La persona que decidí entrevistar forma parte de los personajes con los que uno se encuentra cuando abre bien los ojos y recorre la mirada por su entorno. Juan Carlos, promotor de un antojito típico de su natal Bolivia, llamados salteñas, suele venderlas en la Facultad De Ciencias Políticas de y Sociales de la UNAM los viernes al medio día. Fue la curiosidad la que me llevó a probar el producto que vendía y de paso entablar conversación con tan enigmático sujeto. Juan Carlos, extranjero, que habla varios idiomas, con 3 carreras truncas, que había vivido en varios países y que ahora se encontraba vendiendo salteñas a 12 pesos con 50 centavos es sin duda un sujeto de interés.
Lo que comenzó en intensión como entrevista, se convirtió en una charla, y posteriormente más que en una charla en una exposición de la vida de mi interlocutor y su servidor como un simple oyente.
Eran alrededor de las 11:30 cuando caminaba por la entrada principal a la Facultad de Filosofía, era ahí donde me tenía que encontrar con Juan Carlos, y efectivamente se encontraba parado en la parte central del pasillo que te da acceso al edificio más cercano, volteaba para todas partes, como si quisiera suplicar a cada persona que pasaba que probara su producto.
Al llegar con él y estrecharle la mano, abrí la entrevista con la pregunta más elemental que pude haber hecho:
-¿Quién es Juan Carlos?
Mi entrevistado se tomó algunos minutos para contestar, quien iba a decir que con esta simple pregunta prácticamente estaría formulando la mayor parte de la entrevista. A partir de aquí me narraría todo lo que había sido su vida.
Al principio se mostró un poco reacio a responder, al parecer se encontraba algo nervioso, ya que en varias ocasiones preguntó el por qué de la entrevista, a lo que simplemente le respondía, quiero hacer una semblanza de su vida.
Después de insistir un poco por fin me dijo que su nombre era Juan Carlos Mendoza, que nació en La Paz Bolivia, en el departamento de Yamacap de tan solo 1000 habitantes, donde se daba la mezcla cultural entre los yungas, descendientes de los Incas, esclavos negros traídos durante la colonia y mestizos.
Según me comentaba esta zona era rica en lo que se refiere a minería y cultivo de cítricos, y que alguna vez fue la ruta por la que huyeron los sobrevivientes del imperio inca al darse la conquista.
Es justo aquí cuando surge la primera de las interrupciones; se acerca un estudiante de filosofía a pedir una salteña de pollo:
-Como esta mi "Juanca"
-Muy bien hermano.
-Como ve al Cruz Azul y al Atlante.
-Sí, es una lástima por los Pumas.
-Ya le había dicho que no iban a pasar.
-Bueno todavía me queda el Cruz Azul.
-A quien le va para la final.
-Pues a quien más, a la máquina.
-haha "Va salir campeón el Atlante.- le dijo mientras se alejaba con paso firme y una salteña a medio comer en la mano".
Fue el mismo Juan Carlos el que retomaría el hilo de la entrevista, continuó diciendo que en este poblado donde nació casi no se hablaba el español sino un dialecto llamado "aimara".
-¿Sabe hablar aimara?, Juan Carlos- le pregunté.
-Por supuesto.
-¿Podría decirme alguna palabra?
–Comisaraqui, que significa como has estado.
Me dijo que el hecho de que casi no se hablara español en su pueblo natal, fue un verdadero problema, aunado a la muy deficiente educación primaria que tuvo en este mismo departamento. Esto fue lo que lo motivó a ingresar a un internado salesiano en la capital, La Paz, gracias a una beca conseguida por un hermano suyo que trabajaba ahí. Para 1974 salió del bachiller siendo la Primera generación de preparatoria de la ciudad. Después tendría que hacer el servicio militar obligatorio, en un lugar cerca del lago Titicaca.
