Poemas sobre Taichi
El maestro lavó sus manos en la luz
así las dejó limpias y puras
con ellas construyó en el espacio vacío
una obra de arte intangible
ahora yo la toco a medida que realizo
mi danza milenaria.
Mis manos hacen olas de luz
que van a la playa que es el infinito
y regresan a mi interior que también es infinito.
Con mi mano como con una brocha
voy pintando el espacio vacío
no con pintura sino con luz desnuda
y lo que se va hermoseando no es el espacio
sino mi interior infinito.
Mis movimientos me van desarmando
tal como un viejo guerrero
que se va sacando la armadura
porque ha renunciado a la guerra.
Mi danza es muy suave y lenta
porque la hago a la orilla del abismo
que es la ausencia de paz.
Con movimientos ondulantes
avanzando y retrocediendo en distintas direcciones
me acerco al centro de la vida en línea recta.
Mis movimientos lentos y suaves
van desenrollando esa de madeja
de sentimientos y pensamientos
que soy yo.
Mi cuerpo se mueve lento
toma distintas posiciones
cada una repite la forma de un árbol diferente
más tarde cuando quedo quieto
siento la paz del que plantó un bosque.
Con mis manos vacías
jalo una cuerda inmaterial
y así poco a poco voy trayendo hacia mí
el centro del universo.
Como las aspas de un molino de viento
muy lentamente muevo los brazos
el viento que los impulsa
viene del vacío
por eso es sólo un viento que sólo el alma siento.
Tomo entre las manos
un sol brillante
y retrocedo como si él me empujara
hacia mí mismo.
Con mis manos desnudas
tomo la luna llena
la coloco frente a mi corazón
y ella provoca marejadas de luz blanca
que se levantan hacia una paz sin fronteras.
Voy sembrando el vacío con movimientos
que florecen en una luz
ella ilumina toda la sangre de mi cuerpo
y la transforma en luz.
voy sembrando el vacío con movimientos
y la cosecha soy yo mismo
viviendo la claridad del instante.
Al fin logra el milagro
de alcanzar una estrella inalcanzable
un asterisco de luz de oro
pero al encerrarla en su puño
se convierte en agua y se escurre.
Ese hombre no tenía todavía tan puro su corazón.
Lo mata la muerte de los demás
pero con cada nuevo nacimiento vuelve a resucitar
lo alegra la alegría de los otros
lo entristece la tristeza ajena como si fuera propia
cada primavera lo hace florecer
y el otoño desnuda sus ramas
cada niño le contagia su espontaneidad
cada viejo le da sabiduría
el cielo lo vuelve infinito
y el mar profundo.
Es un ser humano que es todos los seres
sin dejar de ser él mismo único e irrepetible.
Tengo que mover suaves los brazos
como ramas en el viento de la tarde
mis caderas deben aprender a avanzar
más lentas que el florecer de una pradera
mis pies tienen que ser raíces
que se nutren de ríos de luz del fondo de la tierra.
Sólo así lograré en ir en dirección a mí mismo.
Como el agua no tengo forma definida
como una jarra al agua o como un vaso
cada posición me contiene
estoy dentro de un círculo de luz que tomo entre mis manos
si avanzo no lo hago como la brusca avalancha
sino como el agua que es recién derretida nieve
y me contiene un surco para que pueda llegar
a los ríos primero y luego al mar.
Con mi brazo extendido describo un círculo
que tiene la forma de la tierra
pero es este espacio circular creado por mis movimientos
no existen ni las guerras ni las enfermedades
ni el dolor ni la muerte
por eso habitarlo es tan grato.
Un poco más abajo de la cintura
en mi interior tengo una bola de luz.
cuando me entrego a mi lenta danza
la bola de luz va dibujando en el espacio vacío
todos los signos del zodíaco.
Así aprendo la fuerza de tauro
la independencia de Aries
la sensibilidad de cáncer
la disciplina de virgo y las virtudes
de los ocho signos restantes.
Con la palma de mi mano empujo el vacío
abro una puerta
a través de ella entro al infinito que hay en mi interior.
Para atravesar un río y no caer a las aguas bruscas
hay que avanzar pisando con sumo cuidado
piedra tras piedra hasta llegar a la orilla.
Para atravesar el río de la vida
hay que avanzar con cuidado’pisando piedras que repiten
el orden de las estrellas;
la danza antigua me enseña cómo hacerlo.
Mis movimientos son lentos
como los del fuego cuando hay un viento suave.
Yo soy ese fuego con el que un campesino
va limpiando la tierra:
calma y paz son las semillas
que brotan en toda mi vida cuando la siento viva.
Estiro los brazos y tomo un pequeño sol
el sol es un ánfora que contiene las cenizas
que seré cuando yo ya no sea yo.
Le entro el ánfora a otro
ahora el ánfora contiene las cenizas
que él será cuando él ya no sea él.
