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Revista Vinculando

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5.8. Sueños y prácticas de paz

Autor(a): Rafael Reygadas Robles Gil - 16 Mar, 2006
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Después de 30 meses de caminar por diversas veredas, el ESPAZ y CONPAZ, como una parte organizada de la sociedad civil democrática, partiendo de su campo de experiencias y de una imaginación colectiva que les proporcionaba un horizonte de expectativas, desplegaron su identidad de diversas formas inventando procesos incluyentes de, por y con los pueblos indios, como sujetos o arquitectos de su propia historia. Este campo de experiencia previa llevaba a la negación profunda de una explotación histórica sistemática, soñando con otros cielos y con otras tierras, de cuya posibilidad el zapatismo instaló sin duda un horizonte de posibilidad; en esta perspectiva, las redes de ocpds sembraron dispositivos y acciones creadoras de impacto nacional orientados a incidir en las coyunturas, no a favor del EZLN, ni tampoco del gobierno, sino a favor de una paz que naciera de los pueblos indios y de la transformación de las principales causas y condiciones que generaron la guerra.

 

5.8.1 La conformación de los proyectos de paz.

A partir de su imaginación creadora, las redes de ocpds analizaron las situaciones, y frente a ellas, fueron generando, inventando prácticas sociales innovadoras, profundamente instituyentes de una utopía posible. Ambas redes se situaran entre dos polaridades: una que las mantuvo estrechamente articuladas al servicio y a la emergencia, y que fue vivida como un espacio de urgencia coyuntural, donde nuevas personas y miembros se sumaron a la solidaridad activa; y otra que planteó a ESPAZ y CONPAZ como interlocutores civiles, como sujetos autónomos, que debían contribuir activamente a crear propuestas de paz en Chiapas, como una parte de la sociedad civil o de un sector de ella que buscaba transformaciones más profundas en el conjunto de la sociedad mexicana. Por sus implicaciones cotidianas, CONPAZ acentuó su trabajo en la primera línea sin dejar de trabajar en una línea estratégica, y ESPAZ, trabajó de manera limitada en el quehacer cotidiano en Chiapas y más en propuestas de carácter más general. Esta división del trabajo fue contextual y geográfica, ocasionada por la distancia del terreno directo del conflicto, y por lo mismo no estuvo exenta de contradicciones y discusiones álgidas en torno a la orientación de cada quehacer y de cada momento, que a veces también surgían de diferencia de enfoques, de acentos, o de valoración de cada momento particular.

Entre estas dos tensiones se movieron los miembros del ESPAZ y CONPAZ, sosteniendo sus acciones y haciendo esfuerzos por coordinarse y articularse con otras fuerzas y movimientos, conscientes de que sólo una transición democrática que aproximara un modelo de desarrollo productivo menos excluyente y más participativo podía proponer una paz digna, justa y duradera para un millón trescientos mil chiapanecos, miembros de 10 pueblos indígenas. En esta tarea, algunos miembros del ESPAZ, particularmente compañeras del Grupo Rosario Castellanos, se volvieron asesores del EZLN y empezaron a aparecer públicamente como tales, impulsando activamente la propuesta del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), anunciada en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona.

La mayoría de las redes de ocpds pusieron el acento en el apoyo al proceso vivido de autonomías regionales pluriétnicas y convinieron con las organizaciones indígenas y campesinas autónomas de la región para apoyar sus procesos a través de saberes específicos y de caminos de desarrollo propios de las comunidades, organizaciones y redes de ocpds.

Por la larga experiencia de participación en la observación ciudadana de los procesos electorales, desde el inicio de la guerra y a lo largo de sus diferentes fases, las organizaciones civiles que conformaron el ESPAZ partieron siempre de una imaginación colectiva que señalaba la imposibilidad de resolver acertadamente el conflicto de Chiapas si no se avanzaba en los hechos de gobierno, y no sólo en los discursos y en las promesas, en una democracia en que la mayoría de los mexicanos orientara el rumbo que debiera seguir el país: un rumbo que incluyera en el presente y en el futuro a 50 millones de mexicanos pobres, y entre ellos, a los más pobres, a los más excluídos, a los indígenas. Pero también treinta meses en la lucha por la paz llevaron al ESPAZ, a sus organizaciones afiliadas y a sus miembros, a un horizonte de mediano plazo que pudiera articular mejor sus experiencias previas y sus campos específicos de intervención social, en una perspectiva de apoyo a la consolidación de la sociedad civil campesina e indígena del sureste chiapaneco como principal fuerza para lograr una paz duradera, justa e incluyente. De algún modo, las redes de ocpds hicieron una cierta retirada del protagonismo y de la visibilidad pública durante el período de los diálogos, ya sea por no estar preparadas para ello, ya sea por decisión propia de no estar en la esfera de las decisiones políticas generales sino en los procesos que generan poder social y popular de mediano plazo, como terreno privilegiado de su quehacer duradero.

Del 1o de enero de 1994 a junio de 1996, las redes de ocpds adoptaron una estrategia centrada en la neutralidad activa y propositiva para una paz que modificara las condiciones económicas, sociales y políticas que estuvieron en el origen del levantamiento armado del EZLN. El punto nodal de su trabajo fue el fortalecimiento de las autonomías indígenas, cuyo núcleo imaginario fundante es la sociedad civil indígena, articuladora de la herencia secular de la cultura de los pueblos indios en relación a su territorio, al cultivo de la tierra, a formas de gobierno y de participación ciudadana, como espacio y realidad que posibilitara la inclusión de los pueblos indígenas a pleno derecho en la conformación de la nación mexicana. Fue surgiendo así un nuevo paradigma ciudadano, que frente al presidencialismo y corporativimso del partido de estado, elaboró nuevas concepciones del hacer cívico, combinando las ideas liberales de democracia y las ancestrales prácticas e ideas colectivas de los pueblos indios, recuperadas después de 504 años de resistencia a la cultura occidental, derivó a la necesidad de una nación pluricultural y pluriétnica, donde el derecho a la libre determinación, a la autonomía y a la jurisdicción, son las bases materiales para hacerlo viable.

