la confianza) que el grupo dominante deriva de su posición y de su función en el mundo de la producción.[38]
  2. Del aparato de coerción estatal que asegura “legalmente” la disciplina de aquellos grupos que no “consienten” ni activa ni pasivamente, pero que el mismo está preparado para toda la sociedad en previsión de los momentos de crisis en el comando y en la dirección, casos en que no se da el consenso espontáneo.[39]

 

Lo anterior da como resultado una extensión muy grande del concepto de intelectual, pero sólo de esta manera es posible alcanzar una aproximación concreta a la realidad. Este modo de plantear la cuestión choca contra preconceptos de casta: es verdad que la misma función organizativa de la hegemonía social y del dominio estatal da lugar a cierta división del trabajo y, por eso, a toda una gradación de calificaciones, en algunas de las cuales ya no aparece ninguna atribución directiva y organizativa: en el aparato de dirección social y estatal existe toda una serie de empleos de carácter manual e instrumental (de orden y no de concepto, de agente y no de oficial o de funcionario pero, evidentemente, es preciso hacer esta distinción.[40]

De hecho, la actividad intelectual debe ser distinguida en grados también desde el punto de vista intrínseco, grados que, en los momentos de extrema oposición, dan una verdadera diferencia cualitativa: en el más alto grado se colocarán los creadores de las diversas ciencias, de la Filosofía, del arte y, en el nivel más bajo, los más humildes “administradores” y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, tradicional, acumulada.[41]

Cabe mencionar que a Gramsci no le importaba la formación de los grandes intelectuales, pues su inquietud era conocer a los grupos de intelectuales, así como las características de éstos, es decir, si eran tradicionales, urbanos o en general, ya que la mayoría de ellos se manifiestan a través de sus relaciones con los demás o con el grupo social con el cual se identifican, esto debido a que la función de los intelectuales es convertirse en conciencia de aquellos a los que quieren representar, apuntalar su acción en la vida social y ampliar los horizontes de ese mismo grupo, pues el ser humano siempre concebido como intelectual, es un ser destinado a transformar al mundo, material y moralmente, asimismo por que el hombre es esencialmente ‘político’, pues la actividad para transformar y dirigir conscientemente a los demás hombres realiza su ‘humanidad’, su naturaleza humana.[42]

En consecuencia, este gran pensador considera que la revolución se cifra en una completa y total reforma intelectual y moral de la sociedad, siendo necesario tomar en cuenta a los intelectuales para la transformación de la sociedad o, por lo menos que estén de acuerdo con ello. Cuando eso ocurre, entonces la reforma se pone en marcha, para dar lugar a un nuevo bloque de fuerzas que tienden a transformar a la sociedad, siendo esencial para todo grupo que aspira a imponer su hegemonía hacerse del mayor número de intelectuales y convertirlos en intelectuales orgánicos. De ellos va a depender el futuro político del grupo. Gramsci lo dice que una de las características más relevantes de cada grupo que se desarrolla hacia el dominio de la sociedad es su lucha por la asimilación y la conquista ‘ideológica’ de los intelectuales tradicionales, asimilación y conquista que son tanto más rápidas en tanto el grupo dado organiza, simultáneamente, sus propios intelectuales orgánicos.[43]

Dada la importancia en la sociedad para los intelectuales, es necesario que el grupo que guía hacia el dominio hegemónico de la sociedad sepa formar a sus propios intelectuales, aunado a ello, se debe anotarse que no existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene una formación de intelectuales que le es propia o tiende a formársela; pero los intelectuales de la clase históricamente (y realistamente) progresista, en las condiciones dadas, ejercen tal poder de atracción que terminan, en último análisis, por subordinarse a los intelectuales de los otros grupos sociales y, por tanto, por crear un sistema de solidaridad entre todos los intelectuales con ligámenes de orden psicológico y, a menudo, de casta (técnico-jurídicos, corporativos y todo esto es de gran relevancia para la definición de la misma hegemonía social y política del grupo en cuestión.[44]

