De acuerdo con Zabin, las organizaciones sociales han sido concebidas o tratadas en la literatura de los Nuevos Movimientos Sociales (NMS) en tres formas diferentes: como Agencias Locales de Desarrollo Institucional; como Grupos de Movimientos Sociales; y como Organizaciones Políticas. Cada percepción enfatiza diferentes dimensiones analíticas y aspectos prácticos de las organizaciones sociales.
Los Nuevos Movimientos Sociales están ampliamente distinguidos de los movimientos sociales tradicionales por tres factores principales. En primer lugar, las identidades de los activistas ya no son determinadas predominantemente por su situación económica en la estructura social (v.g. clases); en vez de ello, pueden movilizarse en la base de múltiples identidades, determinadas por su genero, raza, componentes étnicos, clases, religión o preferencias sexuales, de acuerdo a la situación concreta donde actúan. Esta concepción difiere de acercamientos previos (Marxismo estructuralista y Teorías de la movilización de recursos), que asumían que una identidad e interés compartidos nacían por definición de una posición de clase compartida.
En segundo lugar, el acercamiento de los NMS enfatiza e integra las dimensiones cultural y normativa con las contradicciones estructurales entre actores sociales. Esto significa tomar en cuenta los valores, creencias y sentimientos así como el contexto económico y social de los actores. Aunque estos teóricos ven al Estado como ineficiente, burocrático e incluso ilegítimo, la preocupación principal de la mayoría de los NMS no intenta tomar control del poder gubernamental, sino incrementar su poder al organizar a la sociedad civil a través del aumento en la participación dentro de asociaciones de voluntarios y grupos de interés dentro de la esfera pública para vigilar y presionar un cambio en la actuación y toma de decisiones del gobierno (fortalecimiento de la sociedad civil). Los movimientos por la paz, antinucleares y ecológicos son ejemplos de la movilización de la sociedad civil para cambiar decisiones publicas.
Y tercero, los teóricos de los NMS ofrecen una nueva dimensión de cambio social: ellos incorporan la vida diaria e información gradual como una contribución significativa para el cambio social. La mayoría de los NMS no buscan, en última instancia, cambios estructurales por medios revolucionarios. Persiguen principalmente la democratización de las instituciones públicas, la igualdad social y la justicia dentro de los límites y tolerancia de la diversidad, pluralidad y representación de minorías[1].
Las agencias internacionales de desarrollo ven normalmente a las organizaciones sociales como agencias locales de desarrollo, como nuevas alternativas para la implementación de programas (diferente al gobierno o agencias publicas), debido a que incluyen la participación directa de los beneficiarios, una mejor consolidación institucional local y mayor envolvimiento del conocimiento y habilidades locales como un medio de contrarrestar la corrupción burocrática, la ineficiencia y la centralización de programas públicos.
Muchos analistas que consideran a las organizaciones sociales como agencias de desarrollo usualmente ven a las organizaciones sociales sólo como "una pieza en el rompecabezas del desarrollo, como una condición necesaria, pero no suficiente para que el desarrollo funcione". Esman y Uphoff (1984)afirman que, para promover el desarrollo rural, las organizaciones locales (grassroots) necesitan estrategias amplias que requieren: inversiones públicas en infraestructura física y social; un ambiente político de apoyo para y responsable con los pobres del campo; una política tecnológica apropiada; y un apoyo institucional, público, privado y local efectivo.[2].
Cuando las organizaciones sociales son concebidas como movimientos sociales, son vistas como grupos (de clase, género o étnicos) luchando para: incrementar la democracia y participación en la toma de decisiones; ganar autonomía política y cultural; y para ganar poder frente a las elites locales y el estado. Los proyectos económicos son vistos como un medio para terminar el avance en la construcción de los objetivos políticos del grupo. Aquí, la creación de poder político (aumento del poder del grupo) es considerado como su objetivo central, debido a que tiene que obtenerse antes de que otros objetivos se alcancen. En esta visión de las organizaciones sociales se enfatizan dos aspectos analíticos: la autonomía política del grupo y su orientación hacia proyectos autosostenibles como las principales estrategias económicas y políticas para consolidarse[3].
