Introducción
Las sociedades modernas, evolucionan a pasos agigantados. Uno de los ejemplos más ilustrativos lo representan las universidades, las cuales poseen una riquísima historia, evolución con los años y grandes desafíos que día a día son más exigentes, debido al ritmo cambiante del quehacer educativo en todos los hemisferios. Es allí, en esa entramada anecdótica de las universidades contemporáneas, donde es meritorio plasmar de una forma crítica y explicativa una de las tres funciones primordiales de las universidades, como lo es la extensión universitaria.
A este respecto, Sánchez (2010), concibe la extensión como misión y función orientadora de la universidad, la cual es entendida como ejercicio de la vocación universitaria. Por su contenido y procedimiento, la Extensión Universitaria se funda en el conjunto de estudios y actividades filosóficas, científicas, artísticas, culturales y técnicas, mediante el cual se auscultan, exploran y recogen del medio social, nacional y universal, los problemas, datos y valores culturales que existen en todos los grupos sociales (p. 12).
De lo anteriormente expuesto, se evidencia que la extensión universitaria puede ser definida como el conjunto de acciones de tipo intelectual, académico, investigativo y cultural que la universidad pone al servicio de las comunidades; contribuyendo a su vez a su desarrollo endógeno, cumpliendo con el encargo social de preservar la vida y brindar mejores condiciones de vida a la población, mediante el trabajo cooperativo, la solidaridad, la equidad y la justicia social
De igual forma, mediante las actividades de extensión universitaria, se derrumba uno de los grandes paradigmas que situaba a la universidad como un recinto único y exclusivo para ciertas clases privilegiadas, cuyas actividades iban dirigidas a una sola dirección: “La universidad educa a las comunidades” por un hecho bidireccional, donde “tanto la universidad como la comunidad se nutren de sus saberes” mediante un proceso de socialización caracterizado por la equidad, la justicia social y el compartir de saberes, para el bien común y el crecimiento personal y colectivo.
Desarrollo
Al pensar en extensión universitaria, se viene a la mente la frase: “La universidad va a la comunidad”; hecho incierto, pero haciendo un poco de historia, una vez revisado diversos documentos referidos a este tópico, es justo y meritorio hacer mención a Paulo Freire (1971), en su artículo titilado ¿Extensión o comunicación? donde se refiere a la problemática presentada para la conceptualización de la extensión universitaria, la cual ha sido recurrente, donde están involucrados un conjunto de elementos de tipo teóricos, pedagógicos y políticos. Sin embargo, pese a estas controversias, el concepto de extensión universitaria, lejos de ser desterrado, se ha mantenido en muchas universidades.
En referencia al origen del concepto de extensión universitaria, el mismo tiene su génesis en esa necesidad imperiosa de la universidad de lograr un verdadero acercamiento de la misma a las comunidades; hecho que nace de la historia de la universidad tradicional, específicamente en la ciudad de Berlín, Alemania en 1810, donde prevalece y se confiere mayor importancia a la docencia y la investigación, dirigida a una pequeña elite. Más recientemente en el año de 1918 surge el concepto de extensión de la mano del denominado movimiento o la reforma de Córdoba, corriente cargada de ideas novedosas y revolucionarias, que permitieron un mayor acercamiento a la universidad de la clase media; reconociendo la extensión como una alternativa viable para la vinculación de la universidad con la sociedad para la época.
Sin embargo, al hacer referencia a las tres funciones de la universidad, como son: docencia, investigación y extensión, nos percatamos que las dos primeras han alcanzado un sorprendente auge, como consecuencia de la importancia que se le ha atribuido a lo largo de la historia y evolución, sobre todo en el siglo XIX y XX: donde el paradigma positivista reinante para el momento, centra su atención en lo académico y científico; mientras que la función de extensión se vió ensombrecida por la escasa promoción en reconocer su importancia para el acercamiento, el compartir de saberes y una relación positiva entre la universidad y las comunidades.
Bajo el mismo orden de ideas, es preciso acotar que la extensión a lo largo de los años ha evolucionado de forma muy tímida, pues en sus inicios, la docencia y el quehacer científico, eran privilegios solo de las “clases acomodadas o pudientes” lo que limitaba desarrollar verdaderamente actividades en beneficio de la sociedad y comunidad; mientras que la extensión fue vista como “la cenicienta del cuento”, convirtiéndola de manera directa en el medio para la difusión de las actividades académicas y científicas de esos grupos privilegiados.