Así también, si los intelectuales imponen abiertamente su presencia, tendremos una dominación que será, ante todo, intelectual; la ausencia de intelectuales en la política va acompañada, por lo general, de un ejercicio autoritario y despótico del poder. Gramsci anota al respecto que la atracción de los intelectuales se verifica ‘espontáneamente’ en los períodos históricos en los cuales el grupo social dado es realmente progresista, vale decir, hace avanzar de hecho a toda la sociedad, satisfaciendo no sólo sus exigencias existenciales, sino ampliando continuamente sus propios cuadros por la continua toma de posesión de nuevas esferas de actividad económico-productiva. Apenas el grupo social dominante agota su función, el bloque ideológico tiende a fracturarse y, entonces, a la ‘espontaneidad’ puede sustituirse la ‘constricción’ en formas siempre menos larvadas e indirectas, hasta las medidas de auténtica policía y los golpes de Estado.[45]

Por tanto, es importante que los intelectuales tengan una formación a partir de su vida escolar, es por ello, que Gramsci realiza un profundo análisis en el apartado de la organización de la escuela y la cultura con respecto al origen o nacimiento del grupo intelectual que debe dirigir la sociedad y afirma que toda actividad práctica tiende a crear escuelas para sus propios dirigentes y especialistas, desarrollando un grupo de intelectuales especialistas de categoría superior, que enseñan en estas escuelas y, como consecuencia, introdujeron todo un sistema de escuelas particulares de distintos cursos para ramas enteras profesionales o para profesiones ya especializadas y perfectamente individualizadas.[46]

De igual manera, este gran pensador marxista, hace notar que la división fundamental de la escuela en clásica y profesional era un esquema racional: la escuela profesional para las clases dominadas, la clásica para las clases dominantes y para los intelectuales, sin embargo, los cambios que se han dado por los avances tecnológicos en las fábricas establecidas en las ciudades generaron una creciente demanda del nuevo tipo de intelectual urbano y, como consecuencia, junto a la escuela clásica se desarrolló la escuela técnica (profesional, pero no manual) lo que puso en discusión el mismo principio de la orientación concreta de la cultura general y de la orientación humanista de la cultura general fundada sobre la tradición greco-romana.[47]

Gramsci propuso la extinción de todo tipo de escuela “desinteresada” y “formulativa” o, bien, dejar sólo un ejemplar menor para una reducida élite de señores y de señoras que no tienen que pensar en prepararse para un porvenir profesional y, por el contrario, difundir, en forma creciente, las escuelas profesionales especializadas en las que el destino del alumno y su futura actividad están predeterminados y, ante una dificultad, lo que debe plantearse es una escuela única inicial de cultura general, humanista, formativa, que equilibre, justamente, el desarrollo de la capacidad de trabajar manualmente (técnicamente industrialmente) y el desarrollo de las capacidades del trabajo intelectual. Gramsci consideró que mediante repetidas experiencias de orientación profesional se pasará de éstas (tipo de escuela única) a las escuelas especializadas o al trabajo productivo.[48]

De igual manera, Gramsci destaca que con relación a la organización práctica de la escuela unitaria se deben tomar en cuenta los aspectos siguientes:[49]

  1. Lo referente a la carrera escolar en sus varios niveles conforme con la edad y el desarrollo intelectual y moral de los alumnos y con los fines de la escuela misma quiera cumplir.
  2. Además, debería proponerse colocar a los jóvenes en la actividad social; después de haberlos llevado a cierto grado de madurez y de capacidad, a la creación intelectual y práctica y a la independencia en la orientación y en la iniciativa.
  3. Por lo demás, la fijación de la edad escolar obligatoria, dependerá de las condiciones económicas generales, ya que éstas pueden imponer la exigencia de cierto aporte productivo inmediato a los jóvenes.
  4. La escuela unitaria exige que el Estado pueda asumir los gastos que hoy solventa la familia para la manutención de los escolares, toda la función de educación y formación de las nuevas generaciones deja de ser privada para hacerse pública, porque únicamente de ese modo puede abarcar a todas las generaciones sin división de grupos o de castas.
  5. La innovación de la actividad escolar exige una enorme ampliación de la organización práctica de la escuela, es decir: de los edificios, del material científico, del cuerpo docente, pero, sobre todo, el cuerpo docente debería ser aumentado ya que tanto mayor e intensa es la eficiencia de la escuela cuanto más directa es la relación entre maestro y alumnos.
  6. La escuela unitaria debería ser una escuela-colegio, con dormitorios, comedores, bibliotecas especializadas, salas apropiadas para el trabajo de seminario. Y, por tanto, al comienzo, el nuevo tipo de escuela tendrá que ser, inevitablemente, para grupos limitados de jóvenes, elegidos por concurso o propuestos bajo su responsabilidad por instituciones idóneas.