Las organizaciones sociales percibidas como organizaciones políticas son vistas como una expresión no institucional para los sectores marginales. Esta concepción enfatiza la lucha política (comúnmente armada) como el último recurso de los pobres contra la elite económica o el gobierno en el poder. Las organizaciones sociales adoptan una estrategia política radical contra el Estado, el cual es visto como directamente responsable por la difícil situación de los pobres (por ejemplo, la reciente guerrilla en Chiapas)[4].
Con base en nuestra experiencia podemos afirmar que las organizaciones sociales del país han desempeñado, en sus distintas etapas de desarrollo, actividades correspondientes a los primeros dos grupos distinguidos por los NMS, pues tanto han promovido el desarrollo (principalmente económico) local a través de proyectos productivos y proyectos de vivienda, salud, etc., como han buscado conscientemente adquirir cierta influencia política en el ámbito municipal y, junto a otras organizaciones sociales, a nivel nacional.
Por otra parte, entre algunas de las condicionantes para que exista un buen funcionamiento de la autogestión en las organizaciones sociales podemos destacar las siguientes:
1.Que la decisión de organizarse sea libre y voluntaria
2.Que todos los miembros participen de manera informada y conscientes en las decisiones de la organización, preferentemente mediante asambleas.
3.Que los beneficios o logros de la organización, se distribuyan de acuerdo con la aportación y/o participación de cada miembro, ya sea en capital o en trabajo.
4.Que el desarrollo de la organización ocurra en forma gradual, de tal manera que el proceso organizativo avance de lo simple a lo complejo.
5.Que los proyectos, programas o actividades que decida realizar la organización sean generados "de la base y desde adentro"; es decir, mediante un proceso autogestionario.
6.Que se promueva la educación y capacitación como un aspecto indispensable en el proceso de formación y consolidación de la organización.
7.Que se establezcan los mecanismos administrativos correspondientes, para tener un manejo transparente de los recursos económicos de la organización.
8.Que se busque el apoyo político de otros grupos u organizaciones sociales con intereses similares[5].
Existen diversos ejemplos de empresas u organizaciones sociales, entre los que encontramos a las Asociaciones Rurales de Interés Colectivo, las Sociedades Cooperativas, las Sociedades de Solidaridad Social, y las Uniones de Ejidos. A continuación haremos una breve descripción de las tres últimas, debido a su importancia en el campo mexicano, sin negar otras formas de asociación, pero que están fuera del ámbito de nuestra investigación.
La Unión de Ejidos se constituye por la asociación de dos o más Ejidos o Comunidades, no obstant
e que una sola Comunidad o E
jido puede pertenecer simultáneamente a otra Unión de Ejidos. Asimismo, tienen facultades para explotar directamente la tierra[6]. Esta es la principal figura jurídica superior a la que tienen acceso los ejidos y cuyo propósito central es coordinar las actividades productivas, asistencia mutua, industrialización y comercialización de sus productos. Las Uniones de Ejidos agrupaban hasta 1992 cerca de 11,000 ejidos y más de 930,000 ejidatarios. Se puede afirmar que en términos formales se encontraban organizados en este tipo de figuras el 44 por ciento de los ejidos y el 26 por ciento de los ejidatarios. Si se toma el promedio de hectárea por ejido, se puede afirmar que las Uniones de Ejidos tenían una influencia en 43 por ciento de la superficie ejidal. De las 841 Uniones de Ejidos existentes, 217 (25.8 por ciento) organizaciones se podían considerar como de mayor desarrollo; 370 (43.9 por ciento) organizaciones estaban en vías de desarrollo y 254 (30.3por ciento) no funcionaban[7].
