Frente a las condiciones de vida de los cafeticultores que fueron expuestas en el primer capítulo, en gran parte causadas por las condiciones estructurales de producción y comercialización del café en México y el mundo, encontramos que las empresas sociales han sido una de las pocas alternativas con las que los cafeticultores cuentan para enfrentar esa situación.
En visitas de campo a la Sierra de Zongolica en los meses de julio o diciembre entre 1995 y 2000, se encontró que las comunidades cafetaleras no organizadas presentan grados de pobreza muy altos, además de que los pocos programas gubernamentales que llegan hasta ellas, por sus montos, sólo sirven para satisfacer parcialmente sus necesidades más inmediatas. Por otra parte, muchos habitantes de dichos lugares tienen como una costumbre el tomar bebidas alcohólicas con cierta frecuencia, lo que disminuye los ingresos que una familia puede destinar a la alimentación y reduce el tiempo que se dedica a trabajar dentro de las parcelas para las labores culturales.
Esta situación se agravó todavía más debido a que esta región padece de sequías ocasionales, lo que en 1999 provocó la muerte de una parte importante de los cafetos arábigos, principal cultivo de la región. Junto a los factores climáticos, el poco trabajo realizado en los cafetales ha facilitado la proliferación de una plaga del café llamada Broca, que es un pequeño escarabajo que se alimenta del grano del café, lo cual disminuye la producción.
Contrario a esta situación, se observó que en las comunidades donde existen organizaciones locales, como en Cuetzalan, Puebla o en Tapachula, Chiapas, la pobreza no se presentaba con tanta fuerza ni en toda la comunidad, gracias a la implementación de distintos programas y proyectos que se canalizaban a través de las propias organizaciones.
En este sentido Frans VanderHoff de la organización UCIRI afirma que varios de sus programas estaban directamente encaminados a reducir la dependencia exclusiva del cultivo del café, como es el caso con la producción y comercialización de cultivos alternativos y de autoconsumo en comunidades cercanas a Ixtepec Oaxaca, como la vainilla, hortalizas, fabricación de mermeladas e incluso la fabricación de ropa.
Aunado a esto, en zonas donde existen arraigadas tradiciones indígenas, como en el municipio de Cuetzalan, se ha fomentado la producción de artesanías y la cría de ganado menor para su venta y consumo local. Otra rama importante de las actividades de las empresas sociales dentro de las comunidades tiene que ver con programas de mejoramiento de las viviendas apoyados por instancias estatales o federales, por ejemplo poniendo pisos de cemento o con la construcción de escuelas y clínicas rurales, donde el gobierno ponía un porcentaje de los recursos económicos y técnicos y los beneficiarios aportaban trabajo y capital.
Esta situación permite observar que las organizaciones autónomas no pueden operar sin ningún tipo de relación con el Estado y sus dependencias debido a que es éste el que planea la distribución y uso de la tierra; regula tanto el precio de los alimentos básicos como sus canales de comercialización; edifica infraestructura (caminos, electricidad, clínicas y tiendas de consumo popular, etc.); y produce y subsidia algunos insumos agrícolas básicos (fertilizantes y semillas).[1]
Finalmente existe otro tipo de programas que fortalecen a los miembros de la organización de una manera más directa que los anteriores. Nos referimos a los programas para crear conciencia organizativa y de grupo, lo que ha sido trabajado y promovido en Tapachula bajo el nombre de “Trabajo Común Organizado” (TCO) y que tiene sus fundamentos dentro de la doctrina Cristiana inspirada en el Concilio Vaticano II[2], pero también en los usos y costumbres ancestrales de ayuda mutua como el tequio[3]. El TCO postula la importancia del trabajo en grupo, de la solidaridad y el valor de sus antiguas tradiciones y cultura, que comienzan conservar sus lenguas maternas, su vestimenta, su comida, etcétera.
[1] Gonzalo Piñón Jiménez, op. cit.; pág. 24 traducción propia
[2] Para ampliar este tema puede consultarse: Centro de Agroecología San Francisco de Asís; Trabajo Común Organizado; Centro de Agroecología San Francisco de Asís, A.C.; Motozintla, Chiapas; 1996.
[3] Práctica que lleva a los miembros de la comunidad a trabajar en conjunto para realizar obras en beneficio propio, por ejemplo con la construcción de caminos rurales o limpiando las parcelas de cada persona involucrada.
Datos para citar este artículo:
Francisco Aguirre. (2005). 2.5 Características sociales de las empresas sociales en México. Revista Vinculando, 3(2). https://vinculando.org/comerciojusto/cafe_mexico/caracteristicas_sociales_empresa_social.html
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