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La recaída en adicciones, neurosis y codependencia

Autor(a): Juan Cambron Ramírez - 22 Ago, 2016
¿Cómo citar este artículo?  

La recaída en adicciones, neurosis y codependencia

A lo largo de los años y a lo ancho de las agrupaciones de doce pasos, el fenómeno de la recaída ha sido visto y concebido de varias maneras: Como un descuido, un tropezón, una reacción ante un acontecimiento de difícil digestión, un castigo divino, una derrota a medias o una renuncia sin convicción suficiente.

Me ha tocado leer varias opiniones y teorías al respecto, y decididamente, la que mejor me explica el fenómeno es la contenida en el “Manual de Prevención de Recaídas en Adicciones”, del doctor Efrén Martínez.

Antes que otra cosa, ahí se califica a la recaída, no como un suceso, sino como un proceso. Al abundar en el tema, el autor anota otras dos características relacionadas con la recaída, que permiten comprenderla mejor y con mayor profundidad.

La primera, que Sólo se puede decir que alguien ha recaído cuando antes la persona ha logrado un cambio evidente en su proceso de recuperación.

Esto es, que la persona que termina su proceso de rehabilitación y sale de una clínica o anexo, y que a las tres semanas consume alcohol o sustancias nuevamente, o que inicia un proceso de recuperación a principios del mes, que asiste tres o cuatro veces al grupo y que a mediados del mes siguiente vuelve a consumir, no ha recaído: Sigue consumiendo.

En mi experiencia profesional, he vivido el caso de jóvenes que han concluido su proceso de contención en un anexo o centro de rehabilitación, y a las cuatro o cinco semanas vuelven a consumir y a ser internados de nuevo. A estos se les considera “recaídos” o “recalentados”.

Lo que ha sucedido en tales casos es lo que advierte el doctor Martínez en el sentido de que en realidad no hubo un cambio significativo en los juicios (creencias, pensamientos y valores) y actitudes (conducta, hábitos, formas de ser y de hacer) del paciente, y bastó un pretexto o una situación que no le agradó al recién “egresado”, para que volviera a consumir. También puede ser que el egresado haya salido del anexo con la creencia de que volver a consumir es una forma de desquitarse de quienes lo anexaron.

Otro pretexto declarado con frecuencia por los “recaídos” es que salieron resentidos del anexo. Su “reacción” (que no “respuesta”), es volver a consumir, cobijados por el muy extendido pretexto de que el resentimiento les permite consumir. Creen que consumir está justificado cuando uno está resentido. Esto tampoco es recaída; es simplemente una “resentida” más.

Volviendo al manual del doctor Martínez, a este respecto agrega que: Quien vuelve a consumir o que regresa a vivir de una manera ingobernable a unos cuantos días de haber terminado un tratamiento o de haber iniciado su asistencia a un grupo, simplemente ha continuado su consumo o su vida ingobernable. En este caso no hay recaída, porque nadie recae si no se ha levantado.

La segunda característica propuesta por el doctor Martínez dice que: La velocidad de la recaída es inversamente proporcional al cambio que la persona hubiere logrado en su proceso de recuperación.

Esta característica está relacionada con la anterior en cuanto al grado del cambio obtenido. Mientras más acertadas sean las creencias de quien ha salido de un proceso de rehabilitación; mientras mayor número de valores haya ensayado en el anexo para practicarlos afuera; y mientras mayor comprensión haya logrado en lo que es el sentido de vida, más herramientas tendrá para enfrentar las “tentaciones” de la vida. De hecho, mientras más de esas herramientas positivas lleve a su vida diaria después del anexo, menos “tentaciones” tendrá. Y viceversa.

En el manual al que nos venimos refiriendo, podemos leer algo como lo siguiente. Si yo he logrado cambiar en un 50% mi manera de pensar, de actuar y de sentir, una recaída puede ser más lenta y con mayores probabilidades de detenerla, que si he tenido un cambio de 20%, o que, si de plano, no he hecho más que cumplir los cuatro meses de contención en la Clínica.

Mientras mayor es el cambio obtenido, menor será el número de “tentaciones” y mayor será la probabilidad de evitar o de detener una reincidencia en la que hubiere caído.

El manual de referencia contiene también una lista de pensamientos inadecuados que implican riesgos de volver al consumo o a la conducta indebida, y que presento al final de este artículo. La lista del doctor Martínez es la de “En el Síntoma”, la cual quizá no sea literal, sino editada por mí, aunque respetando el sentido original. La de “En la Actitud”, es mía.