La Sociedad Cooperativa es una forma de organización social integrada por personas físicas con base en intereses comunes y en los principios de solidaridad, esfuerzo propio y ayuda mutua. Tienen como propósito satisfacer las necesidades individuales y colectivas, a través de la realización de actividades económicas de producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Este tipo de sociedades está regida por la Ley General de Sociedades Cooperativas, publicada en el Diario Oficial de la Federación del 3 de agosto de 1994[8]. Dentro de las cooperativas de producción se ubican las cooperativas agropecuarias, que hasta 1992, eran 3,356, de las cuales 2,744 contaban con registro vigente. El 96 por ciento de estas últimas se encontraba operando y agrupaban a 120,602 socios, mientras que 22 se encontraban inactivas y de 78 no se tenía información. En cuanto a su distribución geográfica, Sonora contaba con 196, Coahuila con 166, Zacatecas y Chihuahua 156 cada uno, Durango 148, Nuevo León 111, Puebla 106 y Tabasco 104[9].
Las Sociedades de Solidaridad Social (SSS) se encuentran reguladas por la Ley de Sociedades de Solidaridad Social, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 27 de mayo de 1976, donde se establece que para constituir una SSS, es necesario integrar un patrimonio colectivo, cuyos socios deberán ser personas físicas de nacionalidad mexicana, en especial con personas que tengan derecho al trabajo, que destinen una parte del producto de su trabajo a un fondo de solidaridad social y que puedan realizar actividades mercantiles[10]. En 1985 se registraron 120 de ellas y con un crecimiento no muy pronunciado llegó a 269 en 1988; además, 59 no lograron un dictamen positivo. El mayor número de estas figuras se da a partir de los tres últimos años, donde se forman casi 720 SSS producto de la transformación que sufren las Unidades Económicas de Producción y Comercialización del café. En este periodo se forma el 84.1 por ciento de estas sociedades[11].
Económicas
El análisis de las experiencias de diversas organizaciones de productores sobre el funcionamiento del mercado, lleva a proponer una forma de intervención distinta a la regulación estatal o a la sola acción de la oferta y la demanda. Esta puede orientarse hacia una intervención de carácter social, donde se promovería una mayor presencia en los mercados de las figuras asociativas de los productores y cuyo móvil principal en las actividades económicas no se reduce a la búsqueda de utilidades y a la disputa y conservación del excedente generado. En ocasiones los objetivos más importantes de las organizaciones de los campesinos son la defensa ecológica, la generación de empleos, la elevación del nivel de vida de sus agremiados y el control de sus procesos de producción en general[12].
Un análisis de viabilidad para la antedicha intervención de organizaciones sociales en el mercado debería tomar en cuenta las siguientes limitantes que reducen la competitividad y, en consecuencia, el potencial de sobrevivencia de un proyecto autogestivo:
- El principio de participación aumenta no sólo los costos organizativos directos (para reuniones, asambleas, etc.) sino también los indirectos, en cuanto los procesos de toma de decisión tardan más, lo cual puede causar considerables pérdidas de ingresos potenciales (por ejemplo al no aprovechar oportunamente posibles mercados o inversiones hechas) o atrasar la reducción de costos evitables.
- La necesidad de llevar las cuentas claras incrementa los costos administrativos, principalmente en comparación con pequeñas empresas de particulares (como las de intermediarios) que en su mayoría no llevan una contabilidad. Pero también en el caso de proyectos mayores, los costos administrativos pueden ser más altos que en empresas privadas comparables, porque hay poca tecnología apropiada a este respecto.
- Según el tamaño y la complejidad del proyecto, los costos de aprendizaje y capacitación directos e indirectos varían. Generalmente, para recuperar las desventajas estructurales de los grupos populares en cuanto a educación general y conocimientos administrativos y técnico productivos, se necesitan inversiones considerables y a mayor plazo. Cabe mencionar también la fuerte incidencia de los costos indirectos causados por inexperiencia y errores cometidos en las primeras etapas de los proyectos autogestivos[13].
Además de los costos anteriores, también será importante que se consideren los costos en la autonomía de la organización, derivados del tipo de financiamiento que se adquiera. Así, una organización autogestiva que no recibe ningún financiamiento externo o que lo recibe bajo condiciones duras (por ejemplo, con intereses comerciales) tendrá grandes dificultades para sostenerse económicamente, aunque va a mantener un mayor grado de independencia de agencias externas. Por otro lado, un financiamiento externo amplio y blando (el caso extremo será una donación) alivia la carga económica para el proyecto y le da una especie de colchón para contratiempos futuros, pero al mismo tiempo crea grandes peligros de dependencia e injerencia de parte de la institución donante u otorgante del crédito[14].
