Desarrollo:
La evaluación forma parte en cualquier proceso educativo. Se ha asociado de manera tradicional a la comprobación de los objetivos, mientras desde otra perspectiva se incluyó en las actividades docentes o los componentes del proceso de enseñanza -aprendizaje y sus resultados.
Resulta recurrente y necesaria en los procesos de las instituciones escolares.
Ello se justifica en los presupuestos, conceptualizaciones y reconceptualizaciones del modo de evaluar, de que evaluar, a quien evaluar y como evaluar. Una regularidad se aprecia desde las producciones de Scriven(1967), Stufflebeam (1985), Rowntree (1986), Cardinet (1988), Fullan (1993), Fernández (1993), Bolívar. (1998), hasta en trabajos de O. Castro (1998), Gonzáles (2001) –compulsar a los sujetos participantes a disponer de criterios que apuntan a la evaluación como proceso-. Otra tendencia es la denominada evaluación para la acreditación de profesionales de la educación en las diferentes especialidades, la cual constituye un objeto importante para propiciar cambios en la educación. Pero, de cualquier forma su carácter sistémico en el todo interno, precisa orientación hacia el perfeccionamiento desde las funciones de la evaluación, pues en esencia las funciones otorgan operacionalidad y permiten lograr las interpretaciones con un sentido orientador.
Es el caso de la función de control, la cual de manera tradicional se interpreta con la significación social, el valor que se confiere a los resultados de la evaluación y sus implicaciones en la vida de los educandos, sin embargo no es sólo eso, pues se interpreta también como un instrumento potente para ejercer el poder y la autoridad de unos sobre otros, del evaluador sobre los evaluados.
Con este fin se han usado instrumentos cualitativos y cuantitativos, interpretaciones estadísticas de los resultados del proceso de enseñanza -aprendizaje, recopilación de informaciones, asignación de notas y otros, pero en todo caso estos han estado desarrollándose en los espacios en que se cursan los cambios, como es el caso de -las instituciones escolares-; estas tienen un fin determinado, de manera general formar a los individuos y de manera particular al precisar cierto orden de especialización en la preparación de los estudiantes. De modo, que se identifica la existencia de una relación entre esta función de evaluación, los instrumentos y espacios en que se aplican, con los consiguientes ajustes en el proceso fundamental de la institución.
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Desde esta perspectiva en Cuba se han desarrollado, cambios en el sistema educativo, que se plantea es la tercera Revolución Educacional. Tiene especial significación la creación de las instituciones identificadas como microuniversidades, espacios de formación de los futuros profesores u maestros de un nivel educativo, ha sido considerado tan importante este cambio para la educación que se ha puesto énfasis en que estos sean los que revitalicen la Educación Cubana.
En este sentido si bien se cuenta con documentos estatales que prescriben la manera de evaluar la formación y educación; es común la búsqueda de una planificación con flexibilidad y dinamismo en las actividades que en las instituciones se desarrollan, sin embargo la evaluación en la práctica no se desarrolla consecuentemente entre la institución y el profesor que allí se forma.
Ello se justifica por que entre el desarrollo de la institución escolar, estudiantes y profesores media la labor del directivo, los cuales deben considerar determinadas exigencias o requerimientos para la evaluación de estas Instituciones y la auto evaluación a partir de circulares y reglamentos. Esta actividad presupone que los directivos incluyan en sus estrategias, las valoraciones de todos los profesores, estudiantes, entre otros sujetos, para determinar cuales son los resultados esperados y cuales son los resultados obtenidos.
Pero la práctica demuestra que aún cuando se han considerado singulares instrumentos renovadores entre ellos los referidos a la evaluación de calidad existen diferentes modos de interpretar sus resultados sobre todo en los sujetos que ejecutan y hacen realidad los cambios. Al menos así lo demuestran recientes intercambios con los directivos de las instituciones y las consultas a los actores principales -profesores-. En sus respuestas se confirma que si se lograra involucrar a todos en la evaluación de la institución se podría lograr mejoras en el aprendizaje de la profesión pedagógica de los que aspiran a ser profesores mientras laboran en las instituciones. Otra confirmación se obtuvo por los resultados de la observación de manera hólistica mediante los métodos observación participante y no participante del investigador.
