La crisis agrícola
Después de la Revolución mexicana, la reforma agraria permitió la redistribución de un número importante de tierras bajo la forma de ejidos. Con este sistema, los agricultores tenían la libertad de elegir sus cultivos.
Es interesante como, entre 1930 y 1960, México fue autosuficiente en materia de producción de agrícola. Sin embargo, la crisis acabó con el dinamismo de este sector. En efecto, las políticas económicas subsiguientes alentaron principalmente la agricultura de exportación y el uso de las tierras para el pastoreo. Esta estrategia provocó serios desequilibrios en la distribución de los recursos, el desempleo y el empobrecimiento de la tierra.
Por otro lado, la adquisición de créditos públicos por parte de los grandes propietarios favoreció el abaratamiento de los costos a expensas de los pequeños productores, quienes no tienen acceso a los avances tecnológicos. Los cultivos de exportación, como el café, tomaron entonces mucha importancia, al tiempo que se dejaba de lado la agricultura de subsistencia. Finalmente, la apertura comercial significó el fin de los subsidios y la desgracia de muchos pequeños productores.
México es el clásico ejemplo de un país que promueve el crecimiento agrícola sin desarrollo social. En el caso particular de Chiapas, los efectos de las malas políticas agrícolas son aún más marcados.
Por otro lado, a pesar de la gran capacidad hidráulica en la región, prevalece la agricultura de estación. Sólo cerca del 4% del total de las hectáreas tiene sistema de irrigación. Sobre decir que muchas de las superficies no irrigadas están dedicadas al cultivo del café, que representa la única fuente de ingresos de muchos productores. De hecho, el área destinada a este cultivo ha aumentado en un 37% en los últimos años y su producción en 19%, mientras que el valor del café ha disminuido en 12% (Montemayor 2000).
Según los términos de Howard y Homer-Dixon (1996), la historia de Chiapas es la historia de la captación de recursos y de la marginalización ambiental. El primer término se refiere a la apropiación de recursos por parte de las élites. La marginalización ambiental aparece con la explosión demográfica y con la distribución desigual de las tierras. Esto se debe, en parte, a que los antiguos empleados de las fincas o los productores desplazados emigran hacia zonas ecológicamente frágiles.
Harvey (2001) presenta un cuadro muy completo de la lucha por la biodiversidad en las zonas de las reservas ecológicas en Chiapas. El argumento central de Harvey es que el desarrollo capitalista, en el contexto de la transformación global, tiene implicaciones directas sobre el desarrollo de los pueblos indígenas. En esta situación de apertura económica, las grandes compañías que tienen el poder monopolizan el acceso a los recursos, y en muchas ocasiones dañan el medio ambiente.
El ejemplo que presenta este autor es el de las industrias farmacéutica y alimenticia (Novartis, Monsato y Merck corporations, Glaxo/Wellcome). Harvey muestra también el papel desempeñado por el gobierno federal, por la ONG Conservación Internacional, por un grupo de empresarios mexicanos y finalmente, por algunas comunidades indígenas. El fin de este texto no es de hacer un recuento de los daños al medio ambiente ni de la lucha por la biodiversidad, por lo que no es pertinente profundizar más en este tema. Sin embargo, es interesante la lectura del artículo de Harvey, cuya referencia aparece en la bibliografía.
El café en México
El mercado de café es en sí mismo muy inestable y se caracteriza por sus relaciones comerciales desiguales. Cuatro grandes compañías controlan cerca del 70% de la comercialización: Phillip Morris, Nestlé, Sara Lee y Procter and Gamble. En este contexto, los pequeños productores quedan excluidos de los beneficios del comercio y en general no retienen más que el 9% del precio final (Hudson y Hudson 2003). El café se produce en más de 50 países, siendo Brasil, Colombia, Vietnam y México los productores más importantes. Para la mayoría de estos países, el café representa una entrada importante de divisas. Los principales importadores son Estados Unidos (28%), Alemania (18%), Japón, Francia e Italia.
Con la eliminación de las cuotas en el mercado internacional en 1989 y la sobreproducción, el precio del café cayó dramáticamente. Lo anterior se tradujo en una baja del nivel de vida de los campesinos, en migración, en abandono de las tierras y en desempleo. A pesar de algunos periodos de estabilización, el precio no ha dejado de deteriorarse desde 1999, para llegar a un mínimo de 0.50$ US por libra, mientras que el costo de producción se calcula en 0.70$ US (Hudson 2003).