Para mí, el material del doctor Martínez es un material muy bueno y muy recomendable para entender el fenómeno de la recaída.

No obstante, de manera adicional quiero desarrollar aquí la inquietud que me ha surgido de poner dicho fenómeno en la balanza de la herramienta de apoyo que utilizamos en el Grupo de Orientación y Sentido y que lleva por nombre El Modelo Médico Paciente, para ver lo que la recaída puede significar en ese marco.

De hecho, a un compañero de tiempo que me preguntaba el viernes pasado en Veracruz acerca de cómo manejamos en el Grupo de Orientación y Sentido el tema de la recaída, le contesté que en nuestro modelo de recuperación no la tenemos contemplada porque forma parte de la enfermedad y no de la curación.

¿Tiene sentido la recaída en la perspectiva del modelo médico paciente?

El Modelo Médico Paciente que utilizamos en el Grupo de Orientación y Sentido nos permite ver con claridad la estructura y el sentido de los modelos de recuperación basados en los doce pasos.

Gracias a él sabemos en qué consiste cada paso, cada una de las tareas que se deben realizar en ellos, y qué tanto avance estamos logrando en nuestro proceso personal.

La claridad de dicho modelo nos permite crear los ejemplos necesarios para explicar lo que significa cada momento del proceso, y creo que también puede ser útil para abordar el tema de la recaída.

Pongamos por caso el de una persona que está enferma del estómago. Tiene diarrea y dolores estomacales. Tiene náusea y ha llegado a vomitar. En el transcurso del día se le ha presentado fiebre de 28.5 y 29.0 grados. Siente mareos y rechaza la comida. El solo olor a guisados le produce rechazo y náusea. No puede dormir y está de mal humor.

Ya se ha tomado algunos tés y remedios caseros y no obtiene buenos resultados. Se ha dado cuenta de que no es un mal menor. Que puede ser una infección y que no tiene más remedio que ir con un doctor (1). Piensa si ir a una institución de la que es derechohabiente o a un médico particular.

Luego de evaluar el asunto decide ir con el doctor Meneses, que dicen que es bueno y que no cobra caro. (2)

Pide la cita, se dirige a su consultorio y espera a ser atendido. (3)

Supongamos que el paciente se llama Luis.

Mientras se acerca su turno Luis empieza a hacer una lista de los síntomas que ha tenido para que no se le vaya a pasar ninguno y el doctor pueda hacer un diagnóstico acertado. (4)

Llega su turno y la secretaria le pide que pase con el doctor.

Entra al consultorio y toma asiento. El doctor lo saluda y le pregunta el motivo por el que está ahí. Luis le dice cuáles son sus síntomas y le comenta lo necesario para ofrecerle el panorama completo de su enfermedad. También contesta las preguntas complementarias que le formula el doctor. (5a)

Una vez levantada su historia clínica y concluida la entrevista con el doctor, éste le elabora y le entrega una receta indicando los medicamentos que debe tomar y la manera en que debe tomarlos. También le da indicaciones sobre las precauciones que debe tomar con cierto tipo de alimentos y la incorporación de hábitos sanos para conservar la salud, tales como ejercicio, monodietas y otros. (5b)

Luis sale del consultorio y se retira, no sin antes cubrir la consulta respectiva.

Lee con cuidado la receta y las recomendaciones que le hizo el doctor. Se dirige a la farmacia a comprar todo el medicamento indicado. Se dirige a su casa y se organiza para iniciar el tratamiento. Está convencido de que debe cumplir al pie de la letra el tratamiento, puesto que su enfermedad se puede agravar y complicarse aún más. Está decidido a hacerlo. (6)

Acto seguido, inicia el tratamiento tomando las pastillas, píldoras o cápsulas indicadas, así como poniendo en práctica la dieta y el ejercicio prescritos.

Estando en esto, se acuerda que esos dos días que tuvo diarrea y que no pudo ir a trabajar en su carpintería se le atrasaron algunos compromisos. Se da cuenta de que le incumplió a don Julián que ha sido siempre un buen cliente; a Rosita la de la tienda que le mandó a hacer el anaquel; No terminó de pintar las banquitas de la escuela y ni siquiera ha empezado a preparar el barniz de la mesa de su vecino Carlos.