A pesar de haber desarrollado sus actividades en el contexto de una guerra de baja intensidad y de haber sido espiada y muy a menudo hostigada, CONPAZ ha elaborado metodologías participativas y de establecimiento de relaciones de confianza con las comunidades desde una perspectiva integral y plural, superando la asistencia y la generación de relaciones de dependencia difíciles de sostener en el mediano plazo.

CONPAZ ha sido una red nacida de las organizaciones civiles de promoción del desarrollo chipanecas, para enfrentar explícitamente en el terreno civil, las consecuencias cotidianas y de mediano y largo plazo del conflicto armado en el estado; es por eso que ha cargado sobre sus hombros la dura cotidianidad de un conflicto que se ha prolongado en el tiempo. Varias de las ocpds que lo conformaron inicialmente padecieron problemas de identidad y ubicación, de cambio profundo de su actividad cotidiana, conflictos financieros y de articulación a un colectivo general que los subsumía.

Sin duda, CONPAZ asumió un rol de sociedad civil independiente del Gobierno Federal y del EZLN. Para ello, se alió con la Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco (AEDEPCH), de la que constituyó parte de su fuerza viva y pensante; se ha aliado con la CONAI, con la que ha colaborado estrechamente en múltiples tareas y responsabilidades; y sobre todo ha priorizado la alianza con las comunidades indígenas con las que trabajaba en promoción social antes del estallamiento del conflicto y con las que ha continuado trabajando en todo este período.

El espacio de experiencias de CONPAZ se fue ampliando en el proceso
mismo de sus implicaciones a
través de un proceso humanitario y de búsqueda de la paz. Inicialmente, CONPAZ trabajó en las Cañadas de Morelia, Municipio de Altamirano, San Miguel, Municipio de Ocosingo y Guadalupe Tepeyac, Municipio de Margaritas, pero por las constantes demandas su trabajo se extendió a muchas otras zonas afectadas por la guerra.

CONPAZ ha atendido necesidades y problemas específicos en áreas de abasto (víveres, medicamentos y otros), salud (campañas de vacunación), sistematización y difusión de información, mujeres y niños, defensa de los derechos humanos, comunicación alternativa, asesoría jurídica, formación de abogados y contadores populares, vinculación a alternativas de paz de carácter nacional y a esfuerzos locales de organización pacífica de la sociedad civil.

Pero también el horizonte de expectativas del rol de CONPAZ en este período se vino configurando de muy diversas maneras, pues ha atendido constantemente, junto con el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y el Centro de Derechos Humanos Fray Pedro Lorenzo de la Nada, problemas cotidianos de violación de los derechos humanos de los pueblos indios por el ejército federal, las policías y diversos funcionarios públicos. CONPAZ incorpora cotidianamente a voluntarios de la solidaridad nacional e internacional que llegan a Chiapas y asumió también, junto con muchos miembros de la diócesis, la coordinación de los Campamentos de Paz y el apoyo logístico a todos los cinturones indígenas que sin falta acompañaban y daban resguardo a cada sesión del Diálogo de San Andrés.

Por su actividad a lo largo del conflicto, CONPAZ ha ganado una legitimidad para constituirse como un vínculo clave en relación al conjunto de actores involucrados en Chiapas. Ha sido un referente para las organizaciones campesinas e indígenas de la región, para las organizaciones ciudadanas locales y nacionales, para las ocpds del país, para organismos internacionales de defensa de los derechos humanos, para los medios de comunicación, para la diócesis de San Cristóbal y para las organizaciones populares de otros estados del país. El espíritu de defensa de los derechos humanos, el carácter ciudadano y plural de CONPAZ la han colocado como una interlocutora con un papel muy importante en la construcción de la paz en la región. Sin embargo, la organización interna de CONPAZ pasó por dificultades de diferente origen: financiero, de definición de su autonomía y de sus alianzas, de su relación con los centros que la conforman, y de división del trabajo y de planeación estratégica que le permitieran optimizar sus recursos escasos. El proceso mismo llevó a CONPAZ a volver a definirse efectivamente como la Coordinadora de Organismos No Gubernamentales de Chiapas por la Paz, incluyendo claramente en su proyecto la definición de una estrategia general que se orientara también al fortalecimiento de sus organizaciones miembros en los procesos mismos a través de los cuales seguiría luchando por la paz[1].

 

5.8.2 Diversas imaginaciones de la paz.

A partir del 1o de enero de 1994 surgieron una gama de discursos y prácticas en relación a la guerra y a la paz. Los sujetos expresaron diferentes imaginaciones colectivas o conjuntos de significaciones simbólicas que dieron nombre a los deseos y alimentaron las prácticas sociales[2].

En relación al alzamiento zapatista, las imaginaciones colectivas se multiplicaron, referidas al lugar que cada sujeto o grupo ocupaba en la sociedad y a la forma como comprendía y buscaba aproximar la paz. La imaginación antecede a la práctica y es a la vez fuente de significaciones y acciones, tiene una carga de emociones y sentimientos de los sujetos.

