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Platón y el conocimiento

Autor(a): Jocabed Chávez Regalado - 21 May, 2020
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Jocabed Chávez Regalado[1]

Resumen

Platón es uno de los filósofos más importantes de la humanidad, sin embargo, en los planes de estudio de la educación superior que están relacionados con aspectos considerados como distintos de la Filosofía, las explicaciones de Platón no están incluidas en las asignaturas. Por lo anterior, el objetivo de este artículo es contribuir a la difusión de las ideas platónicas, resaltando aquellas que se relacionan directamente con el conocimiento, sin desconocer la amplitud e importancia de las demás aportaciones platónicas. El trabajo se desarrolló con base en la lectura de las obras del filósofo mencionado y otras que lo aluden. Se concluye que la explicación platónica acerca del conocimiento, aunque él las presentó como ideas, es fundamental en el proceso académico que se da en las instituciones educativas de nivel superior.

Palabras clave: conocimiento, Platón, alma, referente, educación

Abstract

Plato is one of the most important philosophers of humanity, however, in the curricula of higher education that are related to aspects considered as distinct from Philosophy, Plato’s explanations are not included in the subjects. Therefore, the objective of this article is to contribute to the dissemination of Platonic ideas, highlighting those that relate directly to knowledge, without ignoring the breadth and importance of the other Platonic contributions. This summary was developed based on the reading of the works of the mentioned philosopher and others that allude to him. I conclude that the Platonic explanation about knowledge, although he presented them as ideas, is fundamental in the academic process that occurs in higher level educational institutions.
Keywords: Plato, soul, referent, education

Platón y las influencias en su vida

Aristocles nació en Atenas en el año de 427 y murió hacia el año 347 a de C, es decir, vivió 81 años, pero él es mejor conocido con el apodo de Platón. Como miembro de una familia aristócrata, en la que su madre habría sido una discípula de Pitágoras, en él, se conjugaron todas las condiciones para llegar a realizar una gran obra en la cual destacó por su inteligencia, su larga vida y un ambiente intelectual propicio.
Según Espeusipo, sobrino de Platón, éste, durante su niñez, mostró su rapidez mental y su amor por el estudio y se esmeraba en todos los ámbitos del conocimiento. En su juventud, su interés fue por la pintura, la poesía y el drama y, también en esta etapa de su vida, según Aristóteles, se familiarizó con Cratilo su primer maestro y con las opiniones de Heráclito, con las cuales, posiblemente, se inició en la Filosofía.
En la Carta VII, Platón confiesa haber tenido la intención de dedicarse a la política, pero la muerte de Sócrates, después de un proceso injusto, le lanzó a la arena filosófica. Su encuentro con Sócrates, cuando apenas tenía 20 años de edad, fue el acontecimiento fundamental que definió su vocación filosófica.