Hace una lista mental de esas personas (8) y más tarde va con ellas para decirles que no les va a entregar sus encargos a tiempo porque estuvo tres días enfermo, pero que sin falta, entre el próximo lunes y el jueves terminará los pendientes y les hará entrega de ellos (9).

Con lo anterior Luis se siente bien. En lo físico, está en camino de curarse. Tiene ganas de trabajar. Trabaja para cumplir con lo ofrecido y se pone al corriente en su vida y en sus compromisos.

Digamos que ya recuperó, por un lado, su salud; y por el otro, la formalidad en su trabajo. Luis está recuperado y conectado con su diario vivir productivo.

Lo dicho en el relato, podemos verlo de manera resumida en el siguiente esquema.

El proceso normal o lógico

  1. Acepta que está enfermo y que no puede curarse solo; que necesita apoyo de otros
  2. Reconoce que el mejor apoyo que puede encontrar es el de un médico
  3. Busca y elige ir con un médico determinada
  4. Hace una lista mental de sus síntomas para mencionárselos al doctor
  5. Menciona sus síntomas ante el doctor. Éste le hace preguntas, le da un diagnóstico, una receta y una serie de indicaciones para conservarse saludable.
  6. Compra los medicamentos y se organiza para tomárselos: Cuál tomará primero, a qué hora…
  7. Comienza el tratamiento y lo continúa hasta terminarlo.
  8. Si por su enfermedad quedó mal con algunas personas por algunos compromisos desatendidos, hace una lista mental de esas personas.
  9. Va con ellas para informarles a qué se debió su incumplimiento, y a ofrecerles ponerse al corriente.

Sin embargo, este proceso lógico no siempre se lleva a cabo con tanta fluidez.

Revisemos lo que sucede cuando el paciente tiene reservas para llevar a cabo una o más de estas nueve actividades, o cuando las rechaza velada o abiertamente.

El proceso anormal o ilógico

También podemos llamarlo el Proceso Insano. Sus nueve actividades serían las siguientes:

(Los números entre paréntesis corresponden a los del proceso normal o lógico y a los del relato previo a éste).

– ¿Qué pasaría en la actividad número (1) si Luis no reconociera que está enfermo y que necesita el apoyo del médico? Hubiera seguido enfermo y quizá agravándose de sus males.

– ¿Qué pasaría si en la número (2) Luis ya hubiera aceptado estar enfermo y hubiera reconocido que para curarse tiene que ir con el médico, pero que a pesar de haberlo reconocido hubiera desechado la idea de ir a consulta? Lo reconoce pero no lo hace. Seguiría enfermo, por supuesto.

Aceptar que se está enfermo sin aceptar ir con el doctor, no sirve para nada. Luis estaría aceptando simplemente que está enfermo, pero sin asumir la responsabilidad que ello implica. Es decir, dar el paso siguiente, que es ir con el médico.

– ¿Qué pasaría si en la número (3) Luis aceptara de dientes para afuera la necesidad de ir con el doctor Meneses o con cualquiera otro, pero que no moviera un dedo para ir a consulta; o que fuera a consulta nomás por ir, pero sin intención de seguir el tratamiento que le dieran? Seguiría tan enfermo como al principio.

Aceptar de dientes para afuera que debe ir al médico, pero no ir; o ir sin estar convencido de seguir el tratamiento, no sirve para nada. La enfermedad seguirá desarrollándose en el organismo de Luis.

Sabe que tiene un padecimiento; que necesita ayuda de otros para curarse; que puede acudir a tal o cual servicio médico o médico particular, y no lo hace o lo hace a medias.

Esto denota un completo desinterés por curarse. Hasta se podría decir que le gusta estar enfermo; que encuentra algún beneficio secundario en estar enfermo, o de plano, que se quiere morir.

En esta actividad lo correcto es que el paciente declare su convicción de que va a ir con el doctor y que se va a someter al tratamiento con la mayor disciplina.

– Si en la actividad (4) no hiciera la lista completa de sus síntomas o inventara algunos otros para, quizá, hacerla más dramática, no revelaría su verdadero estado de salud ¿Qué caso tendría ir con el médico?

El facultativo haría un diagnóstico acorde a lo expresado por Luis, y la receta no serviría para curarlo de sus verdaderos síntomas.

– Si estando en la actividad (5), Luis proporciona una lista insuficiente o irreal de sus síntomas al médico, o no contesta con sinceridad las preguntas que éste le formula para hacer un diagnóstico correcto, los medicamentos recetados no le van a servir porque los datos que dio no son reales ni suficientes. ¿Cuál sería el caso de que Luis hiciera algo así? No tendría caso.