Las formas imaginarias o la imaginación no son directamente accesibles al investigador. Lo que puede investigarse son las prácticas sociales, ya sean innovadoras o instituyentes que están orientadas a transformar la situación o a generar cambios en las relaciones de poder, ya sean las prácticas instituídas o tradicionales, que anudan a los sujetos al poder establecido y mantienen situaciones sociales preestablecidas. Así pues, sólo a través de las prácticas, de las acciones de los sujetos individuales y colectivos, se puede acceder a lo que la imaginación remueve, evoca y convoca, conociendo así las significaciones simbólicas.

Para esto nos puede ayudar lo que Michel Foucault ha llamdo "acción discursiva", que se refiere a la relación entre la lógica del discurso y la lógica de la acción, a cómo las personas se expresan en relación a lo que proponen hacer, a cómo su discurso carga u orienta el campo del hacer, es decir cómo plantean que deba ser la intervención social frente a una problemática concreta[3].

Para poder comprender mejor la imaginación colectiva de las redes de ocpds veamos, a vuelo de pájaro, algunos ejemplos de la significación imaginaria de la paz para otros actores del conflicto chiapaneco:

* Para algunos sectores del gobierno y del partido oficial, la paz osciló por muy diversas y contradictorias significaciones y caminos, a veces como un problema centralmente político, como cuando Salinas, presionado por la sociedad civil nacional e internacional en coyuntura preelectoral y con un limitado plan militar de acción en Chiapas, decretó el cese al fuego el 12 de enero de 1994. Otras veces, nuchas, la paz apareció fundamentalmente como un problema de lógica militar, a partir del cual el reestablecimiento del imperio del orden y la legalidad, requería acciones de concentración territorial de los derrotados; en este sentido pueden analizarse detalladamente las propuestas de medidas militares recíprocas y proporcionales de distensión, presentadas por la Comisión Negociadora Gubernamental presidida por Marco Antonio Bernal a la Mesa de Diálogo de San Andrés, el 15 de mayo de 1995:

"… A. El EZLN reunirá a sus integrantes en el nivel denominado "insurgencia" en tres sitios determinados por la Partes…[4]"

Muy a menudo la imaginación de la paz propuesta en las medidas gubernamentales, particularmente en varios discursos de Ernesto Zedillo del mes de enero de 1995, era sinónimo de entrega directa de algunos beneficios materiales a algunas comunidades indígenas previamente seleccionadas por su fidelidad, dividiendo a los pueblos indios e ignorando profundamente las causas históricas, económicas y sociales y el autoritarismo político, que dieron origen al levantamiento en armas de los indígenas.

Es por eso que más que la paz, el equipo gubernamental trazó estrategias que respondían fundamentalmente a la ruta crítica de una implacable lógica militar de guerra de baja intensidad que contemplaba diferentes aspectos y momentos: cerco y acoso militar permanente y renovado, para ablandamiento y achicamiento del enemigo; uso del poder judicial como cobertura para la acción militar;, mesa de negociación con límites fijos y locales preestablecidos; entrega dosificada y clientelar de recursos a campesinos e indígenas como parte del dispositivo para recuperar el control municipal [5]; tolerancia a campañas de ataque a la CONAI y a su presidente en los medios electrónicos; difusión de una imagen diplomática internacional de que todo estaba ya "normal" en Chiapas.

* Para los ganaderos y los "coletos auténticos", hay una calificación previa del carácter de la rebelión, que obnubila los datos más elementales, puesto que se trata de delincuentes, de robavacas. Por eso para ellos la paz es muy simple:

"acabar con la total impunidad, que se terminará castigando a los delincuentes"[6]

La paz
era vislumbrada como la restauración, por la vía de la fuerza, de las condiciones anteriores al levantamiento armado

"Soy la mujer más religiosa de San Cristóbal de las Casas, pero es el momento de dejarnos de pendejadas y buscar la manera de desalojar a los indios… sugiero que el Ejército Mexicano, los policías municipales, vayan adelante y nosotros, el pueblo atrás, apoyando a nuestro gobierno legalmente constituído; que se fije la hora y lugar donde nos vamos a reunir para sacar a los indígenas, que no tienen nada que ver con nosotros…"[7].

El licenciado Carlos Jiménez Pascasio, presidente de la Barra Chiapaneca de Abogados y Asesor de la Asociación Ganadera del Estado y de la Federación Estatal de Propietarios Rurales, él mismo pequeño propietario fuera de la zona del conflicto, puede ser considerado como un caso extremo, pero refleja fielmente la mentalidad de una parte de los sectores ganaderos y de los grupos de poder del estado. Lo que aquí se expresa fue dicho el 27 de febrero de 1995 y fue encontrado en un trabajo sobre la identidad de la clase dirigente ganadera chiapaneca:

"La autoridad no podía imponer el orden, porque estaba el pretexto del diálogo para la paz que se estaba filmando como una telenovela en San Cristóbal, un diálogo que jamás se dió ni se iba a dar, ni se va a dar, según mi concepto ¿por qué? porque en sí el movimiento no era realmente de reivindicación o de reclamación de tipo social, sino que más bien el movimiento era de tipo político, ¿por qué no es de tipo social? porque en el estado de Chiapas en realidad no hay las carencias que se habían venido mencionando… en Chiapas principalmente donde está la zona de conflicto no hay marginación, no hay marginación porque son las mejores tierras que tenemos en el estado, el que tiene carencia de tipo económico es porque no trabaja, el que tiene tierras y tiene financiamiento, produce, cuando menos para el autoconsumo… al gobierno federal en un momento dado no le conviene aplacar al supuesto ejército que la verdad, a nuestro modo de ver, nunca existió porque en realidad fue un mito, un mito que lo formaron ellos con una publicidad espantosa de los medios de comunicación, tanto electrónicos como escritos, que les da un resultado magnífico, hacen creerle al gobierno federal y hacen creerle a la propia sociedad que el de los zapatistas es el ejército… concluímos que en sí el Ejército Zapatista es un mito, realmente no existe, no existió, existieron campesinos que los armaban con riflitos y con escopetas de muy bajo calibre y uno que otro supuestamente jefes, comandantes, subcomandantes, tenientes que tenían armas de alto poder… o bien en un espacio relativamente chico y les toman la imagen desde diferentes ángulos como que diera la impresión de que eran muchos, como que eran diferentes, pero en sí, nosotros tuvimos comunicación y contacto con gente que venía de allá de la selva y nos decían que en realidad era muy poca gente…

De aquí que nosotros nos pusimos muy contentos cuando el presidente Zedillo se decidió a aplicar la ley a los que son delincuentes…[8]".