Posterior a la muerte de Sócrates, Platón tuvo varios viajes y desventuras, pero, finalmente, fundó la primera Academia, honrando, con ese nombre, al héroe griego Academo. Su actividad principal fue, en consonancia con lo expresado en la República, la formación filosófica de los políticos de modo que fueran capaces de legislar, asesorar e, incluso, gobernar.[2]
Covarrubias Villa afirma que la conciencia de cada sujeto se modela de acuerdo con los referentes que se reciben y de la forma en que éstos se procesan.[3] Tomando en cuenta esa situación y sin pretender ser contundente, puede decirse que, de acuerdo con Laercio, la influencia filosófica recibida por Platón procedió de cuatro fuentes principales: Heráclito, pitagóricos, Parménides y Sócrates.[4]
La influencia de Heráclito sobre Platón inició desde la juventud de éste y, así, él concibió que, en el mundo, no hay nada estable y permanente que pueda convertirse en objeto de investigación.
La filosofía de Platón, por tanto, fue un esfuerzo por huir de lo mutable e inmediato constituyéndose, esto, en un amor pasional por la ciencia, en una búsqueda de los caminos que condujeran a la esencia inmutable, inaccesible a las vicisitudes de la generación y la corrupción.
Por el lado de la influencia de los pitagóricos, puede decirse que, muchos elementos doctrinales, como la inmortalidad del alma, la práctica del ascetismo y el cultivo de las virtudes fueron adquiridos por Platón en su trato con ellos y, en cuanto a Parménides, puede decirse que éste impulsó la tesis de la contradicción entre lo percibido y lo pensado, entre la separación del mundo de las ideas y el mundo de las cosas y esa fue una forma diferente de entender al ser, ya que, Pitágoras consideraba que el ser es uno, el ser es eterno e  inmóvil.
Platón trasladó esas ideas a la explicación que, posteriormente, se difundió como la teoría de las ideas, sin que, inicialmente, hubiera sido pensada de esa forma. En el caso de la influencia socrática, para Brun, el acontecimiento capital que decidió la vida de Platón fue la condena a muerte de aquél, a tal punto que, puede decirse, que esa acción tuvo, para el pensamiento platónico, una influencia tan grande como las enseñanzas recibida de él.[5]
En complemento de lo anterior, la influencia socrática también puede entenderse a partir de la lectura de los Diálogos, obra en la cual Platón recupera el pensamiento de su maestro y expone, de paso, sus ideas; de acuerdo con Ross, las investigaciones socráticas sobre ¿qué es la virtud?  y ¿qué es el valor? fueron las que influyeron para que Platón admitiera la existencia de los universales que constituían una clase especial de entidades, a las que denominó Eidos o ideas.
En la influencia de Sócrates sobre Platón incluye la que ella puede caracterizarse por el afán de encontrar lo absoluto, la finalidad (el telos) y la razón (logos) de las cosas, sin dejar de lado los asuntos éticos y políticos, el modelo de vida virtuosa y hasta la práctica con el ejemplo con la que debía conducirse el ciudadano de las polis.