Esta idea mecanicista y accesible para algunos privilegiados, se debió a la imagen errónea que durante mucho tiempo se le atribuyó a las actividades extensionistas debido al poder hegemónico existente en los recintos universitarios: donde solo esa clase privilegiada podía tener acceso a sus aulas. No fue sino a partir de los años 80, cuando se lleva a cabo una verdadera revolución en el área de la extensión universitaria, sobre todo en las universidades del cono sur, caso de Argentina, Brasil y Uruguay, por lo que a partir de la recuperación de las democracias, las universidades públicas retomaron el camino histórico de la autonomía y el cogobierno de su tradición reformista latinoamericana, dándose un verdadero impulso a las actividades de extensión, las cuales permitieron una mayor interacción de la universidad con su entorno.
Gracias a este reciente auge de las actividades extensionistas en las universidades latinoamericanas, especialmente del cono sur, surgen nuevas interpretaciones y concepciones de la llamada extensión universitaria, donde a partir de la crítica de Freire respecto al concepto de extensión universitaria, en lagunas universidades latinoamericanas dicho termino ha sido sustituido por el de “Vinculación”; autores más osados le llaman “Articulación”; Vallaeys (2007), ha sustituido la extensión por la frase “responsabilidad social universitaria”; mientras que otros han ubicado a la extensión en el marco más amplio de la noción de “compromiso social de la universidad” (Pérez, et al., 2009).
Por su parte, Tommasino et al. (2006), hablan de “extensión crítica” para referirse a la concepción extensionista heredera de la pedagogía freiriana. Y Boaventura de Sousa Santos, por su parte, ha formulado la idea de una “ecología de saberes” en cuya búsqueda se combine a la extensión con lo que llama una “extensión en sentido contrario” (Tommasino, et al. 2006: 38), consistente en la incorporación sistemática de la agenda, prioridades y saberes de los movimientos sociales al interior de la universidad.
Es a raíz de la controversia existente entre el término extensión universitaria y la rica gama de actividades llevadas a cabo en esta tercera función de la universidad, que van desde la divulgación de aspectos académico-científicos, culturales, políticos y sociales, hasta el trabajo productivo, que dejan ver lo heterogéneo de dichas actividades, por lo que “encasillar” las mismas en un simple vocablo, no sería justo para la universidad y mucho menos a las comunidades y entes involucrados en el desarrollo de las mismas, por lo que en la actualidad, el uso de los términos anteriormente descritos pueden aceptarse de manera formal, pues buscan contribuir al realce de las actividades extensionistas y su importancia para la sociedad.
En este sentido, en la actualidad, toda esa evolución que ha tenido la extensión universitaria, sobre todo en Latinoamérica, existe un verdadero vínculo entre la universidad y las comunidades, con equidad, reciprocidad y justicia social, con elementos de tipo académico, investigación, sociales y axiológicos, que convergen de forma adecuada en la búsqueda de un compartir de experiencias y saberes entre la universidad y la sociedad, considerando aspectos como las necesidades comunitarias, valores, acervo cultural y riqueza patrimonial, para hacer del extensionismo una actividad abierta, democrática, participativa, y al alcance de todos los grupos sociales.
Así pues, esa nueva concepción de la bien llamada vinculación social, ha convertido a los recintos universitarios en espacios abiertos al alcance de todos, y no solo para las clases sociales privilegiadas; promoviendo y avivando a su vez el debate democrático, la socialización de experiencias, el compartir de saberes y el intercambio cultural, elementos claves para el desarrollo endógeno de las comunidades.
De igual modo, esta extensión crítica, llamada así por Tommasino et al. (2006), permite hacer de la extensión universitaria un bastión para la paz, mediante la puesta en práctica de elementos axiológicos como el respeto, la tolerancia, la equidad y la igualdad, valores esenciales para el trabajo en equipo, y la participación comunitaria; como una forma ordenada y organizada, involucrándose en la toma de decisiones, priorizando las acciones en base a sus necesidades y recursos disponibles en coordinación con las autoridades locales para lograr el desarrollo endógeno.
En relación a la participación comunitaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS-2019), refiere que la misma debe ser entendida como el desarrollo de procesos reflexivos, continuos fundados en la acumulación de experiencias para la democratización de conocimientos, mediante los cuales las comunidades se organizan para el logro de mejores condiciones de vida, realiza sus intereses, establecen sus necesidades y prioridades, interviniendo sobre su realidad para alcanzar un nivel de vida adecuado.