La imaginación de finqueros y ganaderos está basada en muchos siglos de tratar a los indios como súbditos, como subyugados, como mano de obra barata y disponible, imaginación basada en relaciones económicas, políticas y culturales de exclusión histórica, de perpetua minoría de edad, para quienes su única alternativa es la integración a la cultura mestiza, la imposición del mundo mestizo como ideal de vida; lo que a la vez significa la desvaloración de la cultura indígena y la desaparición progresiva de los pueblos: Esta imaginación también está preñada del liberalismo que implica la valoración exclusiva del individuo, de la propiedad individual, de la intercambiabilidad y mercantilización de todo, en detrimento de formas comunitarias y valores colectivos.

* Para dirigentes de organizaciones sociales y políticas de oposición la paz implicaba resolver las causas del alzamiento, cambios en el conjunto de relaciones del gobierno federal con los estados y democratización general de la vida pública del país;

"Se soñaba con el renacimiento de México, con la eliminación de las condiciones de hambre, explotación, opresión e injusticia a los campesinos de Chiapas, con la idea de que para alacanzar la paz debían existir transformaciones profundas en el sistema económico, político y social de nuestro país… La dignidad como la posibilidad de respeto para todos… de este derecho de ser diferentes y de ser respetados…[9]".

* Para grupos religiosos y ecuménicos, la paz es un concepto que tiene que construirse en el terreno complejo de las contradicciones sociales, a fin de modificarlas y tiene una fuerte carga de ética social pública:

"Promover la Paz con Justicia significa provocar un cambio de conciencia entre los hombres;… la paz significa descubrir las causas estructurales que provocan los efectos de la guerra,… significa también desarrollar un proceso de reconocimiento de nuestras raíces indígenas nacionales, oponiéndonos a toda actitud privada y pública, jurídica y legal; política y religiosa de discriminación racial. Significa también vivir en una austeridad compartida donde no haya tanta brecha entre pobres y ricos, donde nadie escupa sangre por la comodidad de otros.. Paz es tener posibilidades de sobrevivir más allá de los primeros años de vida (10 mil niños mueren de desnutrición al año en Chiapas), paz es tener qué comer dignamente, no ser encarcelado inocentemente por no conocer la lengua nacional… Es evitar que continúe la masacre impune a los indígenas…[10]"

* Para los indígenas chiapanecos, la paz sólo sería posible a través de cambios en las relaciones de propiedad, de poder y de impartición de justicia y estaba atravesada por el retiro del ejército de los pueblos y zonas indígenas:

"El ejército debe desaparecer de la vida pública y regresar a sus cuarteles. No hace falta en las calles, poblados y caminos. Su presencia sólo irrita a la población"[11].

Para una indígena norteamericana, que participó en la "Caravana por la Paz y la Democrcia en México", el caso chiapaneco es leído en la lógica de otra cultura indígena que va más allá de las fronteras territoriales, ella, enmedio de llanto, hacía una narración a los presentes:

"Las profecías indígenas se están haciendo realidad; después de 500 años de explotación a los pueblos indios, se vuelve a escuchar la voz de los nativos de América; por eso la lucha zapatista representa para nosotros la esperanza de los pueblos indios del continente americano…"[12]

* Para el EZLN, la paz consiste en la resolución de las causas que los llevaron a levantarse en armas, y se debe lograr a través de hechos no de promesas:

"La paz que queremos no puede ser la que imponen las armas ocultas tras la hipócrita careta de la legalidad. La paz que queremos, que merecemos, es la paz nueva, la paz que construyamos nosotros mismos, la paz que no sea una vergüenza para quien la vive, la paz por la que vale la pena morir: la paz con democracia, con justicia, con libertad. Esperamos que el esfuezo de la CONAPAZ entienda cuál es nuestro anhelo y que comprenda que la guerra no viene de nosotros…[13]"

Aparecieron muchas otras significaciones acerca de la paz y la guerra, vinculadas al lugar, a los intereses y a las propuestas de cada grupo en el conjunto de la sociedad. La guerra y la paz se volvieron
referentes internos a la vida nacional y al futuro del país, involucrando de una u otra forma a millones de mexicanos. Particularmente importante fue la Consulta Nacional por la Paz y la Democracia del 27 de agosto de 1995, en la que más del 96% de 1,100 000 participantes indicaron de manera indirecta que la transformación del EZLN en fuerza política era el camino para la paz[14], refrendando con esto el voto expresado por casi medio millón de personas que en la Consulta del 27 de marzo de 1995, también realizada por la Alianza Cívica Nacional, había respondido que el camino para la paz era la vía política y no la vía militar.

De esta manera, los conceptos de guerra y paz transitaron de ser algo externo y lejano, a ser un problema interno y muy próximo, a ser objetos y estar sujetos a un profundo debate nacional y a las más diversas estrategias y prácticas de acciones ciudadanas, partidarias y gubernamentales.