Conocimiento

La obra de Platón, además de extensa, ha sido y es muy interesante e importante para el desarrollo del pensamiento filosófico y científico y, por tal circunstancia, ha sobrevivido más de dos mil años y continúa en un debate que parece interminable, sin embargo, de los seis grandes temas a los que alude Gómez Robledo y que caracterizan la obra de Platón (1. La virtud, 2. Las ideas, 3. El alma, 4. El amor, 5. La educación y el 6. El Estado) en este artículo se pone el énfasis solamente en uno de ellos: las ideas que devinieron como el inicio de lo que, actualmente, es el conocimiento.[6]
En Platón, el tratamiento del conocimiento no se dio de manera directa, pues, en aquel tiempo, aún no se identificaba como tal, sino que las aportaciones de Platón relacionadas con el conocimiento están contenidas en lo que se conoce como teoría de las ideas e incluye, entre otros, a los diálogos siguientes: Menón, Fedón, libro séptimo de la República, Parménides, sofista y timeo.
En el diálogo “Menón”, Sócrates discute con el mismo Menón acerca de la virtud y si ésta es susceptible de ser enseñada, es innata o se adquiere con la práctica y, en esa discusión, Sócrates afirma que, al hombre, no le es posible indagar lo que sabe, ni lo que no sabe. No indagará lo que sabe, porque ya lo sabe y, por lo mismo, no tiene necesidad de indagación ni indagará lo que no sabe, por la razón de que no sabe lo que ha de indagar.[7]
En otra parte del diálogo, Sócrates se afilia a la doctrina que el alma humana es inmortal y, por tal característica, esa alma ha renacido a la vida muchas veces y, habiendo visto todo lo que pasa, tanto en ésta como en la otra vida, no hay nada que ella no haya aprendido. Por esta razón, no es extraño que, respecto a la virtud y a todo lo demás, el alma esté en estado de recordar lo que ha sabido y, en efecto, todo lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar.[8]
En la continuación de su discusión con Menón, éste llama a un esclavo y, Sócrates le hace preguntas que aquél va respondiendo y, en ese acto, da evidencia que sabe algo, pero que, él mismo, no se percataba que lo sabía hasta que le fue requerido.
Ante tal situación, Sócrates resalta la importancia de enseñar a dudar[9] porque, así, se da la oportunidad de explorar el pensamiento. Sócrates agrega que, si al esclavo, se le interroga muchas veces y de diversas maneras sobre los mismos objetos, al fin, adquirirá un conocimiento que será lo más exacto posible.[10]
De esta manera, el hombre o el esclavo, en este caso, sabrá, sin haber aprendido de nadie, por medio de simples interrogaciones y sacando la ciencia de su propio fondo. La discusión se orienta en el sentido que la ciencia de saber dónde estaba la ciencia que, en ese momento, tenía el esclavo y que era preciso definir si la había recibido, en otro tiempo o que, en su caso, la hubiera tenido desde siempre, pero si este hubiera sido el caso, el esclavo habría sido sabio siempre, lo que es incorrecto o, si la recibió en otro tiempo, eso no pudo ser en la vida presente a no ser que alguno le hubiera enseñado, situación última que Menón negó ya que conocía a su esclavo. Por todo lo anterior, Sócrates afirma que, si el esclavo no había recibido estos conocimientos en su vida presente, era claro que los había recibido antes y que, lo que sabe, lo había aprendido en algún otro tiempo, incluyendo aquél en el cual el esclavo aún no era hombre.[11]
Con base en los argumentos anteriores, Sócrates afirma que, en todo el trascurso de los tiempos, el alma del esclavo ha sido sabia y, por tanto, si la verdad de los objetos está siempre en nuestra alma, ésta es inmortal. Por esta razón, dice Sócrates, es preciso indagar y traer a la memoria lo que no se sabe por el momento, es decir, aquello que no se recuerda.
Puede considerarse que el diálogo finaliza con la persuasión de Sócrates acerca que es preciso indagar lo que no se sabe y, eso, nos hará, sin comparación mejores, más resueltos y menos perezosos, que si pensáramos que es imposible descubrir lo que ignoramos y que, por tanto, es inútil buscarlo.[12]
En el “Argumento” del “Fedón”, Azcárate, dice que Platón afirma que, por encima de todas las cosas que hieren nuestros sentidos, en este mundo, hay seres puramente inteligibles, que son los tipos perfectos, absolutos, eternos, inmutables de todo cuanto de imperfecto existe en este mundo y entre los cuales no hay ninguna distinción. Estos seres son las ideas, las que no son abstractas, sino aquellas realmente existentes y ellas son: la justicia absoluta, la belleza absoluta, la santidad absoluta, la igualdad absoluta, la unidad absoluta, la imparidad absoluta, la grandeza absoluta, la pequeñez absoluta.[13] Platón dice que él no hablaba sólo de lo justo, de lo bueno y de lo bello, sino también de la grandeza, de la santidad, de la fuerza, es decir, él hablaba de la de la esencia de todas las cosas y esto indica referirse a lo que son las cosas sí mismas, es decir, la esencia de las cosas y, con base en la existencia de las esencias, Platón justifica la inmortalidad del alma.[14]