Al finalizar esta dura experiencia, me dijo que hizo el examen de ingreso a la Universidad de San Antonio, ahí mismo en Bolivia, para la carrera de medicina.
Fue entonces que se detuvo algunos segundo en su narración y por vez primera en el poco tiempo que lo conozco sacó un cigarrillo y se puso a fumar, tenía una mirada imperturbable, sin embargo por el movimiento de las manos, de los pies y por el hecho de que estaba fumando, intuí que algo había sucedido durante esta época que lo marcó profundamente.
Y así fue, muere su padre, un administrador de la Comisión de Agua de Bolivia, justo cuando estaba intentado acceder a la universidad. Y por si fuera poco Juan José Torres es derrocado del gobierno de Bolivia debido a su ideología de corte socialista, y se impone la dictadura; ésta clausuró el año escolar en las universidades ya que fue en ellas donde se dio la principal resistencia al nuevo gobierno.
Entonces le pregunté:
-¿Cómo afectó este cambio político-social en la vida cotidiana de la gente?
-Pues veras, ya no podíamos salir a partir de cierta hora, había toque de queda y además no podíamos estar más de 2 personas juntas en la calle, era demasiada la opresión.
-¿Entonces que hizo?
-Fui a dejar mis papeles a la embajada mexicana, por recomendación de un amigo, ya que tenía el promedio necesario para ingresar en la UNAM.
-¿Cuánto tenía de promedio?-Le pregunte con una sonrisa cómplice en el rostro.
Muy serio Juan Carlos me dijo: -El equivalente a 8 en México, más o menos, es que la forma de calificar en Bolivia es diferente por los sistemas de educación que se tenían en aquella época.
Me comentó que recibió respuesta en 2 semanas y que para la tercera ya estaba viajando con dirección al D.F.
-¿Cuál fue su primera impresión al llegar a capital de nuestro país? Pregunté.
-Inmediatamente que bajé del avión ya me quería regresar. Con decirte que estuve 2 horas sentado en mis maletas pensando sobre lo que iba a hacer ante este monstro de ciudad.
-¿Conocía algo de México?
-Solo lo que se veía a través de películas.
-¿Cuáles películas?
-Las de Pedro Infante y las de El Santo principalmente. Y también conocía México por revistas como las de "Memín Pinguín", y todas esas revistas que dicen que son de segunda.
-Pero que te da una visión a grandes rasgos de lo que es México. Contesté
-Pero muy a grandes rasgos; el D.F. no es como los lugares que te pintan en las películas de Pedro Infante.
"Juanca" había llegado casi sin dinero a nuestro país, se dirigió a una agencia de viajes y ahí más o menos lo orientaron y le consiguieron un lugar donde vivir, además tenía prisa ya que en tres días, era viernes, tenía que hacer sus trámites de inscripción para la UNAM.
Dentro de los cambios de vivir en una ciudad chica como Bolivia, y que incluso un servidor ha sufrido al ser de provincia, fueron las distancias:
-La Paz la atravesaba en menos de media hora, ahora en esta ciudad…, es más déjame te cuento dos anécdotas de mis primeros días. Repuso.
-Por favor. Respondí asintiendo con la cabeza.
-Mi casa estaba en Insurgentes y una de las primeras cosas que hice al llegar es comprarme un mapa de la ciudad. Bueno en el mapa parecía muy corto el camino a C.U. Así que decidí irme caminando, también por miedo a perderme. ¡Hice más de tres horas en llegar!- dijo algo exaltado mientras yo sonreía, y agregó:
-No y déjame decirte que cuando llegué por fin, no había desayunado, así que decidí ir a comer algo. Tenía ganas de un sándwich y me forme en una fila que daba a un establecimiento donde los vendían. Al llegar con el vendedor me preguntó que de que iba a querer la torta, le respondí que yo no quería torta sino un sándwich, a lo que él me respondió que ahí solo vendían tortas.-
Creo que mi compañero boliviano notó que hacía una cara de extrañeza ante dicha situación a lo que el agregó.