5.8.3 Las prácticas sociales y los procesos organizativos.

A lo largo del conflicto, la utopía de las redes de ocpds y su imaginación creadora se expresaron a través de muchísimas prácticas sociales, que en condiciones sumamente difíciles, inventaban, creaban y urdían alternativas y propuestas para aproximar la paz. Sistematizamos ahora algunos de estos procesos y prácticas sociales, que por otra parte hemos venido mencionando, particularmente en el momento mismo y en el contexto en que estas prácticas instituyentes surgieron.

CONPAZ se mantuvo cotidiana y estrechamente cercana a la problemática de las comunidades indígenas, precisando su autonomía frente al EZLN, frente al gobierno federal y estatal, y frente a las organizaciones campesinas e indígenas. A lo largo del conflicto desarrolló un trabajo humanitario de acopio y reparto de alimentos y medicamentos básicos; de formación y sostenimiento de espacios de paz en los lugares más conflictivos, a través de los campamentos de paz; de atención a la salud; de defensa y promoción de los derechos humanos en la zonas afectadas por la guerra; de atención a parte del voluntariado internacional que en gran cantidad acudió a Chiapas; de vínculo con los diferentes actores chipanecos; y de articulación con esfuerzos más amplios para la paz.

Mientras que el ESPAZ, después del Cinturón y de la Convención Nacional Democrática precisó y especializó más su estrategia general para la paz, a través de algunas líneas básicas de trabajo: apoyo a las autonomías, apoyo a la labor de intermediación de la CONAI; sistema de información permanente; y búsqueda de acceso a recursos de la cooperación internacional y de organismos multilaterales para proyectos más integrales de desarrollo local y comunitario.

Las líneas instituyentes del Primer Cinturón de Paz alrededor de la Catedral de San Cristóbal se mantuvieron, sin embargo a todo lo largo de los diálogos en San Andrés, los actores principales de los cinturones fueron las mismas comunidades indígenas que enviaron con asombrosa regularidad a cientos de mujeres y hombres, para seguir cuidando el diálogo entre Gobierno Federal y EZLN. En esto CONPAZ y el Centro Fray Bartolomé de las Casas, fueron los responsables de realizar la tarea de coordinación, a la que añadieron la de apoyar a la CONAI para recoger y regresar a los miembros del CCRI-EZLN que acudían desde diferentes puntos de la geografía chiapaneca a cada sesión del diálogo.

En la medida en que pasaron los meses desde el 1o de enero de 1994 hasta la fecha, la capacidad de respuesta rápida de las redes de ocpds a la situación de emergencia fue siendo cubierta por el conjunto de la sociedad civil mexicana. Las redes de ocpds después de volcarse a los procesos de paz, tuvieron que ajustar sus recursos humanos, organizativos y financieros a su capacidad instalada y a generar algunos órganos o dipositivos especializados, formados explícitamente para este proyecto y estas tareas. En este camino algunas ocpds de Chiapas se disolvieron para que fuera posible el nacimiento de CONPAZ.

En el área metropolitana de la ciudad de México, las redes que participaron en los orígenes del ESPAZ tomaron diferentes caminos frente a nuevos retos. Algunas se dispusieron a trabajar directamente asumiendo todos los planteamientos zapatistas y sus propuestas organizativas para la sociedad civil, mientras que otras, la mayoría, decidieron contribuir a los procesos de paz desde su propia identidad e independencia, desde sus propias misiones, saberes y capacidades. Esto ocasionó que el ESPAZ bajara su perfil y que las nuevas tareas en las cuales se desarrollara el consenso fueran asumidas por un colectivo nuevo: la Red Nacional de Redes, a través de la cual, las ocpds de los estados mantuvieron vínculos y procesos de articulación nacional con el proceso chiapaneco. Sin embargo sí se redujo el nivel de comunicación a aspectos básicos y a tareas generales compartidas. Lo que es indudable, es que todas estas redes juntas, como parte organizada, consciente y activa de la sociedad civil, fueron en este período, actores llenos de iniciativas de diferentes alcances, en miras a contribuir al proceso de paz en Chiapas y a la democratización general del país.

Podemos ver el proyecto de conformación de las redes de ocpds mediado por un conjunto de prácticas sociales altamente creativas e innovadoras en el contexto de una guerra sorda, sucia y prolongada.

Los cinturones de paz de la sociedad civil en torno al diálogo conformados por hombres y mujeres pacíficos, sin armas, fue sin duda una manifestación simbólica de una absoluta indefensión, físicamente nada podían hacer para impedir culaquier provocación, sin embargo, los cinturones iniciados el 20 de febrero de 1994 se volvieron un símbolo del cuidado de la paz.

Las caravanas diseñadas bajo el imaginario y la experiencia de las peregrinaciones religiosas a los lugares sagrados, aportaron de hecho algunos víveres y medicamentos a las comunidades, pero era más lo que generaron en los mismos miembros de las caravanas, puesto que encarnaron y permitieron espacios de autoafirmación de las organizaciones y de los sujetos participantes, permitieron expresar y revivir los propios valores y costumbres. Las caravanas estuvieron llenas de símbolos y prácticas peregrinatorias como la preparación entre los amigos y conocidos; el acopio de víveres; la despedida formal; la ruta y las estaciones de descanso; los ritos de llegada, la entrega de las ofrendas o víveres, medicamentos y otros enseres útiles; la entrada al espacio sagrado: el saludo a los comandantes; el espacio festivo centrado en la actividad del baile; el diálogo con los zapatistas y las nuevas misiones basadas en los acuerdos logrados, etc, etc. Todo esto habla elocuentemente de ese antiguo espacio ritual de las peregrinaciones religiosas, profundamente resemantizadas y resignificadas económica y políticamente como expresiones organizadas que al actualizarse aportaron y otorgaron identidad a los que las emprendieron.