Tratándose de la adquisición de la ciencia, para Sócrates, el cuerpo es un obstáculo cuando se le asocia con una indagación ya que los sentidos no son seguros ni verdaderos. El alma encuentra la verdad por medio del razonamiento.[15]
El libro séptimo de la República ha sido considerado como la obra con mayor énfasis en el asunto del conocimiento. Se trata, de acuerdo con los críticos de Platón, de una alegoría de la cual pueden extraerse cuestiones muy interesantes. En primer término, el lugar donde se desarrolla el diálogo alude a una caverna que es la imagen de la condición humana.
En esa caverna, los hombre que la habitan no se percatan de la situación de ignorancia en que viven y confunden las sombras con la realidad, pero, si uno de ellos, representando de esta forma al alma, subiera a las regiones superiores de la misma caverna, alcanzaría a comprender que, en los límites de lo inteligible está la idea del bien que, una vez percibida, no se puede menos que concluir que ella es la causa primera de todo lo bueno y bello que hay en el universo y que, en este mundo visible, ella es la que engendra la verdad y la inteligencia.[16]
Para Platón, la ciencia no se aprende de la manera en que los sofistas pretenden y que se jactaban de poder hacerla entrar en un alma donde no existía de forma similar en que trataría de volver la vista a un ciego.[17]
En complemento de lo anterior y como ratificación que el hombre posee un órgano mediante el cual puede razonar, se dice que, cada quien, tiene, en su alma, la facultad de aprender mediante un órgano destinado a este fin y todo el secreto consiste en llevar este órgano (se entiende que es el cerebro) y, con él, toda el alma a la contemplación de lo que algo es, hasta que pueda fijar la mirada en lo más luminoso que hay en ese ser mismo.[18]
En el mismo libro (República) se indica que la ciencia de los números y del cálculo (Matemática) es indispensable para elevar el alma al puro conocimiento y conducirla a la contemplación del ser, es decir, se trata de un antecedente de lo que, más tarde, fue reconocido como la matematización de la física. Se remarca que la ciencia de los números y del cálculo facilita al alma el camino que debe conducirla desde la esfera de las cosas perecibles hasta la contemplación de la verdad y del ser.[19]
El diálogo Parménides es interesante y, en él, sobresalen dos aspectos: en el primero se exponen la amplitud en torno a las ideas, afirmándose, inclusive, que las cosas participan de las ideas y toman de ellas su denominación y, también, se plantea la idea que Dios no es el causante de ellas (de las ideas) y que Dios no es el portador de la facultad de conocer.
La segunda parte contiene, con ejemplos, la manera en que pueden trabajar los amantes de la verdad para llegar a ella. Como modelo se presenta la discusión en torno al ser que, dicho sea de paso, con Parménides se centró en él y se dejó de lado la discusión acerca del universo que había ocupado la atención principal de los filósofos.[20]
En el diálogo Sofista, Platón presenta el desprecio de Sócrates hacia los filósofos que, según, eran charlatanes del conocimiento y a quienes se les conocía como sofistas, aunque esta concepción puede tomarse con reservas ya que otros teóricos resaltan la importancia de ellos y consideran que…
El diálogo denominada sofista se da en torno a la existencia o a la inexistencia del ser y del no-ser y, a primera vista, esta discusión podría considerarse ajena al tratamiento de las ideas que se presenta en este artículo, pero, si tomamos en cuenta que esa discusión constituye el fundamento de lo que, posteriormente, dio origen al desarrollo de la dialéctica y ésta incluye la aceptación del cambio del ser y el no-ser, podremos considerar, entonces, que existe una relación importante entre el contenido del diálogo sofista con el tema de este artículo.[21]
Una parte importante del diálogo Timeo versa en torno al origen del universo y la creación del hombre. En primer lugar, se alude a un mundo inmutable y cognoscible mediante la inteligencia que es el mundo de las Ideas y un mundo cognoscible mediante la percepción de los sentidos. También se afirma que el universo no es eterno, sino que fue generado y el gran artífice o hacedor del universo copió, en lo sensible, el modelo perfecto de las Ideas.[22]