-Lo que pasa hermano es que en Bolivia lo que ustedes conocen como tortas, nosotros las conocemos como sándwich; y las tortas son los pasteles.- ante esto no pude contener una risa irónica que secundó el mismo protagonista de dicho evento.
Le pregunté acerca de su primera opinión de la UNAM y respondió: -Muy impresionante. A pesar del subdesarrollo de México, la infraestructura y la educación estaban a años luz de lo que estaba en Bolivia.
Le pregunté también sobre algún otro lugar de la república mexicana que hubiera visitado y asintiendo con la cabeza mencionó estados como Puebla, León, Zacatecas, Querétaro, del que es un servidor y que al enterarse me dijo que era un lugar muy bonito donde había una gran comunidad de estudiantes bolivianos, y donde también acostumbraba pasar las fiestas navideñas.
-Pero sabes que fue lo que más me impactó, de todos los lugares que visité.- dijo con un tono muy soñador en su voz- El Mar. En Bolivia solo tenemos el lago Tiquicaca, y aquí ustedes tienen una infinidad de playas.
-¿Qué playas conoce?- le pregunté casi inmediatamente.
-Mazatlán, Puerto Vallarta, Acapulco, Veracruz.
-¿Y cuál es la que más le ha gustado?
-Puerto Vallarta. Aunque aún me faltan por conocer todas esas playas que se encuentran en la parte del Caribe mexicano.
-Y hablando de México. ¿Qué fue lo que más le gustó del país cuando llegó?
-La gente tan hospitalaria y la gran riqueza cultural. Porque yo antes era un purista de la cultura boliviana, pero con mis viajes aprendí que no hay culturas ni más buenas ni más malas solo diferentes. Y que la cultura de Bolivia tenía algunas similitudes con la de México.
-¿Le gusta la música?
-Me encanta.
-¿De qué estilo?
-Los mariachis, la música antigua, la yucateca, la trova.
-Bueno, retomando su viaje después ¿Qué pasó?
Estudié administración de empresas hasta el septimo semestre, pero me di cuenta que ya sabía lo que necesitaba así que la deje y me metí en la UAM de Iztapalapa, a estudiar administración pública, pero se perdieron mis papeles antes de graduarme. Después entré a estudiar restaurantería y hoteleria en la colonia Roma solo que por el tema de mi tesis no me dejaron graduarme.
-¿De que trataba?
-Hice mi tesis sobre el turismo popular, sobre los polos de desarrollo turístico, donde sólo se concentra en atraer gente y sacarles todo el dinero. Además mostraba las marcadas diferencias entre ricos y pobres que es muy evidente en todas estas zonas hoteleras en las playas, y que es algo de lo que me di cuenta al ir a Acapulco.
-Y después ¿que sucedió?
Fue entonces cuando sacó otro cigarro, señal de que había recordado algún otro evento desagradable, y en efecto así fue. En Bolivia fallece su madre en 1987, quise evitar pedirle detalles de ese tema y mejor le pregunté acerca de lo que ocurrió después.
Afirmó que había estado en México desde agosto de 1976 y que ya habían transcurrido 11 años. Le pregunté también que si había conocido a alguna mujer, con lo que se limitó a asentir con la cabeza. Heréndida era el nombre de su esposa, era de ascendencia sueca y nietas de Don Gilberto Bosques, un revolucionario que fungió como diplomático durante la época cardenista.
También agregó que en vísperas del fallecimiento de su madre nace su primera hija, de nombre Natalia, por lo que se tuvo que replantear su futuro:
-Ella (su esposa) quería conocer Suecia y gracias a algunos contactos pudimos mudarnos y estuvimos 5 años en aquel país. Y repito de esto lo que aprendí fue que no hay culturas buenas y malas solo diferentes.
-¿Aprendió sueco?
-Aprendí sueco en 6 meses, tuve muchos problemas con la pronunciación, aunque mi hija habla perfectamente sueco.