El ayuno, como abstinencia voluntaria de ingerir alimentos por un período de tiempo indeterminado se hizo para incidir en los amigos, al estilo de Gandhi, más que para convencer a los enemigos. El ayuno, iniciado por don Samuel y seguido por colectivos de 22 ciudades, como medida para generar conciencia y acciones civiles frente a la lógica de lo militar. El ayuno de origen cristiano y de purificación personal se transformó en un ayuno gandhiano para convocar a los amigos, para establecer un espacio privilegiado de comunicación y concertación de aquellos que querían evitar el ascenso de la guerra.

Aunque no es el objeto de nuestra investigación, el EZLN diseñó y operó con inmensa habilidad el campo de las significaciones simbólicas. Señalamos sólo un botón de muestra: desde el 1o de enero el EZLN derrumbó, destruyó físicamente los ayuntamientos para señalar la destrucción material de las sedes materiales del poder que había explotado
a los indígenas durante tantos años; del 10 de junio al 8 de febrero engendró y dió a luz un valor simbólico en el Primer Aguascalientes. Fue precisamente por ese valor simbólico que el ejército federal también destruyó con saña inaudita el espacio físico de Aguascalientes, como tratando de llevar la guerra a la destrucción de los símbolos, fuerza principal frente a la superioridad armada[15].

ESPAZ y CONPAZ participaron de algunas de estas y otras significaciones y gestos simbólicos a través de la creación de alternativas de procesos incluyentes en donde el campo de las significaciones estuvo siempre presente: desde la Caravana de enero de 1994 para romper el cerco militar y la marcha del 12 de enero bajo el lema: "Alto a la Masacre", las redes de ocpds se ubicaron en el campo de la disputa de la hegemonía de las significaciones simbólicas del los acontecimientos; la solemnidad ritual de los cambios de guardia en los diálogos de la catedral de San Cristóbal de las Casas, constituida como catedral de la Paz, donde se buscó el diálogo y no la guerra, donde la sociedad civil fue a cuidar el diálogo y a los dialogantes, "poniendo su cuerpo de por medio" según la bella expresión acuñada por Cecilia Loría[16], pero además cuidó también el espacio sagrado que lo albergaba. A lo largo del conflicto el campo de disputa de las significaciones simbólicas ha estado siempre densamente presente.

Los coletos auténticos también valoraron la lucha por la hegemonía simbólica, lo que se expresó claramente, tanto en la demonología de sus posters, de sus discursos, sonetos y octavillas que señalaban la profanación de la catedral por la presencia de demonios en el lugar santo y la convocatoria a ya no asistir jamás a ese lugar, dirigiéndose a Dios sólo en el corazón, como en sus prácticas sociales, no lejanas al Ku-KuxKlan: el incendio de la casa de una simpatizante del obispo o el intento de incendiar la catedral para destruir el peso simbólico-religioso que el diálogo le añadió.

Las redes de ocpds, a través de una diversidad de prácticas instituyentes, tales como: el ayuno; las caravanas; las marchas; los acopios; los cinturones; los tendidos; la participación en el proyecto de autonomías; la invención de la Procuraduría, del Tribunal y del Jurado Popular del Pueblo Chiapaneco; los Campamentos por la Paz; la Conferencia Nacional por la Paz y otras, fueron constituyendo simultáneamente nuevos símbolos, lugares cuasi sagrados, patrimonios colectivos, todos ellos a partir de haceres históricos cargados de elementos míticos e imaginarios. Así al inventar, al fabricar sus acciones, las redes de ocpds se inventaron también a sí mismas. Una característica común de este patrimonio fabricado colectivamente fue que se dirigía al corazón y a la cabeza, a las razones y a los sentimientos de aquellos a quienes convocaba o autoconvocaba, y casi siempre fueron convocatorias incluyentes, autofinanciadas y plurales como rasgos de una nueva ciudadanía.

Todo esto habla de otros cielos y otras tierras, distintas de los cielos y las tierras pregonadas por las políticas económicas de ajuste estructural, prefigurando e instituyendo otras relaciones sociales. La existencia misma de estas prácticas sociales es la manifestación o despliegue de la propia imaginación que engloba totalmente al sujeto y su proyecto, es la forma de vigencia y de vivencia de las propias utopías. Por las prácticas sociales nuevas, se concreta la imaginación colectiva.

 

5.8.4 Algunas consecuencias de la lucha civil por la paz

El movimiento estudiantil popular de 1968, limitado geográficamente al área metropolitana, fue un analizador social que permitió descontruir las orientaciones e implicaciones profundas de la sociedad mexicana, sobre todo de cara al autoritarismo y a la falta de libertades democráticas. En sólo 132 días cuestionó e interpeló a toda la estructura de poder. En unas semanas reventaron las viejas formas de control corporativo: las sociedades de alumnos fueron sustituídas por las brigadas, los comités de lucha y el Consejo Nacional de Huelga. A través de estas nuevas prácticas sociales el imaginario del cambio social, la utopía de la libertad y la democracia se expresaron por las calles. Se modificaron profundamente las formas de relación entre la universidad y la sociedad, el modo de ver las profesiones y las carreras, las relaciones entre profesores y estudiantes y entre estos últimos y el saber. Incluso los contenidos académicos, las currícula y los métodos pedagógicos fueron modificados[17].

Mucho se ha escrito sobre las consecuencias que el movimiento estudiantil tuvo en el conjunto de la sociedad mexicana, en la apertura política inicial, en el rompimiento del clientelismo, en la definición de las estrategias de desarrollo y de gobierno de los años posteriores.

