De acuerdo con Gustavo Gordillo de Anda, analizar las experiencias de diversas empresas sociales y el funcionamiento del mercado lleva a proponer una forma de intervención distinta a la regulación estatal o a la sola acción de la oferta y la demanda. Esta puede orientarse hacia una intervención de carácter social cuyo objetivo principal de sus actividades económicas sean la defensa ecológica, la generación de empleos, la elevación del nivel de vida de sus agremiados y el control de sus procesos de producción en general.
Un análisis de viabilidad para la antedicha intervención de empresas sociales en el mercado debería tomar en cuenta las siguientes limitantes que reducen la competitividad y, en consecuencia, el potencial de sobrevivencia de un proyecto autogestivo:
El principio de participación aumenta no sólo los costos organizativos directos (para reuniones, asambleas, etc.) sino también los indirectos, en cuanto los procesos de toma de decisión tardan más, lo cual puede causar considerables pérdidas de ingresos potenciales (por ejemplo al no aprovechar oportunamente posibles mercados o inversiones hechas) o atrasar la reducción de costos evitables.
La necesidad de llevar las cuentas claras incrementa los costos administrativos, principalmente en comparación con pequeñas empresas de particulares (como las de intermediarios) que en su mayoría no llevan una contabilidad. Pero también en el caso de proyectos mayores, los costos administrativos pueden ser más altos que en empresas privadas comparables, porque hay poca tecnología apropiada a este respecto.
Según el tamaño y la complejidad del proyecto, los costos de aprendizaje y capacitación directos e indirectos varían. Generalmente, para recuperar las desventajas estructurales de los grupos populares en cuanto a educación general y conocimientos administrativos y técnico productivos, se necesitan inversiones considerables y a mayor plazo. Cabe mencionar también la fuerte incidencia de los costos indirectos causados por inexperiencia y errores cometidos en las primeras etapas de los proyectos autogestivos. [1]
Además de los costos anteriores, también es importante comparar la autonomía de la organización derivada del tipo de financiamiento que se adquiera. Así, Dieter Paas sostiene que una organización autogestiva que no recibe ningún financiamiento externo o que lo recibe bajo condiciones comerciales, tendrá mayores dificultades para sostenerse económicamente, aunque al mismo tiempo podría mantener un mayor grado de independencia de agencias externas. Por otro lado, un financiamiento externo amplio y blando (como en el caso de una donación) favorece el funcionamiento de la empresa social, pero crea grandes peligros de dependencia e injerencia de parte de la institución que otorga el crédito o donación.
Aquí la autonomía en la toma de decisiones se refiere a la mayor o menor capacidad de los socios de una organización para decidir, endógenamente, la estrategia de desarrollo, los proyectos de inversión, la gestión y asignación de recursos y uso del excedente generado. Si bien la autonomía está limitada por un conjunto de factores exógenos como son la influencia de partidos políticos, de organismos gubernamentales o no gubernamentales y de los mercados, el elemento decisivo para garantizar la autonomía es endógeno y se relaciona con tres áreas básicas: financiera, comercial y de asistencia técnica. [2]
[1] Dieter Paas; “Introducción al tema”, en Bernardino Mata et al.; op. cit.; págs. 11-12; énfasis del autor
[2] Gustavo Gordillo de Anda; op. cit.; pág. 76.
Datos para citar este artículo:
Francisco Aguirre. (2005). 2.3 Características económicas de las empresas sociales. Revista Vinculando, 3(2). https://vinculando.org/comerciojusto/cafe_mexico/caracteristicas_economicas_empresa_social.html
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