Pensando acerca de los aspectos que propone Gramsci para la creación de una escuela unitaria, puede considerarse que resultan inalcanzables para un país en el que su sistema económico está adaptado al capitalismo, pero podría ser posible siempre y cuando el grupo dominante desee un cambio social en beneficio de todos, situación que es muy difícil dada la estructura de la conciencia del mencionado grupo dominante no sólo en México, sino en el mundo entero.

Resaltando las características de la escuela unitaria Gramsci presenta una comparación con la escuela tradicional, haciendo notar lo siguiente:

  1. Debería corresponder al período que hoy representan las escuelas elementales y las de enseñanza media, reorganizadas no solamente en lo que se refiere al contenido y al método de enseñanza, sino también en la disposición de los diversos cursos de la carrera escolar.
  2. El primer curso elemental no debería ser de más de tres o cuatro años y junto con la enseñanza de las primeras nociones “instrumentales” de la instrucción –leer, escribir, contar, geografía, historia– debería desarrollar especialmente la parte que, actualmente, está descuidada con relación a los “derechos y deberes”, es decir, las primeras nociones del Estado y de la Sociedad, como elementos primordiales de una nueva concepción del mundo que entra en lucha con las concepciones dadas por los diversos ambientes sociales tradicionales, es decir: las concepciones que pueden llamarse folklóricas.
  3. El problema didáctico que se debe resolver consiste en atemperar y fecundar la tendencia dogmática, característica natural de estos primeros años.
  4. El resto del curso no debería durar más de seis años, de modo tal que, a los quince o dieciséis años, se hayan cumplido todos los cursos de la escuela unitaria.

De igual forma, Gramsci, plantea que el complejo de la nueva organización deberá contener los elementos generales que hoy, por lo menos para una parte de los alumnos, vuelven al curso demasiado lento, haciendo notar esos elementos en una serie de familias, sobre todo de núcleos intelectuales, los muchachos encuentran en la vida familiar una preparación, una prolongación y una integración de la vida escolar y, como comúnmente se dice, absorben del “aire” una cantidad de nociones y de aptitudes que facilitan la carrera escolar propiamente dicha: ya conocen y desarrollan el conocimiento de la lengua literaria, es decir, el medio de expresión y de conocimiento, técnicamente superior al que posee la generalidad de la población escolar de los seis a los doce años.

De modo que los alumnos de la ciudad, por el sólo hecho de vivir en ella, antes de los primeros seis años, han absorbido una cantidad de nociones y aptitudes que les hace más fácil, más provechosa y más rápida la carrera escolar.

En la organización interna de la escuela unitaria deben crearse, al menos, las principales de estas condiciones además del hecho de suponer que, paralelamente a la escuela unitaria, se debe desarrollar una red de asilos infantiles y otras instituciones en las que, aún antes de la edad escolar, los niños se acostumbren a cierta disciplina colectiva y adquieran nociones y aptitudes preescolares.

La escuela unitaria debería ser organizada como colegio, con vida colectiva diurna y nocturna, liberada de las actuales formas de disciplina hipócrita y mecánica y el estudio debería hacerse colectivamente, con la asistencia de los maestros y de los mejores alumnos, también en las horas de la así llamada aplicación individual.

Para Gramsci, el proletariado necesita una escuela desinteresada. Una escuela en la que se dé al niño la posibilidad de formarse, de hacerse hombre y de adquirir criterios generales válidos para el desenvolvimiento del carácter.