Él sabe muy bien que esa receta y las indicaciones complementarias que le dio el médico no corresponden a sus necesidades de salud.

Su enfermedad va a seguir presente y agravándose.

– En la actividad (6), si el paciente no compra los medicamentos o sólo compra algunos de ellos; o si sólo se los toma cuando se acuerda o cuando quiere, ¿Cuál fue el objeto de haber ido a consulta?

Luis sabe de antemano que va a seguir igual o peor. Y esto no debe extrañarle.

-Ya en la actividad (7), probablemente si alguien le pregunta cómo sigue de su enfermedad después de haber ido a consulta, Luis le diga que no le sirvió el tratamiento, y que el doctor es un mal facultativo porque no le dio el tratamiento adecuado, o que los medicamentos no hicieron el efecto esperado. Por supuesto que no va a decir que fue a consulta nomás por ir; que no le dijo al doctor todos sus síntomas, y que, en realidad no siguió el tratamiento. Más aún, que ni siquiera compró los medicamentos, y que ahí va sobrellevando la enfermedad como puede y “a su capacidad”.

Lejos de haber mejorado su salud, Luis, con toda seguridad estará peor, por razones lógicas.

-De las actividades (8) y (9) ni hablar. Luis sabe que actuó con deshonestidad; que no fue de buena voluntad con el médico a buscar su salud física y que, por lo tanto, sigue enfermo; que los síntomas todavía están allí, y que, debido a ello, no está en condiciones de hacer frente a los compromisos que tiene con sus clientes. No puede ofrecerles nada porque aún sigue enfermo.

No puede ir a ofrecerles una reparación de daños ni a hacerles promesas concretas de resarcir la tardanza o el incumplimiento.

En síntesis, Luis no reconoció la gravedad de su enfermedad ni asumió la responsabilidad consecuente, de someterse a un tratamiento

Cuando decidió ir con el doctor iba más a fuerza que de ganas. Por cumplir porque se lo había ofrecido a alguien, o porque otros lo llevaron a consulta.

Estando frente al doctor no le dijo los síntomas que tenía, y tal vez inventó otros. No respondió con sinceridad las preguntas adicionales que le hizo el doctor.

No surtió toda la receta ni se tomó siquiera los medicamentos que compró.

En una palabra, no obedeció el tratamiento, sino que desafió a la enfermedad. Él lo sabe y por ello no puede esperar una recuperación.

Tampoco puede ir a negociar el ponerse al corriente de sus retrasos e incumplimientos con sus clientes, porque sigue enfermo y sin posibilidades de comprometerse a nada. La enfermedad aún está ahí y puede manifestarse en cualquier momento.

Luis sabe que se pasó de listo a lo largo y a lo ancho del supuesto proceso de búsqueda de salud; que actuó con irresponsabilidad; que, de seguir así, el futuro de su salud personal está en riesgo, al igual que su futuro laboral, y que desperdició tiempo, dinero y esfuerzo en la parodia de proceso de recuperación que orquestó y que no lo condujo a nada bueno.

Sigue tan enfermo o más que cuando dio inicio a su aventura… porque eso fue: una aventura.

Al concluir estos relatos, tanto de la etapa, digamos “lógica”, que suele llevar a cabo un paciente físico para recuperar su salud, como de la “amañada” que realiza el enfermo autoengañado, quien, más que buscar la solución para su enfermedad, busca distintas formas de evadir esa responsabilidad, quiero manifestar que algo muy similar a lo que describo en esta segunda secuencia es lo que le sucede a quien asiste a un grupo de doce pasos sólo por asistir, sin convicción y sin asumir el compromiso que implica su programa de recuperación; y que, como consecuencia de ello, con frecuencia “recae”.

No es que recaiga. Es que sigue coqueteando con la sustancia o con el mal comportamiento. No le entra al programa. Es como si fuera al médico, no para decirle sus síntomas y a pedirle que le recete el medicamento específico para ellos, sino a platicar de fútbol, y para que los demás lo vean que sale del consultorio y crean que está haciendo algo por su salud física.

Ni el consultorio ni el médico dan recuperación. Lo que da recuperación es tomarse el tratamiento como debe ser, y seguir las indicaciones complementarias de cuidado integral de la salud.