El propio marco conceptual de la Calidad en Cuba cuenta con expectativas en el comportamiento tanto de los sujetos del aprendizaje como del personal docente, y la sociedad toda. En este sentido, si los principales gestores del cambio son los estudiantes que se están formando como profesores entonces se supone que deben tener un mayor peso en la evaluación institucional. Los directivos de las instituciones pudieran aprovechar estas prerrogativas del Modelo Pedagógico, propiciar la participación de estudiantes, aspirantes a profesores y profesores en ejercicio.
Los resultados obtenidos en una indagación de mayor rigor y el análisis de los resultados, indica que no sólo la disposición y organización son fundamentales-. El estudio puntualiza que los directivos deben aprovechar las posibilidades de su Modelo Pedagógico para insertar ¨sistemas de acciones de enfoque articulador en la evaluación institucional¨, proporcionar ¨metodologías evaluadoras¨ que impliquen a todos, intentar integrar los procesos desde la concepción de la evaluación institucional.
Esta hipótesis encuentra sustento en las posiciones de autores como O. Castro (1998), González (2001) y Castellanos (2009). Tales autores han dejado bien claro que siendo bien aprovechada y de manera sistemática en los diferentes niveles; las acciones que integren la actividad de todos pueden contribuir a los cambios que se requieran en las instituciones escolares.
Por lo anterior, las reflexiones motivaron a la interrogante fundamental de este trabajo ¿Cuales son los criterios que deben ser asumidos para incluir a los futuros profesores en la evaluación institucional?.
Sin dudas, no todos los profesionales en las instituciones escolares asumen la evaluación institucional como un reto y esta pudiese ser una de las principales barreras para la inclusión con un mayor peso de los que mayoría son y pueden propiciar los cambios que se requieren.
Algunas reflexiones referidas a la evaluación y sus complejidades.
La complejidad de la evaluación – enseñanza y la institución está en que se conjugan factores de orden pedagógico, psicológico, filosóficos educativos y administrativos. Los procesos fundamentales de una institución escolar son: el proceso de enseñanza – aprendizaje de los estudiantes en su nivel educativo, la formación inicial de profesores y la postgraduada, los cuales provocan un impacto social.
Este impacto se evalúa en la práctica cotidiana, por los criterios de los alumnos, padres y las instituciones empleadoras, son los principales receptores del cambio, si estos no están de acuerdo con los resultados finales, consideramos que todo el trabajo realizado se ve afectado.
En esta línea las estrategias institucionales, los planes, los proyectos escolares que direccionan los directivos, así como también los profesores que componen el claustro han constituido las vías fundamentales para promover cambios, a lo que se agrega la evaluación de la calidad del aprendizaje. En definitiva son los recursos usados para interpretar los resultados e informan acerca del desarrollo de los procesos institucionales, por tanto deben insertarse en la valoración final de los directivos.
La interpretación que se hace es que la institución escolar demanda reformular el pensamiento actual de los directivos respecto a los resultados de la evaluación y la calidad, convertir estos en necesidad de su gestión y de la planificación de los procesos que allí tienen lugar es el reto fundamental.
Estas ideas han sido sugeridas desde las teorías de la evaluación Rowntree (1986), Cardinet (1988), Fullan (1993), Fernández (1993) y Bolívar (1998), pero de manera particular en las orientaciones con que se evalúa la institución y las funciones que se asumen de la evaluación. A favor de ello el siguiente esquema revela los sentidos de la evaluación.
La evaluación se desarrolla en dos sentidos:
Sujeto – Objeto pero con una complejidad singular
Sujeto – Sujeto
Desde la primera perspectiva puede considerarse que el problema a resolver está en los sujetos y la manera en que cada institución independientemente de contribuir a los resultados finales, debe reconsiderar las metas de sus sujetos en dependencia de los procesos que se dirigen. Otra perspectiva es la que se apoya en las relaciones de los sujetos para llegar al resultado.
Pero, estos sentidos de la evaluación pueden reconsiderarse a partir de la combinación de ambos y observar de manera integrada los fenómenos, ya que de una forma u otra se cumplimentan en las instituciones escolares.
La formación del profesor y la evaluación de la institución un reto que puede ser resuelto.
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La interpretación con un enfoque holístico del proceso de formación inicial del profesor en Cuba posibilita que en todas las instituciones escolares se pueda desarrollar una evaluación con la participación más activa y transformadora de estos sujetos, pues en esencia la dinámica de este proceso de formación donde se desarrollan procesos sustantivos de carácter académico, laboral e investigativo propicia su integración.