Una escuela humanística, en suma, como la pretendían los antiguos y los más recientes hombres del Renacimiento. Una escuela que no hipoteque el porvenir del niño y fuerce su voluntad, su inteligencia y a su conciencia a moverse dentro de un binario de estación prefijada. Se requiere una escuela de libertad y de libre iniciativa y no una escuela de esclavitud y de maquinicidad.[50]

Con todo lo dicho por Gramsci no podemos más que seguir asombrados de cómo, actualmente, la organización de la escuela inicial, desde guardería hasta preescolar, está organizada no por un desarrollo de la escuela misma, sino con base a lo dicho, entre otros, por Gramsci, sólo que los contenidos que se imparten en esa escuela inicial dista mucho del planteamiento Gramsciano.

Por su parte, Covarrubias Villa, sostiene que el aparato hegemonía de la sociedad capitalista tiene como función principal la formación del hombre actual, del hombre de la época presente y reconoce que, en los últimos tiempos, el instrumento más eficaz para lograrlo es la televisión, pese a ello, este gran pensador afirma que todos los órganos del aparato generador de conciencia se dan a través del conocimiento y coincide con Gramsci al considerar que, para construir su hegemonía como clase, los partidos de las clases subalternas deben emprender la tarea educadora de las masas, adecuándola al nivel de conciencia de cada grupo, sector o clase, generando la apropiación de un mismo contenido, pero empleando formas distintas, según el caso.

En síntesis, para Covarrubias Villa, la hegemonía es aquella ideología que ha sido asumida, tanto por la clase que la generó como discurso propio, como por las clases subalternas y las diversas fracciones que componen a ambas.[51]

Por su parte Covarrubias Villa, considera que para el cambio de la sociedad, no se trata de formar guerrilleros o terroristas para que mueran en enfrentamientos armados, tampoco se trata de formar grillos políticos y militantes embrutecidos de una causa por muy justa o revolucionaria que ésta sea, pues de lo que se trata es de formar personas lúcidas, inteligentes, críticas y analíticas y esto se logra a través de la incorporación de referentes teóricos y artísticos en la conciencia de los sujetos, impidiéndole al sujeto embrutecerse y enajenarse.[52]

Retomando la proposición marxista, Gramsci se percata que la sociedad no se plantea problemas cuya solución no contengan ya las condiciones materiales pues, de ella, depende, en forma inmediata, el problema de la formación de una voluntad colectiva y, por tanto, es necesario indagar de dónde se genera la voluntad colectiva permanente y sus fines concretos, inmediatos y mediatos, refiriéndose a una línea de acción colectiva, la cual dará lugar a la presencia de un moderno príncipe, quien no puede ser una persona real, un individuo concreto, sólo puede ser un organismo, un elemento de sociedad complejo en el cual comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcialmente en la acción.[53]

Contextualizando lo que propone Gramsci, considero que, en nuestro país, no se ha deseado ni pensado proponer la formación de algo que, a largo plazo, podría concretarse como un moderno Príncipe ya que se afectarían los intereses de la clase gobernante. Además de lo anterior, es pertinente reconocer que, actualmente, en ningún país del Mundo, se trabaja para la formación de una nueva sociedad que aspire a vivir de una forma diferente, de una forma más humana.

Al respecto, Covarrubias Villa menciona que la función política principal de un partido político que retome lo propuesto por Gramsci, tendrá que ser de carácter pedagógico con la finalidad que se desarrolle o promueva la formación y el desarrollo del espíritu crítico, reflexivo y analítico de la población o, dicho de otra manera, la elevación del nivel ético-cultural de las clases subalternas y, por tanto es difícil pensar que ellos puedan siquiera pensar en un cambio social en México y, entonces, ¿quiénes podrán lograrlo?

Covarrubias Villa afirma que son los intelectuales los que podrían dar origen a la formación del Moderno Príncipe y que empiecen a trabajar en un proceso de concientización del Pueblo, sin ocuparse de buscar, en primer lugar, participaciones en el gobierno o, en su caso, en buscar la ubicación en puestos populares vía elecciones.