En el caso de México, el café es una variable muy importante en la ecuación política, particularmente en Chiapas, que es el primer productor en el ámbito nacional (26% del total de productores). En efecto, las interacciones sociales entre los diferentes grupos involucrados en su producción tienen un impacto muy importante, sobre todo en el uso que se le da a la tierra. Las diferentes organizaciones sociales, los productores y las élites políticas, así como el conjunto de valores de la región, han dado forma a la producción cafetalera en Chiapas. Por ello, es fácil observar como el café juega un papel central en la vida de los campesinos. Cabe señalar que, en un esfuerzo de apoyar la producción de café, el gobierno creó el Instituto Mexicano del Café (INMECAFE) en los años 60. Esta organización debía apoyar tanto a nivel de la infraestructura como del financiamiento. Desgraciadamente, los problemas de organización interna del INMECAFE limitaron el impacto positivo. El INMECAFE terminó por desaparecer en el marco de la reestructuración económica de los años 80 y 90 en México.
Existen una serie de factores a tomar en consideración en el estudio del café en México: 87% de los productores viven marginalizados y en muchas ocasiones se ven forzados a dejar sus tierras; la comunicación entre las comunidades y los centros urbanos es difícil, tanto por las características geográficas mismas como por la falta de caminos y carreteras; la tasa de analfabetismo es muy alta y el grado de escolarización es muy bajo; la mayoría de los cafetales necesitan ser rehabilitados; en muchas ocasiones, los procedimientos usados para el cultivo son poco eficientes; los productores que no poseen tierra suficiente se ven obligados a vender su café a intermediarios (coyotes), quienes ofrecen precios muy bajos. Actualmente, el café representa cerca del 14% de las exportaciones totales y aproximadamente el 80% se va hacia Estados Unidos. 94% de este café se exporta verde, es decir, sin ser procesado o tostado. Sin embargo, no todo el panorama es tan negro. Desde hace algunos años se han empezado a fraguar algunas opciones que parecen garantizar la supervivencia de los pequeños productores. Entre ellas están el café orgánico y el café justo. Para dar un ejemplo, las exportaciones de café orgánico pasaron de 1.1% entre 1995 y 1996 a 3.9% entre 1999 y 2000.
El café orgánico
El gobierno ha intentado alentar la producción orgánica, así como otras opciones de desarrollo de los cafeticultores. Después de la desaparición del INMECAFE, el gobierno trató de implantar una serie de medidas para fomentar la producción. Sin embargo, la mayoría de los programas sufrían de algunas deficiencias. Por ejemplo, el gobierno federal puso en marcha el programa nacional de solidaridad PRONASOL y creó el Consejo Mexicano del Café en 1993 (CMC). En este Consejo se reunían igualmente algunos delegados de los productores de cuatro estados (Chiapas, Oaxaca, Puebla y Veracruz). Sin embargo, la falta de representatividad real provocó el rechazo de muchos de los involucrados.
En 1996 se creó el programa Alianza para el campo, cuyo objetivo principal era apoyar el desarrollo de instrumentos que permitirían la modernización del sector cafetalero, así como la capitalización de los productores. La idea de base era alentar las actividades de transformación de la producción primaria con el fin de generar un valor agregado. El programa funcionó en un primer momento, sin embargo, la crisis de los precios del café no le ayudó para seguir en marcha. Un nuevo programa fue puesto en marcha en el 2001, con la idea de fomentar el desarrollo rural mediante la promoción de proyectos de inversión y el refuerzo de las capacidades organizativas. Algunos esfuerzos específicos se dirigieron hacia el café orgánico, sobre todo para ayudar a la transición en sus inicios. Dicho programa representó algunos avances importantes en cuanto al mejoramiento de la producción. En efecto, durante el 2001 se financiaron 11965 despulpadoras (sin embargo, sólo 4% de los productores se beneficiaron). Esto permitió que los productores realizaran la primera etapa de transformación del café, además de que los productores pueden conservar el café por más tiempo y venderlo cuando les sea más conveniente. Otra parte del presupuesto se destinó a la adquisición de más maquinaria y a proyectos de comercialización directa por parte de los productores. También se lanzó una campaña de promoción del café mexicano mediante la participación en ferias nacionales e internacionales donde se presenta el café orgánico y de alta calidad; la participación en eventos de difusión cultural; la creación de talleres de degustación de café y la promoción del mercado nacional.
Sin embargo, una vez más, los menos beneficiados son quienes más lo necesitan. Los programas no han alcanzado a la mayoría de los pequeños productores. Esto se explica, en parte, por su dispersión y por la falta de organización. Los pequeños productores que tienen menos de dos hectáreas tienen, además, que competir de manera desigual por el financiamiento. Por otro lado, muchos de ellos ni siquiera saben de la existencia misma de estos programas o en caso de saberlo, son incapaces de seguir con los procedimientos burocráticos. Los casos más exitosos los representan las organizaciones que estaban ya consolidadas.
Según Bray et al. (2002), el café orgánico es el resultado de una serie de transformaciones institucionales que incluyen el proceso de migración y de colonización de la selva Lacandona, la evolución de la política pública mexicana con respecto a la producción y la comercialización del café, las fluctuaciones del mercado internacional y la intervención de terceros actores. La primera expansión de la producción, entre 1970 y 1992, coincide con la expansión y el auge de la colonización de la selva. Durante esta época, muchos productores emigraron hacia las regiones tropicales, poco favorables para producir café de calidad. A pesar del peligro que esto podría representar para el ya frágil equilibrio ecológico, parece ser que un gran número de los productores respetó el medio ambiente usado métodos "rústicos"? de agricultura.
