Desarrollo:
Después de la revolución mexicana, el Partido de la Revolución Nacional, PRN, que más adelante se convirtió en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), basó rápidamente su legitimidad sobre la incorporación del grueso de la población en un proyecto nacional de desarrollo.
De esta manera, las organizaciones corporativistas fungían como pilares del Estado, mientras que las organizaciones independientes eran constantemente reprimidas. Se trató de asimilar a las diferentes comunidades indígenas en un grupo moderno y homogéneo que coincidiera con el proyecto de desarrollo nacional. El modelo mexicano se basó en los supuestos de la época de los 60: un gobierno fuerte e intervensionista y una tasa de crecimiento económico elevada. Sin embargo, este proyecto no funcionó debido a la fragilidad de la estructura sobre la que reposaba el aparato estatal.
Por otro lado, la liberalización económica y la reestructuración del país, de acuerdo a los preceptos neo-liberales, no hicieron más que acentuar las diferencias sociales y marginalizar aún más a las comunidades rurales. Sin embargo, desde que el Estado fue perdiendo paulatinamente el control, poco a poco fueron surgiendo diferentes organizaciones autónomas que dieron lugar a una serie de movilizaciones en favor de la democracia, del respeto de los derechos civiles, del desarrollo económico y de la integridad cultural.
Por otro lado, las condiciones para la creación de capital social en el México rural parecen ser poco propicias debido a la pobreza extrema y la falta de representatividad en el sistema político tanto estatal como nacional. Sin embargo, si observamos el panorama más de cerca, podremos apreciar que el capital social está bastante expandido en las comunidades rurales. Muchas de éstas han logrado reproducir las tradiciones ancestrales de cooperación horizontal, de reciprocidad y de ayuda mutua.
De esta manera, están acostumbradas a tomar las decisiones de manera colectiva. Cabe notar que esto no se da en todas las comunidades indígenas, muchas de ellas adoptaron patrones "modernos"? o bien fueron reprimidas por el Estado. De esta manera, podemos encontrar tanto comunidades muy divididas, como otras muy bien organizadas. Éstas últimas están en la base de movimientos cívicos que promulgan la democracia, la solidaridad y la organización en cooperativas. Chiapas, por su lado, se caracteriza por ser una sociedad que desafía constantemente la norma autoritaria, sin llegar a ser un ejemplo de pluralismo y de organización horizontal en su mayoría. Fox (1996) nombra este caso como un poder dual, donde la sociedad civil y las élites autoritarias tienen constantes enfrentamientos.
Asimismo, cabe señalar que a partir del inicio del movimiento zapatista han surgido numerosas movilizaciones civiles en toda la región. Algunas de éstas han dado frutos y las comunidades han logrado establecer consejos plurales autónomos ad hoc que incluyen los derechos humanos, el movimiento cooperativo y grupos de defensa de los derechos de los indígenas.
De esta manera, los diferentes ciclos de conflicto y de cooperación han transformado el paisaje rural en México en los últimos 30 años. Esta evolución ha conducido a la creación de regímenes subnacionales. En este contexto, las organizaciones que han logrado sobrevivir y consolidarse han seguido tres caminos distintos: la convergencia con el Estado y con los partidos reformistas; la alianza con grupos locales y/o externos, como la Iglesia o las organizaciones no gubernamentales (ONG) y el surgimiento independiente mediante movilizaciones sociales locales. En realidad, estos tres caminos convergen constantemente (Fox 1996).
Convergencia entre el Estado y la sociedad
Los patrones de colaboración dependen del nivel de reconocimiento de las organizaciones autónomas. Dichas organizaciones varían según su capacidad o su voluntad para aprovechar las oportunidades. Este modelo se desarrolla entre mediados de los años 70 y los 90, tanto por la presión ejercida por los mismos grupos indígenas como por los programas de desarrollo implementados por el gobierno. El ejemplo más concreto es la creación del Fondo de solidaridad regional de los pueblos indígenas, donde se recuperó el poder de decisión en los asuntos internos. A pesar de que otras facciones del gobierno intentaron terminar con este tipo de programas, el capital social sobrevivió.