Una vez que se haya avanzado en la concientización del Pueblo, la organización de los intelectuales puede devenir en partido político, para encarnar, de acuerdo con Gramsci al Moderno Príncipe y, desde el mismo partido, continuar el proceso de concientización del Pueblo hasta llevarlo a desear una sociedad nueva y proponerse constituirla.[54] En complemento de lo que dice Covarrubias Villa, consideramos que también es importante preguntarse si la formación de un nuevo partido político, tal como él lo plantea, sería la forma de propiciar la constitución de una nueva conciencia en la sociedad o, en su caso, tendría que pensarse en una forma distinta que vaya más allá de un partido político.

Covarrubias Villa está de acuerdo con Gramsci al proponer una contrahegemonía para la transformación de la sociedad, refiriendo que, si se trata de construirla, es necesaria la existencia de un partido que guíe el proceso político, debiendo ser de carácter pedagógico y, de esta manera, corresponderá al partido promover la generación y el desarrollo del espíritu crítico, reflexivo, analítico de la población, es decir, la elevación del nivel ético-cultural de las clases subalternas.

El plan es el consistente en la transformación de la conciencia individual, por medio de la activación de la capacidad crítica. El partido debe hacer lo que corresponde hacer a la escuela pública, pero que no sabe hacerlo: enseñar a pensar. El partido aparece como el rival principal del aparato de hegemonía del régimen capitalista, como aparato de contrahegemonía que busca construir una nueva hegemonía y que enfrentará permanentemente a su poderoso enemigo.

A este enfrentamiento permanente se le llama guerra de posiciones porque cualquier ámbito de la vida social es un reducto de la lucha de las concepciones del mundo. De este modo, la educación es, en el fondo, política y, de la misma manera que la política, asume múltiples formas; la educación tiene múltiples maneras de realizarse y múltiples órganos ocupados en ello. Educa la escuela, la familia, el sindicato, los partidos políticos, la iglesia, el gobierno, la televisión, la prensa y la radio.[55]

Conclusiones

Una vez que se obtuvo mayor conocimiento al leer las obras referidas en el presente artículo, nos percatamos de la importancia de la ideología y de la hegemonía en el desarrollo social y de la gran responsabilidad que tenemos como personal docente del nivel medio superior para propiciar la formación de los intelectuales que lucharan para que la contrahegemonia propuesta por Gramsci se opere a través del enorme potencial que poseen los estudiantes, pero que queda trunca por la forma en que se desarrolla el proceso educativo en las aulas y, como lo afirman Marx y Engels, es a través de la ideología de la clase dominante como se manipula a la sociedad, luego entonces, quienes estamos al frente de esa noble tarea de educar debemos pensar en la importancia de formar, en los jóvenes, un pensamiento critico, reflexivo y analítico, que les permita darse cuenta de la misión que tienen en su entorno social, pero también es importante destacar que esto puede promoverse si se comparte el pensamiento Gramsciano que, básicamente, consiste en desear vivir en una sociedad más humana.

Citas:

  • [1] Marx, Carl-Engels Federico. La ideología alemana, p. 25.
  • [2] Ibíd., pp. 25, 26.
  • [3] Ibíd., p. 26.
  • [4] Id.
  • [5] Id.
  • [6] Id.
  • [7] Ibíd., p. 27.
  • [8] Id.
  • [9] Villoro, Luis. “El concepto de ideología en Sánchez Vázquez”. En torno a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez (Filosofía, Ética, Estética y Política), p. 16.
  • [10], Villoro, Luis. “El concepto de ideología en Sánchez Vázquez”. En torno a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez (Filosofía, Ética, Estética y Política), p. 578.
  • [11] Covarrubias Villa, Francisco. La teorización de procesos históricos sociales: volición, ontología y cognición científica, p. 39.
  • [12] Marx Carl-Engels Federico, La ideología alemana, p. 57.
  • [13] Ibíd., p. 80.
  • [14] Ibíd., p. 81.
  • [15]F. Enguita, Mariano. Marxismo y Sociología de la educación, p.37.
  • [16] Ibíd., p. 53.
  • [17] Ibíd., p. 67.
  • [18] Id.
  • [19] Marx, Carl-Engels Federico. Manifiesto Comunista, p. 41.
  • [20] Ibíd., p. 42.
  • [21] Ibíd., p. 43.
  • [22] Id.
  • [23] Ibíd., pp. 44 y 45.
  • [24] Ibíd., pp. 47 y 48.
  • [25] Ibíd., p. 49.
  • [26] Gramsci Antonio. Los intelectuales y la organización de la cultura, p. 5.
  • [27] Ibíd., p. 6.
  • [28] Ibíd., pp. 106- 107.
  • [29] Ibíd., p. 111.
  • [30] Ibíd., p. 7.
  • [31] Id.
  • [32] Id.
  • [33] Ibíd., p. 8.
  • [34] Id.
  • [35] Id.
  • [36] Ibíd., p. 9.
  • [37] Id.
  • [38] Id.
  • [39] Id.
  • [40] Id.
  • [41] Ibíd., p. 69
  • [42] Córdova, Arnaldo. Gramsci: La Cultura y los intelectuales, la jornada semanal, número 985, 19-01-2014.
  • [43] Ibíd.
  • [44] Ibíd.
  • [45] Ibíd.
  • [46] Gramsci, Antonio. Los intelectuales y la organización de la cultura, p. 69.
  • [47] Id.
  • [48] Id.
  • [49] Ibíd., p. 71.
  • [50] Melchor Mateos, Lundy y Jaime Melchor Aguilar. “Una propuesta política- educativa ignorada. La obra de Antonio Gramsci, p. 107.
  • [51] Ibíd., p. 103.
  • [52] Ibíd., p. 111.
  • [53] Ibíd., pp. 113-114.
  • [54] Ibíd., p. 115.
  • [55] Ibíd., p. 116.

 

Bibliografía

  1. Córdova, Arnaldo. Gramsci: La Cultura y los intelectuales, la jornada semanal, número 985, 19-01-2014.
  2. Covarrubias Villa, Francisco: La teorización de procesos históricos sociales: volición, ontología y cognición científica, ed. UPN: México; 1995, 361 pp.
  3. Gramsci, Antonio, Los intelectuales y La organización de la cultura, recopilación tomada de www.gramsci.org.ar., abril 2006, 114 pp.
  4. Fernández-Enguita, Mariano. Marxismo y Sociología de la educación, ed. AKAL: Madrid; 1986, 513 pp.
  5. Marx, Carl-Engels Federico. La ideología alemana, ed. Grijalbo: Barcelona; 1974, 752 pp.
  6. Marx, Carl-Engels Federico. Manifiesto Comunista. Disponible en la dirección: http://teketen.com/liburutegia/Manifiesto_comunista-Marx_Engles.pdf
  7. Melchor Mateos, Lundy y Jaime Melchor Aguilar. Una propuesta política- educativa ignorada. La obra de Antonio Gramsci. Revista Desencuentros año 2008, 96-117 pp.
  8. Villoro, Luis, El concepto de ideología. Disponible en la dirección:
  9. https://cideargumentaciones.files.wordpress.com/2013/08/villoro-l-sf-del-concepto-de-ideologc3ada.pdf
  10. Gabriel Vargas Lozano. En torno a la obra de Adolfo Sánchez Vázquez (Filosofía, Ética, Estética y Política), ed. Océano: Barcelona, 578 pp.

Datos para citar este artículo:

Martha Barrios Guzmán. (2017). Marxismo y educación. Revista Vinculando, 15(1). https://vinculando.org/articulos/marxismo-y-educacion.html

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Comentarios

  1. Oscar Manzanarez dice

    7 Ago, 2018 en 10:10 pm

    La educación universitaria venezolana requiere una transformación urgente, en virtud del proceso de emancipación del neo-colonialismo que nos requiere la patria en estos tiempos. En este sentido expreso la necesidad de revisar las propuestas teóricas revolucionarias para establecer una educación liberadora; y la de establecer vínculos para la investigación y creación de propuestas educativas afines a tal fin.
    Siento que nos acercamos cada vez mas a la libertad a pesar de las dificultades, y que el imperialismo muestra grandes debilidades en este tiempo, es hora de la unidad revolucionaria de los pueblos de nuestra América. gracias por el articulo estamos luchando contra la deserción estudiantil universitaria.

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