El compañero o compañera que va al grupo a hacer lo que hacen ahí, y que pierde de vista su necesidad de aprender cómo se aplica el programa en la vida diaria, está confundiendo el contenido con el contenedor. Cree que el grupo es más importante que el programa y se dedica a asistir, a subir a la tribuna para abordar el tema del día o para hacer catarsis, a tomar café y a dar su séptima.

Desde afuera nadie puede decir que tal o cual compañero o compañera sólo van al grupo a cumplir con su asistencia porque “Si faltas a tus juntas, no preguntes por qué recaes”, o para dar cumplimiento a las recomendaciones de su padrino.

Sólo desde dentro puede el compañero decir qué es lo que está haciendo con el programa, en el grupo y con su vida. Sólo él puede saber qué fue lo que hizo y lo que dejó de hacer para “recaer”. No recayó: sigue en la actividad tratando de no verse y de no sentirse tan mal como cuando consumía y se comportaba inadecuadamente de manera abierta.

Hoy se atrinchera en el grupo y usa el camuflaje de “compañero” o “compañera” expuesto/a a las vicisitudes de la vida, ante las cuales, a veces, al no poder sobreponerse a ellas, sucumbe y, ni modo: usa, bebe, se pone neurótico/a y agrede “sin querer”.

Por esto es que en nuestros grupos de orientación y sentido la recaída no existe como parte de la solución. Existe, sí, en el de la enfermedad.

Estarse haciendo el inteligente (el vivo) y acumulando tiempo en el grupo, no es recuperación; es enfermedad. Estar viviendo el proceso anormal o ilógico de busca de una supuesta recuperación es la causa de la recaída. No es un descuido, una flaqueza, un castigo divino o una cuota karmática. Es una actitud de querer jugar con fuego y esperar ganarle al ígneo elemento.

Si la persona no está segura de querer recuperarse, no debería ir al grupo, porque los nuevos van a creer que la recuperación se trata de lo que ella, que ya tiene años en el grupo, está haciendo.

Está haciendo más mal que bien. Sería mejor que se retirara del grupo; que fuera a convencerse de que necesita un programa para sobreponerse e esa enfermedad emocional y mental que dice “padecer”, y que luego regresara “dulcemente razonable” a buscar aquello que la puede curar.

Que no siguiera enfermándose y confundiendo a otros con esa actitud de chico listo que sabe cómo evadir lo que debe hacer, y que sigue haciendo exactamente aquello que ha venido haciendo desde hace años porque eso es lo que en el fondo quiere seguir haciendo.

Por eso, desde mi punto de vista muy personal, digo que, cuando esta persona “recae”, no es que recaiga; sigue consumiendo y/o cayendo en conductas indebidas. Es decir, sigue en cosas a las que en realidad no quiere renunciar.

Modelo médico paciente

Me complace compartir contigo una de las dos herramientas fundamentales que utilizamos en nuestros grupos de orientación y sentido, que es a la que me he venido refiriendo en este escrito, y que se llama El Modelo Médico Paciente, en el cual solemos apoyarnos al hablar de la estructura y el sentido de los doce pasos. Cabe precisar que en el ejemplo sólo he utilizado nueve de los doce pasos.

  1. (El paciente…) Admite tener una enfermedad y no poderse curar solo. Necesita ayuda de otros
  2. Busca la ayuda que necesita. La encuentra, la analiza y la acepta
  3. Toma la determinación de someterse sin reservas al tratamiento que le indiquen.
  4. Define los síntomas de su enfermedad para comunicárselos al doctor.
  5. Comparte sus síntomas con el doctor y recibe orientación correctiva y preventiva
  6. Se prepara para realizar las acciones correctivas y preventivas que le indicaron
  7. Lleva a cabo puntualmente esas acciones
  8. Por su enfermedad, pudo afectar a otros. Elabora una lista de los afectados y se prepara para la reparación de daños
  9. Repara a los afectados los daños que les ocasionó
  10. Revisa a diario o con frecuencia si está llevando bien el tratamiento. Si no, lo corrige
  11. Mantiene comunicación con su médico para seguir recibiendo su orientación y apoyo
  12. Disfruta de la vida plena que ha logrado al cumplir las acciones que le indicó el doctor. Si otros se

interesan por su cambio positivo, lo comparte con ellos

Algunos Pensamientos y Actitudes que Denotan que Estás Viviendo en Riesgo de “Recaer”

