Resumen
En este artículo se explora la interacción entre el aprendizaje, las emociones y el entorno en el contexto de la neuroeducación. Se destaca la importancia de la sinapsis y su potenciación en el aprendizaje a largo plazo, también se discute cómo la inteligencia se relaciona con la madurez cerebral y cómo los factores genéticos y ambientales influyen en el desarrollo cognitivo. Enfatiza el papel crucial de las experiencias sensoriales y emocionales en el aprendizaje, así como los efectos del estrés y la psicoterapia, además, aborda las consecuencias de lesiones y déficits cerebrales en el proceso educativo. En resumen, este artículo subraya la necesidad de comprender y abordar los factores neurobiológicos y ambientales para mejorar la calidad de la educación y el desarrollo cognitivo.
Palabras clave: neuroeducación, aprendizaje, emoción, entorno, experiencias sensoriales, estrés, déficits y psicoterapia.
Abstract
This article explores the interaction of learning, emotions, and environment in the context of neuroeducation. It highlights the importance of synapses and their potentiation in long-term learning, discusses how intelligence is related to brain maturity, and how genetic and environmental factors influence cognitive development. It emphasizes the crucial role of sensory and emotional experiences in learning, as well as the effects of stress and psychotherapy. Moreover, it addresses the consequences of brain injuries and deficits on the educational process. In summary, this article highlights the need to understand and address neurobiological and environmental factors to improve the quality of education and cognitive development.
Keywords: neuroeducation, learning, emotion, environment, sensory experiences, stress, and psychotherapy.
Para todo sujeto el óptimo desarrollo cerebral se convierte en pieza clave de su bienestar; comprender que a lo largo de la vida el cerebro se ve influenciado por una gran variedad de factores biológicos, psicológicos y sociales que impactan en su funcionalidad, hará que su cuidado tome relevancia en cada uno de los ámbitos de su vida.
En cuanto a la educación, cabe destacar la importancia de conocer el funcionamiento cerebral al aprender, comprendiendo los procesos neurobiológicos y cómo las múltiples experiencias que vive con capaces de modificarlos. La neurociencia también aporta una nueva visión sobre la emocionalidad, respecto a su impacto sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje, pues pone de manifiesto que las emociones son detonantes de la atención y de la memoria.
Cuando se habla de aprendizaje, normalmente se habla de la inteligencia, pensando que esta es la capacidad mental de albergar conocimiento; sin embargo, cada vez son más los autores que se inclinan por definir a la inteligencia como la facultad de recordar, analizar, proyectar y gestionar la compleja gama de emociones, es decir, es más inteligente quien posee madurez cerebral, para sufrir menos ante las diversas situaciones de la vida, porque posee mayor capacidad de adaptación a las exigencias de la cotidianidad.
La inteligencia puede acrecentarse y preservarse, solo se tiene que aprender a equilibrar la neuroquímica y anatomía del cuerpo, descansando, alimentándose sanamente, haciendo ejercicio, evitando el estrés, practicando hábitos saludables (Calixto, 2017, p. 166).
Aprendizaje
Cuando se produce la sinapsis y esta se mantiene a largo plazo, el cerebro pone atención y aprende. La potenciación sináptica debe mantenerse para que fortalezca las redes neuronales del aprendizaje (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021). El cerebro humano está posibilitado bioquímicamente para aprender, pero la conducción por parte de un profesional lo lleva a potenciar la memoria, entrenar la atención, controlar impulsos, solucionar problemas, etc., así que, exponerlo a la educación formal se convierte en una necesidad apremiante para su desarrollo cognitivo, puesto que además de contar con un guía que lo ayudará a lograr la potenciación sináptica, también obtendrá un ambiente social del cuál obtendrá experiencias para resolver problemas propios de su realidad (Calixto, comunicación personal, febrero de 2021).
Los primeros años de vida del ser humano se caracterizan por un acelerado aprendizaje, inconsciente, básico, que se nutre del entorno cambiante que le rodea. Este primer aprendizaje hace uso de las emociones, percepciones y sentidos, fuente primigenia del conocimiento y posibilitador del tránsito del pensamiento concreto al abstracto (Mora, 2013, p. 61).
“El aprendizaje esencialmente comprende cambios y conexiones: la liberación de neurotransmisores en la sinapsis puede alterarse, o las conexiones entre neuronas pueden reforzarse o debilitarse … el ambiente afecta tanto la estructura del cerebro como su funcionalidad” (De La Barrera et al. 2009, p. 11).