Parece que el alzamiento zapatista del 1o de enero de 1994, aparentemente limitado a la zona indígena del estado más suroriental del país, que en el tiempo se ha extendido casi diez veces más que el movimiento estudiantil popular, ha analizado más profundamente al conjunto de la sociedad mexicana, latinoamericana e internacional. Sin duda que para nuestro país es un parteaguas portador de utopías que arraigadas en 500 años de resistencia india preludia y anticipa el doloroso parto de un futuro diferente.

Todavía es muy difícil dar cuenta del conjunto de dimensiones que el movimiento zapatista está analizando, es decir, del entramado de relaciones sociales instituídas que estaban ocultas y han sido de-veladas, des-construídas en el proceso: el papel del Congreso de la Unión, la emergencia de los pueblos indios de todo el territorio nacional, la solidaridad internacional frente al neoliberalismo, el quehacer de los jóvenes frente al futuro, la corrupción del poder judicial, el papel de los asesores militares extranjeros, la burocratización de las relaciones exteriores, los compromisos de la Unión Europea con el gobierno mexicano, el papel del narcotráfico en la vida nacional, la exclusión creciente de la producción y del bienestar de las grandes mayorías a consecuencia del modelo económico implantado, la rapiña oculta tras el actual TLC, el develamiento de una voluntad represora de algunos dirigentes del PAN, el verdadero rostro de Carlos Salinas, las contradiccionees al seno del PRD, el agotamiento del sistema corporativo y clientelar priísta, la coptación y el fraude electoral como forma de gobierno, el surgimiento de una sociedad civil en proceso de maduración, los núcleos fascistas y racistas que existen en México, el papel de los militares en la definición del país que queremos ser y muchísimas otras relaciones más. El movimiento zapatista fue un analizador histórico que permitió de-velar, des-enmascarar, des-cubrir las relaciones sociales implícitas, que antes estaban ocultas, que no se hacían evidentes y ahora aparecen públicamente.

En este estudio histórico hemos dejado de lado de manera intencional lo que tiene que ver con el movimiento zapatista en general, puesto que hemos optado por investigar uno de los aspectos que el movimiento descubre o devela: el proyecto, la utopía y las prácticas sociales y organizativas de paz de las redes de ocpds en este período. El actor investigado en este trabajo es un sujeto pequeño, modesto, una parte de la sociedad civil, que fácilmente se pierde dentro de la inmensa marejada de acontecimientos y transformaciones que el movimiento zapatista trajo al país. Sin embargo, el esfuerzo por encontrar la particularidad de los sueños y proyectos, de las prácticas y formas de organización de ese sujeto, es un terreno abonado para conocer con mayor profundidad lo que el movimiento ha despertado en la sociedad, es sólo un botón de muestra, un esfuerzo por discernir el mundo caótico, la cr
isis de civilización que se expresó de manera privilegiada en el levantamiento de los pueblos indios chiapanecos que luchan por su dignidad, por su derecho a la vida y por ser incluídos en el futuro de la nación mexicana. Quizá porque el límite de ofrendar conscientemente la propia vida de los pueblos indios se planta frente a un modelo de desarrollo que a modo de nuevos cielos, de nuevos dioses, se ofrecía como "el modelo, "la receta" para todos, independientemente de la historia, la cultura, la dignidad y los valores de los pueblos. Los límites humanos del modelo se hicieron patentes. Los pueblos indios manifestaron ser una de las grandes reservas morales de la humanidad.

Averiguar qué hicieron y qué pensaron las redes de ocpds frente a la guerra y la paz, nos permitió aproximarnos también a una comprensión más profunda de su identidad dinámica y viva, de sus problemas y contradicciones como un actor que también quiere ser parte del mañana de este país.

La mirada de este trabajo, pues, no está enfocada centralmente al actor principal de esta escena que está modificando la vida nacional, sino a un actor secundario, a un actor de la cotidianidad, a una parte de la sociedad civil, que ciertamente se modificó y se volvió a con-formar construyendo un proyecto a través de prácticas sociales para la paz, de cara a las contradicciones del país que se hicieron evidentes a través del despertar zapatista.

El hilo conductor de la investigación ha sido encontrar cómo las redes de ocpds, con seis o siete años de existencia, se relacionaron con los actores del conflicto chiapaneco bajo la lógica de construir su proyecto y de poner en juego su propia identidad como organizaciones civiles, como organizaciones de promoción social y de derechos humanos y como sujetos de apoyo al desarrollo sostenible, incluyente, inventando, fabricando, un concepto de paz desde sus sueños, desde su imaginación colectiva, que consideró que era posible otro tipo de política social y otras relaciones de mayor democracia y de autogestión comunitaria a lo largo del país[18].

Este hilo director ha operado como una permanente censura, como un seleccionador en un mar inmenso de documentos y experiencias, de enfoques y preguntas posibles, como elemento de exclusión e inclusión de materiales y preguntas pertinentes. Así, fueron surgiendo propuestas, acciones e iniciativas de las ocpds como materia prima del trabajo.

Interesaba conocer cuál fue la utopía viva, la imaginación colectiva que dotó de fuerza a las ocpds para inventar prácticas, para imaginar iniciativas, para conformar dispositivos instituyentes en el orden del hacer cotidiano, para contar con fuerzas subjetivas para enfrentar momentos sumamente difíciles en el proceso de lucha por la paz, en un período de profundo deterioro de la economía y de la producción, que hizo más ancho el espacio para las tendencias del autoritarismo mexicano en lógica policíaca y militar. Hemos dado cuenta de múltiples prácticas sociales, formas de acción, de creación de mecanismos y procesos de participación ciudadana que materialmente revelan los sueños de los individuos y de las redes de organizaciones civiles de promoción del desarrollo, los derechos humanos y la paz.