Es por ello que la participación comunitaria entendida como el conjunto de acciones desarrolladas por los miembros de una comunidad o conglomerado social, para el logro de metas comunes, tiene su génesis en la necesidad apremiante de los seres humanos de mejorar sus condiciones de vida, mediante el trabajo en equipo y el aporte de todos y todas, para alcanzar un nivel de vida acorde a sus necesidades e intereses, es allí donde las actividades extensionistas tienen su rol protagónico, pues las mismas pueden favorecer e impulsar el desarrollo de las comunidades.
De igual modo, la participación comunitaria mediante las actividades de extensión universitaria, podría entenderse como una toma de conciencia colectiva de toda la comunidad, sobre factores que frenan el crecimiento, por medio de la reflexión crítica y la promoción de formas asociativas y organizativas que faciliten el bien común; es decir, se pretende vincular a la comunidad y la universidad, para la investigación de sus propios problemas, necesidades y recursos existentes; formulación de proyectos y actividades; ejecución de proyectos mancomunados entre las comunidades y las instituciones y evaluación de las actividades que se realizan en cada comunidad en beneficio del colectivo.
Ahora bien, en relación a la importancia de la extensión para la organización y participación comunitaria en pro del desarrollo y sustentabilidad ambiental; es importante acotar que resulta impostergable que los seres humanos, desarrollen una visión conservacionista que les permita un manejo sustentable los recursos naturales. Esto implica un uso adecuado, desarrollo y protección de los recursos ambientales existentes en el planeta tierra, tanto naturales, como físicos, que les permita su manejo y aprovechamiento, para su bienestar personal, social, económico y ambiental, pero asegurando su conservación para las generaciones futuras, mediante la puesta en práctica de acciones mancomunadas a favor del ambiente y todos sus recursos.
A este respecto, y de acuerdo a la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo (World Commission on Environment and Development) también conocida como Comisión Brundtland, citada por Guevara y Cols. (2015): “el manejo Sustentable de los recursos naturales, es aquel que garantiza las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (p.157). Desde esta perspectiva, la sustentabilidad se muestra como una alternativa a la degradación ambiental, tratando de buscar respuestas creativas para corregir las fallas y evitar nuevas problemáticas bajo el contexto regional.
Es decir, considerando lo expresado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el manejo sustentable de los recursos naturales, implica un aprovechamiento adecuado de los recursos naturales, mediante su uso adecuado y racional, con lo que se asegura sus supervivencia y conservación para generaciones futuras. Esto solo será posible mediante la concienciación de los seres humanos del peligro inminente de agotamiento de los mismos, lo cual les permitirá el desarrollo de una conciencia ambientalista, que servirá de mecanismo protector de dichos recursos ambientales. De igual modo, es esencial que todos los sectores de la saciedad actúen con responsabilidad y compromiso frente a la naturaleza.
Esta llamada conciencia ambiental, muy de moda a nivel mundial a partir de los años setenta con la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972. Es a partir de ese entonces, cuando se señalan los límites de la racionalidad económica y los desafíos que genera la degradación ambiental; todo ello como consecuencia de la lucha de las clases sociales por el poder, de la economía de un mundo globalizado y de la modernidad. Asimismo, se concibe al ambiente como un potencial para un desarrollo alternativo al crecimiento económico, que, por ser ecológicamente sustentable, culturalmente diverso, socialmente equitativo, democrático y participativo, sería sostenible y duradero, para la evolución de la vida y el desarrollo sustentable.
Desde esta perspectiva, las nuevas corrientes de desarrollo consideran la sustentabilidad como el nuevo paradigma del desarrollo, por lo que plantean subordinar los objetivos puramente económicos (crecimiento) a objetivos más amplios que den cuenta ante todo de la vida en sus dimensiones física, psicológica y social. Asimismo, actualmente las preocupaciones ambientales se visibilizan con más fuerza y se asumen como una crisis del desarrollo producto de la modernidad a la crisis ambiental, antes que como una simple crisis del medio ambiente. Por tales razones es necesario plantear nuevos enfoques y estrategias que sean en sí mismos medios para enfrentar simultáneamente la crisis ambiental y la sustentabilidad ambiental.
De este modo, para hacer una realidad la sustentabilidad de los recursos naturales, es impostergable que la universidad actúe de forma unísona con las comunidades para lograr su organización y participación en la problemática ambiental, que permita la generación de conocimientos y su transferencia sobre el uso, manejo y conservación de los mismos; es allí donde la universidad debe contribuir de manera positiva a través de sus actividades extensionistas, al desarrollo de una conciencia ambiental pública, mediante la capacitación, la comunicación de investigaciones y avances en conservación y defensa de los recursos ambientales, para contribuir a la construcción de conocimientos, habilidades, perspectivas y valores a favor de la naturaleza, competencias indispensables para que los ciudadanos y ciudadanas participen de manera consciente y activa en la sustentabilidad de los recursos naturales.