El potencial cognitivo de un sujeto radica en sus características genéticas pero se desarrollan gracias a la interacción con su entorno, así lo menciona (Koizumi, 2004, citado por De La Barrera et al. 2009, p. 6) quien además precisa que el aprendizaje y la educación son los potenciadores del desarrollo cognitivo.
No obstante, el proceso de aprendizaje, se ve amenazado por múltiples factores, desde trastornos neurológicos, déficits sensoriales, el entorno natural y social, la alimentación, las experiencias, etc., la neuroeducación es consciente de estas circunstancias, así que la prevención, detección y la intervención en situaciones que afectan el aprendizaje e impactan negativamente en la calidad de vida de los estudiantes, se convierte en su objetivo (Mora, 2013, p. 54).
Para ejemplificar este punto, Mora (2013) menciona que un estudio ha demostrado que el bajo peso al nacer puede ser condicionante de dificultades en el aprendizaje de la aritmética, debido a que es común la reducción del surco intraparietal izquierdo, área asociada a la estimación de cantidades (p. 56). Si la intervención temprana es posible, son muchos los casos en los que diseñar e implementar tratamientos y estrategias, podrían mejorar las condiciones de vida y de aprendizaje de los niños.
Las experiencias son tan importantes en el desarrollo humano, que son capaces de alterar la función de los genes de un individuo, sin cambiar el código genético, a este proceso intracelular provocado por las experiencias y el ambiente, se le conoce como mecanismo epigenético (Valdivieso et al. 2018, p. 185).
La modificación de la funcionalidad de los genes no necesariamente es negativa, el cambio existe en dos direcciones y las dos resultan del aprendizaje mediante las experiencias, la diferencia radica en que para que el aprendizaje sea positivo, depende de que las experiencias sean del interés de la persona, útiles y relevantes, incluso placenteras, porque así las conexiones neuronales darán sentido a la vida (De La Barrera et al. 2009, p. 11). En el reforzamiento de las conexiones cerebrales se encuentra el reto para los profesores, que deberán estar preparados para desafiar el interés de sus alumnos por aprender, mediante la motivación.
Las primeras experiencias de las que el ser humano se vale para aprender, provienen de la percepción y la sensación que tiene del mundo, a través de los sentidos (Mora, 2013, p. 40), de los que dotó la naturaleza al ser humano para que pudiera sobrevivir, el ejemplo más claro es el del olfato que puede detectar una comida descompuesta, el olor alertará inconscientemente a la persona para que no la consuma y enferme, pero el aprendizaje sensorial alcanza un grado de complejidad mucho mayor, puesto que posibilita un aprendizaje abstracto, es decir, se percibe por los sentidos unidades sensoriales concretas, así es como las describe Mora (2013), pero estas unidades se transforman en sensoriales abstractas, cuando de conocer algo, se conoce abstractamente a los objetos semejantes a lo conocido (p. 61).
Los sentidos son entonces la primera puerta al conocimiento, así que la exposición a experiencias sensoriales es una necesidad del aprendizaje que debe iniciar desde los primeros días de vida, cabe mencionar que de los muchos estímulos a los que el ser humano se ve expuesto, se queda tan solo con lo que despierta su interés (Rojas, 2021, m28s40).
La información que entra por nuestros órganos de los sentidos, canaliza a través del cerebro emocional (Mora, 2018, m16s51); los sentidos provocan la emoción y esta conecta con el sistema límbico, conjunto de estructuras del encéfalo con límites difusos y que está íntimamente relacionada con las emociones (Triglia, 2016, párr. 2). Lo que el sistema límbico registra lo envía a toda la corteza cerebral, lo que provoca que todas las ideas o pensamientos, originados por los procesos cognitivos, contengan significados emocionales (Mora, 2018, m16s09).
Emociones
Es más, como nos dice Antonio Damasio, uno de los padres de la neurociencia, en la base de cada pensamiento racional, y, por lo tanto, de cada comportamiento, hay una emoción, y por eso pensamos que es tan importante educar las emociones en los niños, porque es educar una parte… es educar su cerebro entero. (Punset, 2018, m10s31)
El hecho indiscutible de que la emocionalidad está presente en todo proceso de aprendizaje, deja de manifiesto su importancia en la vida de todo individuo, Calixto (2021) dice “el desarrollo de las emociones implica una interacción sutil entre genes, neuronas, neuroquímica y el entorno” una interacción dinámica que requiere cuidado desde la primera infancia puesto que quién no aprende a gestionar sus emociones, tendrá pocas probabilidades de desarrollar habilidades ejecutivas.