En el síntoma

(Beber, drogarse, actos neuróticos o de codependencia)

  1. ¡Ya entendí la naturaleza de la enfermedad! Creo que puedo consumir con medida…
  2. Mi problema es la coca, no el alcohol. Así que…
  3. En la literatura dice que puedo hacer la prueba… Además, nadie se va a dar cuenta
  4. Me voy a volver a drogar para desquitarme de quienes me anexaron
  5. Me siento peor en abstinencia, que cuando consumía.
  6. Tengo ganas de consumir. Siempre he dicho que estoy muy joven para dejarlo
  7. Ya estoy muy viejo para dejarlo… ¡ya qué!…mejor le sigo!
  8. Sí, me junto con ellos, pero no consumo
  9. Con mi ingobernabilidad eché todo a perder. Nadie me quiere. ¡A quién le importa si consumo!
  10. Aprendí que hay tres tipos de bebedor. No creo ser bebedor crónico. Puedo beber controlándome
  11. Conozco gente que volvió a tomar y a drogarse y están bien. ¿Yo, por qué no?
  12. Si recaigo, que me vuelvan a internar. Ya, la última.

(Estas señales de riesgo de recaída se refieren al caso de adicciones a sustancias tóxicas, pero creo que se pueden aplicar a los de la neurosis y la codependencia)

En la actitud

(Comportamiento, disposición ante la vida y los demás, autoengaños)

  1. Tienes más de seis meses o más de seis años en el grupo y no sabes en qué paso vas
  2. Tienes más de seis meses o más de seis años en el grupo y no te has apadrinado
  3. Nunca te has apadrinado como lo indica el programa y sin embargo tienes ahijados
  4. Tienes uno o más ahijados y te reúnes con ellos cuatro o cinco veces al año, no para hablar del programa y de cómo lo estás llevando tú, sino para hablar mal de los compañeros y compañeras.
  5. Tienes tres o cuatro años en el grupo y no has hecho tu cuarto paso, y menos tu séptimo o noveno.
  6. Ya hiciste tu cuarto y quinto pasos y no has promovido esa experiencia con tus compañeros, ni te has ofrecido para acompañarlos en ella
  7. Criticas a los grupos de 4º y 5º Pasos por lo que has vivido o escuchado acerca de sus métodos de trabajo, pero no te preparas para ser padrino de esos pasos en la modalidad tradicional
  8. Apadrinas preferentemente a jóvenes del sexo opuesto al tuyo, para ver qué beneficios secundarios puedes obtener de ellos
  9. Prefieres apadrinar a ahijados “pudientes”, a los cuales citas en lugares costosos y a la hora de las comidas para que ellos paguen el consumo. O quizá, para ver si te hacen un préstamo que no será redimible porque tu ahijado/a estará tan agradecido contigo, que no te lo va a cobrar.
  10. Todavía crees que el Poder Superior te va a eliminar los defectos de carácter, tal como se lo has venido pidiendo humildemente desde hace varios años
  11. No tienes claro si los doce pasos se deben terminar algún día o si son para toda la vida
  12. No sabes si estás llevando bien o mal el programa, ni en qué te basas para decirlo

Me puedes escribir a: [email protected] o a mi página de FB: Los doce pasos y sentido de vida

Bibliografía

  • Cambron Ramírez, Juan. ¿En Qué Paso Voy?. Ed. Fénix. Ciudad de México, 2013
  • Martínez Ortiz, Efrén. Manual de Prevención de Recaídas en Adicciones. Ed. Colectivo Aquí y Ahora. Bogotá, Colombia, 1999

Veracruz, Ver., Agosto de 2016. (Derechos de Autor Reservados)

Datos para citar este artículo:

Juan Cambron Ramírez. (2016). La recaída en adicciones, neurosis y codependencia. Revista Vinculando, 14(2). https://vinculando.org/psicologia_psicoterapia/la-recaida-en-adicciones-neurosis-codependencia.html

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Comentarios

  1. Lauro Rojo Venegas dice

    14 May, 2018 en 7:17 pm

    Excelente material de información, conocimiento y apoyo. Participo en cínicas de recuperación como terapeuta psicológico y en espiritualidad.

    Responder
    • Revista Vinculando dice

      23 May, 2018 en 1:23 pm

      Hola Lauro, nos da gusto saber de tu labor y deseamos que al acompañar a otros, también tu mismo sigas creciendo en las áreas que desees. Adelante!

      Responder

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