En la práctica educativa como espacio de formación se analizan los avances de estos procesos sustantivos, de manera cotidiana, evalúan el estado de la calidad de sus resultados externos e internos y se orientan por lo general presupuestos para el mejoramiento de los resultados.
Resulta pertinente considerar la participación de los profesores en formación desde su práctica laboral en la evaluación y autoevaluación institucional pues la importancia de la comprensión del sistema de tareas a realizar en la institución escolar, su significado y sentido, su totalidad y la forma en que se accede al conocimiento y modo de actuación, como contenido marca calidades diferentes en el aprendizaje.
El análisis de esta situación y el sustento teórico a los cuales se ha hecho referencia clarifican la necesidad de emplear criterios para que a partir de ellos se puedan considerar los indicadores de análisis y revitalizar la concepción estratégica que se asume de la evaluación y la formación de los profesionales de la educación.
La propuesta es la siguiente:
- Compromiso con la institución de los sujetos(estudiantes, profesores en formación, profesionales de la educación)
- Valor de la estrategias de la evaluación institucional. Sistema de Instrumentos (Evaluación con actitud procesal y enfoque de sistema.
- Muestra de confiabilidad de los instrumentos de la institución.
- Eficacia del proceso técnico evaluatorio con flexibilidad.
- Visión del objeto con un carácter dinámico.
Entonces para desarrollar estos criterios se necesita contextualizar la evaluación como un primer paso, ósea considerar la realidad de la institución y los procesos que allí tienen lugar para desarrollar valores y acciones permanentes desde la formación inicial y permanente de los profesores.
Involucrar al personal docente que formamos y en ejercicio dentro de la evaluación institucional es una fortaleza para desarrollar la cultura de evaluación que se requiere. Adquiere tal importancia si se considera que hoy existe un alto porciento de profesores en formación en nuestras aulas y son ellos quienes pueden cambiar los resultados finales.
Es posible lograr calidad y medir calidad de nuestras instituciones escolares si se parte de un fortalecimiento de las habilidades de los profesionales que se forman en nuestras instituciones escolares, hay que comprometer y satisfacer las expectativas sociales.
A modo de conclusión consideramos que la complejidad del objeto de estudio demanda cambios y repensar el papel que desarrollan los sujetos en este proceso. Los esfuerzos deben centrarse fundamentalmente en las funciones de control del proceso y la función pedagógica de la evaluación como plantea González (2001).
Explotar la práctica laboral de los profesores en formación o de los sujetos que se forman para obtener criterios desde los cuales es posible elaborar los indicadores y asumir cambios en las estrategias institucionales.
La función pedagógica de la evaluación relación conocimiento – habilidades puede permitir que estos asuman cambios en sus modos de actuación profesional y con ello contrarrestar los resultados negativos del proceso de enseñanza – aprendizaje de los mismos y del proceso que dirigen.
Los criterios que se proponen pueden constituir la base para proponer indicadores de evaluación de las instituciones escolares.
Notas:
* E-mail: [email protected]
** Universidad Pedagógica "Conrado Benítez García"
Referencias bibliográficas
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- Víctor Asseza Parssi , Competitividad es productividad con la calidad de la educación y la formación del capital Humano.1999.
- Salvo Paysin María Teresa: Estado de avance de las reformas Educativas de la formación técnica profesional en Uruguay, técnicas básicas utilizadas .diciembre 1998.
- O.E.I Cuaderno de trabajo I: Formación y Trabajo: de ayer para mañana. CINTERFOR/OIT (calidad de la formación y desarrollo de recursos humanos dentro de la actual estrategia de desarrollo).
- O.E.I Cuaderno de trabajo V situación actual y perspectiva del MERCOSUR( La experiencia de la Unión Europea )
- Gimeno Sacristán J. La evaluación en la enseñanza. En: Pérez Gómez GA. Comprender y transformar la enseñanza. Madrid:Morata, 1993.
- Scriven. Perspectives of curriculum evaluation. Chicago: AERA, 1967.
Datos para citar este artículo:
Revista Vinculando. (2010). Consideraciones sobre la evaluación de profesionales de la educación. Revista Vinculando, 8(1). https://vinculando.org/educacion/evaluacion_en_instituciones_escolares_de_maestros.html
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