Aquí la autonomía en la toma de decisiones se refiere a la mayor o menor capacidad de los socios de una organización para decidir, endógenamente, la estrategia de desarrollo, los proyectos de inversión, la gestión y asignación de recursos y uso del excedente generado. Si bien la autonomía está limitada por un conjunto de factores exógenos como son la influencia de partidos políticos, de organismos gubernamentales o no gubernamentales y de los mercados, el elemento decisivo para garantizar la autonomía es endógeno y se relaciona con tres áreas básicas: financiera, comercial y de asistencia técnica[15].
Dependiendo de su nivel de ingreso y potencial productivo, se diferencian tres grupos de productores rurales con la respectiva disparidad en el otorgamiento en las fuentes de financiamiento: 1) Los de zonas marginadas y alta siniestralidad, que son atendidos por PRONASOL; 2) Los de áreas con mayor respuesta a las inversiones o de potencial productivo, a cargo de BANRURAL; 3) Los de alta productividad que actúan dentro de la agricultura comercial y de exportación, al cuidado de FIRA y Banco de Comercio Exterior[16].
En lo referente al primer grupo, que es objeto de nuestra investigación, Dieter Paas (1992, pp. 14-15) sostiene que el Estado mexicano utiliza una amplia gama de instrumentos financieros subvencionados, teóricamente para "ayudar a los sectores marginados" o para "fomentar la organización para el trabajo" cuando en la práctica, estos financiamientos son instrumentos para el control político y para sofocar brotes de autonomía y autogestión. No obstante, existen algunas organizaciones autogestivas que han podido cortar la dependencia exclusiva de una sola fuente de financiamiento, y que, por tanto, disponen de mejores condiciones para ejercer una autonomía real y una gestión democrática.
Políticas
Conviene recordar que en México la mayoría de las organizaciones sociales de base surgen promovidas desde arriba por el estado (posrevolucionario) que, junto con la consolidación de un partido, instituye una relación corporativa y obligatoria con los obreros, campesinos, empresarios y demás actores de la sociedad mexicana. Sin embargo, en años recientes han habido cambios, en tanto que muchas organizaciones sociales se han desprendido de dicho tutelaje o han surgido fuera de él[17].
Este proceso tomó fuerza gracias a las UEPC’s, que con la desaparición del Inmecafé, y tomando en cuenta que desde su formación no se habían organizado entre ellas, empezaron a constituirse en nuevas figuras que sí eran sujeto de crédito. En este sentido, el Inmecafé fomentó, y a veces procedió él mismo a la transformación legal de las UEPC en Sociedades de Solidaridad Social (SSS) por ejemplo, lo cual fue el paso formal indispensable para recibir las instalaciones (beneficios) para procesar el café.
Aunque este cambio en el status jurídico de los grupos de cafeticultores debía crear un acceso al crédito bancario, al ser las SSS figuras jurídicas de pleno derecho, en la realidad esto no sucedió debido a que en esa coyuntura el cultivo del aromático no era rentable, además de que las nuevas organizaciones que pedían los créditos estaban formadas por grupos de minifundistas con terrenos de baja productividad muchas veces ubicados en zonas marginales. Frente a esta situación, sólo Banrural otorgó créditos a los pequeños cafeticultores durante el primer año de transferencia de las instalaciones del Inmecafé (1990-1991).
Dentro de un contexto de desorganización histórica entre pequeños cafeticultores, de desaparición de la principal instancia gubernamental encargada de apoyar al sector cafetalero, y de crisis en los precios internacionales del café verde, es que se crea, dentro del Primer Congreso Nacional de Organizaciones Cafetaleras*, la Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC), que surge como una organización nacional independiente, y por ello separada de las instituciones del Estado, partidos políticos y grupos religiosos.
La Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras es una red que agrupa a organizaciones regionales autónomas de pequeños productores de café con un promedio de 2 hectáreas. Hasta octubre de 1997, participaban en la CNOC 75 mil pequeños productores de 125 organizaciones regionales de los estados de Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí y Veracruz*. Cerca del 80% de los socios de la CNOC pertenecen a distintos pueblos indígenas: tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, huastecos, nahuas, totonacos, tlapanecos, mazatecos, zapotecos, mixtecos, chinantecos, triquis, entre otros.
Cerca de 30% de sus socios son productores orgánicos. 24 organizaciones de CNOC formaron Ecomex campesinos e indígenas ecológicos de México, con el objetivo de impulsar y promover el desarrollo de la Agricultura Orgánica en todas las fases productivas y ámbitos a fin de garantizar alta calidad en los productos y la preservación del medio ambiente, los recursos naturales y la biodiversidad. Los socios de CNOC participan en la Federación Internacional de Agricultura Orgánica (IFOAM).
CNOC fomenta procesos de convergencia regionales, nacionales e internacionales: participa en la Unión de pequeños y medianos productores de café de Centroamérica, México y el Caribe (UPROCAFE) y en la Sociedad Cooperativa de Pequeños Productores (SCPP) donde participan productores de América Latina y Africa[18].
Paralelamente a la formación de la Coordinadora, las estrategias generales desarrolladas en orden de importancia por las organizaciones durante la crisis del café fueron básicamente:
a) la negociación de adeudos y búsqueda de apoyos, b) integración al beneficiado y comercialización del café, c) generación de marcas de café y/o producción de café orgánico y d) diversificación de la producción[19]. En este sentido, las organizaciones ISMAM y UCIRI (Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo) han tenido un éxito sostenido al exportar gran parte de su producción orgánica.
Sociales
Frente a las condiciones de vida de los cafeticultores, en gran parte causadas por las condiciones estructurales de producción y comercialización del café en nuestro país, encontramos que las organizaciones sociales son una de las pocas alternativas con las que los cafetaleros mexicanos cuentan para empezar a revertir esas tendencias.
En nuestras visitas de campo, se encontró que las comunidades cafetaleras no organizadas presentan grados de pobreza muy generalizados, además de que los programas de apoyo económico que llegan hasta ellas, por sus montos, sólo sirven para satisfacer parcialmente las necesidades más básicas. Por otra parte, muchos habitantes de dichos lugares tienen como una costumbre el tomar bebidas alcohólicas con cierta frecuencia, lo que disminuye los ingresos que una familia puede destinar a la alimentación y reduce el tiempo que se dedica a trabajar dentro de las parcelas para las labores culturales.
Contrario a esta situación, en las comunidades donde existen organizaciones locales la pobreza no se presenta con tanta fuerza ni en toda la comunidad, gracias a la implementación de distintos programas y proyectos que se canalizan a través de la misma organización.
Entre dichos programas, existen varios que están directamente encaminados a reducir la dependencia exclusiva del cultivo del café, con es el caso con la producción y comercialización de cultivos alternativos y de autoconsumo como el plátano, cítricos, pimienta, nuez de macadamia, hortalizas, etc. Aunado a esto, en zonas donde existen arraigadas tradiciones indígenas, se ha fomentado la producción de artesanías y/o la crianza de ganado menor para su venta y consumo local; cabe destacar que estos trabajos son realizados principalmente por mujeres, lo cual reviste importancia debido a que esta situación abre un espacio importante a la participación de la mujer indígena y campesina dentro de la economía local.
Otra rama importante de las actividades de las organizaciones sociales dentro de las comunidades tiene que ver con programas (apoyados por el gobierno estatal o federal) de mejoramiento de las viviendas (por ejemplo poniendo pisos de cemento) o con la construcción de escuelas y clínicas rurales, donde el gobierno pone un porcentaje de los recursos económicos y técnicos y los beneficiarios el otro 50% en trabajo y capital.