Conclusiones

La lectura de los diálogos de Platón es importante no solamente por el contenido mismo de cada uno de ellos, sino porque se pone énfasis en la trascendencia que tienen los referentes que cada hombre recibe en el transcurso de su vida.
Además de lo anterior, se destaca la importancia de enseñar a pensar y de que la verdad de los objetos, es decir, el conocimiento, reside en el alma, pero el hombre tiene que percatarse de esa situación ya que, en la escuela actual se trabaja considerando que el conocimiento está en el exterior del hombre y, entonces, se requiere enseñárselo.
La lectura y comprensión de los diálogos podría llevarnos a una forma distinta de organizar el proceso educativo en la escuela.

Referencias

  • Covarrubias Villa, Francisco. Las herramientas de la razón, ed. UPN: México; 1995, 277 pp.
  • García Fernández, Alicia. “La mónada pitagórica y el cosmos de Platón.” Revista Ontology Studies, año 2009, Vol. 9, pp. 155-163.
  • Laercio, Diógenes. Vidas de los filósofos más ilustres. Disponible en la dirección: ilustres.pdf
  • Platón. Obras completas. Tomo 4, ed. Medina y Navarro, Madrid; 1871, pp. 1-345.
  • Platón. Obras completas. Tomo 5, ed. Medina y Navarro: Madrid, 1871, pp. 1-112.
  • Platón. La República o de lo justo. Libro séptimo en Platón. Obras completas. Tomo 8, ed. Medina y Navarro: Madrid; 1872, pp. 51-91.
  • Platón. Obras completas. Tomo 11, ed. Medina y Navarro: Madrid; 1872, pp. 129- 344.
  • Schmidt Osmanczik, Ute. “Notas bibliográficas” Antonio Gómez Robledo, Platón. Los seis grandes temas de su filosofía. Revista Crítica, año 1975, Vol. 7, Núm. 21, pp. 115-120.

Notas

  • [1] Licenciada en Contaduría por la Universidad Veracruzana y estudios concluidos de Maestría en Pedagogía de las Ciencias Sociales, en el Instituto de Investigaciones Sociales y Humanas.
  • [2]Platón.  “Carta VII” en “Cartas” en Obras completas. Tomo 11, p. 295.
  • [3]Covarrubias Villa, F. Las herramientas de la razón, pp. 9-11.
  • [4]Laercio, Diógenes. Vidas de los filósofos más ilustres, pp. 71-72.
  • [5]García Fernández, Alicia. “La mónada pitagórica y el cosmos de Platón.”
  • [6]Schmidt Osmanczik, Ute. “Notas bibliográficas” Antonio Gómez Robledo, Platón. Los seis grandes temas de su filosofía, p. 115.
  • [7]Platón. “Menón” en Platón. Obras completas. Tomo 4, p. 304.
  • [8]Ibíd, pp. 305-306.
  • [9]Ibíd, pp. 307-313.
  • [10]Ibíd, p. 317.
  • [11]Ibíd, p. 318.
  • [12]Ibíd, pp. 318-319.
  • [13]Azcárate, Patricio de. “Argumento” en Platón. “Fedón” en Platón. Obras completas. Tomo 5, p. 15.
  • [14]Azcárate, Patricio de. “Argumento” en Platón. “Fedón” en Platón. Obras completas. Tomo 5, p. 11, 16 y Platón. “Fedón” en Platón. Obras completas. Tomo 5, p. 96.
  • [15]Platón. “Fedón” en Platón. Obras completas. Tomo 5, p. 31.
  • [16]Platón. La República. Libro séptimo en Platón. Obras completas. Tomo 8, p. 55.
  • [17]Ibíd, p. 56.
  • [18]Id.
  • [19]Ibíd, pp. 63, 67.
  • [20]Platón, “Parménides” en Platón. Obras completas. Tomo 4, pp. 147, 177.
  • [21]Platón. “Sofista” en Platón. Obras completas. Tomo 4, pp. 23-141.
  • [22]Platón, “Timeo” en Platón. Obras completas, tomo 11, pp.  135, 164, 165.

Datos para citar este artículo:

Jocabed Chávez Regalado. (2020). Platón y el conocimiento. Revista Vinculando, 18(1). https://vinculando.org/educacion/platon-y-el-conocimiento.html

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