Colaboración entre las organizaciones civiles locales y externas
La segunda vía de creación de capital social es a través de las alianzas con otros actores de la sociedad civil. La experiencia de Chiapas ilustra bien este caso, ya que la convergencia con el Estados es casi inexistente. En efecto, el gobierno local ha bloqueado constantemente cualquier esfuerzo de reforma interna. Un actor importante en este caso es el sector de "izquierda"? de la Iglesia católica, siendo Samuel Ruiz, el antiguo obispo de San Cristóbal, la figura más remarcable. En su diócesis se fomentó y se alentó la organización de las comunidades y las redes de ayuda mutua. Según Fox (1996), el papel de esta diócesis fue crucial en la creación del capital social en Chiapas. En 1974, por ejemplo, puso en marcha el primer Congreso indígena, el cual reunió a diferentes comunidades de origen maya por primera vez (Vargas-Cetina 2001). Este congreso manejó cuatro prioridades: el derecho a la tierra, la educación, la salud y la comercialización del café. De este congreso emergieron algunas organizaciones, como la Unión de uniones, que ejercieron presión para que se les ayudara a mejorar la producción y a obtener créditos. En un evento más reciente, el episcopado mexicano redactó un documento titulado «La carta pastoral del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos1». En esta carta se alienta un modelo de desarrollo que no debe estar forzosamente relacionado con el libre mercado, al cual consideran como fuente de desigualdad. Por lo tanto, el desarrollo tampoco debe centrarse en las necesidades del mercado y no se deben subordinar a éste las dimensiones sociales, espirituales y culturales. Los valores que se manejan en esta carta corresponden de cerca a los que promueve el comercio justo.
Las ONG nacionales e internacionales, las organizaciones gubernamentales y las asociaciones civiles también han jugado un papel importante. En algunas ocasiones como han sido instigadores de la organización horizontal, mientras que en otras han sido protectores y promotores tanto de los derechos indígenas como del desarrollo local. Chiapas ha sido un laboratorio de proyectos sociales y culturales desde la segunda mitad del siglo XX. En los años 50, el gobierno creó el Instituto Nacional Indigenista (INI), con el fin de preservar y difundir los valores autóctonos. A partir de ese momento, varias organizaciones internacionales como la UNESCO, la OMS, la UNICEF y la FAO, se establecieron en la región. Las organizaciones nacionales y locales tomaron mucha fuerza desde 1974, después del Congreso indigenista. Desarrollo Económico Social de los Indígenas de México (DESMI), es un ejemplo de un organisme que apoya la organización indígena. DESMI se basa sobre la creación de lazos sociales y la economía solidaria. Trabajan directamente con algunas cooperativas de café y les ofrecen tanto capacitación como apoyo financiero. El fin de este organismo reforzar los lazos solidarios y el aprendizaje comunitario, por lo que alienta el trabajo en cooperativas. Más adelante nació Fonart, como parte de un programa de fomento a las culturas populares. En el marco de este proyecto se abrieron varias tiendas que promocionan la artesanía local.
La producción independiente de capital social desde la base
El capital social también puede reforzarse a sí mismo desde la base, mediante la acción colectiva basada en movimientos autónomos, ya sean sociales o políticos. El movimiento zapatista es uno de los mejores ejemplos de esta categoría. En un contexto de represión, los zapatistas empezaron a organizarse de manera aislada. Así, en términos de su gestación, el movimiento zapatista es un ejemplo de una organización que surge sin alianzas externas. Sin embargo, hay que recalcar que a la postre, los zapatistas aprovecharon la red previamente establecida por la diócesis de San Cristóbal y que gozaron del apoyo de numerosas organizaciones tanto nacionales como internacionales.
Notas
1 CEM, Carta Pastoral del Encuentro con Jesucristo a la Solidaridad con todos, México 2000, No. 227.
Datos para citar este artículo:
Ana Isabel Otero Rance. (2005). 1.1 La formación del capital social rural. Revista Vinculando. https://vinculando.org/comerciojusto/mexico_chiapas/produccion_social_cafe.html
carla dice
quiero saber que es una ¿formacion de capital ?
Vinculando.org dice
Saludos Carla,
Además del presente texto sobre capital social, aquí hay algunas opciones para que puedas leer sobre la formación de capital y algunas aplicaciones como en la economía solidaria, donde uno de los temas centrales es el dinero alternativo.
Saludos y buena suerte.