Esta situación demuestra que las organizaciones autónomas no pueden operar sin ningún tipo de relación con el Estado y sus dependencias debido a que el Estado Mexicano dicta cuál es la distribución y uso de la tierra; regula tanto el precio de los alimentos básicos como sus canales de comercialización; edifica infraestructura (caminos, electricidad, clínicas y tiendas de consumo popular, etc.); y
produce y subsidia algunos insumos agrícolas básicos (fertilizantes y semillas)[20].
Finalmente existe otro tipo de programas que fortalecen a los miembros de la organización de una manera más directa que los anteriores. Nos referimos a los programas para crear cierta conciencia organizativa y de grupo, lo que ha sido llamado en Chiapas "Trabajo Común Organizado (TCO) y que tiene sus fundamentos teóricos dentro de la doctrina Cristiana[21]. El TCO postula la importancia del trabajo en grupo, de la solidaridad y el valor de sus antiguas tradiciones y cultura, que comienzan por no perder sus lenguas maternas, su vestimenta, etc.
Fuentes.
[1] Gonzalo Piñón Jiménez, op. cit. Págs. 11-12
[2] Ibídem, Pág. 21
[3] Ibídem, Pág. 22
[4] Ibídem, Pág. 24
[5] Tomado de Bernardino Mata García, Págs. 60-61; énfasis del autor
[6] Tomado de la Dirección General del Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural, Las agroasociaciones, su constitución y registro; México, Secretaría de la Reforma Agraria, Diciembre de 1994, p. 51
[7] Mauro Valle, "La organización económica de los productores rurales y sus perspectivas", en Félix Cadena et al, (Comps.); La empresa social y sus problemas de organización; México; Fundación Friedrich Naumann/PRAXIS, 1992, Págs. 247-248
[8] Dirección General del Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural, op. cit. Pág. 76
[9] Tomado de Mauro Valle, op. cit. Pág. 250
[10] Dirección General del Fondo de Capitalización e Inversión del Sector Rural, op. cit. Pág. 69; énfasis del autor.
[11] Mauro Valle, op. cit. Pág. 250, énfasis en el original.
[12] Gustavo Gordillo de Anda, op. cit. Pág. 74
[13] Paas, Dieter, "Introducción al tema", en Bernardino Mata et al (Editores); La cuestión económica en las organizaciones autogestivas;México, 1992; México; Fundación Friedrich Naumann/PRAXIS, 1990; Págs. 11-12; énfasis del autor
[14] Tomado de Dieter Paas, "Introducción al tema", op. cit. Págs. 14-15
[15] Gordillo de Anda, Gustavo, op. cit. Pág. 76
[16] Mata Garcia Bernardino, "La modernización en el campo y las empresas sociales", op. cit., Pág. 42
[17] Sergio Martínez, "Obstáculos ideológicos para el desarrollo y el aprendizaje en proyectos sociales", en Félix Cadena et al (Comps.); La empresa social y sus problemas de organización; México; Fundación Friedrich Naumann/PRAXIS, 1992; Pág. 151
* En la comunidad de Lachivizá, Oaxaca, en julio de 1989, y con el apoyo de 25 organizaciones locales o regionales provenientes de los cinco estados productores más importantes del país.
* La producción global de los grupos de CNOC es de 800 mil quintales al año, cultivado en 140 mil hectáreas con una exportación global de 120 mil quintales. La CNOC exporta su café a través de su empresa comercializadora: Promotora Comercial de Cafés Suaves Mexicanos S.A. de C.V. y tiene una oficina de enlace y servicios comerciales en Estados Unidos con una marca propia para la venta de café tostado y molido: Aztec Harvests.
[18] Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras; sin título, octubre de 1997.
[19] Santoyo Cortes, Vinicio H. et al, op. cit. Págs. 112-113
[20] Gonzalo Piñón Jiménez, op. cit. Pág. 24
[21] Para ampliar este tema puede consultarse el manual Trabajo Común Organizado; Centro de Agroecología San Francisco de Asís, A.C.; Motozintla, Chiapas; 1996.
Datos para citar este artículo:
Francisco Aguirre. (1999). II. Algunas características de las organizaciones cafetaleras en México. Revista Vinculando, 1(1). https://vinculando.org/productores/caracteristicas.html
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