El a su vez entreg el ánfora con sus cenizas a otro
y así el ánfora va pasando de mano en mano
por toda la humanidad.
Más tarde acerco mis manos a mi pecho
y siento que el ánfora ya no es tal sino un pequeño sol
que brilla y da calor.
Tengo y no tengo temor de mis emociones
mi trabajo es el del domador de tigres
me acerco y retrocedo
lo rodeo y lo fustigo con un látigo intangible
con el fuego que crea mi imaginación me impongo
así hasta que logro someter a ese tigre
que es mi corazón cuando ruge hambriento.
¿Qué hacen las nubes
cuando en la tarde cambian de forma
en su lento viaje hacia el norte?
¿qué hacen las olas cuando se arremolinan
avanzan hacia la playa
y luego regresan?
Qué hace el viento en el desierto
cuando deshace una montaña de arena
y luego crea otras nuevas?
Las nubes las olas y el viento
desde siempre al hombre que busca le enseñan
los movimientos sagrados de la danza milenaria.
La firme y alta roca de la montaña
no cambia
si son las blancas nubes las que cubren
o si es la clara e intangible luz de la luna
o la fría y pálida nieve.
Así el corazón del que practica la danza milenaria
no cambia si lo cubre la tristeza gris
o la negra sombra de la muerte
o la noche como un mar sin orillas y estrellas.
Empujo con las palmas de mis manos
el vacío
y sintiendo que de esa fuerza que ejerzo
surge el movimiento del viento
que mece las ramas de los árboles
el oleaje del mar que cubre las rocas
y el correr de los animales por la pradera
comprendo que esta fuerza de mis manos
con las que empujo el vacío
viene de miles de años atrás
de mucho antes de que yo fuera yo.
Como el agua no tengo forma definida
como una jarra al agua o como un vaso
cada posición de mi cuerpo me contiene
estoy dentro del círculo de luz que tomo entre mis manos
si avanzo no lo hago como la brusca avalancha
sino como el agua que es recién derretida nieve
y me contiene un surco para que pueda llegar
a los ríos primero y luego al mar.
Tengo que mover suaves los brazos
como ramas en el viento de la tarde
mis caderas deben aprender a avanzar
más lentas que el florecer de una pradera
mis pies tienen que ser raíces
que se nutren de ríos de luz del fondo de la tierra
sólo así lograré ir en dirección a mí mismo.
Con mi mano como con una brocha
voy pintando el espacio vacío
no con pintura sino con luz desnuda
y lo que se va hermoseando no es el espacio
sino mi interior infinito.
Lo mata la muerte de los demás
pero con cada nuevo nacimiento vuelve a resucitar
lo alegra la alegría de los otros
lo entristece la tristeza ajena como si fuera propia
cada primavera lo hace florecer
y el otoño desnuda sus ramas
cada niño le contagia su espontaneidad
cada viejo le da su sabiduría
el cielo lo vuelve infinito
y el mar profundo.
Es un ser humano que es todos los seres
sin dejar de ser él mismo único e irrepetible.
Al fin logra el milagro
de alcanzar una estrella inalcanzable
un asterisco de luz de oro
pero al encerrarla en su puño
se convierte en agua y se escurre.
Ese hombre no tenía todavía tan puro su corazón.
Voy sembrando el vacío con movimientos
que florecen en una luz
ella ilumina toda la sangre de mi cuerpo
y la transforma en luz.
Voy sembrando el vacío con movimientos
y la cosecha soy yo mismo
viviendo en la claridad de cada instante.
Se desplaza por el espacio como un suave viento
y a medida que avanza va inaugurando espejos
en uno se refleja el niño que fue
en otro aparecen resucitados sus sueños muertos
otros muestran el fuego que le da vida a su pecho
y la tierra que será cuando el tiempo se le clausure
y el árbol y la nube cuando tuvo vida de árbol y de nube.
Se desplaza por el espacio como un suave viento
y su cuerpo le da vida a espejos donde aparece
lo que fue lo que es y lo que será.
Con mis dos manos desnudas
tomo la luna llena
la coloco frente a mi corazón
y ella provoca marejadas de luz blanca
que se levantan hacia una paz sin fronteras.
La noche era la sombra de su alma
por eso esperaba el alba
con una ansiedad que se retorcía
como una serpiente herida.
Pero se puso a danzar siguiendo los movimientos
de la llama de la vela
entonces llegó la madrugada como una bandada de aves
que traían en sus blancas alas la paz y el amor.
Datos para citar este artículo:
Osvaldo Ulloa Sánchez. (2007). Poemas y cuentos Tai Chi. Revista Vinculando, 5(2). https://vinculando.org/salud/poemas_y_cuentos_tai_chi.html
gaston dice
Que lindo poema, hermoso que bueno que lo hayan publicado y lo pude ver
Ruth dice
Gracias . Hermoso forma de sentir la práctica de Taichi. Me siento identificada <3