De igual modo, es esencial que todos los sectores de la sociedad, tanto públicos como privados, actúen con responsabilidad social y compromiso frente a la naturaleza y sus recursos, mediante su manejo sustentable; sin embargo es importante también resaltar que existen otros elementos que atentan de forma directa contra el logro de este fin, como lo son la dependencia económica y el desarrollo desigual de los pueblos, especialmente los de América Latina, donde la pobreza, marginalidad, desconocimiento y distribución desigual de las riquezas, aceleran esos daños incuantificables a la naturaleza, por un uso inadecuado e irracional.
En este sentido, la búsqueda de esta sustentabilidad ambiental, nos recuerda que es tiempo de valorar los conocimientos ancestrales para la conservación de los recursos naturales, retomar la medicina natural, volver a valorar las propiedades de las plantas. Hacer de la medicina la herramienta para la “cura de las enfermedades del alma”. Para lo cual es esencial reaprender y darle de nuevo su lugar a la medicina natural y a las propiedades curativas y medicinales de las plantas, como una herramienta para la sustentabilidad de los recursos ambientales en el área de la salud.
De allí, que un mundo sustentable, solo será posible, si los seres humanos comprenden la importancia de hacer de la tierra un lugar más humano y con menos tecnología que cause daño a la naturaleza, que incluya un cambio de la mentalidad capitalista hegemónica, que permita impulsar tecnologías alternativas o agroecológicas para proteger los recursos naturales, como flora, fauna, agua, suelo; considerando los derechos patrimoniales de los campesinos, como sus conocimientos ancestrales sobre formas de producción agrícola y medicina natural.
Esto implica también un cambio en la estructura de la sociedad, que conlleve a la inclusión social, democratización de los espacios naturales y a la creatividad humana en favor de la sustentabilidad de los recursos naturales, donde la universidad tiene una gran responsabilidad como encargo social en estos tiempos de cambios políticos, sociales y económicos profundos en Venezuela y en todos los hemisferios, especialmente en Latinoamérica. Por lo que deben surgir verdaderos líderes comunitarios en favor de esta, comprometidos con las comunidades rurales y la sociedad en general, que sean capacitados y concienciados respecto a la importancia del uso, manejo y conservación de los recursos naturales, que permitan su sustentabilidad.
Asimismo, dichos líderes comunitarios junto a la Universidad, deben convertirse en multiplicadores de los conocimientos adquiridos mediante un verdadero proceso de vinculación social, a través de acciones que permitan la difusión y extensión de esas prácticas agricolas y ambientales coherentes y sustentables; aspectos de gran importancia para el éxito de la agricultura, y el desarrollo rural basado en sus potencialidades; tendientes a aumentar la producción agrícola de manera sostenible y mejorar la seguridad alimentaria, en busca del desarrollo sustentable, bajo un vínculo de solidaridad, encaminado a romper dos eslabones perjudiciales para la sociedad: la pobreza y la degradación ambiental.
Todo lo expuesto con anterioridad, conduce a la Universidad a través de sus actividades extensionistas, a grandes desafíos en la actualidad, esto producto de los cambios profundos que se vienen dando en las estructuras sociales, políticas y económicas que se están produciendo en todos los hemisferios, donde Venezuela, no escapa de los mismos. Por lo que resulta perentoria la suma de esfuerzos a favor de la democratización de los espacios universitarios, para que los mismos se conviertan en sitios para el debate, el intercambio de saberes, la excelencia académica, la investigación, la difusión cultural, el fomento y promoción de actividades para la sustentabilidad de los recursos naturales y la vida.
Gracias a estos desafíos es tiempo de convertir a la universidad mediante sus actividades extensionistas, en la verdadera casa de puertas abiertas para todos y todas, donde nacen los sueños y se cristalizan con el esfuerzo, la dedicación y la entrega, siempre mediante el trabajo en equipo universidad-comunidad; aprovechando las potencialidades que existen en las comunidades en virtud de elevar los niveles de desarrollo local comunitario y sustentable.
En el ámbito local, es meritorio mencionar a la Universidad Politécnica Territorial “Andrés Eloy Blanco” de Barquisimeto, estado Lara, la cual contribuye activamente con el desarrollo endógeno integral, sostenible y sustentable, dentro su área de influencia territorial y con la participación activa y permanente del Poder Popular, abarcando múltiples campos de estudio, bajo enfoques inter y transdisciplinarios, para abordar los problemas y retos de su contexto territorial, de acuerdo con las necesidades del pueblo, a partir de las realidades geohistóricas, territoriales, culturales, sociales y productivas.