La falta de cariño en la vida de un niño implica una deficiente vida emocional, pero esta carencia va más allá, puesto que disminuye el metabolismo de su corteza prefrontal; la conectividad de esta área se ve reducida teniendo repercusiones en el lenguaje, interpretación de las emociones y la memoria (Calixto, 2018, p. 56).
Sentir las emociones, para identificarlas, catalogarlas e interpretarlas es el proceso que todo niño debe vivir para que de adulto pueda reaccionar de manera funcional ante las situaciones emocionales de su vida (Calixto, 2021, p. 232), y saber reconocerlas en si mismo, permite identificarlas en los demás, lo que favorece la convivencia social.
En cuanto al aprendizaje se refiere, las emociones despiertan la curiosidad, mantienen la atención y el interés, fijan en la memoria lo aprendido. Las emociones placenteras o dolorosas, fijan en la memoria el acontecimiento, si las emociones no intervienen, pronto se olvida lo aprendido. Lo concreto y lo abstracto, están ligados a la emoción (Mora, 2013, p. 66). Lo llamativo de la emoción en la vida del ser humano, es que, así como fija lo aprendido en la memoria, es que toda emoción disminuye la objetividad.
La mente es el resultado de la interacción del cerebro con el entorno que le rodea, siendo los sentidos el medio para apropiarse del mundo exterior (Rodríguez, 2009, citado por Barrios, 2016, p. 404), el ambiente modula la actividad genética para que el sujeto realice su propia reconstrucción, partiendo de la interacción entre genoma y ambiente (Araya et al. 2020, párr. 6).
Educadores y filósofos intuyeron desde mucho tiempo atrás que el hombre es el resultado de su entorno también, pero es ahora, gracias al avance científico y tecnológico es que la neurociencia aporta evidencia suficiente para mostrar al mundo, la confirmación de lo que antes solo era intuición y desvela que para comprender al ser humano es necesario conocer el mundo que lo rodea.
El entorno natural de un hombre, determina su calidad de vida, mientras más temprano empiece la interacción de un niño con la naturaleza, mejor, porque se ven inmersos en un mundo de experiencias sensoriales que posibilitan el aprendizaje de manera directa, sin embargo, las condiciones de vida han cambiado y cada vez es más común que los niños crezcan en grandes ciudades con poco contacto con aire puro, cielos despejados, espacios libre de ruido y contaminación visual, todas estas carencias influyen en su salud y aprendizaje.
La contaminación ambiental daña a unas regiones del cerebro más que a otras: el lóbulo frontal, parietal, temporal y el cuerpo calloso, son quienes sufren más, porque las neuronas que los conforman sufren debido a la disminución del flujo sanguíneo y la oxigenación, la morfología y la conducta de las neuronas cambia provocando un deterioro cognitivo y envejecimiento cerebral mayor (Calixto, 2017, p. 70).
En cuanto al entorno social, este tiene la capacidad de activar patrones cerebrales que modifican la conducta, pero es importante resaltar que la exposición del cerebro al ambiente, no lo limita, al contrario, abre la posibilidad de mayor actividad cerebral, es decir, favorece la transformación única y constante de cada persona; el ambiente es el elemento diferenciador e individualizador entre dos personas con genoma compartido, el entorno influye en cada uno de manera distinta, proveyéndoles de vivencias distintas (Barrios, 2016, p. 403).
Sin un entorno estimulante y sano, las personas no pueden aprender ni desarrollarse plenamente, el contexto social nutre al individuo y lo provee de las condiciones óptimas para aprender, genera plasticidad neuronal debido a las múltiples experiencias que se obtienen de la convivencia social.
Un factor relacionado con el ambiente y determinante para los procesos de aprendizaje es el estrés, resultado del aumento de la producción de cortisol, hormona también conocida como hormona del estrés; esta hormona es producida de forma natural por las glándulas suprarrenales y cuando está relacionada al estrés agudo, con duración menor a 8 horas, no es en absoluto malo para el cerebro, al contrario, prepara al cerebro para tener un mayor rendimiento, hace al individuo más competitivo, lo mantiene alerta; el problema radica en que pasada esas horas o cuando la persona vive en situaciones de estrés crónico, todos sus beneficios desaparecen, la asertividad es anulada, las respuestas fallan, porque el individuo no puede adaptarse al proceso (Calixto, 2017, p. 131).