Por otro lado, con la desaparición del INMECAFE, los agricultores tuvieron que hacer frente a la crisis y revisar sus capacidades organizacionales. En un contexto de competencia y de falta de financiamiento, se vieron forzados a volverse más eficientes y a mejorar la calidad del café. Muchos de ellos crearon cooperativas y se involucraron en redes más amplias, como la Confederación Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), hacia fines de los años 80. Sin embargo, el café orgánico, como se le conoce hoy, acompañado de un proceso de certificación, fue introducido en México junto con el comercio justo en Oaxaca en 1989. Unos años más tarde, una cooperativa chiapaneca, la ISMAM, decidió incursionar en este tipo de cultivo. Esta estrategia fue a su vez adoptada por otras cooperativas ya existentes, mientras que se creaban algunas nuevas. Para muchas de ellas, la introducción del café justo y orgánico ha sido vital para sobrellevar la crisis.
Asimismo, la necesidad de encontrar nuevos nichos en el mercado condujo también hacia importantes transformaciones de la producción y de la organización, en las que se incluye el mejoramiento de la calidad del café. En algunas ocasiones, el esfuerzo ha sido muy grande, ya que muchos de los productores no cuentan mas que con ellos mismos. La asistencia técnica, por ejemplo, se lleva a cabo de productor a productor, es decir, mediante el intercambio de conocimientos. En ocasiones, algunos actores como la Iglesia, las ONG y el gobierno han dado apoyo financiero. Sin embargo, a ojos de Bray et al., es el capital social el que permitió la puesta en marcha de verdaderas redes de apoyo, y sobre todo, el éxito de la empresa. El café orgánico, en este sentido, forma parte d
e una estrategia más amplia que implica el refuerzo de las capacidades organizacionales y administrativas de los pequeños productores. Igualmente, los beneficios sobre el medio ambiente son considerables. Esta técnica de cultivo se está empezando a usar para otros productos como el maíz, por ejemplo. De cualquier manera, aún falta mucho camino por recorrer y se deben tomar en cuenta algunos factores: a pesar de la ayuda obtenida por los diferentes actores, en muchas ocasiones los costos siguen excediendo los recursos disponibles. Por otro lado, el mercado europeo, que es el principal promotor del café justo y orgánico, empezó a imponer cuotas de exportación. Esto cual impide a los productores vender todo su café orgánico.
Datos para citar este artículo:
Ana Isabel Otero Rance. (2005). 1.2 La producción de café. Revista Vinculando, 3(2). https://vinculando.org/comerciojusto/mexico_chiapas/produccion_cafe.html
Paula Gutiérrez dice
Hola!
Mi nombre es Paula Gutierrez, soy de Tapachula, Chiapas.
Estudio la carrera de Negocios Internacionales y actualmente estoy realizando un investigación acerca
de como implentar un sistema de comercializacion en el cual valoremos la produccion del cafe y asi lograr mayores exportaciones.
He consultado su pagina y me parece que tienen información muy valiosa, pero quisiera saber de que manera puedo obtener literatura del tema que anteriormente les mencione, si ustedes manejan los datos que publican en textos. les agradecería me informaran el costo y la manera de obtenerlos.
Por su antención, de antemano gracias.
Vinculando.org dice
Paula,
Te saludamos para comentarte que puedes encontrar una extensa bibliografía sobre café, su comercialización y sobre comercio justo en las siguientes listas:
* Comercio Justo en Chiapas, México
* Investigación sobre café en México
* Comercio justo como movimiento social (en el caso del café)
La adición de valor al café (y a otros productos) ha sido abordado precisamente a través del comercio justo, pero también con iniciativas orgánicas, ecológicas, socialmente responsables, etcétera. Una de las constantes que encuentras en esos ejemplos tiene que ver con el valor que se ha logrado que el consumidor le atribuya a esos productos, y por ende esté dispuesto a pagar más por el.
En el caso del café, la otra manera de agregarle valor es transformándolo hasta llegar a la venta en taza, en vez de venderlo como materia prima (como es el caso de muchas de las iniciativas anteriores). Ojalá que estos breves puntos te sean de utilidad.
También es importante decir que nosotros no compramos ni vendemos libros u otras fuentes de información, pero puedes conseguir los libros que buscas en las principales librerías del país, pues cuentan con servicio de ventas por internet.
Recibe un cordial saludo.
Antonio Rueda Perez dice
soy alumno del instituto tecnologico superior de la region sierra, perparandome en la carrera de agronomia. el fin es conocer sobre los productos organicos como es el cafe y ser servidor parte del programa.