El 16 de Julio de 2010 se publica en Gaceta oficial No. 5987 la creación de la Universidad Politécnica Territorial del estado Lara Andrés Eloy Blanco, en cuya estructura se crea la Sala Territorial. Ésta inicia sus actividades a partir de enero del año 2012, con el compromiso de ser la instancia de articulación entre la universidad y el territorio, en concordancia con el Encargo Social encomendado. Este espacio de la UPTAEB a través de su vinculación social, propicia el encuentro entre los miembros de la comunidad universitaria, los diversos actores sociales y las organizaciones socio-productivas; de igual modo, ofrece apoyo técnico a los proyectos académicos e institucionales, mediante el suministro de información actualizada del territorio, con el fin de impulsar el desarrollo endógeno local, regional y nacional.
Allí funciona la Sala Territorial, que es una dependencia del Vicerrectorado Académico, cuyo propósito consiste en articular con el territorio, propiciando el encuentro entre los miembros de la comunidad universitaria, Organizaciones de Bases del Poder Popular, de la Clase Trabajadora, instancias de experiencias productivas y gubernamentales, entre otras de acuerdo a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las leyes vigentes que surjan de la iniciativa popular; ofreciendo apoyo técnico, asesoría y acompañamiento permanente para desarrollo de proyectos comunitarios, socioproductivos, académicos e institucionales; sistematizando información actualizada del territorio, y propiciando espacios transformadores de la realidad política, económica y social en aras de impulsar la organización y fortalecimiento del Poder Popular, apalancando el desarrollo endógeno local, regional y nacional, mediante sus actividades extensionistas o de vinculación social.
Conclusiones
La extensión universitaria debe ser concebida como una misión y función orientadora de la universidad hacia las comunidades, con base en el fomento y promoción de actividades filosóficas, científicas, artísticas, culturales y técnicas, en beneficio de las comunidades mediante el trabajo en equipo, la solidaridad, la equidad y justicia social.
Las actividades extensionistas deben ser orientadas hacia la búsqueda del desarrollo comunitario, a través de la organización y participación comunitaria, como principal mecanismo para la sustentabilidad del ambiente y todos sus recursos.
Con la nueva visión paradigmática en el sector educativo caracterizada por la democratización de los espacios universitarios, el compartir de saberes y la apertura universitaria para todos y todas, es propicio emprender y mantener la lucha por el trabajo mancomunado, el intercambio de saberes y el aprovechamiento de los recursos con los que cuentan las comunidades, todo en pro del desarrollo endógeno local, regional y nacional.
El uso sustentable de los recursos naturales, permite su aprovechamiento permanentemente, evitando la reducción de su potencial productivo, ya que muchos de ellos, como el agua y el suelo, son esenciales para el funcionamiento y estructura de los sistemas de producción, y para la sostenibilidad ambiental y social.
Es importante considerar las potencialidades que existen en las comunidades para ser aprovechadas en virtud de elevar los niveles de desarrollo local comunitario sustentable; esto se logra con mucha efectividad, entre otras cosas, por medio del uso racional y adecuado de los recursos naturales, que asegure su preservación para las generaciones futuras.
Finalmente, a manera de reflexión: Para lograr la sustentabilidad de los recursos naturales, es indispensable un mayor apoyo de los Gobiernos, autoridades pertinentes e implicación de la ciudadanía, para actuar de manera coherente y racional, para reducir las principales amenazas que sufre la biodiversidad, como son el cambio climático, la contaminación del agua y suelos, la pérdida de hábitats, la sobreexplotación, y la dispersión de especies exóticas invasoras, entre otros, factores que atentan de manera directa en la conservación de los recursos naturales.
Referencias
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- Universidad Politécnica Territorial “Andrés Eloy Blanco” (2013). La Universidad Politécnica Territorial de Lara Andrés Eloy Blanco como encargo social. Barquisimeto, estado Lara.
- Vallaeys, F. (2007). Responsabilidad social universitaria. Propuesta para una definición madura y eficiente. México. Tecnológico de Monterrey.
Datos para citar este artículo:
Jairo Agustín Torres Colmenárez. (2024). Perspectiva histórica, evolución y desafíos de la extensión universitaria. Revista Vinculando, 22(1). https://vinculando.org/educacion/perspectiva-historica-evolucion-y-desafios-de-la-extension-universitaria.html
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