 

Notas

[1] Hacia octubre de 1997, CONPAZ decidió disolverse y sus ocpds rearticularse más temáticamente en busca de respuestas más especializadas a la compleja situación de guerra.

[2] Ana María Fernández y Juan Carlos de Brassi en: "Tiempo Histórico y Campo Grupal. Masas, grupos e instituciones", Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, distinguen entre imaginario social efectivo (instituido) e imaginario social radical o instituyente, en tanto que uno consolida y refuerza lo instituido y anuda los deseos al poder y el otro inventa y procura nuevas significaciones. Op. cit. pág 73.

[3] Para el concepto de acción discursiva puede consultarse una propuesta de aplicación del mismo a las prácticas de formación de profesores. En: Reygadas, R. y Cheháibar, L. "Mirar nuestra práctica. En busca de una metodología para evaluar los programas regionales de formación de profesores universitarios", en: Perspectivas Docentes No. 6. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, Tab., septiembre-diciembre de 1991, págs 23 a 31.

[4] La Jornada, 15 de mayo de 1995.

[5] En las elecciones de octubre de 1995, este dispositivo incluyó el control del aparato electoral a través del nombramiento del Director Estatal del Instituto Electoral Estatal, en miras a la distribución de recursos para ganar votos por hambre y la coacción del voto en donde el diseño de la victoria "con votos" lo exigiera, siguiendo de manera más fina el modelo y los mecanismos implementados en el estado de Chiapas el 21 de agosto de 1994.

[6] Gómez-Pananá, Jesús Ernesto. Imaginario Social e Identidad en la Clase Dirigente Ganadera. Cuatro Estudios de Caso en Chiapas. Enero 1994-mayo 1995. Tesis de Licenciatura en Psicología. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Ciudad de México, 1995, Tesis de Licenciatura, UAM-Xochimilco, Mimeo, México, D.F. Febrero-junio de 1995, págs 63. En esta tesis se encuentra más ampliamente desarrollado un análisis de la forma cómo estos sectores ven la guerra y la paz.

[7] Transcripción del testimonio de una mujer del grupo de "coletos auténticos", después de la toma de la alcaldía de san Cristóbal de las Casas en la tarde del 7 de marzo: La Jornada, 8 de marzo de 1994, pág. 3.

[8] Op. cit. págs. 65-70.

[9] Amaya, Eva Francis, Op. cit. págs 32 y 34.

[10] Comité Pro Nobel de la Paz Don Samuel Ruíz García integrado por personalidades de diferentes religiones. El significado de la Paz para el Comité Pro Nobel. México, 28 de septiembre de 1994.

[11] Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco. 20 de junio de 1995.

[12] El Navegante. "De ayunantes, caravanas y convencionistas." El Navegante… que entre calmas y tormentas, marineros y ciudades a su paso juntara. Año I, núm. 5 primera quincena de enero de 1995, pág. 7.

[13] Ejército Zapatista de Liberación Nacional. A la Conferencia Nacional por la Paz. CONAPAZ, Montañas del Sureste Mexicano, 29 de agosto de 1995, pág. 2.

[14] Sin acceso a los medios electrónicos de comunicación, durante julio y agosto de 1995, la Alianza Cívica, realizó técnicamente la Consulta por la Paz con Dignidad convocada por el EZLN. A este dispositivo de participación nacional acudieron voluntariamente, a manifestar su opinión frente al camino que el EZLN debería tomar para seguir participando en la vida política nacional, más de

1,100 000 personas, instituyendo, por la vía de los hechos, la mayor consulta pública y ciudadana que jamás se haya realizado en México.

[15] Los símbolos abundan en el lenguaje y los hechos zapatistas: el uso del pasamontañas; el texto ¿de qué nos van a perdonar? del 18 de enero de 1994; la épica reaparición de Zapata en el texto del 10 de abril de 1994; la c
onformación del Aguascalientes como un barco simbólico enmedio de la tormenta; el manejo de la bandera mexicana extendida el 22 de febrero, en el lugar del altar conjugó lo más sagrado de los símbolos patrios y los símbolos religiosos en las manos del EZLN, por eso Manuel Camacho presuroso alcanzó a tomar una puntita de la bandera nacional; el viejo Antonio; los cuentos de Don Durito de la Lacandona y mil otras imágenes, permiten pensar que este campo será objeto de estudios posteriores. Un trabajo que aborda inicialmente esta problemática es "De cara al imaginario zapatista" de Reygadas, R., publicado en Pensar Chiapas, Repensar México. Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, México, 1994, particularmente el apartado 3. Los símbolos-acciones, pags. 221 a 226.

[16] Miembra de la Coordinación del Primer Cinturón de Paz y participante del Grupo de Educación Popular con Mujeres, A.C.

[17] Un estudio detallado de los procesos y formas instituyentes del Movimiento Estudiantil Popular de 1968 se encuentra en "1968: los orígenes de la autogestión", Reygadas, Rafael. Universidad, Autogetión y Modernidad. Estudio comparado de la formación de arquitectos (1968-1986), CESU-UNAM, México, 1988, págs 15-53.

[18] Sin duda que este capítulo deja pendiente un debate sobre la relación entre las ocpds y el movimiento zapatista, entre los sueños de un mundo más justo e incluyente con una opción básica por las vías pacíficas, frente a los mismos sueños llevados por la vía de las armas, frente a otros sueños conducidos por la lógica de la concentración monopólica de riqueza, que requiere también concentrar el poder en pocas manos.

Datos para citar este artículo:

Rafael Reygadas Robles Gil. (2006). 5.8. Sueños y prácticas de paz. Revista Vinculando, 4(1). https://vinculando.org/sociedadcivil/abriendo_veredas/58_practicas_paz.html

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