El cortisol actúa como un antiinflamatorio, pero un organismo que vive constantemente en estado de estrés, su sistema inmunológico se disocia, se modifica y el cortisol provoca inflamación: gastritis, amigdalitis, colitis, dermatitis, etc. (Rojas, 2021, m12s00).
Condiciones estresantes que generan ansiedad, van a afectar a la atención y a la memoria, es decir, al aprendizaje, porque el hipocampo es la estructura cerebral que mayormente se ve afectada (Calixto, 2021); la maduración de los mecanismos corticales que proveen de contención a la impulsividad, también se ven disminuidos por la misma causa (Mora, 2013, p. 54).
Muchas de las enfermedades actuales están directamente relacionadas al estrés, pero su impacto no queda ahí, este tiene la capacidad de modificar algunos genes, afectando a que futuras generaciones estén predispuestas a sufrirlo, a esto se le llama estrés transgeneracional (Calixto, 2017, p. 135).
Afortunadamente, para muchos de los casos en los que experiencias traumáticas, déficits emocionales o sensoriales, exposiciones a ambientes disfuncionales, estrés sistemático, etc., trastornan la conducta, se ha demostrado gracias a la neurociencia, que la psicoterapia enseña al cerebro a afrontar y actuar ante estresores que motivan sus reacciones inadecuadas, esto se debe al hecho de que la terapia haciendo uso de la comunicación entre terapeuta y paciente, logra incidir a nivel molecular ya que logra cambios epigenéticos, neuroendocrinos e inflamatorios, pero también incide en el nivel funcional (Valdivieso et al. 2018, p. 184). La psicoterapia consiste en un estímulo ambiental, proviene de fuera del individuo, pero actúa en el interior, en su funcionamiento cerebral.
Durante mucho tiempo se ha desconfiado de la terapia, porque no había constancia de estudios que arrojaran luz sobre la manera positiva en que la terapia impacta en los mecanismos biológicos del cerebro, pero ahora la psicoterapia se ha posicionado como un tratamiento vigente para trastornos, incluso psiquiátricos, que antes eran exclusivamente tratados médicamente (Iragorri, et al. 2009, p. 75). “La combinación de farmacoterapia y psicoterapia es más efectiva, que el uso de cualquiera de las dos terapias de manera individual” (Iragorri, et al. 2009, p. 76).
Como último punto a abordar y no por eso menos importante, factores que impactan en el aprendizaje de manera drástica, son los eventos extraordinarios que pueden llegar a cambiar la vida de cualquier persona; accidentes automovilísticos, deportivos, caídas en el hogar, retos, intentos de suicidio, etc. Las lesiones cerebrales traumáticas severas pueden ser incluso fatales para el cerebro; una conmoción cerebral, es considerada una lesión cerebral leve, pero incluso esta tiene repercusiones en la funcionalidad del cerebro, aunque sea de manera temporal.
La disfuncionalidad cerebral provocada por traumatismos, se expresa de maneras distintas, una de las más frecuentes es la depresión y disminución de la memoria. “La serotonina disminuye, incluso hasta seis meses después de un fuerte golpe en la cabeza” (Calixto, 2017, p. 53), siendo esta, el neurotransmisor que permite una buena salud mental, es pertinente prevenir cualquier tipo de actividad que pueda provocar un traumatismo.
Conclusión
El aprendizaje humano es un proceso intrincado que involucra la interacción dinámica entre la biología cerebral, las emociones y el entorno. La sinapsis y la potenciación sináptica son fundamentales para el aprendizaje a largo plazo y la inteligencia se extiende más allá de la acumulación de conocimiento, al incluir la capacidad de comprender, gestionar y adaptarse a las complejidades emocionales de la vida. Las experiencias sensoriales y emocionales moldean nuestra cognición, y el estrés excesivo se convierte en un gran obstáculo. Finalmente, las lesiones cerebrales traumáticas destacan la vulnerabilidad del cerebro humano. La neuroeducación nos instala a comprender y optimizar estas interacciones para promover un aprendizaje efectivo y un desarrollo cognitivo saludable.
Referencias
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Datos para citar este artículo:
Roxana Ambrosio Hernández. (2024). Neuroeducación: experiencias, entorno y emociones en el aprendizaje. Revista Vinculando, 22(1). https://vinculando.org/educacion/neuroeducacion-experiencias-entorno-y-emociones-en-el-aprendizaje.html
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