-¿Y durante toda esta etapa a qué se dedicó?
-Estuve trabajando en un restaurante 5 estrellas como ayudante y luego como cocinero.
-¿Le gusta cocinar?
-Me encanta, tuve un maestro francés que me enseñó. Ah y también estuve en Londres 8 meses en un restaurante japonés. Aunque de todo esto me di cuenta que la mayor libertad la tuve en el D.F.- y después dijo una de las frases que más me gustaron de toda la entrevista:
-Lo interesante del D.F. es que puedes estar en el fuego y no quemarte.
Luego de un breve lapso de silencio le pregunté:
-Entonces si le iba bien, ¿por qué irse?
-No queria regresar a Bolivia, tuvimos que decidir entre quedarnos dedfinitivamente en Suecia o regresar a Bolivia o a México. Además Natalia ya contaba con 5 años, estaba por ingresar a la primaria y no iba a ser justo para ella cambiarnos una vez que ya se sintiera sueca. Y es por eso que decidimos por ir a Bolivia.
-¿A su esposa le gustó Bolivia?
-Le gustó Bolivia después de un rato, sobretodo cuando se acostumbró al clima y al acento de la gente.
Durante estos años nace Valeria, su segunda hija, en Bolivia. Sin embargo Heréndida quería regresar con su familia y Natalia queria estudiar en la UNAM.
Así que transcurridos 5 años regresó a México.
-¿Por qué hacer salteñas? Repuse.
-Para poder hacer algo por el gasto, por la falta de una carrera y con todo el problema con los papeles de mi nacionalidad me vi obligado a vender salteñas.
-¿Quién le enseñó a preparas?
-A pesar de ser cocinero no sabía como hacerlas, así que aprendí a hacerlas yo solo, aquí en México.
-¿Por qué eligió este producto?
-Porque es el antojito tipico de mi país.
-Además supongo que por la falta de competencia.-le comenté
-No tanto por la falta de competencias si no para ofrecer algo diferente, es muy laborioso hacerlas, tiene bastantes pasos.- e irónicamente agrega- no se porque es tan popular en Bolivia. Aunque debe de ser porque son fáciles de transportar, que se yo.
-Y ¿cómo las elabora?
-Las hago artesanalmente yo solo, sí, me levanto a las 5 de la mañana a prepararlas y además tuve que adecuar la receta a la altura y a los ingredientes que podía conseguir aquí; otros ingredientes como el agino, un chile boliviano, pido que me lo traigan desde Bolivia.
Para no redundar más el tema de las salteñas y ya que aparentemente no me iba a dar la receta para prepararlas, decidí cambiar de tema.
-¿Qué me puede decir acerca de la UNAM? Le pregunté.
Que tiene unas bases muy sólidas, sobretodo porque ha tenido la certeza de recoger a mucha gente del extranjero y aprovechar lo que podían aportar. Y también considero que la riqueza proviene de todos ese pensamientos alternativos que aquí se generan.
-¿Cómo ve la situación actual de la universidad después de tantos años de estar ligada a ella? ¿Cree que se ha perdido un poco ese espíritu de protesta?
Se ha perdido un poco, todo por culpa de los medios de comunicación, las instituciones y los partidos políticos que han saturado de información a la juventud y ha provocado que los jóvenes estén como adormecidos.
También tiene que ver la forma de vida tan vertiginosa que se lleva en la ciudad, que no te da chance de hacer otras cosas, la falta de tiempo ha perjudicado que se den las movilizaciones que antes se daban, aunque todavía existen.
El problema es que no se les da difusión, y hay muchos distractores como la televisión y el futbol, también el incremento de la inseguridad y los males son tantos que pierdes la capacidad de asombro, de ser solidario con los demás.
Permanecí callado escuchando atentamente mientras que el me decía todo esto.
Al terminar decidí darle un nuevo giro a la conversación y le hice la siguiente pregunta:
-¿Hay algo que le gustaría haber sido?, ¿algún sueño que no pudo realizar?
-Sí.- respondió muy seguro y contrario a lo que esperaba con una sonrisa en el rostro.- Me hubiera encantado ser entrenador de futbol profesional.
-¿De algún equipo en específico? Cuestioné.
-De cualquiera que fuera profesional o de la selección boliviana.
-¿Hizo el intento por lograrlo?
-Realmente no, aunque entrené a algunos equipos de niños hace algunos años.
-¿Y por qué quería ser entrenador?
-Porque para mí el futbol no es solo un deporte, si no es una estrategia, un reflejo de la situación socioeconómica del país. Es algo que le da la oportunidad a todos, independientemente del estatus socioeconómico, y cualquiera puede ser participe de él.
Mientras decía todo lo anterior, yo solo asentía con la cabeza, dándole a entender que concordaba con su visión de este deporte.
-Es uno de los deportes mas parejos, desde el más pobre hasta el más rico puede opinar sobre lo mismo, y también implica muchos ámbitos, como el psicológico y el cultural. Estoy convencido de que el fútbol es un reflejo de la cultura de cada país.- agregó.
-¿Bueno y tiene alguna formación favorita?
-Mi formación favorita es la 4-3-3
-¿Por qué?
-Porque tienes a cuatro para impedir el gol, 3 para retener el balón y darle circulación y otros 3 para definir. Es una de las formaciones más equitativas. Pero para que funcione bien tienes que tener una buena prepatracion física.
Justo cuando terminaba de comentar las ventajas que tenía el 4-3-3 como formación surgió la segunda interrupción, esta vez fue una pareja de jóvenes. Parecían conocer a Juan Carlos desde hace tiempo, escuchando me enteré que el joven cantaba y bailaba música boliviana y la chica flamenco. Esto al parecer lo puso de muy buen humor.
Me sorprendió oír a uno de los chicos comentar que quería que Juan Carlos participara en una sesión de baile y canto boliviano, además de hacer una mezcla entre flamenco, bailes mexicanos y bailes bolivianos.
Una vez que se retiraron le pregunté rápidamente si le gustaba bailar:
-Me encanta, de hecho cuando era estudiante formé parte de un grupo de difusión cultural de mi país con otros bolivianos.
Una vez más tuve que retomar la secuencia de la entrevista.
-¿Tiene algún proyecto en mente?- pregunté.
-Quiero poner una salteñería, que sea la más grande.
-En algún lugar específico- repuse.
-Sí, en Coyoacan, es que necesito un lugar físico para poder sacar adelante este negocio.-
Y agregó que:
-También quisiera presentarme en algún teatro con un proyecto que tengo en mente de danza y cultura boliviana.
-òltima pregunta, Si pudiera cambiar algo de su pasado ¿que sería?
-Lo único que cambiaría sería mi formación escolar básica, el problema de la educación y en general la raíz de mucho de los problemas en todas partes del mundo, es la mala formación básica, la falta de apoyo en la autoestima de los estudiantes cuando son niños. Eso sería lo único que cambiaría si pudiera.-
Terminando de decir esto le estreche la mano y le agradecí por brindarme un poco de su tiempo, a lo que el respondió de igual manera, y muy alegre me dijo que nos veíamos en mi facultad como de costumbre el viernes.
Concluiré esta entrevista diciendo:
"Nunca sabes cuándo las sorpresas pueden provenir de las personas que menos lo esperas, hasta que hablas con una de ellas".
Datos para citar este artículo:
Revista Vinculando. (2009). Universidad: cruce de caminos. Revista Vinculando. https://vinculando.org/articulos/sociedad_america_latina/universidad_cruce_de_caminos.html
Gustavo Mendoza Tomasis dice
Buena entrevista primo. Es interesante saber como nos ven los demás, para poder entendernos mejor.